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martes, 9 de abril de 2024

LA COMERCIALIZACION DE LA PLUMA DE GARZA

 

 

El comercio de la pluma de garza en el llano se conocía en el siglo pasado. Su explotación comenzó en 1884 y desde un principio dio excelentes resultados. La alta burguesia europea la solicitaba como adorno en sus sombreros y en los kepis de los soldados.

Dos garzas fueron condenadas al exterminio para lograr sus hermosas plumas blancas. La garza real o blanca (Casmerodius Albus) garcita blanca o chusmita (Egrreta Thula). Sofisticadamente en Europa lamaban a la primera Aigrette y a la pequeña Crosse: Lo primero traduce del francés penacho y garzota, y la segunda equivale a báculo, aludiendo los rizos u ondulaciones que recuerdan a este simbolo episcopal. Las llaneros entraban con sacos en los garceros, unos para recoger la pluma, que soltaban las aves y otros, para matarlas a tiros, especialmente la pluma de la chusmita, que era más apreciada y también porque la llamada flor en sangre, es decir, aquella que tenía el cañon sanguinolento en su base; tenia un precio mucho mayor, porque se conservaba más tiempo.

Un garcero técnicamente es "Altas concentraciones de garzas y cotuas que se reúnen invariablemente, año tras año en ciertos puntos de la floresta, para realizar el proceso reproductivo". La morada de moda de la garza es de Julio a Noviembre inclusive.

La estadística de su comercialización a fines del siglo pasado hasta 1902 es como sigue:

Año. Can't en K. Valor Libras 

                                      Esterlinas 

1897      2.369             25.810

1898      2.839             20.728

1899      2.534             20.830

1900      5.811             35.882

1901      2.013             10.375

1902      2.476             12.750

Como se puede apreciar, la estadística está referida a libras esterlinas, de lo cual se infiere que la mayor parte de de estas ventas fue a territorio inglés. Es de advertir que todas estas exportaciones lo fueron a través del puerto de Ciudad Bolívar, que era internacional.

En 1903 hubo restricciones para la cacería de las garzas a tiros tanto en Guárico como en Apure, y a esto se sumó la ley del 26 de junio de 1917 sobre recolección y explotación de las plumas y aparecida en la gaceta oficial número 13.193.

Otra estadística, esta vez del Ministerio de Hacienda da cuenta que en el período de 1910 a 1919 se exportaron 13.438.099 kg de pluma por un valor de 10.952.111,02 bolívares y al mejor año para esta explotación fue en 1913, en el segundo trimestre cuando arrojó un peso de 2.172.446 kg con un valor de 2.954.366,30 bolívares. Con razón hubo tanta bonanza durante la explotación del oro blanco de Apure. En este año 1913 la Aigrette se cotizaba en 1.800 bolívares por kilogramo y la Crosse entre 6.000 y 8.000 bolívares por kilogramo. En los últimos años del siglo XIX se situaba en 600 a 800 bolívares las primeras y 1.200 y 1.600 bolívares las segundas. Se depreciaron con la guerra europea a partir de 1914, pero siempre continuó este comercio.


Uno de los vendedores de pluma de garza al momento del auge fue el general José Antonio Briceño, quien había sido edecán de Guzmán blanco (Trujillo, 1841- Maracay 1937). Residía en la llamada Casa Amarilla de San Fernando, donde funcionaba la administración de rentas y la gerencia de la empresa de alumbrado, cuyos dos cargos ejercía hacia 1915 el general Briceño (fue uno de los instaladores de servicio de gas de acetileno en 1909); era una casa grande, de corredores, perteneciente a la familia Mendible y allí, en el patio, Briceño organizó un garcero "por vía de ensayo industrial" que como decía la publicación de la época: "Representaba un excelente estímulo para el desarrollo de la explotación de pluma de garza por un sistema que ofrece perfecta seguridad de buenos proventos..." Decía el general Briceño que con un garcero doméstico las garzas se criaban y multiplicaban sin sin ninguna dificultad, mudan las plumas dos veces al año; la recolección que se desprende del ave se facilita por el limitado espacio del garcero; es más bella, más limpia y sin imperfecciones. Hasta 1915 se amenazó la existencia de los garceros por la matanza de las especies con escopetas, pero este sacrificio fue prohibido porque aparte de exterminarlas .... "extinguiendo una industria productiva...." Se cerraban.. " Los mercados extranjeros a la producción nacional por cuánto en los países consumidores se prohibía con el intento de preservar de crueldades a ciertas clases de aves, la importación de plumas de adorno..." En efecto en Estados Unidos, la sociedad Audubón y el Museo Americano de Historia Natural emprendió una campaña contra la importación de plumas de aves y expresaba en su libro El doctor William T. Hornaday, en 1913, que en Venezuela se mataban las garzas; esta campaña contra el comercio de la pluma incluyó al Congreso Norteamericano, las legislaturas estatales y hasta el Reichstag alemán y el Parlamento Canadiense. Esta campaña surtió sus efectos y se aumentó la vigilancia para evitar la matanza; en el ejemplar garcero doméstico del general Briceño se cosecharon en el año 1916, 450 gramos de pluma. Una relación del jefe civil de San Fernando, Jesús Fernández V. y de la junta de la cual era presidente, acompañado de Nicolás Decanio, Pedro Luis Esté y Celestino Gómez como secretario, en agosto de 1926 informaba de los Garceros del municipio San Fernando: San Pablo de H. Moros (de quinta clase); El Playón de la sucesión Castro Lugo (quinta clase); a quienes mataban las garzas se les penaba duramente e inclusive hubo un caso de un tal Juan moreno, sorprendido disparando en un garcero y fue fusilado incontinente por comisiones oficiales que lo sorprendieron. Otros Garceros conocidos fueron -según Sánchez Olivo- el de los Barbarito en El Encanto, el de los Sánchez Ostos, El de Don Luis Palacio el delato la Esperanza. Las garzas venían a los garceros porque allí estaban más seguras de sus depredadores naturales y del hombre.

El procedimiento consistía en recoger las plumas de los garceros y en el caso de los que las sacrificaban, simulaban con un figurín o espantapájaros que era el cuerpo disecado de una garza. El cazador se escondía en una enramada y cuando las aves descendían, se aprovechaba para disparar. Podía matar hasta 100 en un amanecer o en una mañana.

La chusmita era la más valiosa, como quedó dicho. La pagaban a 8 bolívares el gramo, pero su pequeño cuerpo no alcanzaba sino un gramo de pluma; se caracterizaba por una suave ondulación en la punta; la garza blanca, flor en sangre, tenía un valor de 2 bolívares el gramo y cada garza podía suministrar hasta 8 gramos de pluma promedio. Los grandes comercios de San Fernando adquirían el producto a los cazadores y los exportaban a Europa. Produjo mucha riqueza este infame comercio; se recuerda que en una ocasión llegó un barco a San Fernando por compradores que traían una caja de monedas de oro para pagarlas, porque si circulaba poco los billetes y era tan pesada, que debieron dejarla a la orilla del río, frente al comercio de Ligerón y nadie osó tocarla.

Sin embargo, hubo ecologistas en San Fernando, que en 1915 organizaron una junta que propugnaba la conservación de los garceros.

Las plumas, para su embarque y transporte a Europa, eran colocadas en cajas de zinc con alcanfor, para evitar la polilla, bien soldadas las cajas; cada una de ellas no debía sobrepasar los 5 kg y la pluma no muy ajustada, tampoco muy floja para evitar su maltrato.

A principios del siglo los penachos se cotizaban en Estados Unidos (específicamente en Nueva York) entre 25 y 30 dólares cada onza los pequeños y de 7,50 a 10 dólares las plumas largas. "El precio va en aumento, pues nunca se ofrecen al mercado en grandes lotes. El más costoso de todos los adornos de pluma son los penachos y tienen gran demanda. Algunos de los más raros y bonitos Aigrettes son de Venezuela y se toman de una especie de herón o garza grande..."

Hacia fines de la segunda década de este siglo decayó la comercialización, azotada por la crisis mundial y por la protesta de las nuevas generaciones europeas contra este lujo de la burguesía, reemplazándose por fibras sintéticas. En 1925, el Presidente del Estado Apure Dr.  Hernán Febres Cordero, informa de las medidas adoptadas para frenar la matanza de garzas. Se ordenó sellar en la temporada de recolección de la pluma -los bultos de pólvora, fulminantes y demás materiales de cacería, en las diferentes casas comerciales del estado; en la sola plaza de San Fernando- cita el mensaje de Febres Cordero a la Legislatura Regional- se sellaron 151 kg de pólvora 1682 kg de municiones y 526.349 fulminantes "...Material de cacería destinado en su mayor parte a la matanza de garzas..."; todas las escopetas deberían presentarse ante la autoridad durante el tiempo de dicha cosecha. Informaba el presidente de Apure que en las matanzas de las garzas "...concurrían individuos de todas condiciones y profesiones: unos ejecutando material y directamente el hecho, otros sufriendo medios para realizarlo y no poco sirviendo de intermediarios entre los nómadas de la pampa y los ricos comerciantes de las poblaciones..." a juicio del funcionario gubernamental, las medidas surtieron efecto y "...dejaron sin molestias la rica cosecha de su plumaje a los dueños de garceros y dormitorios..." En plena crisis, en 1932, señala la cámara de comercio de Caracas: "En una época este negocio fue un fue de suma importancia en la vida comercial de San Fernando, siendo esta ciudad hace 10 años uno de los puntos de embarque más importantes del mundo. Esto trajo a San Fernando el periodo más próspero de su historia, pero con la decadencia de esta industria, debido mayormente a los cambios en las modas de sombrero para mujeres, la ciudad sufrió contratiempos cuyos efectos todavía se sienten..."

A la muerte del General Gómez, sus familiares mandaron a traer del hato la Candelaria un lote de 28 cajas de plumas almacenadas, con un peso aproximado a los 548 kg, los cuales depositaron en la casa Barbarito, pero el pueblo conoció esta información, las hizo sacar de allí y las quemó. Se calcula el precio de este lote de plumas en un millón de bolívares.

Así culminó este comercio que enriqueció mucha gente en apure y aumentó las arcas, de por sí llenas, del general Juan Vicente Gómez; con la crisis económica y la extinción del comercio de la pluma, quebraron numerosos establecimientos y se arruinaron muchas opulentas familias.

Autor: Edgar de Jesús Decanio

Repuntes II El San Fernando de Ayer 

Foto Cortesía de la Fundación Decanio, Dama de los años 20 luciendo Plumas de Garza.

Restauración de la foto Alexis Tovar 

 
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