|
Foto Cortesía de la Fundación Decanio |
Por Roberto Hidalgo
Como consecuencia natural del descubrimiento del territorio que pasaría a ser identificado como Venezuela, se estableció a continuación una etapa de descubrimientos menores, tanto en las áreas inicialmente descubiertas como en las contiguas. Dadas las diversas condiciones imperantes de orden cultural, económicas, tecnológicas y geográficas, tanto del europeo como del aborigen de las tierras nuevas, dicho proceso fue muy paulatino y circunscrito, en sus comienzos, a espacios relativamente cercanos o inmediatos.
Entre las condiciones geográficas a las que debieron hacer frente los conquistadores y colonizadores españoles, una determinante la constituyó la disposición de las grandes estructuras o paisajes naturales. En efecto, dado que los europeos llegaron por el único medio de transporte masivo de esa época, el marítimo, su arribo fue por las costas, caracterizadas mayormente por su fuerte relieve o por la presencia de playas en planicies marinas, rodeadas por elevadas cadenas montañosas. Esto determinó el desconocimiento de la inmensa extensión de relieves de distintos tipos situados más allá de los inicialmente avistados, situación esta que duró un período de tiempo significativo, de aproximadamente unos 33 a 79 años, según se consideren, respectivamente, los primeros viajes a la región o la primera fundación oficial de una ciudad en la región de los Llanos (Barinas).
Se presenta, a continuación, la descripción resumida de lo que fue ese proceso, para enfocar luego el objetivo particular de interés, representado por el poblamiento en los Llanos venezolanos, ya que para comprender lo sucedido en esa región es necesario conocer cómo y por qué fue el proceso de conquista y colonización en el país. Desde el punto de vista bibliográfico, es posible encontrar disparidades en algunas fechas y nombres geográficos, lo cual es entendible por tratarse de hechos en donde existe una muy abundante documentación de distintos autores y épocas, tanto originales como múltiples interpretaciones posteriores. Por otra parte, el hecho que el proceso fue desarrollado, casi simultáneamente, en cuatro frentes (occidente, oriente, centro y sur) dificulta la narración ordenada de los acontecimientos.
EL PROCESO DE DESCUBRIMIENTO
Este proceso será dividido en tres etapas fundamentales. La primera de ellas es el descubrimiento propiamente dicho por Cristóbal Colón en agosto del año de 1498. Como es conocido, su tercer viaje tuvo como resultado el arribo a las costas orientales del territorio: isla de Trinidad, Golfo de Paria, reconocimiento de las aguas de un gran río que desembocaba en el océano, islas de Margarita, Coche y Cubagua.
La segunda etapa corresponde a viajes de comprobación de las noticias derivadas del hecho antes descrito. En ésta, el protagonismo corresponde a Alonso de Ojeda, compañero de Colón en su segundo viaje, quien organizó dos expediciones para recorrer las costas ya descubiertas así como las restantes. En el primer viaje, entre mayo y septiembre de 1499, recorre las bocas del Orinoco, el Golfo de Paria, el Lago de Coquivacoa, posteriormente de Maracaibo y el Golfo de Venezuela, así mismo la isla de Curazao. De acuerdo a los historiadores, es con este viaje que se presenta la denominación actual de la zona: Venezuela (“Venezuela” en la toponimia del mapamundi elaborado por el cartógrafo Juan de la Cosa,), acompañante de la expedición derivado de pequeña Venecia, por las características de las viviendas lacustres que observaron los navegantes, siendo Américo Vespuci, también acompañante, el que formuló la semejanza y el vocablo, según los historiadores. Por otra parte, ese primer viaje tuvo el mérito de permitir apreciar, por vez primera, el contorno de la masa continental. En el segundo viaje, en 1502, se repitió la ruta anterior pero con la particularidad de que presentó un carácter colonizador, al fundarse un pueblo en la costa norte de La Guajira, que tuvo una corta duración.
La tercera y última etapa corresponden a viajes costeros menores, siendo los descubridores y fechas las siguientes: Vicente Yánez Pinzón en 1499, quien fue el primero en penetrar al río Orinoco hasta el sitio de Cabruta y de allí hasta los raudales de Atures; Diego de Lepe en 1500, Cristóbal Guerra en 1501, y Rodrigo de Bastidas en 1502. Con estos viajes se finaliza el recorrido completo de las costas, estableciéndose su total descripción y ubicación, proceso éste que duró 10 años desde el arribo de Colón.
De acuerdo a lo descrito, el descubrimiento del territorio estuvo localizado sobre ambientes muy específicos: en primer lugar, el litoral y las islas, seguido de las bocas del río Orinoco. Las motivaciones fundamentales de los mismos estuvieron determinadas por la naturaleza propia de los navegantes: descubrimiento de nuevas tierras, pero también por causas económicas: recolección de perlas y esclavitud de indígenas que se requerían como fuerza de trabajo en Las Antillas, ya que los pobladores iniciales de la región habían sido diezmados. La búsqueda de oro tuvo también una causa importante para esos viajes.
PRIMER ACTO ADMINISTRATIVO DEL PAÍS. LA COMPAÑÍA
WELSER
Si bien en 1499 aparece el vocablo Venezuela, su comienzo como unidad administrativa es desde 1528 al crear el Emperador Carlos V la Provincia de Venezuela, es decir, treinta años luego del descubrimiento. Un año antes, en 1527, Juan de Ampíes fundó la ciudad de Coro, determinante para el descubrimiento y colonización parcial del territorio, ya que debieron de transcurrir 18 años para la fundación de la siguiente ciudad, El Tocuyo.
El año 1528 coincide también con la asignación del territorio a banqueros alemanes (los Belzares) organizados en la compañía Welser, como pago de la Corona española por créditos e intereses por capitales adelantados hacía algunos años. Entre las principales obligaciones de esa compañía estaba la de pacificar el territorio, descubrir, conquistar y poblar las tierras situadas al este de la gobernación de Santa Marta, fundar dos poblaciones grandes, construir fortalezas y traer mineros.
La actuación de los banqueros alemanes duró 18 años, entre 1528 y 1546.
Desde el punto de vista de los descubrimientos y expediciones que realizaron, hay que destacar las siguientes: Ambrosio Ehinger, llamado Alfínger en estas tierras, llegó a Coro en 1529 y realizó su primera expedición hacia el Lago De Coquivacoa y Sierra de Perijá. De regreso a Coro, se encontró con otro Welser de nombre Nicolás Federman y en 1531 organizaron dos expediciones, la primera al oeste y la segunda al sur, a través de los ríos Tocuyo y Cojedes, cercanías de Turén y luego El Baúl, alcanzándose el río Meta. Se consideró esa expedición como la primera en transitar territorios llaneros. En un segundo viaje de Federman, en 1531, se internó en los Llanos desde Barquisimeto; en un tercer viaje regresó al llano y avanzó hasta el río Apure.
En 1535 continúan nuevas expediciones con otros alemanes, debiéndose señalar a Jorge Spira y Felipe von Hutten, quienes marcharon hacia Los Andes Y los Llanos, remontaron el río Apure y las cabeceras del río Meta, constituyendo el segundo viaje hacia esas tierras bajas del Meta.
En 1544 la Audiencia de Santo Domingo decidió abrir averiguaciones contra los Welser por acusaciones de los habitantes por violencia física y altos precios de los géneros importados. Esto determinó la condena al grupo y la obligación de devolver el territorio a los españoles, recayendo en la autoridad de Juan de Carvajal el traspaso. Entre los señalamientos o juicios que la posteridad formuló hacia ese grupo de alemanes figura el hecho de que no fundaron ningún pueblo y que su dominio constituyó un obstáculo a la colonización que, con éxito, había iniciado Ampíes.
NUEVOS DESCUBRIMIENTOS Y EL PROCESO DE CONQUISTA
Determinar con precisión cuándo finalizó el descubrimiento y cuándo comenzó la conquista no es tarea fácil, ya que existe una perfecta unión de propósitos en muchos viajes de descubrimientos que al mismo tiempo lo fueron de colonización.
Las fundaciones de Cubagua a inicios del siglo XVI y la de El Tocuyo a finales de 1545 por Carvajal, constituyen un ejemplo de lo antes dicho, ya que fue necesaria la presencia de este último enclave para continuar o iniciar el descubrimiento y la conquista tierras adentro, en particular del sector norte centro y también del occidente, pues se constituyó en el centro u origen de todas las fundaciones venezolanas en la segunda mitad del siglo XVI. Sin embargo, es con la autorización de los repartimientos y encomiendas de los indios en Coro en 1534 que se inició la creación de pueblos siendo Coro la segunda ciudad fundada en tierra firme, luego de Cumaná, en 1527.
Con la excepción del viaje de Federman en 1531 y el de von Hutten en 1535, posiblemente ningún español realizó un viaje importante por los Llanos, debiéndo transcurrir 46 y 60 años, para que se fundaran ciudades en dicha región: Barinas por Juan Andrés Varela, en 1577 y Guanare por Juan Fernández de León, en 1591, respectivamente. El resto de las ciudades fundadas lo fueron en la Cordillera Andina (Trujillo en 1557, Mérida en 1558, San Cristóbal en 1561), Cordillera de la Costa (Borburata en 1549, Valencia en 1555, Caracas en 1567, La Guaira en 1589), depresión de Barquisimeto y de Carora (ciudades homónimas en 1552 y 1572, respectivamente) y altiplanicie del lago de Maracaibo (ciudad fundada en 1569).
En 1546, el nuevo gobernador Pérez de Tolosa organizó una expedición a los Llanos hasta las orillas del río Apure, regresando a la serranía por el río Uribante.
El poblamiento europeo en el siglo XVI no tuvo mayor significación cuantitativa, ya que las ciudades eran simples caseríos con muy poca población.
Al final del mismo ninguna sobrepasó los 2.000 habitantes. A pesar de esta situación, las poblaciones aparecen mencionadas en los documentos originales con muy diversas denominaciones según su composición; así, las de los españoles son rancherías, palenque, sitio, fondeadero, asiento, villas y ciudades; las de indios son aldeas de indios, encomiendas y misiones y las de origen espontáneo son pueblos mixtos, pueblos de españoles, capellanías y cumbe.
Del territorio ocupado por los Llanos, la parte occidental fue la inicialmente poblada, gracias a la fundación de El Tocuyo. Las tierras de los Llanos Centrales y Orientales lo fueron a posteriori, a pesar de dos hechos importantes, uno representado por un accidente natural como lo es la desembocadura del río Unare, cuya depresión permite un acceso relativamente fácil hacia el centro y el oriente del país, pues sus alturas son inferiores a los 200 m. Sin embargo, su innavegabilidad fue la causa de no haberse aprovechado esa abra para incursionar territorio adentro.
El otro hecho fue la búsqueda del mineral de oro en las tierras del sur, cuyo acceso se hizo por barco en las primeras etapas y no por tierra. Para ello hubo que esperar hasta el año de 1595 ó 1596, en que Antonio de Berríos, procedente de Bogotá, desciende por el Orinoco y funda la primera Santo Tomás de Guayana en el vértice del delta, debiéndose luego mudar al sitio de la actual San Félix en 1635. Los viajes de Ojeda y Yánez Pinzón por las bocas del Orinoco y los de Diego de Ordaz en 1531 y de Alonso de Herrera en 1534, quienes lo remontaron y lo recorrieron hasta la desembocadura de los ríos Apure y Meta, respectivamente, no influyeron en el establecimiento de centros poblados.
Como se ha visto hasta ahora, primero el oriente y luego el occidente, fueron las áreas en ser conquistadas. Con relación al centro, su conquista fue pensada como medio de poner término al aislamiento entre las dos zonas antes nombradas, dificultándose y retardándose las acciones por la resistencia de los aborígenes, refugiados en la orografía central. Se le atribuye al mestizo Francisco Fajardo la promoción de la conquista central, con el objetivo de desarrollar la ganadería, blanco frecuente de los indígenas, quienes extendieron sus acciones hasta Barlovento y la costa de Los Caracas, con lo que primitivos asentamientos en las cercanías del río Unare fueron abandonados.
El proceso en el oriente, a diferencia del de occidente, fue efímero y poco eficaz, ya que las fundaciones precarias de sitios fueron despobladas, a causa de la resistencia indígena. En los primeros tiempos del período sólo figuraron Nueva Toledo (Cumaná), abandonada por los españoles, San Cristóbal de Cumanagoto y en 1545, un Píritu, de corta existencia.
En cuanto a Guayana, los obstáculos para el poblamiento estuvieron representados por el relieve, los raudales de los ríos, escasa fertilidad de las sabanas, densos y extensos bosques y el no descubrimiento del oro. A pesar de todo esto, desde España se insistía en proseguir los viajes expedicionarios y el poblamiento, quizás por el temor a perder parte o todo de ese territorio, ya que algunos de los enemigos (franceses y holandeses) que para ese momento tenía la Corona, habían entablado alianzas con los indios Caribe. Por ello, en 1560 el padre Ayala remontó el Orinoco hasta Atures sin mayores resultados para el asentamiento y en 1584 el viaje ya comentado de Berrío. Estos europeos siguieron insistiendo en penetrar Guayana en 1595, con Raleigh, y en 1637 piratas holandeses arruinaron Santo Tomás, visitándola tres veces más en 1640.
El acceso a los Llanos por el Centro fue impedido por los indígenas, los cuales dominaban el río Tuy. Un hecho fortuito permitió que las poblaciones autóctonas centrales fueran diezmadas, y fue que en 1580 un barco traficante de esclavos llegó y propagó una epidemia de viruela. Esto facilitó la fundación, en 1584, de San Juan de La Paz por Sebastián Díaz Alfaro, pero las inundaciones y la poca duración de una bulla aurífera determinaron el fracaso del sitio. El conquistador pasó luego la Serranía del Interior y fundó, junto al río Memo, la población de San Sebastián de Los Reyes en 1585, primera y verdadera puerta de acceso hacia los Llanos Centrales, ya que hacia los Occidentales la fundación de Guanare en 1591 desempeñó el mismo papel.
Se considera que. con este último hecho. se cierra el período de la conquista para pasar luego al del afianzamiento del poblamiento ya establecido (Vila et al. 1965). En este proceso influyó con determinación, el oro, ya que los conquistadores se convencieron que para la búsqueda de minas se necesitaban núcleos de población estables y seguros que permitieron la sedentarización de los hombres y el inicio de actividades artesanales y de servicios, así como la cría de animales y el cultivo de la tierra. Los caseríos y las aldeas dan paso a pueblos y éstos a ciudades. Para fines de 1600 la conquista armada en Venezuela toca fin; para esa época quedaban sin reducción los indígenas del oriente.
CONTINUACIÓN DEL PROCESO DE FUNDACIÓN DE CIUDADES EN EL MARCO DE LA COLONIA DURANTE LOS SIGLOS XVII Y XVIII. LAS ENCOMIENDAS Y LAS MISIONES
A fines del siglo XVI y principios del siguiente, los centros claves del poblamiento nacional quedaron fundados. Trece de aquellos primeros núcleos son hoy capitales estatales. El siglo XVII es el inicio de la conformación de la nueva nacionalidad, pues el fin de la violenta conquista permitió el cruce de las tres razas que habitaban el país: indios, españoles y africanos. Los asentamientos que se construyen a partir de esa fecha toman en cuenta la realidad social, no así los de la conquista, construidos por y para los españoles; sin embargo, ese siglo fue de un crecimiento demográfico muy lento.
Dos procesos, uno civil y el otro religioso, fueron determinantes para ampliar el esfuerzo poblador español en la segunda mitad del siglo XVII. El primero corresponde a las Encomiendas, proceso cuyo origen se remonta a la Edad Media y se trasladó luego a la Reconquista en España y que fue luego copiada en el nuevo continente con la aprobación de la Iglesia, por medio de las bulas papales. Esa práctica de coacción consistió en la sujeción de los naturales, la apropiación de sus tierras y aguas para poblar y mantener a los ocupantes peninsulares, fijando dicha población así como la de los indígenas. Su influencia en el poblamiento fue decisiva en las regiones centrales, norte y andinas y ninguna en Oriente, Guayana y en los Llanos, con la excepción de Pedraza y Barinas, a causa de la naturaleza benévola de los indígenas. Se confunde a la Encomienda con los repartimientos de tierras, en que el señorío sobre las tierras se daba a perpetuidad. Se clasificaban en de Servicios, si el indígena trabajaba y de Tributos si pagaba un tributo. Fueron combatidas por los mismos españoles por representar un obstáculo a la evangelización indígena y por razones económicas. No obstante, se considera que estos repartimientos también constituyeron el germen que dio origen a los primeros poblados hechos por los jefes expedicionarios. Las Encomiendas fueron abolidas por Real Cédula en 1687.
El proceso religioso lo constituyó las Misiones, dirigidas a evangelizar a los indígenas a cargo de los monjes Capuchinos en casi todo el país, dominicos en Barinas, jesuitas en el Orinoco y Meta y Observantes (Franciscanos) en Sucre, Guárico y Guayana; se iniciaron en el año de 1656 con la primera misión franciscana establecida en Barcelona. La importancia general de las Misiones se manifestó, con mayor énfasis, en el siglo XVIII y muy poca en el anterior (Araure, en 1694, es el mejor ejemplo) y en las regiones llaneras próximas, orientales y guayanesas y muy escasas en el centro y occidente. Los intentos de establecerlas llano adentro fracasaron. Para su establecimiento se extraían indígenas de los montes y se reducían en alguna localidad (pueblos de Misiones). Para la protección de las mismas de ataques, los españoles construyeron bastiones militares avanzados denominados “villas de españoles”.
Las misiones, por lo general, se construían alejadas del río Orinoco, foco de penetración caribe y extranjera.
Los pueblos encomenderos y de misión evolucionaron, luego de 20 años de fundados, a pueblos de doctrina o de parroquia, dependientes del Obispo de la diócesis. El establecimiento de Misiones contribuyó a fundar, de nuevo, sitios que ya lo habían sido, pero que por diversas causas no tuvieron éxito, como fue el caso de Cumaná. La última Misión llegó en 1802. Es importante destacar un patrón diferente de establecimiento de poblaciones en los Llanos, consistente en la fundación de hatos, ya que por sus condiciones naturales el establecimiento de la esclavitud no fue tan importante como en otras zonas. Las primeras experiencias la constituyen la de españoles procedentes de Guanaguanare, Ospino, Araure y Acarigua, todas en el futuro Portuguesa, quienes se adentraron por las cabeceras de la depresión central con ese fin, algunos de los cuales se convertían en misiones posteriormente.
Igualmente los religiosos fundaban hatos con la ayuda de los criadores civiles españoles para que los indígenas nómadas no los depredaran.
De acuerdo a la literatura (Vaccari, 1992) hay tres momentos relevantes en el proceso de fundaciones en el siglo XVII: de 1620 a 1630, de 1675 a 1685 y de 1690 a 1696, en donde los Llanos van a adquirir una importancia que hasta ahora no tenían.
En efecto, en el primer período se fundaron los pueblos alrededor de Caracas, Barquisimeto y Trujillo, de donde surge Acarigua, en el segundo surge San Carlos y en el tercero Araure, todos en los altos Llanos Occidentales, con tierras aptas y fuentes de agua dulce para la agricultura. En todas estas la decisión fue de las autoridades civiles y no religiosas.
La siguiente es la relación de los pueblos fundados en el siglo XVII cuya economía gira alrededor de la ganadería y el tabaco: Cabruta (1643), Acarigua (1653), Chaguaramas (1653), Tinaco (1658), san Juan de Los Morros (1675), San Carlos (1677), Mijagual (1680), Ortíz (1687), Pedraza (1610), Araure (1659), El Pao (1691), El Baúl (1692), Altagracia de Orituco (1694) y Tucupido (1659).
En el siglo XVIII, como ya se dijo, las Misiones son las encargadas del poblamiento; en el occidente las primeras fueron las del Pao, luego entre El Baúl y La Unión, en la confluencia de los ríos Guanarito y Portuguesa y en Paso Real, confluencia de los ríos Cojedes y Tinaco en donde se fundó una villa para evitar que los indios de las misiones ribereñas se escaparan aguas abajo.
Los intentos de penetrar más profundamente a través de los ríos Cojedes y Portuguesa, fracasaron.
Es hacia el oriente donde esa actividad adquirió una primordial y relativa intensidad, principalmente en la parte norte (Cumaná, Cariaco y Cumanacoa) que se iba reduciendo hacia el centro del país y fue muy escasa y de poca importancia al oeste del mismo.
El avance desde las anteriores hacia el sur determinó la fundación de los siguientes sitios: San Mateo en 1715, la primera del siglo; Santa Rosa en 1723, Aragua de Barcelona en 1732, importante debido a su ubicación que permitió las comunicaciones hacia el Unare, el Orinoco y San Sebastián de los Reyes; Maturín en 1722 por los Capuchinos pero no fue aceptada por la Corona, debiéndose fundar, con Cédula Real, en 1735, pero su real poblamiento fue tardío, ya que comenzó en 1760. Santa Ana y Santa Bárbara tuvieron dificultades de implantación debiéndose mudar la primera por hallarse en una ciénaga pestilente y fracasando la segunda. En 1740 Cantaura y en 1741 Pariaguán.
El año 1755 fue importante debido a la Expedición de Límites que penetró por el río Orinoco, lo cual estimuló a los misioneros a adentrarse tierra adentro, dando comienzo al poblamiento al sur, de vital importancia para esa región. Con relación al poblamiento misionero en el centro y occidente se presenta la siguiente relación de hechos:
Los pueblos de misión de Camatagua, El Pao, Cojedes, Mapuey y Acarigua fueron las bases desde las cuales partieron las avanzadas más hacia el sur. En 1687 el padre Manuel de Alesón fundó Lezama y en 1694 se fundó La Pastora, antecedente de la actual Altagracia de Orituco. Por la ruta de Villa de Cura y Ortíz se erigieron San Fernando de Tiznados en 1723, la villa de Calabozo en 1726, la avanzada más meridional en esa época y la villa de Santa María de Ipire en 1747. A partir de Caracas salió la avanzada que en 1760 fundó Tucupido.
Accediendo por el río Tinaco o por el Cojedes, en sus confluencias, se fundó El Baúl entre las décadas de los 40 y 50 de 1700. Los intentos, en 1690 y 1749, de establecerse en el estero de Camaguán fracasaron por las condiciones de inundaciones. Un hecho curioso lo fue el de La Unión, que en 1754 se constituyó en la confluencia de los ríos Guanare y Portuguesa, a lo que se opuso Barinas, a veces con violencia, por razones de límites, lo cual vino a solucionarse 14 años después. Esta es tal vez la primera reclamación territorial interna conocida; la fundación permitió igualmente el establecimiento definitivo de Camaguán.
No lejos del Píritu occidental en 1751, y en 1763 en San Genaro y Santa María, cercanos a los ríos Boconó y Portuguesa, respectivamente, se establecieron misiones; Guardatinajas, frente a Calabozo, en 1768, mientras que Achaguas, San Juan de Payara, Atamaica, Cunaviche y Capanaparo ya existían en 1780, fecha que las visitó el obispo Martí. Frente a la confluencia del río Portuguesa en el Apure se emplazó San Fernando en 1770.
Ya a partir de estos últimos lugares citados la avanzada capuchina intentó unirse con las misiones de los jesuitas en el Orinoco medio y en Río Negro, pero no tuvo éxito debido a que a medida que crecía en extensión la obra de catequización y misionera, del mismo modo disminuía su fuerza por dilución y debilitamiento.
Para la segunda mitad del siglo XVIII existían ciudades y villas de relativa importancia en los Llanos Centrales y Occidentales, especialmente en el Piedemonte, siendo el período comprendido entre 1711, con la fundación de Nutrias, y 1789, con la de San Fernando de Apure, el de mayor aliento poblador, surgiendo unos cien pueblos que comunicaron al hábitat llanero la estructura que aún mantiene. Todo el siglo XVIII hasta el año de 1920, la población venezolana evolucionó en un período de expansión lenta.
La siguiente es la relación de los pueblos fundados en el siglo XVIII: Nutrias (1711), Calabozo (1723), El Sombrero (1725), Zaraza (1740), Pariaguán (1742), Guasdualito (1750), Maturín (1760), Guanarito (1768), Tinaquillo (1769), Valle de La Pascua (1772), Achaguas (1774) y San Fernando de Apure (1789).
EL SEGUNDO ACTO ADMINISTRATIVO DE RELEVANCIA HISTÓRICA
Debieron transcurrir casi dos siglos y medio desde el Descubrimiento para que se conformara definitivamente lo que iba a ser el país, al firmar el Rey Carlos III de España, el 8 de septiembre de 1777, la Cédula Real que creaba la Capitanía General de Venezuela conformadas por las Provincias de Venezuela o Caracas, Nueva Andalucía o Cumaná, Margarita, Trinidad, Maracaibo y Guayana. Con el acto se sella la unidad fiscal y económica nacional al contarse con una misma jurisdicción y mando único en lo político, civil y militar.
El poco peso específico que hasta ese momento tenía la región llanera se demuestra en que ninguna denominación de provincias corresponde a poblaciones allí ubicadas, situación esta que se mantuvo hasta casi finalizada la época colonial.
SITUACIÓN DURANTE EL ÚLTIMO SIGLO COLONIAL
La primera década del siglo XIX constituyó la etapa final del período colonial, ya que en 1810 y 1811 se produjeron, respectivamente, la voluntad de independencia y la independencia propiamente dicha. Entre 1800 y 1812 se dio un impulso considerable al poblamiento que influyó hacia los espacios interiores del Llano, lo cual había comenzado a finales del siglo XVIII gracias a la explotación ganadera entre el piedemonte, los llanos y las riberas del río Orinoco. En la primera década del siglo pasado la población era de 997.000 habitantes, concentrándose el 70 % en las regiones costeras, incluidas las orientales y en las montañosas. En los Llanos la población fue de 212.000 personas criollas y mestizas y 100.000 indígenas libres en la región, Guayana y el sur. La densidad de población era alta en el piedemonte andino llanero gracias al contacto con Los Andes; la carretera a Barinas se hallaba poblada por villas, pueblos y caseríos.
En Portuguesa se destacaron Araure por la cría de ganado, siendo Acarigua su satélite, y Guanare por su situación geográfica. Ospino se hallaba en decadencia. Llano adentro, Guanarito por su ubicación en el Paso Real del río Guanare, otros pueblos como Papelón y Maraca y numerosos hatos. En Barinas el río santo Domingo, gracias a su navegabilidad, le proporciona valor económico, permitiendo la comunicación a través de los ríos Boconó, Meta, Apure y Orinoco hasta Angostura, sirviendo para ello los puertos de Torunos y Nutrias. En la ciudad de Barinas surge una poderosa oligarquía que se enriqueció con la explotación agropecuaria, convirtiéndose dicha ciudad en punto nodal de las comunicaciones hacia Los Andes y el piedemonte. A finales del siglo XVIII se formó el pueblo de La Yuca, camino real a Guanare y Obispos adquiere relevancia por el puerto de Torunos. No así Pedraza que a comienzos del siglo XIX se estancó por ser refugio de esclavos, forajidos.
Aguas abajo de aquel puerto se estructuran pequeños pueblos de criollos e indígenas como El Real, San Lorenzo, Santa Inés y Santa Lucía. En el río Canaguá, San Rafael de Canaguá; todos estos poblados irrumpen el vacío demográfico del Alto Llano barinés. La penetración barinesa hacia los Llanos origina, entre los siglos XVIII y XIX, a Mijagual, con una pica hasta el río Apure.
Los ríos llaneros sirvieron no sólo para las comunicaciones sino para estimular el poblamiento a sus orillas. Los ríos Guárico, Portuguesa, Santo Domingo y Apure permiten las comunicaciones hacia el Centro y Guayana, siendo algunos pueblos Palmarito, Suripá y Quintero en el Apure y Guadarrama en el Portuguesa.
Un hecho que demuestra la organización y tamaño de la población lo constituye el servicio de correos, en pleno funcionamiento para 1811. Entre Caracas y las ciudades de San Carlos, Guanare, Araure, Ospino y Barinas se producen 4 despachos mensuales, 2 veces a la semana entre Caracas y Villa de Cura, San Sebastián y Cagua y hacia el Oriente (Barcelona, Cumaná y Margarita) es bimensual.
A medida que transcurre el tiempo, se incrementan el poblamiento y las relaciones de producción de bienes y servicios, surgen numerosas microrregiones funcionales que dificultan la descripción coherente del poblamiento. En este sentido, a continuación se va a detallar un poco más el poblamiento en la región de los Llanos Orientales, dado el impulso que experimentó la economía, sin que eso signifique que en las otras regiones llaneras no hubo importantes procesos similares.
Dos áreas bien delimitadas son reconocidas: los Llanos de Barcelona y los Llanos de Maturín, subdividiéndose ambos en altos y bajos, con una unidad básica de poblamiento igual para toda la región llanera nacional: el hato ganadero, de carácter latifundista y manejo extensivo y sumamente extenso, debiéndose medir en leguas cuadradas, ya que para el caso oriental, se extendían entre los Llanos Altos y las márgenes del Orinoco.
Barcelona es la ciudad más importante, ya que para 1796 estaba definida toda su fachada marítima y se insinuaba su penetración hacia el sur. Con su desarrollo posterior, la población allí asentada tuvo su principal medio de subsistencia en la ganadería de todo tipo, con un área de implantación desde las tierras inmediatas al sur de la ciudad hasta el mismo Orinoco. Pero ya en 1801 las acciones del bandidaje (cuatreros) se hacían sentir con fuerza, lo que hace disminuir la Explotación.
A comienzos del siglo esa región se percibía dividida en tres sectores distintos: los Llanos de Aragua, de Pariaguán y del Pao, siendo este último el más importante por su ubicación, que permitía el acceso al río Orinoco, y por sus diversas plantaciones de frutales. En la parte occidental se destacó San Diego de Cabrutica, que permitió el avance del poblamiento hacia Zuata.
Al sur y este de los Llanos de Barcelona, se presentan las Mesas, con alturas de hasta 450 m y fuertes disecciones del relieve por los ríos, que causan obstáculos en las comunicaciones, además de su clima árido y suelos pobres.
Para los inicios del siglo son regiones muy poco pobladas, excepto San Mateo, más hacia el norte y la Mesa de Guanipa cuyo pueblo más meridional fue Nuestra Señora de Chamariapa (Cantaura), encrucijada de vías hacia todas las direcciones. Otros pequeños pueblos desaparecieron durante la guerra de independencia en el año de 1814. El caserío de El Tigre se formó por influencia barcelonesa también.
Con relación a los Llanos de Maturín, sus ventajas geográficas vienen dadas por ser zona de contacto entre las tierras altas del macizo de Caripe y los llanos próximos hacia el Orinoco, acceso al golfo de Paria y por consiguiente a Trinidad, Guayana y Barcelona, así como tierras fértiles. En la parte alta el poblamiento fue muy escaso a comienzos del siglo ya que la influencia de Maturín hizo que sólo se formaran cuatro pueblos misionales, entre los cuales se hallan San Félix, Caicara y Aragua de Maturín y numerosos hatos, entre ellos, Areo, Tapirín, Santa Bárbara y Aguasay. Para esa época se identificaban dichos llanos con los de Cumaná e incluían los de Maturín, Teresén, Amana, Guanipa, Tonoro y Caris, debiendo transcurrir treinta años para que adquiriesen la actual denominación.
El escaso poblamiento se encuentra heterogéneamente distribuido: en la parte alta en haciendas, hatos y numerosos pueblos, mientras que en los llanos bajos, más deshabitados, sólo hatos dispersos y caseríos muy poco estructurados, salvo Uracoa, Tabasca y Barranquilla.
En cuanto a los Llanos Centrales y Occidentales, las comarcas muy aisladas entre sí, los difíciles caminos que se interrumpían en la época de lluvias, las inclemencias del tiempo, sobre todo las altas temperaturas, plagas de todo tipo y fauna peligrosa hacían poco propicio y atractivo un poblamiento masivo, prefiriendo las gentes llegar hasta las puertas de entrada, representadas en esa época por las poblaciones de Tinaquillo, El Pao, San Juan de los Morros y San Sebastián.
LA SOCIEDAD LLANERA
Para finalizar, unas últimas líneas sobre el poblador llanero, su personalidad y de cómo ésta estuvo determinada por el medio natural que son los Llanos.
El movimiento independentista de 1810 evidenció la existencia de dos tipos de sociedades en la colonia venezolana: la europea o española, regida por leyes escritas, con un estilo jurídico y una forma de organización política definida y características sociales muy particulares (castas o estamentos) Los pobladores españoles del llano procedían, principalmente, de las provincias de Andalucía: Almería, Córdoba, Granada, Cádiz, Sevilla y Jaén.
La otra sociedad era la rural, de cuya existencia da fe Humboldt, con realidades sociales, jurídicas y económicas completamente distintas, cuyos inicios se remontan al siglo XVI con la introducción de ganado vacuno en los Llanos, siendo Cristóbal Guerra el introductor de ese ganado y fundador del primer hato en un lugar cercano a Calabozo, La Unión, en 1530.
Sin embargo, no es la sangre mestiza lo que va a definir al llanero sino su psicología, su manera de ser y actuar, que van a ser influidas por el medio, así como en su carácter, usos, vestidos, viviendas, etc. Para ellos no existían las leyes sino la autoridad del más fuerte, teniendo además una noción distinta de la propiedad, ya que el sentido nómada era el prevaleciente, acorde con la incipiente economía pastoril. Esto facilitó que los Llanos se convirtieran en refugios de malhechores.
Esa escala de valores, diferentes a la urbana, le dará a la guerra de independencia un carácter de guerra social y civil y de acuerdo a Vallenilla Lanz (Siso Martínez, 1957) en esos grupos aparecerán los gérmenes del carácter nacional venezolano.
Fuente:
TIERRAS LLANERAS DE VENEZUELA, CENTRO INTERAMERICANO DE DESARROLLO E INVESTIGACIÓN AMBIENTAL Y TERRITORIAL CIDIAT/ Compiladores Jean Marie Hétier y Roberto López F. Mérida, Venezuela 2003.