Por: Aljer “Chino” Ereú
Como deseo que se honrara la memoria de Juan Félix Michelangeli, uno de los más grandes intelectuales guasdualitenses, tragado por la ciénaga lóbrega del olvido. Es injusto pueblo mío que a tus hijos buenos le pagues con tanta ingratitud e indiferencia. Que placentero seria para muchos observar alguna escuela o algún centro cultural con su epónimo, y que sus obras Lujuria y Juan del Llano fueran reeditadas, logrando salvar para el presente y futuro su aporte literario al municipio, estado y país. Juan Félix, un mortal cuyos pecados terrenales fueron el haber estar adelantado a su época, el haber nacido en donde tenía que nacer y el haber muerto en donde no tenía que morir, lejos de su tierra. Mi reconocimiento sincero a este culto bohemio, deseando que las actuales y venideras generaciones sientan orgullo, identidad y pertenencia por nuestro gentilicio.
/
Juancito en su mente olvida
los años de su Lujuria,
divaga y lucha con furia
con su memoria perdida.
Sus recuerdos son heridas
que sangran desde sus ojos,
lágrimas de vino rojo
sorben sus labios poéticos
sus años fueron tan épicos
¿por qué lo dejamos solo?
/
Juancito camina entre tanto
rumbo a la panadería,
allí seguro confía
en un buen samaritano.
Alguien le pone en sus manos
un pan y un litro de leche,
él dice en lenguaje creyente:
Dios te bendiga mi hermano,
y que premie con agrado
tu gesto con muchas creces.
/
Y yo que un día me marché
como buscando un futuro,
para construir un muro
donde afincar mi dintel.
En los caminos de ayer
anduve por San Fernando,
sentado solo en un banco
a Juancito encontraría,
pletóricos de alegría
un buen rato conversamos.
/
Y fue mucho lo que hablamos
lo hablado quedo en recuerdos,
aquel dramaturgo verbo
mi estilo fue incentivando.
A Guasdualito llegamos
a escribir sin escritura,
aquí me dijo la luna
aquí me dijo el lucero:
Juancito y otros se fueron
perpetúalos con tu pluma.
Sabemos que somos parte de este mundo por el estructuralismo y existencialismo que nos envuelve. Sin embargo, en no pocos casos nuestro propio orbe (el interno) concibe realidades y dimensiones que contrastan con estereotipos predeterminados. Ya en la dinámica y práctica social esta óptica y posición se contraponen a dogmas y patrones ortodoxos, donde quienes se arriesgan a cruzar la línea de lo no convencional son catalogados como anti mundos, excéntricos y, en algunos casos: incomprendidos. Cuando esto sucede, la tangibilidad filosófica y por ende el “statu quo” se decide por lo banal, arrastrando al olvido con sus definiciones y opiniones superfluas a las excepcionalidades. Pero son esas excepcionalidades las que marcan diferencia en su tiempo, y el tiempo en su meditación prolija los reivindica como peregrinos intelectuales, quizás como incomprendidos solitarios en el mundo porque se adelantaron al mundo refugiándose en sus universos mentales.
Juan Félix Michelangeli, a quien el bardo guasdualitense Magio Rodríguez llamo “El Escritor Peregrino”, y a quien por su alto nivel intelectual el palmariteño José Manuel Briceño (historiador, filósofo, políglota y filólogo) bautizó como “El García Márquez de Apure”. Poco o nada conocerán las nuevas fecundaciones sobre este polifacético erudito guasdualitense. En cuanto a su familia, algunos señalan su parentesco directo con el ex gobernador del estado Apure, doctor Edgar Domínguez Michelangeli (1.957). Sabido es que, sus padres provenientes de la capital llanera se residenciaron en Guasdualito a mediados del siglo pasado, llegando a prosperar en varios negocios comerciales. Su infancia transcurre en su pueblo natal, en donde su mente y alma inquieta van absorbiendo el bucólico escenario rural y poético que luego plasmaría en sus disímiles narrativas.
Para finalizar esta frase del conde Francais de la Rochefoulcad:
Hay ocasiones en la vida en las que para salir airosamente hace falta estar un poco loco.
EL ESCRITOR PEREGRINO DE GUASDUALITO
Por: Aljer “Chino” Ereú
Como deseo que se honrara la memoria de Juan Félix Michelangeli, uno de los más grandes intelectuales guasdualitenses, tragado por la ciénaga lóbrega del olvido. Es injusto pueblo mío que a tus hijos buenos le pagues con tanta ingratitud e indiferencia. Que placentero seria para muchos observar alguna escuela o algún centro cultural con su epónimo, y que sus obras Lujuria y Juan del Llano fueran reeditadas, logrando salvar para el presente y futuro su aporte literario al municipio, estado y país. Juan Félix, un mortal cuyos pecados terrenales fueron el haber estar adelantado a su época, el haber nacido en donde tenía que nacer y el haber muerto en donde no tenía que morir, lejos de su tierra. Mi reconocimiento sincero a este culto bohemio, deseando que las actuales y venideras generaciones sientan orgullo, identidad y pertenencia por nuestro gentilicio.
/
Juancito en su mente olvida
los años de su Lujuria,
divaga y lucha con furia
con su memoria perdida.
Sus recuerdos son heridas
que sangran desde sus ojos,
lágrimas de vino rojo
sorben sus labios poéticos
sus años fueron tan épicos
¿por qué lo dejamos solo?
/
Juancito camina entre tanto
rumbo a la panadería,
allí seguro confía
en un buen samaritano.
Alguien le pone en sus manos
un pan y un litro de leche,
él dice en lenguaje creyente:
Dios te bendiga mi hermano,
y que premie con agrado
tu gesto con muchas creces.
/
Y yo que un día me marché
como buscando un futuro,
para construir un muro
donde afincar mi dintel.
En los caminos de ayer
anduve por San Fernando,
sentado solo en un banco
a Juancito encontraría,
pletóricos de alegría
un buen rato conversamos.
/
Y fue mucho lo que hablamos
lo hablado quedo en recuerdos,
aquel dramaturgo verbo
mi estilo fue incentivando.
A Guasdualito llegamos
a escribir sin escritura,
aquí me dijo la luna
aquí me dijo el lucero:
Juancito y otros se fueron
perpetúalos con tu pluma.
Sabemos que somos parte de este mundo por el estructuralismo y existencialismo que nos envuelve. Sin embargo, en no pocos casos nuestro propio orbe (el interno) concibe realidades y dimensiones que contrastan con estereotipos predeterminados. Ya en la dinámica y práctica social esta óptica y posición se contraponen a dogmas y patrones ortodoxos, donde quienes se arriesgan a cruzar la línea de lo no convencional son catalogados como anti mundos, excéntricos y, en algunos casos: incomprendidos. Cuando esto sucede, la tangibilidad filosófica y por ende el “statu quo” se decide por lo banal, arrastrando al olvido con sus definiciones y opiniones superfluas a las excepcionalidades. Pero son esas excepcionalidades las que marcan diferencia en su tiempo, y el tiempo en su meditación prolija los reivindica como peregrinos intelectuales, quizás como incomprendidos solitarios en el mundo porque se adelantaron al mundo refugiándose en sus universos mentales.
Juan Félix Michelangeli, a quien el bardo guasdualitense Magio Rodríguez llamo “El Escritor Peregrino”, y a quien por su alto nivel intelectual el palmariteño José Manuel Briceño (historiador, filósofo, políglota y filólogo) bautizó como “El García Márquez de Apure”. Poco o nada conocerán las nuevas fecundaciones sobre este polifacético erudito guasdualitense. En cuanto a su familia, algunos señalan su parentesco directo con el ex gobernador del estado Apure, doctor Edgar Domínguez Michelangeli (1.957). Sabido es que, sus padres provenientes de la capital llanera se residenciaron en Guasdualito a mediados del siglo pasado, llegando a prosperar en varios negocios comerciales. Su infancia transcurre en su pueblo natal, en donde su mente y alma inquieta van absorbiendo el bucólico escenario rural y poético que luego plasmaría en sus disímiles narrativas.
Para finalizar esta frase del conde Francais de la Rochefoulcad:
Hay ocasiones en la vida en las que para salir airosamente hace falta estar un poco loco.