Abel Hortencio Cardoza Cedeño
Poseedor de una rica y extensa creación literaria, de la cual, y alrededor de doscientas piezas poéticas están insertas en sus tres libros escritos y titulados: “Poesías y Costumbres de mi Tierra”, “Cojedes Es Poesía” y "Olor a Mango Madurito". Demostrando con hechos su gallardía y valentía por incursionar y trajinar en este difícil mundo competitivo de las poesías que por tradición ha sido exclusivo para los “llamados intelectuales” por el simple hecho de ser personas de estrato social selecto y de alta alcurnia.
Sin embargo y sin ánimo de ponderar juicio de valor para este paladín amante del verso y tutor de la cultura popular pero siempre crítico, inconforme y orientador en su rol de gladiador del género poético con matices sabaneros por impregnarle a sus trabajos literarios esa fragancia a pasto tierno, a incienso de tacamajaca, a toro de paradero y a becerro de quesera por ser condiciones de su erudición, pasión y sentimiento.
A lo largo de más de cincuenta (50) años que su musa romancera y andariega ha cabalgado por los infinitos horizontes, caminos y lejanías que simbolizan a esos predios inhóspitos, exaltando con su modesta pluma a los gentilicios y valores más genuinos de las llanuras colombiana y venezolana. Y aún más allá de esas fronteras, ya que sus cantos también son leídos en la república de México e inclusive en Estados Unidos de Norte América.
Su hoja de vida en el plano cultural trasciende y es muy amplia y productiva. En lo personal, es un destacado amigo, bondadoso de todo aquel que requiera de su apacible apoyo, es un destacado profesional de la ingeniería prestado al campo civil, en donde muchas carreteras e inclusive puentes alcantarillados asentados en los Estados Portuguesa, Delta Amacuro y Bolívar, son testigos de su huella imborrable en sus condiciones de ejecutor o simplemente inspector dejando muy en alto sus conocimientos y responsabilidades, cuyas obras se mantienen en vigencia cumpliendo su función social y vida útil para las cuales fueron creadas. Por su propia disciplina ha dejado su profesión en un plano de bajo perfil destacándose en el mundo de las letras por ser su pasión y arraigo.
Abel H. Cardoza Cedeño; era hijo de doña Ana Lucía Cedeño de Cardoza y de don Rafael Luciano Cardoza (ambos difuntos), y fue criado desde sus cinco (5) años de vida por su tío paterno Juan Javier Cardoza Rodríguez, este último en San Fernando de Apure, capital del Estado Apure.
Casado con su compañera de siempre, con su adorada y linda señora Vilma Amarilys Blanco de Cardoza, tal como él, la ha dibujado en sus versos y narrativas desde siempre. Con la cual procreó dos (2) retoños: Leibniz Abel y Lendys Marielvis.
No obstante, para redescubrir un tanto el contenido de su legado y acercarnos un poco al periplo extensivo de su misiva creativa de este significante escritor, revisamos a “vuelo de pájaro” algunos aspectos relevantes de su vida y obra, reseñados magistralmente por otros dos (2) talentosos de la cultura popular venezolana, conocedores del transitar familiar, poético y profesional de Abel Hortencio Cardoza Cedeño. Ellos son: Su primo y hermano de crianza, el Apureño y licenciado Wirmer Aléxis Viamonte Rodríguez y su compadre de sacramento, el ingeniero Teobaldo Pérez Figueredo, compañero de andanzas desde su llegada al Estado Cojedes.
Ambos personajes, fueron artífices en sus condiciones de redactores y firmantes de los prólogos de cada uno de los libros de este destacado escritor.
Con la anuencia de los antes nombrados y, tomando prestada su prolífera pluma, podemos dibujar de manera sucinta, un “flash” del perfil y trayectoria de Abel Hortencio Cardoza Cedeño. Ambos prologuistas coincidieron y subrayaron por separados, las consideraciones siguientes:
“Los padres de Abel Hortencio Cardoza Cedeño, eran llaneros de pura cepa y autodidactas”.
//“Mi tío Luciano, casado con mi tía Lucía, ambos
vivieron en su fundo Morichito allá en el vecindario Cunavichito. Mi tío
Luciano, por consiguiente, era nacido en esa zona y se crío junto a sus otros
hermanos. Para la época era un ambiente templado, de constante peligro, por la
existencia en las montañas de tigres y leones, de toros cimarrones, caballo,
soga y llano abierto por ser sabanas extensas sin limitancia alguna por no
existir potreros. Los “Cedeño Hernández”, fue un grupo familiar dedicados en
menor cuantía a las jornadas rutinarias del ordeño y de la fabricación del
queso llanero, además criaban cerdos y escasamente se dedicaban a la
agricultura en forma de conucos. Sus casas estaban asentadas en las franjas
aledañas al río Cunavichito. En cambio; los “Cardoza Rodríguez”, fueron
representados por mi tío Juan Cardoza Viejo, hermanito de mi madre Rafaela
Rodríguez de Viamonte. Además, fue el dueño del Hato La Esperanza y por consiguiente
se hizo amo de toda una vasta llanura de Cunavichito Arriba y Afuera, hasta
llegar a las cercanías del Capanaparo"//.
//“Conocí personalmente al padre de mi compadre Abel y
se llamaba Luciano Cardoza; era un hombre de carácter fuerte y de mirada
profunda, tenía sus dos (2) buenos oídos para oír el mínimo ruido y acertar en
sus percepciones, eso sí como todo buen llanero, muy respetuoso y amable. Por
lo general, el señor Luciano siempre andaba descalzo y enguayucado, con su
cuchillo en la cintura y su sombrero terciado”//.
//“Don Luciano fue una leyenda viviente, llanero de a caballo y con tabaco en su vejiga, de buena soga y certera, labrada y curtida por el mismo, muy difícil que le cayera un lazo al suelo. Diestro y fino enlazador en cachilaperas y cimarroneras. Supo transmitir a sus hijos ese amor profundo por la llanura, sus costumbres, tradiciones y vivencias. No había trabajo de llano, que él no anduviese y ejerciendo su rol de puntero en el arreo de ganado”//.
Siguiendo en el deshilvanar de la vida de Abel Hortencio Cardoza Cedeño, podemos afirmar con real crudeza que sus vestigios son inquebrantables, no por la imaginación de cómo armonizar sus letanías, sino por la facilidad como traza sus versos, combinados de buena rima, consonancia y metáfora. Basta con visualizar algún contenido o fragmento de sus cantos y poesías por ser alientos que transpiran en el rezongar de su alma.
Todos los párrafos que articulan este breve historial biográfico, es un rayo de luz que emerge desde los horizontes llaneros referenciados a este bardo personaje (Abel Hortencio Cardoza Cedeño), que en su buen momento sembró de manera ferviente esa semilla y que Dios con su gratitud y bondad supo brindarle ese volcán de conocimientos y por ende su cosecha aún perdura en el tiempo por ser fructífera y acogedora. Convirtiéndose en una referencia obligatoria de consulta para quienes incursionan en este arduo peregrinar por el mundo de la cultura y más preciso en el campo de la poesía.
A pesar de su anonimato y sin apoyo gubernamental ha sabido traspasar las barreras y ha vencido cualquier cantidad de obstáculos y que por ningún motivo han impedido la trascendencia de su obra, al contrario, ha rebasado con creces las fronteras de su tierra llanera, por ser su poesía una semilla que ha sabido surcar las espaciosas geografías de Colombia y Venezuela. E inclusive su percepción continúa el rumbo por diferentes ámbitos de países de habla hispana y de origen anglosajón.
Quienes conocemos de estos menesteres; sabemos de lo intrínseco y rudo que significa apuntalar y llevar adelante un legado literario que nunca se ha quedado en veredas ni en caminos pedregosos al contrario ha traspasado senderos, palma y sol, ha navegado por caños y ríos, bajo un avivado silente pero con la audacia espontánea similar al torbellino huracanado situándose en un elevado pedestal por ser una obra de incalculable valor equidistante al oro más fino por ser arriero y un verdadero baqueano del romance sin dejarse abjurar ni influenciar por espejismos y mezquindades que por cierto hoy día sobre abunda, y que tratan de abrir nuevas modalidades inducidas por el modernismo, generalmente imprecisos y oscuros en el género poético y en el arte en general.
Sólo auguramos para que su obra trascienda como
lámpara del Cielo y que cumpla con el resplandor de su flama, la Oración del
Poeta: "Que alumbre hasta más allá del olvido y más allá del
recuerdo"…
Poema: “Auto - Retrato”
Autor: Abel H. Cardoza Cedeño
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Abel Hortencio me bautizaron
en la iglesia de ese pueblo
y del llano en el registro
fue la procedencia que me dieron.
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Hoy rezongo con emoción,
mi linaje de pura cepa llanero,
desde la punta del talón,
a la copa de mi sombrero.
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Del rejo al botalón,
de la totuma al chiquero,
del corral hasta el caney,
y del relincho cerrero.
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Soy como el viento libre,
que fecunda los esteros,
y corre por las sabanas,
sin rumbo ni paradero.
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Mi canto vuela, muy similar
a como galopan los astros,
por los senderos del Cielo
por ser orgullo de nuestros suelos.
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Para que todos conozcan
¿Cuánto vale un poeta llanero?
que muere por sus letras
aferrado a un sentimiento certero.
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Criollo y provinciano,
Apureño y Cojedeño, ciento por ciento,
mi corazón es el llano,
y del llano es mi lamento.
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Mi bandera, es la prosa
mi escudo, la magia de mi talento
mi himno, la libertad,
que vocalizan los cuatros vientos.
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Y en los bordones del arpa,
resuena un joropo alegre y violento,
triples de un seis por derecho,
esencia que llevo por dentro.
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Soy el golpe de un pajarillo,
y en las alas trasborda mi trino ferviente,
mi seis por numeración,
es mi valentía y temperamento.
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De la chipola, mi coraje,
mis coplas y el verso,
brotan como el arroyo,
del manantial de mi pecho.
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Soy hijo del Apure y del Cojedes,
del llano: el Declamador más auténtico,
mi inspiración son los atardeceres
alivio de mis penas por la que vivo contento.
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Del paisaje mi acuarela,
de la llanura, lo mejor de mi desvelo,
son mis vivencias cuando sueño,
al adiós, de mi pañuelo.
..........
Por encarnar con el pasado,
con ese grito guerrero,
audacias de Vuelvan Caras,
y de las Queseras del Medio.
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Abel Hortencio Cardoza Cedeño,
él de los versos señeros
Venezuela conoce mi empeño,
ya que no soy forastero.
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Y no hay un rincón de la Patria,
donde no hayan leído mis poesías con afecto
en frutos de admiración,
del cariño y del aprecio.
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Mi retrato, es Abel Hortencio:
Distinguido, leal y caballero
con mi musa y el corrío
apasionado y sincero.
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Soy un caballo y sus riendas,
con espuelas de acero,
y mi corazón en el alma
encendido del lado izquierdo.
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Mi canto con olor a mostrencos cerreros
jamás quedará en el recuerdo
ya que por mis arterias
corre la sangre de mi pueblo.
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Hoy grito y gritaré siempre: Abel Hortencio,
tremolando con fervor mi eco,
con ese rugido pendenciero,
en bramidos de ensoñación y de acecho.
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Soy Abel Hortencio Cardoza Cedeño:
La kirpa me nace con señorío y aprecio
y seré perpetuamente del llano que sueño,
el compositor y poeta más recio.
Poema: "Mí Negrita del Pueblo de El Amparo"
Autor: Abel H Cardoza Cedeño
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Cantinero por favor,
sírvame otro trago
que mi corazón anda herido
y las lágrimas de mis ojos han brotado
ya que mi negrita
de mi lado se ha marchado
es una encantadora mujer
del pueblo de El Amparo.
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Bendito Dios caramba
te suplico un milagro
haz que retorne mi muchachita
de ella estoy enamorado
reconozco que tuve la culpa
por haberla descuidado
entre nostalgia y licor
me la paso divagando y embriagado.
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Mi negrita te juro,
no aguanto este amargo guayabo
si no vienes a mis brazos
seré un pobre desdichado
este fuerte dolor
en mi alma se ha clavado
solo me espera la muerte
por sentirme abandonado.
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Mi rancho se palpa triste y solito
igual mi caballo
tu jardín al que siempre regabas
hoy día se ha secado
por eso te pido a que regreses
amorcito mío, estoy desesperado
como tú no hay otra
por demás, lo he comprobado.
Poema: "A Luis Rafael Cardoza"
Autor: Abel H Cardoza Cedeño
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Luis Rafael Cardoza,
mi hermano querido,
cógele la delantera al Novillo,
ándale que tú eres muy diestro
en todos los sentidos.
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Ese bicho agarró pá aquella punta e' mata,
de alcornoques, chigos y saladillos,
alcánzalo y enlázalo con tu soga,
de dieciocho brazás de cuero curtido,
se nos perdió con la algazara.
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Rumbo a ese caramillo,
no lo dejes ir,
ese lebruno barcino está escondido,
yo voy por la retaguardia
en mi caballo amarillo.
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Por favor te lo pido
no lo vayas a pelar
sólo se le oye el bramido
ese pendenciero se los juro,
lo vamos adjuntar con cuchillo.
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De verdolagas, tapiramas y piras
estamos aburridos,
le morderemos la chocozuela,
el latigazo y el codillo,
el pecho y corozo sancochao es muy divino.
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Le zumbó un lazo con la zurda
el mejor que ha tenido,
ese toro en una sola carrera
se barajustó pá ese monte
lo que dejó fue el polvillo.
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Enyugado a un masaguaro,
un árbol muy conocido,
mi hermano lo rastreo por el trillo
ha cacho brosco resabiado
y bravo esta ese pillo.
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Amarradas sus cuatro patas
con nudos corridos,
desnúcalo: Primo Domingo Ramos,
usted es un buen llanero, humilde y sencillo,
jocoso y muy precavido.
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Apúrense con el entreverao,
siento en mi estómago, un hormiguillo,
cuando uno está “jambríao”,
delira o algo le sale torcido,
corra sobrino Gabriel.
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Aquí se lo digo y atino
póngale la enjalma
a ese burro mojino,
y ofrézcale carne gorda
a todos los vecinos.
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Ya nos vamos a meter
unos realitos en el bolsillo,
un bocado a la gente de La Esperanza,
y que hagan buen picadillo,
a los de Punto Azul, unos huesos y la panza.
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Con cantos y silbidos
nos llega el pariente Daniel España
él siempre ha pretendido
las patas y el cogote
para degustar un buen hervido.
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Me disculpan aquellos, que no menciono
no crean que es por olvido,
ni tampoco los tengo
sentados en el banquillo,
en mi mente siempre los llevo consigo.
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Es un halago del cual estaba comprometido
para mi hermano Luis Rafael,
por ser de su estirpe un caudillo,
¡…gran jinete, trabajador
honesto y muy distinguido…!
FUENTE: Abel Hortencio Cardoza Cedeño