JULIO MIRABAL
UN
ARPISTA DE MI PUEBLO
/
Caramba
padrino Julio
tan
corta que es nuestra vida,
marchaste
sin despedida
una
mañana de junio.
El
viento en silba de augurio
le
farfullaba al Sarare,
el
arpa sintió pesares,
con
sus primas y bordones
cesaron
las pulsaciones
partiste
a otros lugares.
/
Grisáceo
pinto el celaje
como
un designio divino
el
tiempo sorbió tu vino
en
un amargo brebaje.
El
cuatro con su cuerdaje
de
venas con sangre bruna
pidió
bálsamo a la luna,
y
al firmamento estelar,
para
que Julio Mirabal
consolara
en la infortuna.
/
Caramba
padrino Julio
recuerdo
que me decías:
el
arpa es cosa pulía
no
la hiera con rasguños.
El
momento es oportuno
para
traer del recuerdo
las
serenatas con Nelson,
con
Balita tu hermanito
y
yo que era un jovencito
siempre
a tus manos atento.
/
No
sé cuándo nos veremos
pero
ese día llegará,
allá
me recibirás
y
lo bueno recordaremos.
Los
cuentos en el viejo almendro
se
escucharan en el cielo,
de
eso se recuerda Piero
el
hermano de Juan Carlos,
seguidores
de Reynaldo
que
contigo compartieron.
Glorificadas
manos la del rey David hijo de Isaí. Primero, manos de un joven pastor
enfrentando fieras salvajes, a las que subyugaba con valentía; luego, manos de
invencible guerrero, capaz de vencer al nefilim Goliat, pero más gloriadas
fueron sus manos para tañer el laúd con la gracia de Yahvé. Con el arpa calmó
sañas, con ella conquistó reinos y con ella cifró salmos benditos. Y benditas
fueron las manos de Julio Rafael Ramos, más conocido en Periquera como Julio
Mirabal, un tocador del arpa llanera, heredero del don venerable de David rey
de Israel.
Para
quien traza estas líneas es de mucha emotividad escribir sobre este perpetuado
y virtuoso arpista de nuestro pueblo. ¿La razón? El vínculo sacramental:
padrino-ahijado, por lo que la presente reseña existencial está impregnada de
un afecto sincero sembrado por el biografiado en el lapso de tiempo que, el
Dios Omnipotente y Eterno le permitió ser mi padre bautismal y orientador tanto
en lo personal como en mis juveniles inquietudes musicales. Quien lo haya
conocido lo recordara como un ser humano pleno de virtudes integras, buen hijo,
buen esposo, buen padre y buen amigo. De tal forma que con el permiso de los
leedores de esta cuenta comunicacional me permito presentarles el epítome biográfico
de Julio “Una de Oro” Mirabal.
Julio
Rafael Ramos nació el 09 de enero de 1947, en la población de Guasdualito
estado Apure, en el hogar conformado por el señor Asunción Mirabal y la señora
Narcisa Ramos. Sería el menor de siete hermanos, todos herederos de la veta
musical heredada de sus progenitores. Transcurre su infancia como la de todo
niño en el post Macondo guasdualitense de la década del 60. Residenciados sus
ascendientes en el barrio Los Corrales iniciaría sus primeros estudios en la
escuela concentrada, logrando satisfactoriamente el sexto grado, siendo sus
maestros la institutriz Lucia de Hernández, el maestro Marcos Hernández Brito,
Mario Moyetones y María Eugenia Fulco. Merecida mención para este centro
didáctico y sus educadores, por donde desfilaron y desfilan gran cantidad de
niños y jóvenes formados con prolijidad como ciudadanos útiles y dignos.
En
su adolescencia el lozano y soliviantado Julio se dedica a las recias labores
del llano. Por varios años participaría en el atavío de ganado desde el Bajo
Apure hasta el paso de La Manga del Río (Guasdualito). Es en esa etapa de vida
en donde florece su pasión por la música llanera. En uno de esos parrandos
llaneros conocería al aún desconocido arpista Omar Moreno Gil, quién le
animaría a incursionar en la ejecución de las treinta y dos cuerdas, Moreno Gil
comenzando la década del 60 duraría un par de años residenciado en el barrio
Los Corrales, tiempo que aprovecharía Julio Mirabal para aprenderle con
dedicación los registros y digitalización armónica del arpa llanera.
Ya
iniciando los años 70, el biografiado es un destacado ejecutante de todos los
instrumentos llaneros; empieza a ser ampliamente solicitado para amenizar
eventos criollos y fiestas privadas, en los que su destreza con el instrumento
mayor le ganaría respeto y admiración. Su educado y pulcro estilo le sería
reconocido por Eladio Romero, otro gran arpista alto apureño de proyección
nacional, arpista exclusivo del maestro Romero Bello en la cervecería La
Apureña, y con quien cultivaría una dilatada y sincera amistad, al punto de
llevarlo a un par de presentaciones a la cervecería Cachilapo, famoso templo
criollo en San Fernando de Apure, propiedad del promotor y folklorista Juancito
Izaguirre, allí acompañaría en una oportunidad a Juan de Los Santos Contreras
“El Carrao de Palmarito” y a Nelson Morales “El Ruiseñor de Atamaica”, en una
época de oro para el folklor venezolano.
En
el año 1977 es flechado el arpista por la guasdualiteña Gladis Amanda Rico. El
amor seria a primera vista. De la unión conyugal nacerían: Julio Asunción,
Gladys Narcisa, María de Los Ángeles y Gabriela Nazareth. Sus atributos de
esposo y padre serian siempre de admirar. En esta década organiza junto a sus
hermanos: Eladio (cuatrista) Coca (maracas) Jesús Balita (cantante), el célebre
e icónico grupo Los Mensajeros del Llano. Con esta agrupación familiar, el ya
consagrado Julio Mirabal lleva su arte davidiano a todos los rincones de su
tierra alto apureña, e incluso incursiona en la geografía colombiana siempre
dejando en alto el talento musical guasdualitense. Luego conformaría con el
Negro y Manuel Gregorio Ortiz (Goyo) uno de los mejores conjuntos en la
historia musical local. La calidad de la fusión y el swing de estos virtuosos
seria reconocida por buenos conocedores y ejecutantes de la instrumentación
criolla.
Para
el inicio del decenio de los 80 ingresa a la escuela de música Moisés Moleiro,
ubicada en el populoso barrio Morrones, allí dictaría las cátedras de arpa y
cuatro, e igualmente se desempeñaría como trombonista de la orquesta de dicha
institución. En este ateneo musical estrecharía amistad con excelentes
profesionales de la música, entre ellos: Ramón Peñaranda, Luis Carrero, Orlando
Osorio y Edgar Taquiva. Serian 25 años de enseñanza musical en donde una legión
de discípulos tuvo la oportunidad de recibir instrucciones del maestro Julio,
quien con dedicación y esmero siempre procuro dejar sembrada su pasión por el
arpa venezolana.
A
la edad de 50 años, disfrutando de su jubilación se le detecta un cáncer en los
pulmones. La nefasta noticia no amilanaría al jefe de hogar ni a su familia,
dispuestos en amor y unión enfrentarían la adversidad con valentía. Dos años de
lucha fue el tiempo de batalla de Julio Mirabal contra la cruel enfermedad, la
cual fue mermando su salud progresivamente. En sus últimos días recibió
muestras sinceras de afecto y cariño de parte de amigos y compañeros quienes le
apreciaron en gran manera. El 01 de junio de 1999, descansaría el gran arpista
en la gloria eterna de Elohim Yave. Su legado personal, familiar y musical se
ha mantenido con el correr de los años. Sus hijos, lo recuerdan de la siguiente
forma: Muy orgulloso de que haya sido nuestro progenitor, nuestro amigo, ha
sido nuestro ejemplo e inspiración de vida, un padre ejemplar y responsable,
ajeno y critico a las injusticias; amigos de los amigos, parrandero de los
buenos y sobre todo: un buen ser humano.
FUENTE: Propáezong
Email: chinoereu2014@yahoo.es
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