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lunes, 14 de octubre de 2019

EL TEATRO CINE ROYAL



Por: Hugo Arana Páez HARPA 

EL Teatro Cine Royal. Emblemática sala de San Fernando


El Royal como coloquialmente llamaban los apureños a este teatro, fue una sala representativa de la cinematografía en la capital llanera; representó para los sanfernandinos un punto de referencia y encuentro, por cuanto, en el viejo Cine Royal como en el nuevo Teatro Cine Royal, se exhibían películas acordes a los gustos de los cinéfilos de la época. Amén de ser una espectacular sala de cine, el Royal, le dio nombre a una concurrida esquina de la ciudad, situada en el cruce de las calles Bolívar y 24 de julio.
1. ¿Qué significó ésta sala de cine para los sanfernandinos?
Primero se instaló en la calle 24 de julio, entre calles Bolívar y Sucre y después funcionó en el cruce de las calles 24 de julio y Simón Bolívar, siendo conocido este lugar, como la esquina del Cine Royal. Oficialmente no se llamó así, pero era una referencia geográfica para los sanfernandinos, quienes al tener necesidad de ubicar una determinada dirección o concertar una cita, mencionaban al Cine Royal como punto de encuentro. El Cine Royal, durante muchos años fue en San Fernando, un local representativo de la actividad social y cultural de las primeras décadas del siglo XX, donde muchas generaciones de apureños acudían a presenciar eventos culturales de relevante significación (actos políticos, teatro, canto, danza, y por supuesto, exhibición de películas).
2. El viejo Cine Royal
La antigua sede del Cine Royal, estaba ubicada en la calle 24 de Julio, entre las calles Bolívar y Sucre. Al Norte de este local se hallaba una casona propiedad de Doña María de Gamboa y al Sur un pilón de maíz conocido popularmente como El Pilón de Bates (Bates, era un trinitario dedicado al oficio de pilar maíz y trillar arroz). La entrada principal estaba representada por un enorme portón, sobre el que destacaba en un hermoso anuncio de luces de neón, el nombre Cine Royal. Estaba constituido por una sala de un sólo nivel, en la que se hallaba Preferencia, la cual estaba techada y disponía de unas cómodas butacas. A Preferencia asistían los Chivatos de la ciudad. Separado por un muro de aproximadamente un metro de alto, el cual vigilaban en ambos extremos dos policías. Se hallaba Patio ó Galería, donde la entrada era más económica, por cuanto, estaba totalmente destechado y los asientos eran unos rústicos bancos de madera, sin espaldar y muy cercanos a la pantalla, por lo que a los espectadores, después de estar media hora en tan incómoda posición, terminaban con tortícolis y cansada la vista. El público de Patio asistía con sus bicicletas inglesas (marcas: Benotto, Humber, Raleigh o Philips), las cuales recostaban al pie del escenario. Es de destacar que en invierno, cuando caía un fuerte aguacero, la gente de Patio saltaba el muro y se abalanzaba multitudinariamente a ocupar las butacas desocupadas que había en Preferencia. Asimismo eran frecuentes las interrupciones de las proyecciones, por cuanto, los rollos se reventaban y la muchedumbre de Galería comenzaba a gritar y a proferir insultos contra el operador. Este disturbio se aplacaba cuando se encendían las luces; para que los policías allí apostados, ubicaran a los promotores del justificado bochinche y pudieran sacarlos de manera expedita.
3. ¿Cómo se vio la producción mexicana “Simón Bolívar” en el Royal?
Me cuentan viejos apureños que cuando se estrenó en este cine la película en blanco y negro, producida en México, “Simón Bolívar”, protagonizada por Andrés Soler en el papel de El Libertador; eran niños y carentes de dinero para cancelar la entrada; afortunadamente en la cancha de basketball (Cancha Ayacucho), que se hallaba donde ahora está el Comedor Popular Pablo Botello, había un enorme árbol de mamón, desde el cual se veía fácilmente la pantalla del Royal. Ante el deseo de ver esta película, más de treinta muchachos optaron por subirse a ese árbol, para ver esta larga producción cinematográfica que duraba aproximadamente cuatro horas de proyección. Cuando habían transcurrido dos horas, los mayorcitos le decían a los más pequeños: _¡El que tenga sueño, que se agarre duro o que se baje! Felizmente todos presenciaron hasta el final esta película, sin que ninguno de esos niños se desmamonaran.
4. El nuevo cine Royal
A finales de la década de los años cuarenta la vieja sala se incendió totalmente; por lo que su propietario, el comerciante apureño don Jesús Aponte, compró a Doña María de Gamboa, la casona contigua al teatro (la cual se hallaba ubicada en la esquina que conformaban las calles Bolívar y 24 de Julio) para derrumbarla y construir la moderna sala con la que se conocería este teatro en la década de los años cincuenta.


5. ¿Qué películas se exhibían?
Generalmente eran creaciones en blanco y negro y correspondían a la producción mexicana, argentina, española, italiana y de Hollywood. De esos países venían los rollos de celuloide que se exhibirían en dos proyectores; cuando se acababa un rollo, el operador encendía el otro proyector y continuaba la película. Mientras tanto iba colocando otro rollo en el primer proyector y así sucesivamente hasta la culminación de la película. De México, se proyectaban: El Peñón de las ánimas, Allá en el Rancho Grande, ¡Ay Jalisco no te rajes!; las de Mario Moreno Cantinflas, las de Germán Valdés Tin-Tan; de España las películas de Joselito; de Italia, las del Neorrealismo italiano como Arroz Amargo, interpretada por Silvana Mangano; las de Victorio De Sica, como: Marcelino, Pan y Vino, Ladrón de Bicicletas; de Argentina las del comediante Luís Sandrini; de Hollywood, las de Tarzán, interpretadas por Johnny Weishmuller. También las series como: Los Tambores de Fu Man Chú, Los Peligros de Nioka, El Hombre Cohete, Marte invade a la tierra, Flash Gordon, Jim de la selva y los westerns (Vaqueras), interpretadas por los cantantes de música country Roy Rogers y Gene Autry.
6. El Nuevo Cine Teatro Royal
Ahora el cine se hallaba en su nueva sede ubicada en la esquina del cruce de las Calles Bolívar y 24 de Julio. Poseía tres entradas principales por la Calle Bolívar, que daban acceso a Preferencia y una lateral por la 24 de Julio para los asistentes a Patio (Galería). El nuevo local fue una magnifica sala de exhibición de películas, que se estrenó a principios de la década de los años cincuenta. Tenía un amplio lobby o sala de espera en la planta baja; donde acudían los muchachos a cambiar y otros a vender comiquitas o suplementos, para obtener dinero y acceder a la película que exhibirían esa noche. En el lobby estaba la taquilla de venta de boletos y al extremo izquierdo, un cafetín, que atendía a los asistentes. Afuera estaban los vendedores como el italiano Mango Peache y Maní Maniao (entre otros), quienes ofrecían: “comodoros” (raspados o cepillados), maní, cotufas, chicha, algodón de azúcar y frutas. Mientras que en la terraza, las familias más pudientes y los galanes enamorados invitaban a sus novias a compartir en las magníficas mesas y sillas colocadas allí, para degustar de exquisitos cafés, refrescos, jugos, merengadas, pastelitos, arepas, tostadas, empanadas, sándwiches, chicles, cigarrillos, etc.; los cuales mediante una bandeja que se deslizaba por un riel y tirada por una cuerda, se enviaban a un mesonero que atendía en esa azotea a los cinéfilos, que pacientemente esperaban el inicio de la función; porque allí se presentaban dos funciones; la vespertina a las siete de la noche y una segunda función que comenzaba a las nueve. En la esquina, encima de la terraza había un hermoso aviso de luces de neón a full color, donde se podía leer Teatro Royal. Diagonal a este local se hallaba un popular y concurrido restaurante llamado Cantaclaro, propiedad del señor Luís Castillo, quien había sido durante muchos años consumado fabricante de zapatos, profesión que había aprendido de su maestro, un artesano italiano de apellido Liporacci. Este restaurante era muy concurrido, por cuanto, allí se vendía comida nacional e internacional, arepas, empanadas, tostadas (arepas rellenas con carme mechada o queso, rebosadas en huevo y fritas), jugos, merengadas, bebidas chocolateadas, dulces y tortas. Todas estas exquisiteces eran elaboradas bajo la dirección de doña Margot Arana de Castillo, esposa de don Luís, y es que al lado de este negocio, vivía él con su familia. Al frente del cine estaba una vieja casona de anchas paredes de adobe, de enormes portones de madera y techo de tejas, donde la esposa de don José Faoro, señora Ángela Estévez, tenía una magnifica tienda de regalos, lo que ahora se conoce como Boutique, donde acudían las novias a solicitar su lista de bodas. Esta exclusiva tienda se llamaba El Pan Grande.
7. Decadencia de las salas de cine en el país
Ya en los años setenta decaen en toda Venezuela las salas de cine y San Fernando no fue la excepción. La crisis de los cines en Venezuela obedeció a muchos factores; entre los que descollaba la inseguridad, que ya comenzaba a hacer estragos, también el auge de las nuevas tecnologías como el Betamax y el VHS (Video Home Sistem). No obstante, en esos años se inaugura en el barrio Jobalito el Cine Apure, en la Avenida Chimborazo, el cual al poco tiempo es clausurado. Pasados algunos años, en el local donde había funcionado el Cine Apure, se reinaugura un nuevo cine con el nombre Teatro Arauca, pero lamentablemente corre la misma suerte que sus precedentes, convirtiéndose actualmente en una Sala de oración.
A finales de los años setenta se intenta de nuevo constituir otra sala de cine, esta vez en el Centro de Profesionales de San Fernando, llamándose precisamente Cine Profesional. Este teatro disponía de unos equipos de proyección muy avanzados para la época; siendo operados por el técnico Rubén Castrillo. Los cinéfilos de la ciudad asistían masivamente a esta nueva sala, pero lamentablemente en una ocasión se descompuso parte del equipo y alguien se lo llevó a Caracas y que para repararlo y hasta el día de hoy no han aparecido, ni la maquina ni el Pájaro Bravo o Caribe que caribeó a los sanfernandinos, dejándolos sin la única sala de cine de que disponían.
“…Un día se descompuso parte del equipo y una persona caritativa se lo llevó a Caracas para arreglarlo y hasta el día de hoy no ha aparecido, así termina esta etapa de proyección de películas en San Fernando de Apure...” (3)
No obstante, actualmente San Fernando, cuenta con una magnifica sala de cine, la cual se halla muy cerca del Terminal de Pasajeros Humberto Hernández; ésta sala se construyó con el objeto de exhibir producciones de calidad como Séptimo Paralelo del apureño don José Natalio Estrada, entre otras; así como reconocidos cortometrajes. La entrada es completamente gratis y tiene horarios diurnos y vespertinos. Además en este espacio se realizan cine-foros, conferencias y espectáculos artísticos. En ese sentido debemos apoyar este noble proyecto, asistiendo a ella, por cuanto, representa un intento por rescatar esa manifestación cultural, que en San Fernando, tradicionalmente, tuvo mucha raigambre en el corazón de los aficionados al Séptimo arte.

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