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miércoles, 22 de junio de 2022

LAS ALPARGATAS DE MANDINGA

 


LAS ALPARGATAS DE MANDINGA

Por Jaime Jose Yusty

Esta historia la escuche en una visita que hice a la población de Biruaca Estado Apure: resulta que un campesino del lugar de nombre Virgilio Flores, se encontró a orillas de una barranca un par de alpargatas nuevas; según el mismo relataba, dudo en tomarlas y hasta recorrió en derredor gritando en busca de su dueño, en vista de no encontrar a nadie que reclamará aquella propiedad y como las suyas estaban viejas y rotas, entonces se las llevo a su rancho. Esa noche había fiesta en casa de un compadre y el humilde llanero se lavo bien los pies y decidió estrenarlas; cogió su viejo cuatro y partió rumbo al parrando. A medida que recorría el camino, se sentía diferente, muy contento y optimista, sentimientos poco conocidos para el rudo campesino, al llegar al lugar, la música, las bonitas muchachas y el aguardiente, pronto le hicieron hervir la sangre. Tomo su instrumento y de su garganta, comenzaron a salir bellos versos, que de inmediato llamaron la atención de los presentes y en especial de Gardenia, una bella Llanera Apureña, que se enamoró de inmediato de aquel hasta entonces hombre tímido y callado. En adelante Virgilio se transformó en todo bailador y parrandero, que abandonó su tierrita y no salía del botiquín de Ponciano; también se volvió peleador, jugador y una lujuria insaciable se apoderó del ahora aberrado campesino, convirtiéndolo en todo un jembrero. Todos en aquel pueblito llanero, decían que estaba poseído por el mismo Diablo, su comportamiento agresivo y altanero lo metió en muchos problemas; no respetaba lo ajeno y mataba cochinos y ganado, de sus vecinos para saciar su insaciable apetito y poner interminables fiestas en la plaza del hasta entonces tranquilo lugar. Según el cuento: una noche se formó un gran brollo, resultando apuñalado el descontrolado hombre, como consecuencia de las numerosas heridas, Virgilio quedó moribundo y como cosa curiosa nunca se despojó de aquellas misteriosas alpargatas, se negaba a que se las quitaran. Una tarde, el llanero lanzó su último suspiro y murio; cuentan que mientras era velado en su viejo ranchito, el hombre abrió el cajón y salió riendo a carcajadas, los presentes huyeron despavoridos del velorio y tuvo que venir el padre Venancio con varios llaneros fuertes, lograron someterlo, quitarle aquellas Embrujadas alpargatas y de paso lo bautizaron. Luego de todo aquello, fue que Virgilio Flores pudo descansar en paz, de las alpargatas nadie supo a donde fueron a parar.

 


 
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