Arriz Domínguez
«He dedicado mi vida a la cultura»
Oriundo de San Fernando de
Apure. Promotor cultural, dramaturgo, actor de teatro popular, además de coreógrafo
de danzas populares. Anales de los años setenta, inicia sus actividades con
montajes de teatro de títeres. Se ha distinguido, principalmente, como el
creador de las Calendas de San Fernando, manifestación popular que se celebra
todos los 30 de mayo, día del santo patrono San Fernando Rey. Este divertimento
ha permitido presenciar cómo se organiza la imaginería popular en torno a
personajes y símbolos como muñecas gigantes, de vestimenta extraña y
multicolor. Las Calendas viven hoy un momento de esplendor, que en mucho
depende de la especial capacidad de convocatoria y liderazgo que posee Arriz Domínguez.
Arriz Domínguez «He dedicado mi vida a la cultura». Nací el 21 de septiembre de
1956. Mi padre fue Fidel Domínguez y mi madre Eloína Maldonado. Viví un tiempo
con mi tía materna Carmen Tovar, mientras mamá estuvo en Calabozo. Luego me fui
a la casa de mi abuela, y allí transcurrió toda mi infancia. Mis padres se
separaron y pasé a la tutela de mi abuela. Con mi abuela inicié mis actividades
artísticas. Ella me motivó a entrar en ese mundo, apoyado también por mi papá,
que estuvo con nosotros hasta que falleció, cuando yo tenía doce años. Me
inicié haciendo títeres; mi abuela me enseñó. Hacíamos funciones en la casa
para todos los niños de la calle Queseras del Medio, que era donde vivía, cerca
de la iglesia de la Virgen del Valle. Toda mi vida artística ha transcurrido
aquí en San Fernando. Se reunían los niños y les cobraba una entrada que
consistía en cinco metras. Yo manejaba los títeres y mi abuela era la
animadora. Si algún niño no tenía las metras para entrar a la función, se las
pasaba por la ventana para que se las entregaran a mi abuela, que era la que
cobraba. Luego reunía las latas llenas de metras con las que salía a jugar con
esos mismos niños. Las funciones eran los sábados y domingos. Mi tío Felucho
(Félix Ramón Domínguez), que trabajaba en una imprenta, me elaboró unos tickets
a los que les colocó el nombre de Grupo de Títeres Los Guaiqueríes,
inspirándose en un grupo deportivo de Nueva Esparta. Con esos boletos, mi abuela
llevaba un mejor control de las entradas, que ya no se cobraban con metras sino
que tenían el valor de un medio. Esos títeres los llevé a la Escuela Agustín
Codazzi, cuando estudiaba el sexto grado. Para entonces impartía unos talleres
a los compañeritos de clase, guiados por la maestra Miguelina Morillo. Allí
formamos en el salón un grupo de títeres, siempre junto a la maestra Miguelina.
Las Morilllo eran conocidas como buenas educadoras, y tenían una escuelita en
su propia casa. Allí presentábamos funciones todos los viernes. Las primeras
obras Cuando salgo de la escuela primaria, ingreso al Liceo Miguel Ángel
Escalante, que estaba recién inaugurado. Cuando el liceo inicia sus
actividades, inmediatamente ingresé al Departamento de Cultura, con el profesor
José Luis Rodríguez Liyo. Con él incursioné en el teatro. Montamos una obra
escrita por mí, llamada El profesor epiléptico, que fue mi primera obra. Al
presentársela, le gustó mucho. Entonces formamos el elenco y comenzamos los
ensayos. De esta manera, mientras cursaba el primer año de bachillerato, el
profesor me dio la responsabilidad de dirigir el grupo del Liceo Miguel Ángel
Escalante, que era un ciclo básico, en donde me estrené en dirección,
dramaturgia y actuación. A comienzos del segundo año, me voy a Mérida a
estudiar en el Colegio Salesiano San Luis. En Mérida se detiene mi actividad
cultural, dedicándome más bien a participar en competencias deportivas de
atletismo. De allí me vengo y regreso al Liceo Escalante, en donde me reciben
como un alumno regular, y culmino el tercer año. Luego ingreso al Liceo Lazo
Martí, y allí entro al Departamento de Cultura, dirigido por el profesor Argenis
Méndez Echenique. En el liceo Lazo Martí conocí a Romer López, un estudiante de
Valencia. Él formó un grupo de teatro llamado Prepafu (presente, pasado y
futuro), al cual ingreso. Con Romer López monto una obra que se llamaba América
prostituida. Por casualidad, el protagonista de la obra se enferma y Romer me
pregunta: ¿Te sabes los parlamentos del papel? A lo que le respondo que sí, que
por supuesto. Y así realicé el papel protagónico de la obra. Luego montamos la
pieza Platillo sobre América, otra de las obras escritas por Romer. Esto fue
aproximadamente en el año 1975. En Platillo sobre América yo lo ayudo en la
parte escenográca, elaborando un platillo que bajaba con una cuerda hasta el
centro del escenario, que terminó convirtiéndose en la atracción del
espectáculo. Después de Platillo sobre
América me desprendo del grupo Prepafu, y es cuando creo el Grupo Cultural
Venezuela. Allí me siguieron muchos de los muchachos que estaban con Romer,
aparte de otros que venían del liceo. Montamos la pieza Venezuela desnuda,
escrita por mí, que enfocaba algunos problemas del país: prostitución, madres
solteras, dicultades económicas, el petróleo. Había una frase muy importante en
la obra que yo había tomado de un libro de José Vicente Rangel: «La miseria
subsidiando a la opulencia». El personaje central se llamaba La Incógnita, un
hombre que iba descubriendo todos esos problemas. En aquel entonces se hablaba
de que Venezuela estaba subsidiando a los Estados Unidos con el petróleo, y
entonces el personaje La Incógnita aparecía en una escena con las manos en la
cabeza y pronunciaba la frase. La Incógnita no era propiamente un narrador;
encarnaba más bien a un personaje que develaba sus pensamientos. Con la obra Venezuela desnuda fuimos
seleccionados por el estado Apure para participar en el Primer Encuentro de
Teatro de la Región Central. En Maracay nos presentamos en el Teatro de la
Ópera, lo que fue una bonita experiencia. Todo eso fue en el año 1976, el mismo
año en que nace el Grupo de Teatro Venezuela. De Maracay regreso con la
inquietud no solo de hacer teatro sino también de retomar los títeres y de
crear un taller de artes plásticas para enseñar a los niños a pintar y a hacer
artesanías. Las actividades se ampliaban y nacía el Grupo Cultural Venezuela.
Recuerdo que un día se presentó una niña en mi casa preguntando si tenía
ensayos de danza. Le dije que si me conseguía diez niñas y diez niños del
sector formaríamos el grupo que ella deseaba. A las dos horas la niña se
apareció con todos esos muchachitos. Esa niña hoy en día está en las Calendas
de San Fernando. Se llama Mirian Aquino, y está con sus hijos, sus hermanos, en
n, casi toda su familia. Ahí es cuando incursiono con las danzas. Queriendo
hacerle un homenaje a la bailarina Yolanda Moreno, le pusimos al grupo el
nombre de Yomo (por las iniciales). Y tuvimos en una ocasión la oportunidad de
alternar con ella; bailamos y cenamos juntos. Recuerdo que esa noche bailamos
el Mampulorio. Comencé desde esos tiempos a investigar sobre las danzas
folklóricas. Nos iniciamos montando La Llora del estado Aragua, Pastores de San
Joaquín, Pastores de El Limón, Diablos de Yare. Terminamos haciendo un
espectáculo en donde bailábamos una pieza de joropo criollo, en parejas, cada
vez que hacíamos un intermedio. Con ese espectáculo pudimos representar al
estado Apure en el evento «Presencia cultural de los estados» que se organizó
en Caracas. Actuamos en la Casa Guipuzcoana, en la plaza de la Candelaria,
llevando danza, títeres y teatro. de escri - turas, extravíos y premios He
escrito muchas piezas de teatro, pero mi familia me dice que no las conservo.
Hay personas como Virginia Aquino, la dama estandarte de Las Calendas de San
Fernando, que conserva algunas obras originales: ella me ha dicho que solo me
dará copias, porque si me da los originales se van a perder. Algunos títulos
que recuerdo: Las dos caras de Juan, basada en el pasaje bíblico del hijo
pródigo, con la que participamos en un Festival de Teatro y nos ganamos el
premio a la mejor actriz (Dagni Pulido) y al mejor actor (Santiago
Bethancourt); Quiénes somos, presentada en la Casa Guipuzcoana; Dónde vamos,
ganadora del Festival que se hizo en la Casa de la Cultura de San Fernando en
homenaje al actor Julio César Pérez; Qué buscamos, que fue la tercera de lo que
ya constituía una trilogía. La trama de
Dónde vamos era como de teatro del absurdo, en la que no mostrábamos soluciones
sino más bien problemáticas del país, pero todo de manera divertida. En Qué
buscamos abordamos temas críticos como los de las madres solteras y el embarazo
precoz, sugiriendo soluciones. Allí nos enfocamos en la educación, en el papel
tutelar que tienen los padres para orientar a sus hijos. Proponíamos para
entonces hacer educación sexual en los planteles cuando nadie lo hacía. Con la pieza Dónde vamos me gané un premio
como mejor dramaturgo, en 1991, que otorgaba el Consejo Regional de Cultura.
Estaban en el jurado Carlos Vicuña, que era profesor de Castellano del Liceo
Lazo Martí, y la profesora Soledad Morenos de Cortés, a quien en Apure
llamábamos cariñosamente La Generala, creadora del proyecto Heroínas de
Venezuela en la Sociedad Bolivariana. En Dónde vamos enfocábamos asuntos de
brujería, e incluso se hacían ritos en el escenario. Escribí también otra obra
que fue premiada en Valencia, llamada La curiosidad premiada. Con esta pieza
recorrimos todo el estado. Estaba basada en un cuento de A. Linares y Fernanda
López de Almeida. La obra trataba sobre la curiosidad que sienten los niños,
curiosidad que la mayoría de las veces no encuentra respuesta ni en padres ni
en maestros. Las calendas Vivíamos una época de oro para el teatro. Solo en el
año 1976 existían acá dieciséis agrupaciones de teatro. Se hacían festivales,
se entregaban premios. Todos tenían la oportunidad de participar. Yo siempre
estuve alternando el teatro con la danza y los títeres. Mi centro cultural era
mi casa, siempre con el apoyo de mi esposa, Emilia Cuello, quien me dio tres
hijos. Para aquel entonces vivíamos en el barrio 12 de Octubre, y allí tenía
una habitación en donde hacía mis ensayos y dictaba talleres de artesanía.
Cuando se trataba de danzas, ensayábamos en la calle, porque el espacio no era
suciente. Lo hacíamos frente a la casa, trancando la calle. También hacia 1977
estuve en el Orfeón, del cual ya mi esposa formaba parte. Ese mismo año nace mi
primer hijo, Faidel, que hoy en día es ingeniero. Faidel es el que ha montado
en internet la página www.calendas.org.ve. Las Calendas son creación inspirada
en un sueño que me ocurrió en tres oportunidades. La primera vez que lo tuve me
desperté sobresaltado. Busqué a mi esposa pero estaba dormida. Pensé entonces
que no podía ser ella la que me estaba tocando, porque yo sentía unas manos
enormes que me agarraban. Le conté que había tenido una pesadilla bien fea, con
unas manos gigantes de unas mujeres también gigantes que me agarraban. De ahí
en adelante no pude dormir. Y en los días siguientes solo pensaba en el sueño.
Yo andaba asustado, relacionando el sueño con creencias que son muy llaneras,
como la de pensar que los muertos existen. Cuando tengo el sueño por segunda
vez, ya yo tenía conformado el Grupo Cultural Magisterial, en el que
participaban maestros. En ese momento nos inquietaba que en Apure lo que
teníamos era puro joropo, y comenzamos con la idea de crear una danza para el
estado. Pero en este segundo sueño ya veo a las mujeres de otra manera. Me
seguían por las calles, precisamente por las calles en las que hacemos todo el
recorrido de Las Calendas. La novedad era que las mujeres gigantes y espectrales
de la primera vez eran traspasadas por otras mujeres más pequeñas, y cuando
justamente lo hacían, las grandes comenzaban a moverse. No sé cómo explicarlo
pero era un momento que me producía mucho miedo. En el tercer y último sueño yo estoy en un palacio llevado por estas mujeres, y también escoltado por militares con vestimentas muy extrañas. Esos militares me llevan ante un señor, que siempre he dicho que es San Fernando Rey. El rostro que yo vi en ese señor fue el de monseñor Mariano Parra Sandoval, que era el obispo de San Fernando: él era San Fernando Rey, que parecía muy aburrido y quería ver algo diferente. Por eso yo siempre le digo a los muchachos del grupo que ahí estuvo el germen, la idea, la petición del mismo santo. Esos sueños fueron en verdad una revelación. Desde entonces comenzamos a echar lápiz y a darle forma al proyecto, que analmente le presento al obispo de la Catedral. Cuando me reúno con él le sonrío y le digo que era la misma persona de mis sueños, con la única diferencia de que en estos aparecía con una corona. Eso fue en el año 1997, y en ese mismo año nacen Las Calendas. El obispo me pide que le lleve el proyecto al padre Franklin Manrique, el párroco de la iglesia, y que le diga que el proyecto está aprobado. Las Calendas no entran a la iglesia ese año. La manifestación no se dio como se solicitó, con todos los calenderos dentro de la iglesia como encuartelados, a puertas cerradas. Tampoco ese año nos dejaron sacar al San Fernando, lo que lamentamos mucho esa primera vez porque en el sueño él me había pedido que bailara frente a su casa con fe. En el sueño yo salía de una casa que era la catedral, y por eso nosotros hacemos todo frente a la catedral, incluso las reuniones y los ensayos. Las Calendas se bailan el 30 de mayo, que es el día del Santo patrono de la ciudad. Ese primer año salieron diez calendas, y como no nos permitieron sacar al patrono, yo me conseguí un trozo de madera frente a la iglesia en el que comencé a tallar la imagen del santo con una cuchilla que cargaba. Con esa gura salimos y recorrimos las calles. Ese santico lamentablemente se extravió. Al año siguiente ya hubo más entusiasmo por parte de la Iglesia, y las Calendas se realizaron como estaba pautado. La primera vez solo salimos veintisiete personas, entre los que estaban un Abanderado, un Guía Espiritual, una Dama Estandarte, una Madrina del Santo, una Dama Guía, cuatro Capitanes, cuatro Agricultores y cuatro Artesanos. Los Agricultores representan el trabajo del campo y las cosechas, que presentamos al Santo para que las multiplique. La Artesana representa el trabajo creador, el trabajo elaborado con las manos, no solamente por mujeres sino también por hombres, que en este caso eran mujeres disfrazadas, porque la mayoría de nuestros integrantes son mujeres. El Abanderado es quien guía la trayectoria de la procesión. El Capataz de los Agricultores es quien guía a los Agricultores. La Dama Guía es la que dirige a las Calendas con pañuelos de colores que lleva en la cintura. Es ella quien marca el momento en que debe hacerse un cruce o un círculo. Lo indica con pañuelos que enarbola mientras baila. Un pañuelo rojo indica cruce; uno verde, gura. Los Capitanes, los Agricultores y los Abanderados son hombres, pero el resto son mujeres: Artesanas, Calenditas o Calendiñas. En los inicios yo diseñé una coreografía para las Calendas, pero Magaly Loreto, que es coreógrafa, y el profesor Santiago Bethancourt, que es director del grupo de danzas Las Adoratrices, me ayudaron a perfeccionarla. Santiago es el Capitán Mayor de las Calendas, que es como decir la máxima autoridad de los varones. Magaly es la Dama Guía, que es la máxima autoridad de todas las mujeres. El Capitán Mayor tiene unos Capitanes que lo resguardan a él: los Capitanes Jefes, que tienen su propio batallón. Los Capitanes Jefes, luego de cinco años de permanencia, usan un uniforme de camisa azul, pantalón blanco, capa amarilla y un sombrerito al que le puse el nombre de eloína, en honor a mi madre. Se trata de un sombrerito de copa bajita, que lleva el color de la túnica y una franja dorada por el frente. Luego de cinco años, la túnica ya no es azul sino roja, igual que la eloína, aunque la capa sigue siendo amarilla. Del rojo se pasa a la casulla y a la eloína verde manzana, con una capa blanca por dentro y roja por fuera, y una capilla en la parte de arriba que es blanca por fuera y roja por dentro. Con esos colores iniciamos las Calendas. Para llegar al uniforme verde, se debe pasar antes por el rojo, y para llegar al color verde olivo, se debe pasar primero por el azul. Las mujeres también ascienden en la escala: las Artesanas ascienden a Calendas. Las Calendas son los personajes centrales de la manifestación. Tenemos Calenditas, Calendiñas, que son composiciones de nombres. La Calendiña es una Calenda niña, de ocho a diez años, que lleva muñecas de un metro diez a un metro ochenta. Las Calenditas, que son una combinación de Calenda con señorita, son niñas de doce años en adelante. Luego vienen propiamente las Calendas, damas o señoras que llevan muñecas más grandes, que solo pueden ser manipuladas por mujeres adultas. Existe una Dama Guía para las Calenditas y otra para las Calendas. También una Dama Estandarte, que lleva el estandarte de la Fundación Calendas de San Fernando. Y también otra que lleva el estandarte de las Calendas de San Fernando como Patrimonio del Municipio. Los Agricultores se mantienen como tales, bajo la dirección de un Capataz. De veintisiete personas que comenzamos, actualmente somos trescientas personas que se reúnen para desfilar y bailar. Y esto aparte de las manifestaciones que vienen de otros estados, todas a rendirle tributo a San Fernando unos días antes de la celebración. Las Calendas fueron declaradas patrimonio del municipio el 30 de mayo de 2001, y esto lo ratificaron el 20 de octubre de 2012 en Barinas, junto a otras manifestaciones de los estados llaneros. En Las Calendas no está presente la música llanera sino los propios llaneros. El 20, unos días antes, hacemos una ceremonia que es la bajada del santo. Luego, el 28, se hace una misa de renovación de compromiso donde los calenderos se comprometen a continuar en la manifestación y se bautizan a las Calendas. Hay otro acto en el que se impone una medalla de la virgen al pecho de todos los varones. Lo hacemos para recordar a San Fernando Rey, cuando salía a las batallas llevando una imagen de la Virgen María en el pecho y en el otro lado una imagen de su madre. La medalla de la virgen la traen los padrinos, que vienen de otros estados. Todos los años se nombra a tres padrinos, procedentes de cualquier estado del país, más los tres del estado Apure. En 2012 cumpliremos quince años, por lo que haremos una excepción nombrando a quince padrinos que ya están notificados. Tendremos una Madrina Guía que guiará la coreografía de los padrinos. Balances y desenlaces Si bien los momentos son difíciles, hago un balance y me digo que para nosotros son tiempos bonitos, grandes, porque las Calendas han crecido. Por primera vez tenemos sede, donde trabajamos todo el año. En la actualidad somos la segunda manifestación más numerosa del país. Hemos contado con el apoyo de la Iglesia de manera permanente. Y si los pensamos en términos culturales, pienso que este ha sido el aporte más importante que yo le he dado a mi estado. Hemos tenido diferencias con algunas personas que dicen que esta es una manifestación que trajimos de España, pero yo siempre les recalco que está hecha por un llanero, nacido en Apure. Se trata de una creación llanera, referida a un santo español, aunque para mí se trate realmente de un sueño hecho realidad. Mi vida ha estado dedicada a la cultura, porque todo el entorno me lo ha permitido. La ciudad me ha dado el título de «Artesano del Pueblo.» El día en que yo muera, quiero que las Calendas me lleven hasta el final. Quiero ir escoltado por todos los calenderos. Y quiero que la bandera que yo llevo en las Calendas me la coloquen en la urna. Esa bandera es de color amarillo, pues representa la tierra, y lleva una espada atravesada, que son los símbolos de San Fernando. Que me entierren con mi bandera de calendero y con la bandera de Apure, para indicar que es una manifestación nuestra. Eso es lo que le pido a la Iglesia cada año, para que las Calendas no mueran conmigo. Eso es lo que le pido a mi esposa y a mis hijos.
Antonio López Ortega
Compilador (Octubre 2012)
Gente que hace escuela
Banesco Banco Universal, C.A. y la Fundación Artesanogroup
Editorial ExLibris
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