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sábado, 13 de febrero de 2021

LA PLAZA BOLIVAR REMONTANDO EL APURE VIEJO




                                                
Foto cortesía de la Fundación Decanio


Cesar Humberto Ramos en su libro Remontando el Apure Viejo de 1931 hasta 1952 nos presenta algunos datos y recuerdos importantes que debemos conocer sobre la Plaza Bolívar
 de San Fernando de Apure.

LA PLAZA BOLÍVAR

Quién  más autorizado que yo para escribirte, cuando una buena parte de mi niñez la viví por tus alrededores y la parte final de mi adolescencia la pasé aquerenciado en tu seno acogedor con el recuerdo silente y ensimismado de los dorados sueños de mi juventud; o con el bullicioso trinar musical de tus bandadas de jaros que también coqueteaban sus bellos sueños de amor, para anidarlos en las verdes ramas de tu frondosa vegetación.

iluminaste de esperanzas y de ilusiones a la muchachada de Jobalito y de sus sitios circundantes, cuyas generaciones pensaron en  un  porvenir  de circunstancias provechosas, estudiaron cantaron  y rieron con alegría juvenil desbordante e inocente tocaron y lloraron con la melodía de las canciones que los envolvía en su pequeño mundo de inquietudes emocionales. Que amaron y declamaron para conquistar con amor y poesía  el corazón de algún  discolo cariño. Que tocaron y bailaron Para celebrar el feliz desenlace de alguna actividad estudiantil o Personal  y que rezaron para que los santos de enfrente, intervinieran en consecución de algo o en la sensibilización de alguien.

 

iCuántos recuerdos y cuántas alegrías!

iCuántas ilusiones y cuántas fantasías!

También estuve muy vinculado sentimentalmente contigo, por tus cuatro costados, porque durante cuatro años, entre 1938 y 1941 y después en 1944, tuve la satisfacción de vivir en tu parte sureste.

De manera que fuiste muda testigo de mis primeras correrías  infantiles, entre juegos de guataco, corre el agua, la can delita, pa pagayos y metras.

 

Mi primer sentimiento efectivo se produjo en 1938, cuando fui llevado a la pila bautismal en la Santa Iglesia Parroquial, hecho que me vinculó profundamente a la religión cristiana que recibía y a tu testimonial e inmutable presencia.

Mi  segunda experiencia  inolvidable fue en el centro de la plaza, cuando en Junio de 1944, pronuncié mi primer y último discurso de mi niñez ante la estatua del Padre de la Patria. Entonces recuerdo que don Pablo Botello, a nombre de la Escuela Federal  "Codazzi", me  seleccionó para que yo lo pronunciara

 Samuel Cadenas y Eladia Rincones, de novios en la Plaza Bolívar
con motivo del aniversario de la Batalla de Carabobo, cuyas primeras frases eran: "Hoy se cumplen 123 años en que las dianas, triunfales de Carabobo, celebraban con la marcialidad de sus toques la más grande ambición de nuestro Libertador: el goce de una patria libre y soberana...''.

Mi tercer vínculo sentimental se produjo muy posteriormente, cuando por  razones afectivas Y familiares, también fui bautizado en la Logia Candor No. 27 , recibiendo la nominación mínima de luvetón.                   ·

Mi último recuerdo afectivo se produjo d 31 de Julio de 1952, cuando en el inolvidable quiosco de la retreta, tuve mi último encuentro romántico con la bella muchacha, que hasta ese día, fue el amor más puro, tierno y hermoso de mi juventud.

 

SITUACIÓN Y LIMITES DE  LA PLAZA  BOLÍVAR.

La plaza Bolívar de San Fernando estuvo y está ubicada en el noroeste de la ciudad y domina todo el espacio de una manzana comprendida entre las calles Bolívar y Sucre, en cruce con las calles Negro Primero y Madariaga.

Al igual  que la plaza  Libertad, estaba constituida por  cuatro avenidas de mosaicos, en forma de equis (X), que convergía en el centro con la estatua de Simón Bolívar mirando hacia el norte, con su pedestal  de mármol negro y su figura de bronce, de pié y a discreción, sosteniendo su espada con la mano izquierda, ligeramente en ángulo hacia el sur. Numerosos bancos de cemento estaban  armónicamente  ubicados en toda el área de la plaza. En su interior, hacia  la parte este, se encontraba una pileta de agua, por todo el frente del campanario de la Iglesia. Por su parte oeste había otra gran pileta, limitando con el quiosco bellamente diseñado para la realización de las retretas, pero que también utilizábamos para los juegos de la candelita, en nuestra etapa infantil v para las diversas tertulias estudiantiles, en la época juvenil.

La plaza  en su parte norte estuvo limitada  por las casas de habitación  de  numerosas familias que en diferentes años vivieron allí.

Por la parte este, separada por la calle Madariaga, estaba limitada por la antigua y Santa Iglesia Parroquial y por la casa parroquial.  Por el sureste estaba Y está la Logia Candor  No. 27 y, lado, en el suroeste, la casa de la familia Bolívar   Umanés. Por el oeste, de norte a sur, estaba la casa donde Bolívar permaneció varios días en 1818. A su lado estuvo una refresquería y mucho después la Asociación de Ganaderos de San Fernando.

LAS FAMILIAS DE LA PLAZA BOLÍVAR.

Muchas fueron las familias que habitaron los límites francos de la plaza. Unas permanecieron relativamente poco tiempo, en tanto que otras se afianzaron por mayor duración; todas estas familias tuvieron las virtudes de la modestia, de la rectitud y de honestidad, por lo cual dejamos sentado la buena suerte que tuvieron ambas plazas con sus vecinos.

Hacia la parte norte vivieron en épocas diferentes las familias Benaim- Núñez, integrada por don Moisés Benaim y doña Rosa Núñez de Benaim, con sus hijos: David, Daniel, Samuel, Rafael, Alberto, Moisés, Esther, Dina, Luna, Estrella y Sol. Las familias Decanio- Farrera, formada por don Nicolás Decanio y doña Dora Farrera de Decanio, con sus hijos Raúl, josefina, Rafaela y Carmen Dora. Don Arquímedes Decanio y doña Elena de Decanio. Don Valentín Mujica y doña Luisa Esté de Mujica, con sus hijos Valentín, Rafael, Andrés, Jesús, Josefina, Anita e Isabel. Don Luis Felipe Herrera y doña Panchita Maica de Herrera, con sus hijos José Luis y Clementina. La familia Galindo. La familia Mirabal Marchena, integrada por don José Francisco Mirabal y doña Carmen Marchena de Mirabal, con sus hijos: Josefina, Panchita, Barbarita, Gladys, María Elena, Rafael Ángel, José Francisco y Alcides. Esta fue la última familia que se asentó en el noroeste de la plaza, antes que la casa fuera demolida para darle paso a una edificación.

Por el este, viniendo de norte a Sur, en el sureste se encontraba la casa parroquial, habitada por el padre  Miguel Colorado y su hermana Cointa. Frente a ellos y diagonal con la plaza, se encontraba la  casa de Francisco Ochoa y doña Marín Infante de Ochoa con sus hijos, Francisco, Lila Mirian y Violeta.

Por el suroeste estaba  la familia Bolívar- Umanés, formada por don Rafael Bolívar y doña María Josefa Umanés de Bolívar, con sus hijos Pedro J osé, Anita, María, Solange, Clementina, Ludia, Nelson y Hugo.

Frente a la familia Bolívar- Umanés y diagonal con la plaza, vivía la familia constituida por don Fernando Felice y doña Guillermina de Felice con sus hijos Gladys, Oiga, Gisela y Anita.

Frente a ellos, en la esquina, vivió la familia Foata.


LA LOGIA CANDOR  No. 27.

Al  sureste de  la  plaza  se erguía  la bella  construcción de la Logia Candor  No. 27. Al igual que en todas partes del mundo, la hermandad  secreta de la francmasonería de San Fernando, agrupo en su seno a diferentes personas de todos los estratos sociales, dado su prestigio  que se caracteriza por la fe en la ciencia y el progreso, por  el comedido uso de la razón que solo busca el entendimiento mutuo entre los seres humanos, lo cual le ha dado también ese carácter de hermandad como ellos la denominan y que practican  en la vida real.

Las reuniones secretas en  la Logia estaban revestidas de simpáticos  actos previos a la tenida y después de ella, que adquirían mayor colorido en la celebración de las fiestas de solsticios y del bautismo de los nuevos aspirantes a miembros de la masonería apureña.  La belleza y seriedad de esta asociación se enaltece porque sus miembros practican una democracia interna, discriminaciones políticas, económicas, sociales ni raciales. Por el contrario, la hermandad implica el trato justo y la ayuda mutua en los casos de emergencia. Incluyo a la Logia candor No. 27, en el grupo de las familias de los alrededores de la plaza Bolívar, porque considero  que todos ellos conforman  UNA GRAN FAMILIA.

LAS RETRETAS  EN  LA PLAZA BOLÍVAR

Al  igual  que en la plaza  Libertad, la Banda Bolívar del  Estado amenizaba   las  retretas todos los jueves   por  la  noche.  Todas  las muchachas  de  las áreas aledañas a  la plaza  se daban cita allí (para pasear   por  las aceras  y avenidas, al compás de los arpegios musicales  de  la  banda.  En  diferentes  épocas, fueron  visitantes  consuetudinarias  de  la  retreta  o  la  presenciaron   desde  el  frente  de  sus casas:  las Bolívar,  las Decanio, las Abreu,  las Mujica, las Mirabal, las Narváez,  las Leguizamón, las Mayol, las Ramos,  las Maica, las Silva, las Rincones, las Moreno, las Torres, las Hernández, las Gómez,   Esperancita   Lucena,  Rosita  Galindo,  Laura  Maluenga,  Ligia Barrios, Rosa Torres, etc.

Los asistentes masculinos, también en tiempos diferentes, .serian: los Abreu, los Jiménez los Espinoza, los Prada, los Benaim, los Mujica, Betico Guzmán, los Hernández, los Umanés, los Mirabal los Zoppi, los Domínguez, los Narváez, los az, los Bolívar, José Antonio Vethencourt, Cesarito Ramos, Bermúdez, Orestico y Ernesto Felice, Ramón y Emilio Hernández y gran parte de la muchachada de jobalito. Unos se dedicaban a los juegos infantiles de cada generación y otros aprovechaban el lapo de duración de las retretas para sus entrevistas amorosas.

La fisonomía de la plaza se mantuvo intacta por todos estos  años, con ligeras variantes en cuanto a su ornamentación vegetal y física. De sus asiduos visitantes salieron muchos profesionales entre médicos, ingenieros, abogados, pedagogos, militares, periodistas,  etc.

El recuerdo de la plaza Bolívar ha perdurado en el corazón de muchos de nosotros que compartimos su estática belleza bajo la sombra de  su arboleda, cuya acogedora y plácida brisa, se llevó muchisimos recuerdos para irlos dispersando por todo el espacio del cielo sanfernandino.

 

FUENTE: 

Cesar Humberto Ramos en su libro Remontando el Apure Viejo de 1931 hasta 1952.

Gracias a Juan Peña por facilitarnos este libro 

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