RAFAEL IGNACIO ESPAÑA PADRÓN.
Por Alexis Machado y publicado en la página de Facebook
Amigos del bosquejo
Don Rafael Ignacio España Padrón, mejor conocido en
los predios del llano apureño como el Poeta Rafael Ignacio España Padrón a
través de su libro de lírica costumbrista: “TIERRA DE MI QUERER”. Este
destacado representante y fiel defensor de la copla criolla nació en Cunaviche
el treinta y uno de Julio de 1.915: hijo primogénito del matrimonio de Don
Brígido Antonio España y Doña Rafaela Indalecia Padrón de España; producto de
la descendencia de dos hijos únicos conformada con su hermano Don Severo de
Jesús España Padrón, actor fundamental de la presente obra escrita.
En sus años de niñez, Rafael Ignacio compartió con su
hermano Severo esa crianza modelo de la época sustentada en sanos Principios y
arraigados Valores que imperaba en el seno de la familia campesina de la
primera mitad del siglo veinte; aferrados al buen proceder y respeto de las
normas de la coexistencia comunitaria en equilibrada armonía social,
cooperación mutua y la inmutable adhesión al trabajo productivo y pertinaz para
generar riqueza que se tradujera en bienestar dentro de la moldura de la
estabilidad duradera.
Las primeras lecciones de escuela las recibió en
compañía de su hermano Severo y otro grupo de condiscípulos entre los que se
encontraban sus paisanos cunavicheros: Pedro María Velásquez, Rafael Enrique
Aracas, Ramón Rattia, Rafael “Fucho” Nieves, entre otros; aleccionamiento
formativo de parte de su insigne maestro Don Cosme López Hurtado a quien le
agradece infinitamente por sus enseñanzas y consejos para superar la oscuridad
del analfabetismo; transponiendo las puertas que le dieron acceso al dominio
cabal de la lectura y la escritura que le permitirían desarrollar su talento
como escritor de poemas a su llanura.
En homenaje a la memoria de su preceptor, el poeta
Rafael I. España P. Le dedica su elocuente poesía con esa rima asonante,
sencilla y genuina del Poeta provinciano, publicada en su libro “Tierra de mi
Querer” (1.995 Págs. 13 y 14. Ibídem); la cual enunciamos textualmente:
VENERANDO A MI MAESTRO.
¡Ah pueblo de Cunaviche!
en tiempos que ya pasaron
con sus treinta y ocho casas
y de arenales rodeado.
no había escuela, Dispensario,
luz eléctrica, Mercado,
no se hallaba una bodega
donde comprar pan salado.
no se limpiaban las calles,
porque no tenía situado
la gente era analfabeta
muy pocos los estudiados.
Quien tuvo la iniciativa
fue Cosme López Hurtado,
fundando el primer plantel,
sin que le hubieran pagado.
él pensaba en el futuro
ver frutos aprovechados
enseñó y tuvo paciencia
trató al pobre con cuidado.
Dio poca importancia al lujo
fue puntual y organizado,
el alumno de alpargata
y pantalón remendado.
Brindaba de su bolsillo
a los más necesitados,
haciendo labor de patria
su cerebro fue un Dictado.
Que Dios lo tenga en la Gloria
y esté de gozo colmado,
mientras dure mi existencia
por mí no será olvidado.
En mi memoria despierta,
su recuerdo está grabado,
en mi cerebro yo llevo
la enseñanza que me ha dado,
como mi segundo padre,
de alma y corazón sagrado.
A finales de los años treinta, Rafael Ignacio contrae
nupcias con Filomena Cedeño de España con quien procreó sus hijos: Elio Rafael,
Hortensia, Carmen Dionisia, Ana Isabel, José Ignacio “Nacho”, Rosa Agustina y
Mercedes España Cedeño. Después de abandonar el fundo “La Esmeralda” del lado
de su padre, constituye su primer hogar de hombre casado en 1.943, en el
vecindario “Queseras Viejas” en el médano de “Manuel”, más arriba de “Hoyito” a
orilla de la laguna de “Merecurito”; fundándose luego en el sitio que estaba
ubicado entre el Hato “Burón” y “San Vicente” en terrenos de su suegro Don
Fausto Cedeño.
En 1.945 vuelve a “Queseras Viejas” con su familia en
el mismo año de la salida de Colmenares Pacheco de la administración del Hato
“La Candelaria”; encontrándose Rafael Ignacio como siempre dedicado fervorosamente
al duro trabajo de las actividades agropecuarias; sin amilanarse en ningún
instante por las condiciones climáticas rigurosas e inhóspitas que presentaba
el Medio en aquellos tiempos y la proliferación de plagas y enfermedades
bovinas, desconocidas por los lugareños en aquellos predios lejanos de los
centros poblados.
En 1.949 se muda con su familia nuevamente, en esta
oportunidad para el sector de “La Providencia”, comprando el derecho de tierra
de los terrenos del Hato “Burón” que le correspondía al Señor Ramón Figueira.
En 1.950 adquiere en compra un lote de terreno en el
Sector de “Gómez”, Capanaparo que constaba de media legua de sabana con la
finalidad de utilizarlo para el invernadero del ganado.
Rafael Ignacio, Igualmente que su hermano Severo, le
preocupaba también la educación de sus hijos; tomando la fundamental decisión
de comprar una residencia para la familia en la población de Cunaviche a fin de
garantizarle a sus descendientes el acceso al proceso educativo; logrando
adquirir en 1.958 una amplia construcción que constituiría su casa de familia,
ubicada a la entrada de dicho poblado.
En 1.959 se traslada desde “La Providencia” con su
ganado a las cercanías del pueblo de Cunaviche; fundando una hermosa finca
productiva, la cual denominó: “Morenero” por estar muy cerca de las márgenes
del caño con ese mismo nombre, defendido su cauce por frondosos chigales y
tupida vegetación, que constituía la fuente principal de agua para sus animales
y al mismo tiempo refrescaba los pastos en las inmediaciones de sus potreros;
quedando ubicada dicha fundación específicamente a unos tres kilómetros de la
población cunavichera.
En la medida que sus hijos fueron culminando la
Educación primaria en Cunaviche, Rafael Ignacio como padre preocupado con una
visión futurista fue enviando paulatinamente a sus hijos para que continuaran
sus estudios en San Fernando de Apure; aprovechando la circunstancia de que
desde 1.960, su hermano Severo ya se había residenciado con su familia en esa
ciudad, hasta que a finales de los años sesenta adquiere una casa-quinta propia
en la Avenida “Miranda” de la capital del Estado para reubicar a su familia;
quedándose él en su fundo “Morenero” al frente de sus labores agropecuarias.
Hasta 1.970 permaneció el poeta Rafael Ignacio España
Padrón en su tierra natal Cunaviche, cuando conjuntamente con su hermano Severo
deciden marcharse a las tierras de Barinas, al otro lado del pueblo del Samán
de Apure; en búsqueda de mejores condiciones climáticas que le garantizaran
abundancia de pastos frescos y fuentes naturales de aguas propicias para el
fomento de sus respectivas ganaderías.
Rafael Ignacio mantuvo siempre con su hermano Severo
ese vínculo de estrecha relación de hermandad verdadera de admirable armonía
familiar, cooperándose mutuamente y en consulta permanente en la realización de
cada uno de sus negocios y de sus actividades productivas que dejan por sentado
un gran paradigma a seguir por sus hijos; probablemente fundamentado en ese
sabio pensamiento de nuestro Libertador Simón Bolívar; el cual reza, que: “En
la Unión está la fuerza”.
En las tierras barinesas, Rafael Ignacio adquirió un
lote de terreno en la parte noreste de la Finca “El Setenta” de su hermano
Severo, para fundar su finca particular “El Espejo”. Este terreno fue comprado
por Rafael Ignacio al Instituto Agrario Nacional; allí continúa (Hasta el
presente de la primera Edición de este libro) donde desarrollaba sus labores
como siempre, compartiendo con la peonada los quehaceres cotidianos del llanero
en su propio medio, recorriendo la sabana montado en su caballo ensimismado en
el recuerdo de sus hazañas de las vaquerías añoradas de antaño; Demostrando sus
destrezas llaneras que todavía ejecutaba con eficacia experimentada,
irrumpiendo en el silencio de los palmares con su copla improvisada, trajinando
por caminos sabaneros bajo el cándido reflejo crepuscular de una tarde que
sucumbe entre canto de pajarillos y aves de la llanura y sus galimatias
vespertinas, bañados de candor y poesía, de arrebol y de nostalgia; Musa inspiradora
del poeta vernáculo para continuar plasmando en el escurridizo lienzo del
viento la genuina esencia de las costumbres de ese llano de tiempos lejanos
cuando todo era mejor; según su propia percepción reminiscente y convicción
arraigada que posee el llanero criollo. HONOR A QUIEN HONOR MERECE Y DIGNO
RECONOCIMIENTO A ESTE POETA CUNAVICHERO GENUINO, ORGULLO DE NUESTRA TIERRA.