El vástago sin racimo.
En nuestro llano esa reciedumbre de conducta
se conoció en los hombres de a caballo, campeando animales cerreros en los días como en las noches por las sabanas abiertas, sin medir el peligro que en cada trillo pudiera presentársele. En estas páginas quiero remembrar a un hijo de esa llaneridad, celoso con lo que el representaba y delicado con sus vivencias, tanto en el baile como en el arpa.
Sí, sus versos tenían sentido, tenían inspiración, tenían fundamento y razón, pero nunca tenían rima y esto era causa para la risa del mundo que le circundaba para el momento de su canto. Era un Achaguense simpático como muy pocos, extremadamente serio, pero agradable de trato, un llanerazo en todo el sentido de la palabra (...). Así era este viejo agradable, nació para no desaparecer del recuerdo de su pueblo, por su elocuencia, por la seriedad de su canto sin importarle las críticas ni las risas de los oyentes; era su mundo que avivaba la naturalidad con su personalidad, creyó en lo que cantó, con su lenguaje llano sin dejar de ser inteligente.
Este hijo de Achaguas callo su voz a los 68 años el 16 de junio de 1.970 en Achaguas, su Achaguas sin rima que le brindo atención a lo que su canto alocado decía. Si quieren saber algunos versos del viejo cantor llanero Pancho Ávila, que aún recordamos los hijos de la Achaguas de ayer, aquí van unos.
Me parió en un topochar
Por eso a mí me llaman
El vástago sin racimo.
Suspiraba una ballena
y en el suspiro decía
Sáquenme porque me ahogo.
REMEMBRANZAS I de Edgard Celis González (Curríto)