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lunes, 20 de abril de 2020

AVENTURAS Y VIVENCIAS DE UN FORASTERO EN ACHAGUAS 1952




AVENTURAS Y VIVENCIAS DE UN FORASTERO EN ACHAGUAS. 1952
El llano cuando se conoce en todas sus partes nunca se olvida, tiene tantos tremedales, como el espinito, como la palma sola y el turpial de agua. El forastero cuando llega se Amansa y se crece con el medio y a poco es otro llanero con alpargatas, rueda maduros, tabaco en rama y chaparrito de guásimo debajo del brazo.
Siente la llanura como un hijo de Achaguas, de El Yagual o de Las Queseras del Medio, se mezcla tan fácilmente que la Guaricha de noche amarra los perros, como Marisela, para recibirlo a puerta de tranquero, y más aún cuando la distancia los separa con sus caños y lagunazos a golpe de remos acorta el trecho, y mas ágil que el pensamiento hace vibrar sobre la ruta los huracanes del deseo y hace cimbrar la paja menuda y la palma esbelta.
II
VIRGÍLIO LEÓN se vino al llano. Sacio ardores en los morichales y deseos en las noches con luna, recibió el bautizo del <<querido Apure>>, en las aguas del <<Matiyure>>, oficiando <<Palicuche>>, y sirviendo de padrino RAFAEL BEZARA, el compadre <<TIGRERO>>, amable y dulce como el merecure; oportuno y sincero como el agua bendita y muchas veces misterioso como los rebalces de los caños que reciben las caricias apremiantes de las garzas.
Al pie del mango santarritero con una luna color de ron y una pavita en los copos con su fúnebre canto planeamos las faenas tigreras del día siguiente. El agua de la tinajja sobre un trípode inverso de bejucos copiaba el bello panorama y cuando la <<corota>> dividía la linfa un ramillete de estrellas saciaba la sed provocada por el candente licor.
Los bellos parajes de <<El Garcero>>, del hato de <<La Bendición Ramera>>, o en los montes de <<Morichito>> del hato de <<Los Cocos>>, donde los caretos y los tigres campean a sus anchas, en esta época de rumazones, fue lo que dio impulso a la conversación y de chinchorro a chinchorro las emociones tomaban rumbo antes del amanecer; poco a poco las horas marcadas por los gallos anunciaban la aparición de la aurora por los lados de Caucagua.

III
Un canto de guarura nos anuncia que todo está listo <<El Tuteque>>, bongo rápido y altanero que se traga los remolinos y los charcos llenos de babas y caribes.
Los marineros lavan las palancas de masaguaro y con Dios y Santa Maria partimos rumbo al lance con el felino y los caretos (marranos de monte) fieros y agresivos animales que en manadas atacan a los perros y a los cazadores teniendo muchas veces que cambiar de rumbo para no toparselos. El olor del almizcle y el ruido de sus largos y filosos colmillos se oyen a regular distancia como el zumbido de las abejas.
Los perros se largan y en la cercana maraña donde atracamos vemos una culebra de agua que se despereza indolentemente; el indio <<Palicuche>> con una lanza se abre paso y la jauría se pierde por la selva.
Lejos ladran los perros. Los arreos del cazador son pesados y muchas veces estorban, pero todo es necesario: el hacha, la cantimplora, la brújula, la Caneca de cápsulas, las botas y las escopetas transforman de tal manera que si esto sucediera de noche -muy pocas veces- el símil seria un húsar o un carabinero de la guardia civil. Hoy el alcón y los arreos desaparecieron con el Jeep, el avión y el rifle. Pero en el fondo la emoción es igual y cuando se cobra la pieza la sonrisa aflora y se piensa en volver.
Con el hacha nos abrimos paso quebrando los bejucos y espinitos. La marcha es forzada hasta que encontramos la sabana. Los ladridos se oyen mas cerca y <<Palicuche>> avisa que los perros tienen cercada alguna pieza. Corremos mas y más.... y cuando pasamos la sabana nos encontramos con una ceja de monte. Poco a poco nos adentramos en la espesura.
<<¡¡ aquí está !!>> -dice alguien- y sobre un <<toco>>, con los ojos centelleantes y desorbitados el felino mira hacia todos los lados. El disparo salió y brusca y pesadamente el. <<pinta menuda>> cae sobre los perros...
IV
Virgilio León, buen discípulo de Rafael Bezara cobro las piezas. El saldo fue un <<mariposo>>, un <<pintao>> y cuatro caretos; eufórico, casi con hambre y bajo la lumbre del sol de los venados atraco el bongo en <<Santa Rita>>. Rafael alborozado, hidalgo y antes de todo llanero, nos recibe con la sonrisa franca que ha sido peculiar de la familia Bezara.
La fiesta está lista. El caney se alegra con la penumbra y los golpes del arpa. Huele a desnudeses de mejorana y a mastranto, las parejas saltan al golpe de la guacharaca, de un sumba que sumba y, como la fiesta es de primera, la ternera no falta. Al pie del querevere una lumbre invita a la conversación y Virgilio relata las faenas de la excursión: él doctor Hermoso, Frank Gracia y Fernando Zamora, encuentran verdades en el relato y mientras una indiana de senos florecidos nos sirve un refresco, solitaria en un tronco donde el tumbo hace encaje una garza sueña con las ondas del río.
Allá en La Victoria donde vive Virgilio León, siente la nostalgia de su querido Apure, el recuerdo se le hace presente a cada instante y piensa en el majagua con su turpial que se abre como un paraguas para celebrar el día. El invierno crudo nos invade y todo el llano se nos llena de melancolía; al golpe del cuatro se duerme el llanero pensando en la esperanza de la sabana, y en las lánguidas brumas con que se vistió la calzada que amanece llorando en el rocío de la maleza.

Tomado del libro "BARBASCO" Motivos de la Tierra Apureña
De: ANTONIO J. PAIVA
Créditos Fonográficos:
- Fernando Magallanes
- Blog: Las Vivencias del Abuelo.

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