LE PASÓ A DON SEVERO ESPAÑA
Aproximadamente
en el año de 1.940; viajando Don Severo España en horas tempranas de la noche
con una de sus carretas en compañía de uno de sus ayudantes, el Señor Socorro
Serrano “Socorrito”; se encontraban en ese momento saliendo del paso “El
Borracho”; y cuando dirigieron la vista hacia la sabana abierta, observando una
luz pequeñita, parecida al tenue reflejo rojizo de un leño o tizón. Entonces Don Severo le comenta a
“Socorrito” que a lo mejor alguna persona por descuido había dejado alguna
fogata a medio apagar en ese sitio. Apenas de terminar de hacer este
comentario, pudieron notar como aquella brasa diminuta se iba acrecentando de
forma inesperada y sorprendente hasta convertirse en una gran bola de candela
pura que inició a dar saltos incongruentes, como si tratase de elevarse en el
aire para en enseguida volver a nivelarse con el ras del suelo.
De
inmediato los viajeros se percataron, sin tener el más mínimo margen de duda de que se trataba de la famosa
“Bola de Fuego”; aparición sobrenatural que conformaba parte de las leyendas
enigmáticas del llano; que según los cuentos de los viajeros y andariegos en
horas nocturnas que ya habían sido victimas de este fenómeno espectral,
aseguraban que hacía perder el rumbo, extraviando inexplicablemente a los
caminantes que se aventuraban a transitar por descampados en noches oscuras.
Don Severo, que era la primera vez que se encontraba con esta misteriosa
aparición; observó como los bueyes que tiraban de su carreta se habían detenido
bruscamente, bufando de forma alarmante, cuando percibieron que aquella enorme
pelota de candela se les venía encima haciendo crujir el follaje de la ceja de
monte donde habían detenido forzosamente la marcha por la insólita
circunstancia; observando además como una especie de estela de chispas o brasas
que iba esparciendo sobre la vegetación circundante, demarcando a su paso la
irregular trayectoria de esta esfera candente, que les salía al encuentro de
modo inesperado. Don Severo le sugirió a Socorrito Serrano que no le vociferara
todavía la retahíla de maldiciones y frases obscenas, que era el único conjuro
conocido que servía de contra para alejar a este espectro, a fin de poder
observarla lo más cerca que se pudiera, pero Socorrito alertó a Don Severo que
esta osadía podía ser peligrosa y procedió con la premura del caso a darle el
tratamiento correspondiente, emitiéndole a voz de cuello una sarta pareja de
maldiciones aderezado con una completa secuencia de palabras soeces; que de
inmediato surtieron el efecto esperado, porque la bola de fuego sufrió una
sacudida espasmódica, batiéndose en
franca retirada emitiendo un ruido
chirriante, similar al sonido que produce una gran fogata cuando se le echa un
balde de agua para apagarla. Don Severo y Socorrito quedaron atónitos,
perplejos e impávidos por unos minutos; viendo como aquella enorme bola de
candela dando saltos entre el suelo y la copa de los árboles que les daba
cobijo en aquellos momentos, se adentraba de nuevo en la sabana a velocidad
vertiginosa, perdiéndose en la lejanía en un santiamén dentro de la oscuridad
reinante de la noche.
Textos
de Alexis Machado del libro DON SEVERO
ESPAÑA PADRÓN
(Un tenaz guerrero de la vida)
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