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domingo, 4 de agosto de 2019

LA BOTICA DEL LLANO




IMAGEN E IDENTIDAD: ESQUINAS DE SAN FERNANDO
Esquina la Botica del llano
Hugo Arana Páez (HARPA) San Fernando, 13 de noviembre de 2018
Introducción:
En esta serie de ensayos referidos a los desparecidos puertos, pasos de rio, calles y esquinas emblemáticas de San Fernando, se tratará de hacer una reconstrucción histórica de la identidad perdida, es decir, recuperar la toponimia de la ciudad de San Fernando, representada, en este caso, en el nombre de una popular esquina, conocida otrora como ESQUINA LA BOTICA DEL LLANO, lugar que fue referencia y destino obligado de los sanfernandinos y que hoy, lamentablemente, junto a otras cincuenta esquinas del pueblo no se hallan debidamente identificadas.
1. Esquina La botica del llano
En el cruce de las calles Comercio con calle Miranda, se instaló a principios del siglo XX (específicamente en el año 1912), una reconocida botica que le dio nombre a esa esquina, entonces Venezuela era un país rural y atrasado, donde un boticario llamado Don José Leonardo Estrada (pionero de la farmacopea en los llanos venezolanos), transitaba por los polvorientos caminos del llano apureño, sudoroso iba del timbo al tambo, quiero decir, de un pueblo a otro; entre su equipaje llevaba los componentes químicos, una balanza, los vistosos frascos de cerámica blanca y un viejo mortero con los que preparaba los milagrosos medicamentos. En la población de San Rafael de Atamaica conoció a Don Jesús Cedeño Cuervo, con quien se asocia para fundar el año 1912 una pionera y popular botica en San Fernando, que se llamaría La Botica del llano, la cual giraría bajo la razón social o fondo de comercio Estrada-Cedeño. El lugar donde estos emprendedores la fundaron, era el local que ocupó después en sus inicios, la ferretería de Cristóbal Azuaje, situada entonces en la calle Comercio, entre las calles Comercio y Miranda, exactamente al lado de la casa de familia de Don Carlos Boggio. En esa botica los pacientes hallaban alivio a sus males, por cuanto, sus boticarios preparaban las fórmulas médicas específicas que en una receta (récipe) había garrapateado algún médico de guardia del viejo Hospital de La Caridad, ubicado entonces en el cruce de las calles Sucre y Palofuerte del Barrio Jobalito (Por cierto, a partir de 1930, para conmemorar el primer centenario de la muerte del Libertador, ese centro de salud se llamaría Hospital Pablo Acosta Ortiz).
Un buen día, Don José Leonardo decide venderle su parte del negocio a su socio Don Jesús Cedeño, expresándole: “Te dejo toda la clientela y de paso la botica”. Don Jesús acepta y se muda con sus macundales a una hermosa casona de adobe y de tejas, de techos de dos aguas y de cuatro altos y anchos portones de madera que se hallaba en la esquina de enfrente, situada entre las calles Comercio y Miranda (ver imagen).
....“La Botica del llano” muda sus materiales, sus viejos andamiajes y sus enormes frascos y esencias. Esta botica estuvo muchos años ubicada en las esquinas de la Calle Miranda cruce con Comercio, donde posteriormente el comerciante Manuel Chang construyó un edificio donde funcionó un hotel, llamado “Hotel Capri”..... (1).
En La Botica del llano, se iniciaron como auxiliares de farmacia renombrados boticarios apureños a los que Don Jesús Cedeño Cuervo, con sabia paciencia les había enseñado el arte de preparar efectivas formulas médicas. Don Jesús se empecinó en enseñarle a sus ayudantes la medicina a base de mortero, de frascos de cerámica, balanza y químicos que se combinaban en milésimas de gramos como lo especificaban las formulas médicas. En fin, este sanrafaeleño formó un personal de farmacia bien capacitado, como: Don Pedro Segundo Salas, Don Jorge Enrique Zerpa, el Negro Soto, al negro Manuel Orellana y sus sobrinos Aniceto y José Cuervo. Por cierto, al fallecer Don Jesús Cedeño, La Botica del llano fue comprada por uno de los ayudantes, Don Pedro Segundo Salas, quien después la registraría como farmacia y droguería “Botica Central” que funcionaría durante muchos años en la calle Comercio cruce con 24 de Julio, frente al Parque Independencia (hoy Plaza de los Yutong). Por cierto frente a La Botica central, estaba la tienda de quincallas de Don Luís Chang (todavía funciona este negocio, siendo administrado por uno de sus hijos Miguel Chang); asimismo diagonal a esta botica, estaba la tienda de ropa para damas, caballeros y niños conocida como La Ranchera del sanrafaeleño Ernesto Hernández.
Al morir Don Jesús Cedeño Cuervo, la farmacopea entró en la era de los medicamentos patentados como el Cafenol (la aspirina de entonces), producido por activos laboratorios transnacionales (Bayer); desde entonces los pacientes se olvidaron de las medicinas preparadas por aquellos viejos boticarios. “La Botica del Llano” funcionó hasta principios de la década de los años cincuenta en una vieja casona de dos aguas, de enormes portones de madera, anchas paredes de adobe y hermoso techo de tejas, que le dio nombre a una conocida esquina de la zona histórica de San Fernando como fue Esquina la Botica del llano.
Cuando en diciembre del año 1945, las fuerzas aliadas lanzaron sobre las ciudades de Nagasaki e Hiroshima, las primeras dos bombas atómicas que acabaron con la existencia de más de doscientos mil inocentes, obligando a la rendición incondicional del Japón y el inicio de la llamada Era atómica. Posiblemente a partir de ese año de 1945 cuando el chino Jaime Hung (tal vez inspirado en esa tragedia), construyó diagonal a La Botica del llano, una hermosa edificación, donde se residenciaría con su familia y donde instalaría un bonito negocio, conocido como Ferretería La Atómica. Hoy esa ferretería ya no está, en su interior se ve la desvencijada estantería de madera de lo que en una época fue un floreciente emprendimiento; asimismo en la fachada de la edificación, el acucioso peatón logra observar (a duras penas) el desteñido anuncio Ferretería la atómica. Hoy habita en ese local, junto a su familia un hijo del simpático ferretero Jaime Hung.
2. Evolución de los estudios de farmacia en Venezuela
A principios del siglo veinte, la mayoría de los medicamentos no estaban patentados, es decir, en manos de poderosos laboratorios transnacionales que cobran altos Royalties o regalías por derechos de patentes; tampoco el oficio de Farmacéutico estaba restringido a reglamentos o al control de un colegio de profesionales de esta rama de la medicina. Entonces era de ejercicio libre, yo diría empírico, es decir, en manos de CURIOSOS, conocidos como BOTICARIOS y en ese contexto, personajes como Don José Leonardo Estrada o Don Jesús Cedeño Cuervo, entre otros, se dedicaban libremente a elaborar medicinas, yo diría que eran medicamentos PERSONALIZADOS, es decir, el ansioso paciente en busca de alivio a sus males, acudía a La Botica del llano, donde se presentaba con la “receta” (récipe) en la mano”. Inmediatamente, alguno de los ayudantes la agarraba e iba leyendo lo que el médico había garrapateado (escritura complicada) y allí leía: Tantos miligramos de esto y aquello, tantos miligramos de lo otro. Presuroso bajaba de los estantes los hermosos frascos de cerámica blanca y con una cucharilla iba pesando en una vieja pero precisa balanza los químicos requeridos en la receta y luego los mezclaba en un mortero, hasta preparar un medicamento personalizado, quiero significar, ajustado a la talla, peso y edad del paciente en cuestión. Es decir, el boticario, in situ, preparaba la medicina adecuada a ese paciente, por eso digo, que entonces, los remedios (medicinas) eran más efectivos. En cambio ahora, me atrevo a decir que todos los medicamentos son GÉNERICOS, por cuanto, no son específicos, es decir, no son elaborados exactamente de acuerdo a las características del paciente. Lo cierto, es que los enfermos de entonces se sanaban con la medicina que compraban en La Botica del llano. Por eso, el Estado venezolano reconocía el desempeño de estos boticarios.
Sin embargo, hay que destacar que los antecedentes de los estudios de Farmacia en Venezuela, se remontan a los tiempos del Protomedicato, institución creada por el Imperio Español el 14 de mayo de 1777, donde se menciona la visita a Boticas y se le confería licencia a los practicantes después de un examen de conocimientos. Por cierto, en el año 1827 el Protomedicato es sustituido por la Facultad Médica, creada por el Libertador, Simón Bolívar, en la Universidad Central de Venezuela, siendo su rector el médico José María Vargas.
La Facultad Médica, revalidaba y otorgaba títulos a los Boticarios extranjeros, visitaba e inspeccionaba las Boticas y vigilaba todos los aspectos de la práctica farmacéutica. La Facultad Médica es sustituida por el Consejo de Médicos en el año 1883, donde no se mencionan los estudios de Farmacia, ni siquiera dentro de los de Medicina. Desde luego, se puede inferir que hasta finales del siglo XIX no existió en Venezuela enseñanza universitaria de la Farmacia. Asimismo, no fue sino el 30 de junio de 1894, que se promulgó la primera Ley de Farmacia, que incluyó la creación en todas las universidades del país las Facultades de Farmacia "dependientes de las de medicina". En ese sentido, el 17 de diciembre de 1894, se instala la Facultad de Farmacia en la Universidad Central de Venezuela, siendo su primer decano Víctor Ramón Feo. En el año 1904, de acuerdo al código de Instrucción Pública, queda solamente una escuela de Farmacia, dependiente de la Facultad de Medicina que concede el título de Farmacéutico y no fue sino hasta el año 1953, en tiempos de Marcos Pérez Jiménez, cuando se sanciona la Ley de Universidades, que incluye la Facultad de Farmacia y hasta el año 1999, cuando el Consejo de la Facultad, con el objeto de transformar y modernizar la carrera de farmacia, aprueba el nuevo pensum orientado a garantizar la formación integral del Farmacéutico.
CONCLUSION:
Al hacerse una crónica de la farmacopea en el llano venezolano y en el Estado Apure, el investigador se topará con Don Jesús Cedeño Cuervo y la Botica del llano, establecimiento donde los pacientes hallaban alivio a sus males y donde los boticarios (actuales farmaceutas), afanosos preparaban con denuedo el medicamento especificado en las “recetas” (fórmulas médicas). En ese sentido, La Botica del llano, no solo contribuyó a salvar vidas, sino que fue un factor de identidad de la capital del llano venezolano, por cuanto, dio nombre a una importante esquina de la ciudad conocida como La Esquina de la Botica del llano.
CITAS:
(1) LAPREA SIFONTES, Pedro El Llanero, Nro. 209, 1985. Pág. 6
FUENTES:
ARANA PÁEZ, Hugo R. Borraduras de ciudad, aportes históricos sobre San Fernando de Apure.
Colección El Apure de siempre, Serie Roja – Crónica. Fundación Editorial El perro y la rana. Sistema Nacional de Imprentas. Red Nacional de Escritores de Venezuela. Edición: Sistema Nacional de Imprentas - Capítulo Apure 2011. Págs.
LAPREA SIFONTES, Pedro El Llanero, San Fernando Nro. 209, 1985. Pág. 6


1 comentarios:

scorpion_ve dijo...

Muy buen artículo, señor Hugo. Un dato de corrección menor, el don al que usted hace referencia como fundador de la botica se llama José Leandro Estrada Levingston, no José Leonardo. Él era mi bisabuelo -- Gracias por compartir.

Atte: Leandro Estrada

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