LUCÍA
COROMOTO CARVALLO DE HERNANDEZ
PATRIMONIO
CULTURAL VIVIENTE DEL MUNICIPIO PÁEZ
Breve
exordio.-
La gratitud,
como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena
de los humildes. José Martí.
Quise
iniciar con la icónica frase del poeta antillano, este más que merecido
reconocimiento público a tan digna e insigne mujer, ya que su argumento interna
y declara mi sentir con los hijos ilustres de mi pueblo. Llegó el momento y, se
cumplió mi deseo de reflejar en cortas líneas el recorrido de una ontológica y
meritoria vida, dedicada con integridad y asiduidad a la formación magistral de
varias generaciones de guasdualiteños, quienes en lo educativo y moral tuvieron
en ella la luminiscencia indivisa del saber, el pensar y el actuar, por lo que,
aun no siendo congeneracional de muchos de sus dicientes, expreso mi gratitud a
la maestra Lucia Coromoto Carvallo de Hernández, deseándole años de vida en
compañía de su apreciada descendencia, trayendo al contexto lo expresado por el
poeta colosense Sófocles: "Solamente es duradero lo que con la virtud se
consigue”; y por su preclara virtud humana trascendental, nuestra reseñada
debería ser declarada y reconocida como patrimonio cultural viviente del
municipio Páez, es justo con ella y con nuestro gentilicio.
RESUMEN
BIOGRAFICO-
Lucía
Coromoto Carvallo de Hernández, nace esta futura educadora venezolana el 04-04
de 1934, en la población de Bruzual (Manga Aguilera) capital del municipio Muñoz del estado Apure, en el seno del hogar constituido por
Luis Antonio Carvallo Orozco (nieto de José León de La Cuesta, general español
ganado a la república) oriundo de Puerto Nutrias (Municipio Sosa-Bar) y Rosa
Eva Orozco Delgado. Por línea paterna es necesario mencionar que su progenitor
junto a sus hermanos Rafael Eduardo, Jesús y Enrique fueron los precursores de
la telegrafía en el estado Apure, siendo para la época los encargados de operar
el sistema de comunicación que permitía la transmisión de información por medio
de impulsos eléctricos, utilizando un código de signos preestablecidos; en
cuanto a su ascendencia materna, es bisnieta del general federalista Juan Bruno
Delgado, militar de alto rango, partícipe de las campañas del ejército del sur,
cuya hoja de servicio fue resumida por el ilustre Manuel Landaeta Rosales como
de valor acreditado y de conducta intachable; igualmente por el mismo apellido
Delgado es bisnieta de Virginia Cisneros, familiar muy cercana al médico y
beato trujillano José Gregorio Hernández, el llamado médico de los pobres.
Llega a
Guadualito a la edad de cuatro años, residenciándose en las adyacencias de la
solariega casa La Estación, propiedad de la familia Padilla Hurtado. Inicia sus
estudios en la rudimentaria escuela Pedro Camejo, años más tarde conocida como
Escuela Aramendi, dirigida por doña Inesita Alfonso de Pérez, y en donde
dejaron huella distados maestras y maestros como Herminia Pérez, Lucrecia
Guerra y Juan Félix Michelangeli. Culminada la educación primaria, y debido a
la inexistencia de centros educativos alternos y superiores se ve en la
obligación de emigrar a la villa de San Cristobal (Tac) a cursar estudios
especiales en el Colegio María Auxiliadora, obteniendo el titulo de maestra
normalista a la edad de diecisiete años, lo que resulto una verdadera gesta,
siendo la primera guasdualiteña en obtener tan significativo título, siendo que
en ese entonces un normalista era considerado como equivalente de excelencia
educativa.
Ya de
regreso a su terruño se dedica al oficio de corte y costura, desempeñándose
como auxiliar de la instructora en la escuela taller de la colombiana Pola de
Castellanos, retirada la neogradina, la maestra Lucía queda a cargo y en
responsabilidad del centro de formación de aquel grupo de mujeres. En el año
1951 siendo gobernador del estado Edgar Domínguez Michellangeli, recibe su
nombramiento como maestra asignada a la Escuela Federal Aramendi, inicia la
enseñanza con alumnos de su edad y mayores que ella.
Dos años transcurren, en 1953
conoce al araucano Marcos Daniel Hernández Brito, con quien toma estado,
procreando la unión conyugal a la digna prole: Marcos Eduardo, Luis Antonio,
Rosa Yahaira, Oscar Efraín y Lucia Ivelixe. En el año 1954 inicia su labor en
el Grupo Escolar Aramendi, construido e inaugurado durante el gobierno del
general Marcos Pérez Jiménez, allí se mantuvo ininterrumpidamente durante
treinta y cuatro años formando varias generaciones de niños y jóvenes,
sembrando en tierra buena la semilla de la gratitud de un pueblo, tal y como se
manifiesta en la frase de Martí. Ya en sus años de retiro recuerda con alegría
y nostalgia los años buenos de un pueblo bueno, intacta y lucida su admirable
memoria, guardadora de la contemporaneidad guasdualiteña. Dios bendiga a esta digna
mujer. Para finalizar, para ella lo siguiente:
Mírame con
tus ojos para ver a mi pueblo,
muéstrame
tus manos para acariciar tu empeño,
que me
hablen de ti tus hijos buenos,
que me
hablen de ti los niños aquellos,
niños que
enseñaste con estoicismo y esmero.
AUTOR: ALJER CHINO
EREÚ.-
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