REDES SOCIALES

martes, 28 de julio de 2020

LA BUSACA DE DON TITO







LA BUSACA DE DON TITO
Las dos primeras décadas del siglo XX, fue de mucha agitación revolucionaria;  por parte de los enemigos del régimen gomecista, principalmente en los llanos de Apure y Barinas. En apure las cosas comienzan a ponerse feas, a partir de Junio de 1914; con el ataque del General Alfredo Franco a San Fernando de Apure; quien valiéndose  de recados secretos, logró de Maisanta la promesa de que si atacaba a San Fernando trataría de sublevar al batallón, cuestión ésta que no logra a pesar de ser para ese entonces, hombre del gobierno al mando del Vaporcito El Masparro.

En un segundo intento de Franco, por atacar a la misma plaza de San Fernando, es cuando es obligado a retirarse hasta Yopito, por el General León Jurado (Gomecista) que finalmente lo derrota y lo hace asilar en la población de El Viento-Colombia, hoy la parte Oeste de Elorza, más o menos de la calle Eneas Perdomo hacia la parte arriba.

También la famosa pelea del 20 de mayo de 1922, comandadas las fuerzas revolucionarias, por Waldino Arriaga Perdomo, se suman a esta serie de acontecimientos guerreristas que exacerban los ánimos del común de la gente y más aún a las del gobierno.

Por aquellos tiempos el Hato la Candelaria propiedad del Benemérito, era administrado por el Coronel Don Tito Rodríguez López, hombre de mucho poder en el Paso Arauca y lugares circunvecinos.

Resulta que para esos días de agitación revolucionaria; se corrió un rumor por los lados de San Juan de Payara y el Paso Arauca, qué Pedro Pérez - Maisanta, venia para el paso a atacar la guarnición militar destacada en esa propiedad gomecista y a la vez hacer preso al Coronel Don Tito Rodríguez. En virtud de los fuertes rumores, el señor Rodríguez decide desocupar el hato con guarnición y todo, y se escondió en un sitio estratégico del gran cajón candelariero; pero en el apuro por coger camino, Don Tito dejó una busaca de tela con todo el dinero que tenía para el pago de las nóminas y otras asignaciones del hato al pie de una gran ceiba; que todavía existe en el Paso Arauca, frente al asiento viejo de la fundación.

De los lados del palmar, vecindario de la propiedad, venía el Sr. Clemente Montoya (mi bisabuelo), quien iba de paso para Apure Seco. Don Clemente al pasar al lado de la Ceiba, vio una busaca tirada en el pie de la misma. Pero la busaca tiene la boca amarrada, lo que le llamó la atención, se bajó y la agarró, dándose cuenta que tenía dinero. La ató de la silla o montura, la tapó con la cobija de pelo y se hizo pasar en la balsa, hacia el lado de San Juan de Payara y se fue para su casa en Apure Seco.

Tan pronto pasó el susto del supuesto ataque de Maisanta, Don Tito se reubica en el hato, y para ese entonces se da cuenta que la busaca con el dinero no la tiene. Hace memoria y recuerda que la valiosa bolsa la había dejado al pie de la ya referida Ceiba. Echó un disimulado vistazo por el sitio de la desgracia y nada de nada.

Con esa gran preocupación se acostó esa noche, que fue de desvelo y conjeturas, pero no pudo conciliar el sueño. Ese otro a muy de mañana, salió para donde su amigo Clemente y le contó lo que  estaba sucediendo. Don Clemente; le  escuchó  atentamente  y  le manifestó  su solidaridad por tan lamentable suceso. Su amigo le pidió que esperara el almuerzo, y como ya era algo tarde, Don Titono opuso resistencia. Después que comieron, tomaron café e hicieron la digestión de la frugal comida, Don Tito se preparó para despedirse, montando su bien aperada mula. Don Clemente le dice que espere un momento que le tenía algo para él. Se metió en su cuarto y sacó la busaca con los reales y se la presentó a Don Tito preguntándole la conocía. Al viejo coronel le relampaguearon los ojos y le vino un mareo que casi se cae de la mula, al ver la bendita busaca motivo de su desgracia y proyectado asilo, Don Clemente Montoya le pidió a Don Tito Rodríguez revisara y contara el dinero, cuestión que éste no aceptó.

El hombre fuerte y de poder en esos lares, que momentos antes estaba hecho un guiñapo por las consecuencias que le acarrearía tal situación, se fue para el Paso Arauca contento y anímicamente reivindicado. Pero sobre todo muy agradecido de su amigo.

Pasado algún tiempo y en pleno mes de agosto, se presentó al Paso Arauca uno de los hijos de Don Clemente, Juan Montoya (mi abuelo) para decirle a Don Tito, que le mandaba a decir su papá que se encontraba preso en San Rafael de Atamaica, por una acusación que le habían hecho los hermanos  Mirabal ante el jefe civil, por el asunto de una mauta que él había marcado con su hierro, y estos señores alegaban la propiedad del animal.

Escuchando los pormenores del mensajero, Don Tito mandó a preparar una embarcación rápida; tripulada por seis canaleteros y una comisión compuesta por seis soldados, comandada por un sargento del ejército. En la tarde de ese mismo día ya se encontraba el Coronel Don Tito Rodríguez López, con todo su séquito en San Rafael de Atamaica. A la voz de llegada del administrador de la Candelaria, el jefe civil y sus mujiquitas salieron a recibirlo en el paso del Atamaica. Tan pronto como se saludaron el viejo  coronel le preguntó al jefe civil que novedades tenía. Este le informó que la única novedad, era que Clemente Montoya estaba preso, porque le había robado una mauta a los hermanos Mirabal, según denuncia hecha por ellos.

Inmediatamente  Don  Tito  ordenó  al sargento desarmar al jefe civil y lo metiera en el calabozo donde estaba Clemente, de una vez le nombró al sargento jefe civil interino. También mandó a buscar preso a los Mirabal _ y los guardó en el calabozo, hasta segunda orden. Dijo Don Tito Rodríguez López, Clemente Montoya no se cogió un solo bolívar de una busaca llena de dinero que se encontró en el suelo y la tuvo en su poder por más de tres semanas; y va a robar una mauta ... Eso no lo creo.

Textos de Ramón Oviedo del libro Sabaneando mis Recuerdos


0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | Blogger Templates