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domingo, 4 de agosto de 2019

ALEJANDRO COLINA


Fuente: San Fernando de Apure tiene Historia de Eduardo Hernández 
14 de septiembre de 2018 · 

El escultor de la mal llamada "Redoma de Los Caimanes" a la entrada de nuestro pueblo.
"No busco fama ni celebridad. Algún día seré reconocido por mi obra".
ALEJANDRO COLINA, EXIMIO ESCULTOR, ORFEBRE Y PINTOR, UNO DE LOS GRANDES ARTISTAS VENEZOLANOS INJUSTAMENTE SUBESTIMADO Y OLVIDADO...
Al extremo que es casi un desconocido para un pueblo ignorante de sus auténticos valores.
Alejandro nació en Caracas el 8 de febrero de 1901 y falleció en la misma ciudad capital el 23 de octubre de 1976. Para los que han leído hasta acá y que posiblemente se estén preguntando ¿quién es ese señor?, les diremos que al solo nombrarles una de sus muy conocidas obras sabrán entonces valorar su talento y creatividad. Él es el creador de la estatua de María Lionza (deidad femenina mítica autóctona del folclore venezolano) que desde los años 50 ha sido admirada por millones de personas en los predios de la Ciudad Universitaria de Caracas (en un sector de la Autopista Francisco Fajardo).
Pero esa escultura de la reina María Lionza, inmortalizada por Alejandro Colina para el mundo como una mujer desnuda de musculatura atlética, sobre una danta (tapir macho, adorado por tribus indígenas) y con las manos extendidas en las que sostiene un hueso de pelvis femenina (símbolo de la fertilidad) en sus pies y la danta aplasta a unas serpientes, símbolos de envidia y egoísmo no es solo su obra conocida, ya que de sus manos e intelecto prodigioso también salieron otras célebres obras como, por ejemplo, la del “Indio Tiuna” en la Plaza Tiuna, Los Rosales, Caracas (1948-1949), la del “Indio Yaracuy” en San Felipe, estado Yaracuy (1952), “El Indio Chacao”, en la plaza homónima, en Chacao, Caracas, “El Indio Manaure” (patriarca y potente jefe del Occidente venezolano), en Coro, estado Falcón; la hermosa “Plaza Tacarigua”, ubicada en la Base Aérea Mariscal Sucre, a orillas del Lago Tacarigua en Maracay, estado Aragua.
En su juventud Colina concurrió a clases de anatomía dictadas por los doctores Luis Razetti y José Gregorio Hernández en la Universidad Central de Venezuela. En su época de estudiante realizó paisajes y retratos. En 1918, su escultura “El nacer de la idea” ingresó al Museo Nacional en Caracas. Hacia 1919 trabajó como delineante y calculista del arquitecto Alejandro Chataing y realizó tareas de decorador.
También se desempeñó en otras actividades no relacionadas con el arte para poder sobrevivir: fue mecánico, trabajó en el ferrocarril y en la marina mercante. Ese último empleo, ejercido durante ocho años, le permitió entrar en contacto con poblaciones aborígenes de La Guajira y el Orinoco, lo que incidió en forma definitiva en el desarrollo de su creación artística.
Vale decir que en enero de 1926 Alejandro Colina donó al Museo de Bellas Artes de Caracas su escultura en yeso “Indolencia”, hoy desaparecida. En 1930, año centenario de la muerte de Simón Bolívar, propuso realizar en el cerro Ávila un monumento al Libertador, de 75 metros de altura, pero su propuesta no fue aprobada. Sin embargo, entre 1947 y 1948 realizó una maqueta de 4 metros que fue exhibida en el Salón Planchart en 1950 y posteriormente desmantelada por el propio artista y destruida por el abandono a que fue sometida.
En 1934 realizó su obra “Mater Dolorosa”, para la Iglesia de Naiguatá, que fue destruida a los pocos años por razones todavía no del todo aclaradas. En 1935, a raíz de los saqueos suscitados en Maracay después de la muerte de Juan Vicente Gómez, fue reducido a prisión y llevado al Castillo Libertador (por el solo hecho de haber creado algunas obras que fueron contratadas por el gobierno de Gómez), de donde salió a los pocos meses para ingresar, en 1936, en el Hospital Psiquiátrico de Caracas.
Una vez sanado de sus males (delirium tremens) realizó, en 1938, el mural “Arte y ciencia de la psiquiatría” (3 x 3 m), el cual, por remodelaciones posteriores de la edificación, debió reproducir al óleo a solicitud de las autoridades del hospital en 1962.
Entre 1941 y 1943 participó en la refacción de la cúpula de la Catedral de Valencia, estado Carabobo. Realizó las esculturas del “Indio de Tacarigua” (Valencia, 1942), la del “Indio Yare” (1947), el conjunto “Vigilancia, inteligencia y observación” (Academia Militar de Venezuela, Fuerte Tiuna, Caracas, 1947), la del “Indio Tiuna” (Plaza Tiuna, Los Rosales, Caracas, 1948-1949) y la del “Indio Yaracuy” (San Felipe, 1952).
En 1951, con motivo de los III Juegos Deportivos Bolivarianos, realizó “María Lionza sobre la danta”, originalmente ubicada en los predios de la Ciudad Universitaria y desde 1953 en la autopista Francisco Fajardo. En 1955, con motivo de la celebración del cuatricentenario de la fundación de la ciudad de Valencia, ofreció la maqueta “La raza vencida”, con la figura de un conquistador clavando su espada, en forma de cruz, sobre el cuerpo tendido de una indígena, a cambio de la obra que se solicitaba en homenaje al fundador. Su idea no prosperó y el monumento no se concretó.
En 1968 realizó en cemento rojo el “Conjuro de Caricuao”, para la urbanización homónima en Caracas. Colina siempre persiguió en sus obras murales la armonía total de la línea y el color con el ambiente.
En los años finales de su vida fue recluido varias veces en el Hospital Psiquiátrico de Caracas, donde trabajó en un taller de escultura dentro de los planes de laborterapia. Durante su internado en ese hospital ejecutó una serie de bustos (en yeso), de algunos pacientes, representativos de diversas enfermedades mentales.
En 1971 fue arrollado por un automóvil y quedó inválido. En 1973 se inició el proyecto para fundir dos grandes bronces del Libertador a partir de la maqueta encomendada al escultor Martín Leonardo Funes, según el modelo original de Colina, que se situarían una en La Charneca (Caracas) y la otra en Montevideo (Uruguay); sin embargo, a pesar de haberse pagado los derechos de autor para la reproducción, por diversas circunstancias ninguna de las obras se llevó a cabo.
Su última obra, en bronce, fue “El Indio Chacao”, colocada en la plaza homónima en Caracas, ya fallecido Colina. La mayor parte de sus piezas fueron concebidas como monumentos públicos y de tamaño superior a la escala humana y casi siempre trabajadas en mortero o piedra artificial.
Con marcada inclinación hacia las etnias indígenas y abrigado por sus experiencias con éstas, Colina fue hombre de temple, radical pero amoroso, comprometido existencialmente con su vocación, aunque en su tiempo le fue mal pagada y otras veces ni le terminaron de pagar sus obras; pero, pese a ello, la creatividad artística pura y auténtica fue su principal motivación de vida y por ello siguió trabajando intensamente dejando todo un valioso legado artístico a veces a cambio de ningún pago como tal, ya que él, equivocado o no, se consideraba un artista en la mejor acepción de la palabra y no un mercenario del arte.
Incluso, se comenta que llegó a decirle una vez a uno de sus conocidos quien le confesó su preocupación por su precaria situación económica: “La mejor recompensa espiritual para el verdadero artista es el reconocimiento de su obra. Eso vale más que cualquier recompensa material o pecuniaria y yo sé que mis obras perdurarán en el tiempo y que por ello seré reconocido, porque no busco fama ni celebridad. Eso que quede para otros”.
De manera que recordarlo y reconocerle sus grandes méritos es la mejor recompensa que podemos tributarle a este gran artista nuestro en la reivindicación de sus intrínsecos valores, además de hacerle justicia rindiéndole un permanente homenaje de admiración.
El escultor Alejandro Colina, autor, entre otras obras, de la escultura de María Lionza.


Escribe en ese mismo post el señor Ivan Dario Perez Castillo y dice: "en reunión sostenida con representantes de la fundación Alejandro Colina, hace aproximadamente 10 años, cuando me toco recibirlos en mi condición de presidente del instituto municipal de patrimonio, ellos me informaron que cada monumento existente en ese complejo tiene su nombre dado por su autor, Alejandro Colina y esos nombres son: fuente de la abundancia, hombre a caballo, monumento a la bandera, existía un cuarto monumento que recibía el nombre de el paredón de los escudos y este fue destruido para darle vistosidad al paseo libertador, lo mas lamentable aun que esos escudos son fundidos en bronce y fueron llevados y colocados en el patio de la logia y los pintaron con vulgar pintura en aceite. lamentablemente hoy día estos monumentos les robaron su originalidad, antes de colocarle esos niveles de concreto y la cerca de hierro a la fuente eran mucho mas bellos".

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