
Cuenta la india Leocadia Valeria, que
hace muchos años cuando en los llanos apureños existían hombres machos y
fregaos de verdad, que luchaban a brazo partío contra un caimán o con un tigre
de pinta menuita y en la noche caminaban diez o doce leguas para mirar y bailar
con la muchacha más bonita de la parranda y tomarse un palo de caña antes de
pararse en la pata del arpa para contrapuntear con el mejor de los cantantes.
Llegó un hombre racional, alto, buenmozo
y muy bien letrao, unos dicen que era de Barinas, otros que venía de Guárico,
lo cierto es que este gallardo señor traía la idea de fundar y quedarse en este
sitio.
Este catire bizarro comenzó por
construir su casa de mampostería, juntó unos indios y peones con los que
levantaron...