Indudablemente en el San
Fernando del Ayer fueron muchos los sabores de fiesta, que trasladaron su añoranza, de una a otra
generación. Era como más esplendoroso el Sol en una Semana Santa, o en Diciembre con frío y ese bullicio de hallacas y dulce a más no poder.
Pero hablando del carnaval se San Fernando era conocido en toda Venezuela.
Aquí siempre se
ha jugado con agua y anilinas. Pero el
de la época de los Fernández,
los Esté, los Foata, los Barbarito, Antonio María Encinozo los Laurino,
y los Balza, esa pléyade de una sociedad aristocratizada que vivía al margen de muchos hechos
políticos por la férrea
dictadura de Gómez, pero estaba al día en la moda parisina, o el degustamiento de una buena bebida y por sobre todo el respeto
y la urbanidad de un pueblo enclavado dentro del mas bárbaro
paralelo de nuestra
geografía.
El carnaval era ruidoso en el día, pero sosegado
y elegante en la tarde, aristócrata en la noche. Había la fuerza del juego pagano y salvaje,
pero en las tardes paseaban por las
calles comparsas en limusinas descubiertas y tiraban serpentinas, papelillos, caramelos y huevos o cascarones
de gallina conteniendo ricos perfumes venidos en los barcos de la
Venezolana de Navegación allende
los mares. Era una belleza
ese carnaval. Por las noches las comparsas
desfilaban por calles y casas con diferentes disfraces. En la Plaza Libertad (hoy desaparecida) la Banda Bolívar
ajustaba su batuta para divertir amenamente a la gente todo en la mejor compostura.
Durante
el día casi un delito mojar
un disfraz o un dominó. Aunque las banderas de los barrios (la roja, la blanca, la negra y la azul) desafiaban al
más pintado y entre ellos libraban unas batallas que aquello quedaba como un
campo de agramante, el nivel social bajaba hasta cierto punto y las autoridades
nada decían de esos juegos y ellos
mismos comenzaban en las calles y casas de familias pudientes desentechando casas y tumbando portones cuando los habitantes no
querían abrirles. Después se pagaban
los platos rotos.
El
Pueblo gozaba de lo bueno en "Los Dioses".
Esto no eran más que bailes populares que comenzaron a escenificarse el Puerto San Fernandino. Allí había un corralón y la gente desinhibida, con su dominó y antifaz se colaba,
bailaba y gozaba hasta la madrugada. Muchos fueron los
divorcios que degeneró esta costumbre carnestolendica. Pero “Los Dioses” (nos
referimos a los paganos) eran casi de ley o el carnaval no servía ese año, como
decía la gente. Mas tarde se mudaron “Los Dioses” al local del London, ya
degenerado en su época descendente, también se hicieron dioses en la casa al
lado de Faoro y últimamente en la esquina de “Mi Cabaña”, casa de los
Betancourt.
|
"Los Dioses"
fue un nombre peyorativo que a alguien se
le ocurrio, dicen que partió de la gente perezotera, otros que fue la dominguera ( de Pepe Domínguez)
y no falta por ahí que fueron
los primeros chóferes y carreros (antiguamente venían a San Fernando sólo carros de mula del
Centro de la República), pero a ciencia
cierta, el nombre de "Los Dioses" perduró por muchas
generaciones y hoy se recuerda como algo añorativo
aparejado a la misma
corrupción social,
al
vicio actual ya presentado con otros problemas sociales y al involucramiento de una nueva casta degenerada y corriendo hacia su propia destrucción ante la acometida de los narcotraficantes que quieren acabar a esta juventud.
El carnaval actual no es ni la sombra de aquellos carnavales en donde jugaban
la imaginación para confeccionarse vestimentas que eran verdaderas
obras de arte de la alta costura europea. Y todo esto se confeccionaba aquí, con imaginación llanera y con esa
pimienta del revoltillo del Negro -Indio
-Blanco. Pero dígase lo que digan, si usted no iba a "Los
Dioses" aunque
hubiese sido disfrazado de dominó que era lo más corriente, era como si el almanaque le saltara y la cuaresma
le llegaba sin esos tres días que se jugaba hasta la octavita, para luego entrar en un recogimiento
espiritual y en las iglesias
se tapaban los santos al comienzo de las primeras
procesiones que cumplían a cabalidad los pasos bíblicos del Sagrado Libro.
Era
como pagar la penitencia de un paganismo
sano, de una
diversión a tono menor, sin provocar
la ira de los verdaderos dioses y en la búsqueda de
agarrar en el seno de todo
hogar, una tradición deplorablemente fracturada y demolida por nosotros mismos.
Excelente articulo
Orlando Nieves
, recuerdo que para el año 1966, era Don Ricardo Montilla, Gobernador del Estado Apure, se realizaron los mejores carnavales que yo recuerde; El Gobernador salio a la calle a jugar carnaval en un jeep willys que tenia, eso si recuerdo también que decreto el carnaval para jugar con agua hasta las 3 de la tarde y luego de allí eran los desfiles de carrozas, disfraces por las diferentes calles, plazas y clubes de la ciudad. Los disfraces que mas se destacaban era el de diablo, payasos, zorro, águila negra, santo, gitana, princesa, mamarracho, domino; existía una tienda que se llamaba el Globo de los hermanos Fajardos donde se compraban disfraces y todo lo concerniente a las fiestas carnestolendas. Las escuelas celebraban espectaculares fiestas de Carnaval, donde se destacaba el Grupo Escolar República de Guatemala.Foto cortesía de Carlos Urbano |
FUENTE: Repuntes II - El San Fernando de ayer, recopilaciones Fundación Histórico Cultural "Dr. Italo Decanio D´amico. Edgar de Jesús Decanio. (El artículo original se publicó en el periódico El Llanero el 14 de Marzo de 1981 por el cronista lugareño Pedro Laprea Sifontes)
0 comentarios:
Publicar un comentario