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viernes, 17 de abril de 2020

HERIBERTO MENDEZ






JESÚS HERIBERTO MENDEZ
“PICHINCHA”

Yo tengo una burra briosa y andadora (bis)
que no se fatiga a ninguna hora (bis)
CORO
¡Burra!
y a ninguna hora,
burra…

En las cercanías de las fiestas carnestolendas camina presuroso el recuerdo de un excéntrico personaje del Guasdualito contemporáneo nacido el 19 de junio de 1941, y que en su transitar terrenal supo granjearse el aprecio de muchos, siendo factor determinante en la celebración de aquellos famosos jolgorios febrerinos, nos referimos a Heriberto Méndez, alias “Pichincha”, también merecedor de invocaciones populares. Pichincha, como comúnmente fue conocido, se hizo tan notorio en nuestro pueblo que no sería exagerado afirmar que, eran pocos los guasdualiteños locales y adoptivos que no lo identificasen; en la cotidianidad de aquellos años era habitual observarlo en su recordada bicicleta La Violetera por las calles de alquitrán, parado en cada esquina en cordial y ameno saludo a sus tantos amigos y amigas. Nunca supimos el porqué del apodo, lo que nuestros ojos infantiles observaron fueron las fastuosas celebraciones del carnaval frente a su casa, donde lo más esperado era el show cultural y folklórico de La Burriquita de Ocumare, trasladada por Heriberto con canción, armazón y vestimenta a las llanuras de Periquera, contando con el apoyo de la siempre reina Elubia Escobar, quien era la diseñadora de sus coloridos y llamativos trajes.


Algunas fuentes señalan que este maestro de la danza perteneció al elenco rítmico de la bailarina del pueblo venezolano Yolanda Moreno y sus Danzas Venezuela, lo que pudo ser totalmente cierto, ya que su conocimiento cultural universal fue reconocido por conocedores y críticos del arte métrico. Volviendo a lo anecdotario, en el último día del carnaval por la calle Vázquez los organizadores decretaban la bandera negra, luego el recorrido de los celebrantes comprendía las principales calles, teniendo cita o punto punto de encuentro el frontis de la vivienda de oro de Pichincha, ubicada por la avenida El Marqués del Pumar, allí todos atentos, al oír el inicio de la canción La Burriquita del grupo Un Solo Pueblo, la algarabía popular circundaba al artista aupando su disciplinada coreografía folklórica. Otro aspecto personal por destacar del reseñado era su innata habilidad para la pelea, lo que lo hizo ser respetado en templetes y fiestas públicas, en la época de películas karatecas Pichincha sería nuestro Bruce Lee local. Muchos recuerdos dejó este personaje en quienes lo conocieron, un ser humano con defectos y tambien virtudes, sin duda alguna un peculiar guasdualiteño contemporáneo. 
Fue Pichincha un excéntrico y apreciado ser humano nacido en Guasdualito en la casa de su tía Juana López por la calle Cedeño, siendo sus padres Vicente Alfonzo y Josefina Méndez, y sus hermanos Juan Bautista, Ciro Abelardo y Fanny Consuelo. Puede asegurarse que en su transitar terrenal supo granjearse el aprecio de muchos, siendo factor determinante en la celebración de aquellos famosos fandangos carnavalescos. Pichincha, como comúnmente fue conocido, se hizo tan notorio en nuestro pueblo que no sería exagerado afirmar que eran pocos los guasdualiteños locales y adoptivos que no lo identificasen, ya que en la cotidianidad de aquellos años era habitual observarlo en su recordada bicicleta La Violetera por las calles de alquitrán, deteniéndose en cada esquina en cordial y ameno saludo a sus tantos amigos y amigas. Nunca supimos el porqué del apodo hasta que en días recientes su hermano Ciro nos informara al respecto, siendo su aseveración: “según mi madre, una vez mi primo Alfonso López estaba estudiando en voz alta su lección de historia, y repetía mucho la palabra Pichincha, curiosamente Heriberto pregunto en varias ocasiones ¿Quién era Pichincha? Y la respuesta de su incomodado consanguíneo directo fue: Pues Pichincha eres tú… y Pichincha se quedó.

Siendo un imberbe quedaría grabado en nuestro receptáculo mental las fastuosas celebraciones del carnaval frente a su casa, donde lo más esperado era el show folklórico de La Burriquita de Ocumare, trasladada por Heriberto con canción, armazón y vestimenta a las llanuras de Periquera, contando con el apoyo de la siempre reina Elubia Escobar. Algunas fuentes señalan que este maestro de la danza perteneció al elenco rítmico de la bailarina del pueblo venezolano Yolanda Moreno y sus Danzas Venezuela, lo que pudo ser totalmente cierto, ya que su conocimiento cultural universal fue reconocido por conocedores y críticos del arte métrico.
Volviendo a lo anecdotario, en el último día del carnaval por la calle Vázquez los organizadores decretaban la bandera negra, luego el recorrido de los celebrantes comprendía las principales calles, teniendo cita o punto de encuentro el frontis de la vivienda color oro de Pichincha ubicada por la avenida El Marqués del Pumar, allí todos atentos al oír el inicio de la canción La Burriquita del grupo Un Solo Pueblo, la algarabía popular circundaba al artista aupando su disciplinada coreografía. Otro aspecto personal por destacar del reseñado era su innata habilidad para la pelea, lo que lo hizo ser respetado en todos los templetes y fiestas públicas; en la época de películas karatecas Pichincha sería el Bruce Lee local, célebre su combate con el fornido peón de sabana bautizado como Pata e` Tarea, un hercúleo trabajador de llano que desafiaría sin suerte al espigado Heriberto, a patada limpia lo rendiría en los predios de un conocido centro nocturno de nuestro pueblo, igualmente recordado su triunfo en una competencia de un maratón de baile de 72 horas efectuado en el Club de Leones. A su memoria su hermano Ciro escribiría unas sentidas estrofas de las cuales se extraen unas líneas:
¿Porque Señor?
cuantas veces hincado te implore,
te suplique.
Ante ti llore.
Yo quería que él viviera
y no quisiste,
te pedí que no muriera
y no me oíste…
Sin duda alguna que muchos recuerdos dejó este personaje en quienes lo conocieron, un ser humano como todos, con defectos pero también con muchas virtudes, en otra definición: un peculiar y estimado guasdualiteño en un tiempo de oro, en los tiempos de aquellos carnavales dorados
Post scriptum: Agradecimiento a la apreciada Elubia Escobar por haberme cedido de su álbum familiar valiosas fotografías que ilustran la publicación.


AUTOR: ALJER EREÚ.-


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