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viernes, 21 de febrero de 2020

JULIO MIRABAL






JULIO MIRABAL
UN ARPISTA DE MI PUEBLO
/
Caramba padrino Julio
tan corta que es nuestra vida,
marchaste sin despedida
una mañana de junio.
El viento en silba de augurio
le farfullaba al Sarare,
el arpa sintió pesares,
con sus primas y bordones
cesaron las pulsaciones
partiste a otros lugares.
/
Grisáceo pinto el celaje
como un designio divino
el tiempo sorbió tu vino
en un amargo brebaje.
El cuatro con su cuerdaje
de venas con sangre bruna
pidió bálsamo a la luna,
y al firmamento estelar,
para que Julio Mirabal
consolara en la infortuna.
/
Caramba padrino Julio
recuerdo que me decías:
el arpa es cosa pulía
no la hiera con rasguños.
El momento es oportuno
para traer del recuerdo
las serenatas con Nelson,
con Balita tu hermanito
y yo que era un jovencito
siempre a tus manos atento.
/
No sé cuándo nos veremos
pero ese día llegará,
allá me recibirás
y lo bueno recordaremos.
Los cuentos en el viejo almendro
se escucharan en el cielo,
de eso se recuerda Piero
el hermano de Juan Carlos,
seguidores de Reynaldo
que contigo compartieron.

Glorificadas manos la del rey David hijo de Isaí. Primero, manos de un joven pastor enfrentando fieras salvajes, a las que subyugaba con valentía; luego, manos de invencible guerrero, capaz de vencer al nefilim Goliat, pero más gloriadas fueron sus manos para tañer el laúd con la gracia de Yahvé. Con el arpa calmó sañas, con ella conquistó reinos y con ella cifró salmos benditos. Y benditas fueron las manos de Julio Rafael Ramos, más conocido en Periquera como Julio Mirabal, un tocador del arpa llanera, heredero del don venerable de David rey de Israel.

Para quien traza estas líneas es de mucha emotividad escribir sobre este perpetuado y virtuoso arpista de nuestro pueblo. ¿La razón? El vínculo sacramental: padrino-ahijado, por lo que la presente reseña existencial está impregnada de un afecto sincero sembrado por el biografiado en el lapso de tiempo que, el Dios Omnipotente y Eterno le permitió ser mi padre bautismal y orientador tanto en lo personal como en mis juveniles inquietudes musicales. Quien lo haya conocido lo recordara como un ser humano pleno de virtudes integras, buen hijo, buen esposo, buen padre y buen amigo. De tal forma que con el permiso de los leedores de esta cuenta comunicacional me permito presentarles el epítome biográfico de Julio “Una de Oro” Mirabal.
Julio Rafael Ramos nació el 09 de enero de 1947, en la población de Guasdualito estado Apure, en el hogar conformado por el señor Asunción Mirabal y la señora Narcisa Ramos. Sería el menor de siete hermanos, todos herederos de la veta musical heredada de sus progenitores. Transcurre su infancia como la de todo niño en el post Macondo guasdualitense de la década del 60. Residenciados sus ascendientes en el barrio Los Corrales iniciaría sus primeros estudios en la escuela concentrada, logrando satisfactoriamente el sexto grado, siendo sus maestros la institutriz Lucia de Hernández, el maestro Marcos Hernández Brito, Mario Moyetones y María Eugenia Fulco. Merecida mención para este centro didáctico y sus educadores, por donde desfilaron y desfilan gran cantidad de niños y jóvenes formados con prolijidad como ciudadanos útiles y dignos.

En su adolescencia el lozano y soliviantado Julio se dedica a las recias labores del llano. Por varios años participaría en el atavío de ganado desde el Bajo Apure hasta el paso de La Manga del Río (Guasdualito). Es en esa etapa de vida en donde florece su pasión por la música llanera. En uno de esos parrandos llaneros conocería al aún desconocido arpista Omar Moreno Gil, quién le animaría a incursionar en la ejecución de las treinta y dos cuerdas, Moreno Gil comenzando la década del 60 duraría un par de años residenciado en el barrio Los Corrales, tiempo que aprovecharía Julio Mirabal para aprenderle con dedicación los registros y digitalización armónica del arpa llanera.


Ya iniciando los años 70, el biografiado es un destacado ejecutante de todos los instrumentos llaneros; empieza a ser ampliamente solicitado para amenizar eventos criollos y fiestas privadas, en los que su destreza con el instrumento mayor le ganaría respeto y admiración. Su educado y pulcro estilo le sería reconocido por Eladio Romero, otro gran arpista alto apureño de proyección nacional, arpista exclusivo del maestro Romero Bello en la cervecería La Apureña, y con quien cultivaría una dilatada y sincera amistad, al punto de llevarlo a un par de presentaciones a la cervecería Cachilapo, famoso templo criollo en San Fernando de Apure, propiedad del promotor y folklorista Juancito Izaguirre, allí acompañaría en una oportunidad a Juan de Los Santos Contreras “El Carrao de Palmarito” y a Nelson Morales “El Ruiseñor de Atamaica”, en una época de oro para el folklor venezolano.
En el año 1977 es flechado el arpista por la guasdualiteña Gladis Amanda Rico. El amor seria a primera vista. De la unión conyugal nacerían: Julio Asunción, Gladys Narcisa, María de Los Ángeles y Gabriela Nazareth. Sus atributos de esposo y padre serian siempre de admirar. En esta década organiza junto a sus hermanos: Eladio (cuatrista) Coca (maracas) Jesús Balita (cantante), el célebre e icónico grupo Los Mensajeros del Llano. Con esta agrupación familiar, el ya consagrado Julio Mirabal lleva su arte davidiano a todos los rincones de su tierra alto apureña, e incluso incursiona en la geografía colombiana siempre dejando en alto el talento musical guasdualitense. Luego conformaría con el Negro y Manuel Gregorio Ortiz (Goyo) uno de los mejores conjuntos en la historia musical local. La calidad de la fusión y el swing de estos virtuosos seria reconocida por buenos conocedores y ejecutantes de la instrumentación criolla.

Para el inicio del decenio de los 80 ingresa a la escuela de música Moisés Moleiro, ubicada en el populoso barrio Morrones, allí dictaría las cátedras de arpa y cuatro, e igualmente se desempeñaría como trombonista de la orquesta de dicha institución. En este ateneo musical estrecharía amistad con excelentes profesionales de la música, entre ellos: Ramón Peñaranda, Luis Carrero, Orlando Osorio y Edgar Taquiva. Serian 25 años de enseñanza musical en donde una legión de discípulos tuvo la oportunidad de recibir instrucciones del maestro Julio, quien con dedicación y esmero siempre procuro dejar sembrada su pasión por el arpa venezolana.

A la edad de 50 años, disfrutando de su jubilación se le detecta un cáncer en los pulmones. La nefasta noticia no amilanaría al jefe de hogar ni a su familia, dispuestos en amor y unión enfrentarían la adversidad con valentía. Dos años de lucha fue el tiempo de batalla de Julio Mirabal contra la cruel enfermedad, la cual fue mermando su salud progresivamente. En sus últimos días recibió muestras sinceras de afecto y cariño de parte de amigos y compañeros quienes le apreciaron en gran manera. El 01 de junio de 1999, descansaría el gran arpista en la gloria eterna de Elohim Yave. Su legado personal, familiar y musical se ha mantenido con el correr de los años. Sus hijos, lo recuerdan de la siguiente forma: Muy orgulloso de que haya sido nuestro progenitor, nuestro amigo, ha sido nuestro ejemplo e inspiración de vida, un padre ejemplar y responsable, ajeno y critico a las injusticias; amigos de los amigos, parrandero de los buenos y sobre todo: un buen ser humano.

FUENTE: Propáezong
Email: chinoereu2014@yahoo.es




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