LOS MORMONES EN APURE
Hugo Arana Páez HARPA
Hugoarpa24@gmail.com San Fernando, 15 de junio de 2020
INTRODUCCIÓN:
En esta entrega de la serie de ensayos históricos titulados HISTORIA AMENA me
referiré a la presencia de LOS MORMONES EN APURE, la cual he ilustrado con un
cuento de humor, por cuanto, también soy CUENTISTA, por supuesto, nada que ver
con los cuenteros ja, ja, ja, esos tercios o tercias mala gente quienes del
timbo al tambo andan de casa en casa enredando a todo el mundo con sus chismes
y después de armar un escándalo mayúsculo en la cuadra o en el barrio, se
retiran a sus casas a gozar un puyero con el dolor ajeno y más aún, luego de
haber armado ese zafarrancho o sanpablera tienen el tupé de aparecerse hechos
los pendejos o pendejas CON SU CARITA DE YO NO FUÍ, como si no hubieran roto un
plato ja, ja, ja.
Bien de la presencia de los mormones en Apure, recuerdo que siendo un
adolescente los veía entrando o saliendo de su iglesia situada a la entrada del
terminal de pasajeros Humberto Hernández (ver imágenes) o en su oficio de
misioneros, caminando por las calles del bucólico pueblo. Entonces los miraba
jadeantes, sudorosos y coloraítos con su Biblia o con su Libro de Mormón bajo
el brazo, trajeados con su emblemática camisa blanca manga corta, un elegante
pantalón de casimir azul marino, su simbólica corbata negra y su infaltable
maletín de cuero negro terciado al hombro. Por cierto, aquellos raros
personajes me inspiraron a crear un cuento de humor llanero que he titulado MIS
AMIGOS LOS MORMONES.
Este ensayo consta de dos partes, en la primera destaca el cuento de humor MIS
AMIGOS LOS MORMONES y en la segunda una reseña de la sexta mormona.
1. MIS AMIGOS LOS MORMONES
Género: Cuento de humor llanero
Autor: Hugo Arana Páez HARPA
A mediados del siglo veinte vivía en San Fernando junto a su familia, integrada
por la esposa y sus tres pequeños hijos, un apureño bragado, me refiero a esos
tercios que no se les enfría el guarapo o que no les meten el tiempo en agua,
llamado casualmente José Antonio Páez a quien sus paisanos apodaban El Taita,
tal vez equiparándolo al audaz general patriota llanero, héroe de la independencia.
Por cierto, nuestro personaje se distinguía por ser un cascarrabias,
irreverente y sobre todo por su irreligiosidad.
Un día, estando José Antonio junto a su familia parado frente a la puerta de su
casa, ya listo para despedirse, cuando sorpresivamente observó que a lo lejos
venían presurosos hacía el grupo tres individuos; eran tres musiúes catiritos,
trajeados de camisa blanca manga corta, corbata negra, pantalón azul marino y
en la diestra, cada uno cargaba un vistoso maletín negro de cuero. Todo indicaba
que se trataba de tres mormones. Seguramente, pensaba El Taita, ya vienen esos
musiúes a apabullarnos con su imparable y fastidiosa perorata a hablarnos del
fin del mundo, que nos arrepintamos porque el fin está cerca, que aún estamos a
tiempo, que si el pato y la guacharaca o que si el patatín y el patatán,
probablemente se enfrascarán en una interminable charla y como yo no creo en
esa vaina, lo mejor que podemos hacer es meternos para la casa y dejar que esos
locos sigan su camino. Dicho y hecho, nervioso El Taita atropelladamente
conmino a la esposa a entrar a la vivienda.
-¡Mi amor, agarra a los niños y vámonos pa´ dentro!
-¿Qué te pasa José Antonio? ¿Por qué nos empujas?
-¡No pregunte marisqueras y métase pa´ la casa le digo!
-¡Mira! ¡Tú sabes cómo es la vaina José Antonio, yo de aquí no me muevo!
-Anda mi amor, por favor, metete de una vez... ¿Si?
Rogaba desesperado el tercio.
-¡Hasta que no me digas qué vaina pasa, yo no entro!
-Está bien mi amor ¿Tú ves aquellos catiritos que vienen apuraítos hacia acá?
-¡Si, si los veo! ¿Acaso tengo los ojos sancochaos pa´ no velos?
-Bien, esos tercios vienen a sermonearnos con esas pendejadas de que tienes que
arrepentirte porque el fin del mundo se acerca y en esa vaina se ranchan aquí
toda la mañana echándonos a perder el día y usted sabe que hoy es lunes y hay
que agarrá la semana por la punta.
-¡Sí, si es verdad mi amor! ¿Si así es la vaina? ¡Ya nos vamos a meté pa´
dentro!
Ya los mormones se hallaban a pocos pasos del grupo. Mientras que muy
diligentes, José Antonio y su mujer Dominga, a empujones introducían a los
niños en la vivienda. El último en entrar fue el nervioso José Antonio, quien
de un portazo cerró el desvencijado portón. Ya en la sala, el hombre más
calmado, susurrando rogaba a los niños.
-Niños, pase lo que pase, no hagan bulla y si tocan la puerta no contesten.
Al instante, escucharon un fuerte e insistente toc, toc, toc, toc, que sacudía
el grueso portón de madera.
-Sssshhhh…, niños no contesten, no hagan bulla, quédense calladitos.
-¿Papaíto por qué no podemos preguntar quién toca la puerta?
-Esos son los mormones, quienes amén de fastidiosos, seguramente vienen a
darnos una larga charla de su religión y así se van a ranchar aquí toda la
mañana y por supuesto, a su mamá no la van a dejar hacer sus oficios y a mí me
van a impedir salir a hacer mis diligencias ¿Ahora si entienden?
-Si papaíto, ahora si lo vemos todo clarito...
-Bien ¿Ahora si comprenden por qué les digo que deben quedarse calladitos?
-¡Sí papaíto, si comprendemos!
-¡Toc, toc, toc, toc…!
-Nuevamente los mormones golpeaban con insistencia el alto y resistente portón
de madera.
-Silencio, silencio niños, no contesten.
-¡Toc, toc, toc, toc, toc…!
-¡Qué vaina con esos carajos! ¡Con esa tocadera, se me está revolviendo el José
Antonio con el Páez! Si vuelven a tocar de esa manera les voy a salir y les voy
a armar un peo pa´ que se vayan con su cantaleta pa´ otro lao y pa´ que más
nunca les queden ganas de volvernos a fastidiar.
-¡Cuidao con una vaina José Antonio! ¡Mira que yo te conozco muy bien y sé que
eres capaz de caerles a golpes a esos pobres musiúes!
Como cual pitonisa angustiada, la mujer advertía al rabioso marido no fuera a
cometer un desaguisado.
-¡Toc, toc, toc, toc, toc…. ¡
Nuevamente, sonaron los fuertes golpes en el estropeado pero resistente portón
de masaguaro.
-¡Señores, señores, abran la puerta, nosotros sabemos que están allí!
-¡Ahora sí mi amor, ya esos mormones del carajo van a ver quién es José Antonio
Páez! ¡Hoy se va armar en esta casa una sanpablera de Padre y Señor mío!
-¡No José Antonio! ¡Por nuestros hijos no vayas a pelear con esos musiúes!
Rogaba la angustiada mujer; mientras que los asustados niños abrazados al padre
y con el llanto en sus ojos le suplicaban que no saliera a confrontar a los
religiosos.
-¡Toc, toc, toc, toc, toc...!
Esta vez los golpes eran más fuertes e insistentes.
-¡Coño, dejen la tocadera que ya voy a abrir!
Gritó desde la sala el enfurecido José Antonio.
-¡Señor por su bien y el de su familia abra la puerta!
Como si fuera una orden, uno de los catiritos solicitaba abrieran el viejo
portón.
-¡A mí no me hable así que ahora si voy a abrir para aclarar qué vaina les pasa
a ustedes!
Vociferaba desde adentro el furibundo José Antonio, quien ante la insistencia
de los mormones y más rojo que un tomate maduro andaba en la sala de un lado
para el otro. Mientras que en un rincón de uno de los aposentos la mujer,
temblorosa abrazada a sus hijos rogaba a Dios no se fuera a armar un pleito.
-¡Dios mío, por favor, evita que ese loco vaya a armarles un samplegorio a esos
musiúes y ocurra una tragedia!
Al fin, el enfurecido José Antonio con la cara bien amarrada, atinó a abrir de
par en par el pesado portón, para percatarse que frente a él se hallaban
plantados en la acera tres sonrientes musiúes, con su camisa manga corta
blanca, su bonita corbata negra, su bien planchado pantalón de fino paño azul
marino y un llamativo y lustroso maletín de cuero en la diestra.
-¿Qué vaina les pasa a ustedes que están ahí parados con los dientes pelaos?
¿De qué carajo se ríen, acaso tengo un moco en la cara? ¿Acaso es una gracia
haberle caído a coñazos al portón? ¿Es que ustedes son unos locos o qué vaina
les pasa? ¡Sepan que yo me llamo José Antonio Páez y hoy lunes amanecí con el
José Antonio revuelto con el Páez!
Ante la retahíla de improperios, los mormones, impasibles continuaban con los
dientes pelaos. Haciendo que el llanero les endilgara otra retahíla de
insultos.
¿Qué carajo quieren ustedes, nojoda? ¿Por qué coño tocan el portón de esa
manera? ¡Ustedes son unos mal educados y faltas de respeto al venir un lunes
bien temprano a caerle a coñazos a la puerta de mi casa! ¿Acaso en su país no
les enseñaron a respetar el derecho a la privacidad de las familias? ¡Ustedes
son unos grandes carajos porque después de caerle a coñazos a la puerta, tienen
el tupé de pelarme los dientes! ¡Ah y otra vaina, sepan que estoy bien arrecho,
así que no me vengan con sus charlas del fin del mundo o que tenemos que
arrepentirnos porque estamos viviendo los últimos días o el viejo cuento que si
el pato y la guacharaca o que si el patatín y el patatán, porque en esta casa
no tenemos tiempo para estar escuchando pendejadas! ¡Y ya, para finalizar, si
tienen algo que reclamarme échenlo pa´ fuera de una vez pa´ arreglá ese peo
ahorita mismo, bien sea por las buenas o por las malas!
Terminada la sarta de insultos y la retahíla de palabrotas de grueso calibre
que les largaba el rabioso José Antonio. El más alto de los tres catiritos,
muerto e´ la risa sacó de uno de los bolsillos del pantalón un llavero que
mostró en la mano, era un voluminoso fajo de llaves, que cual chinchorro en
caney sillero, el sonriente mormón mecía de un lado para el otro. José Antonio,
al mirar sorprendido el bojote de llaves, reconoció que eran las suyas.
Ante la perplejidad de El Taita, el sonriente mormón habló.
-Buenos días señor, ante todo le pedimos disculpas por haber tocado la puerta
de su casa con tanta insistencia, pero es que se trataba de algo de suma
importancia.
Otra vez el Musiú mostró el fajo de llaves a la vez que le rogaba a El Taita
los atendiera, por cuanto, tenían algo importante que contarle. Por supuesto,
ante aquellos danzantes y apreciados objetos el furioso Taita, se tornó en
sonriente payaso y cual mansa y tierna palomita de la paz, sumiso los miraba.
-je, je, je.
Ante el convincente argumento, José Antonio apenas atinó a exhibir una tímida
risita que le permitiera coordinar alguna frase coherente.
-Amigos míos, ustedes dirán ¿En qué puedo servirles…?
-No, se preocupe Don, nosotros no venimos a pedirle nada, sino a decirle que
desde lejos observábamos que usted no quería escuchar nuestro mensaje
anunciándole las BUENAS NUEVAS.
-¿Cómo que no quería escuchar las BUENAS NUEVAS? ¡Claro que sí! ¡Fíjense que
les abrí la puerta y aquí estoy listo para escucharlos con mucha atención je,
je, je!
-Ja, ja, ja, ¿Por qué al mirarnos de lejos, se empeñó en empujar a los niños y
a su esposa para que de prisa entraran en la casa? Y ¿Por qué cerró la puerta
de un portazo, dejando las llaves colgadas de la cerradura?
-¿Ustedes saben por qué me comporté así? je, je, je.Taita que aquí tiene sus llaves, nos perdona por el mal rato que pudimos haberle ocasionado y mientras
-¡Claro que lo sabemos Don!
-Je, je, je, claro que no lo saben je, je, je, yo empujé con fuerza a mi esposa
Dominga y a los niños, porque a mi hijo Joseíto, de repente le dio un
retortijón de barriga de Padre y Señor mío y tuvimos que llevarlo en volandilla
al baño je, je, je, por eso fue que entramos apuraítos a la casa y por eso
lancé la puerta con fuerza je, je, je.
-Está bien Don….
-José Antonio Páez, El Taita para servirles je, je, je.
-Gracias Don José, le decía que nosotros, viendo el peligro al que ustedes
estarían expuestos, corrimos en su busca para entregarle las llaves y por esa
razón tocamos la puerta con tanta vehemencia. Así amigo continuamos nuestro camino, rogamos al señor que lo bendiga a usted y
a su familia y a nosotros por haber hecho hoy una buena obra.
Apenado por haber injuriado inmerecidamente a los mormones, José Antonio, había
cambiado de actitud, de enfurecido tigre mariposo de los bosques de la llanura
se transformó en manso carnero.
-¡Muchas gracias muchachos y que Dios me los bendiga je, je, je! ¡Por cierto,
antes de que se vayan les ruego pasen adelante para que se tomen un cafecito
recién colao je, je, je!
-No se preocupe Don José.
-¿Cómo que no voy a preocuparme? ¡Dejar que mis amigos se vayan sin que los
atienda como bien se merecen je, je, je? ¡Aquí es tumbando y capando, pasen
adelante y siéntanse como en su casa, porque mi casa es también la de mis
amigos je, je, je?
-Ah que bien, Muchas gracias Don José.
Agradeció uno de los catiritos.
-Pónganse cómodos que ya voy a decirle a mi esposa les cuele un cafecito.
-¡Gracias Don José!
-¡Dominga, Dominga! ¿Dónde andas mi amor! ¡Acércate para que conozcas a mis
amigos y para que nos cueles un cafecito! ¿Aonde andas mujer? ¡Dominga,
Dominga…contesta mi amor!
En la alcoba, acurrucada de terror pensando en lo peor, en un rincón con sus
pequeños hijos, Dominga, confundida cavilaba.
-¡Bueno ahora si es verdad que la gata se subió a la batea! ¿Qué vaina le pasa
a ese loco que ahora no haya que hacer con esos musiúes? ¡Hay que ve! ¿No y que
los iba a espescuazá? ¡Que si los veía les iba a entrar a coñazo limpio pa´ que
aprendieran a respetá! ¿Qué mosca lo picó que ahora está que no haya que hacé
con esos tercios? Voy a salí a vé qué vaina es lo qué pasa.
Al fin la confundida mujer salió a la sala, donde muerto de la risa estaba José
Antonio departiendo alegremente con los tres musiúes.
-¡Amigos míos! Conozcan a mi esposa Dominga Ortiz de Páez y a mis tres hijos.
-Mucho gusto señores, bienvenidos a nuestro hogar.
-¡Muchas gracias señora!
-¡Dominga mi amor, cuélales un cafecito aliñado con canela de la India a mis
apreciados amigos je, je, je!
-Ya les iba a preguntar si les apetecía un cafecito pero te me adelantaste José
Antonio ja, ja, ja.
-¡Mi amor! ¡Apúrate con el café aliñado con canela de la India, porque mis
amigos tienen que seguir por las calles predicando las BUENAS NUEVAS y de ñapa
haciendo buenas obras je, je, je.
Al pie del fogón la fiel esposa musitaba.
-¡Que arrechera! ¡Yo no creía en milagros! Pero hoy en mi casa se ha producido
uno sin ton ni son, hay que vé que Dios hace prodigios, estoy confundida con el
loco y neurasténico de mi marido ¿Quién iba a creer que en menos tiempo que
espabila un cura loco, el cascarrabias José Antonio se convertiría en un manso
cordero? ¡Gracias les doy a Dios y a esos musiúes y ojalá haya cambiado para
siempre!
-¡Dominga, Dominga, mi amorcito ¿Qué pasa con el café je, je, je?
-Voy en camino mi cielo.
-¡Apúrate mi amor, porque mis amigos LOS MORMONES tienen mucho que hacer!
-Coño, que ladilla con José Antonio que no haya que hacer con esos musiúes.
Ese día en la vivienda de José Antonio Páez, El Taita, reinaba la paz y donde
los tres mormones, amén de saborear aromáticos y humeantes cafecitos recién
colados servidos en unas bonitas totumitas negras, degustaron exquisitos
postres y para remate, almorzaron un suculento sancocho de gallina negra preparado
por Doña Dominga Ortiz de Páez y de la desagradable experiencia de las llaves
hicieron chistes y como resultado de ese fortuito encuentro, los mormones
ganaron para su causa a la más fiel y devota de las familias sanfernandinas.
Desde aquél día El Taita y su grupo familiar se hicieron incondicionales
devotos de los mormones.
Esa noche, en la alcoba José Antonio le comentaba a Doña Dominga.
-Mi amor, estoy arrepentido de haber maltratado injustamente a esos musiuitos.
-Sí cariño, es que tú te fuiste de las primeras.
-Es verdad Dominga ¿Te imaginas si esas llaves las hubieran agarrado gente
amiga de lo ajeno?
-¡Claro que me imagino lo peor!
-Si mi cielo ya nos hubieran mudado y esta noche estaríamos tirándole peos a la
luna ja, ja, ja.
-Bueno José Antonio, vamos a ver si pegamos los ojos porque mañana bien
tempranito debemos congregarnos en LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE
LOS ÚLTIMOS DÍAS (así se llama el templo de los mormones situado en las
cercanías del terminal de pasajeros Humberto Hernández) y después salir por
esas calles a predicar LAS BUENAS NUEVAS como ellos dicen ja, ja, ja.
-Sí, sí, es verdad, que tengas BUENAS NUEVAS, perdón mi amor je, je, je, quise
decir BUENAS NOCHES ja, ja, ja, hasta mañana.
-¡Carajo contigo José Antonio, esos mormones te dejaron loco e´ bola! ¿Por
cierto, dónde pusiste las llaves?
-¿Las llaves?
-¡Si mi cielo, las llaves!
-¿No me digas que las volviste a dejar pegadas en la cerradura?
-¡Que vaina contigo Dominga! ¿No me pidas que debo levantarme a esta hora a
abrir el portón a ver si las dejé guindadas a la cerradura?
Esa madrugada el hombre y la mujer con suma precaución abrieron la puerta y
constataron que no colgaban de la cerradura.
-¿Y dónde estarán?
A esa hora el angustiado matrimonio se dedicó a buscarlas por todos los
rincones y en esa afanosa búsqueda, marido y mujer, pusieron la casa patas
arriba; asimismo estando en esa pesada e inútil pesquisa los agarró el día y
extenuados y hambrientos se dirigieron a la cocina a preparar el desayuno.
Después de haber comido hasta quedar ahítos el trasnochado José Antonio le
propuso a la soñolienta Dominga.
-¡Bueno mi amor yo no aguanto el sueño vamos a dormir!
-¿A dormir?
-Sí mujer vamos a acostarnos para tratar de dormir un poquito.
Cuando el matrimonio se dirigía desfalleciente a la alcoba, uno de los niños se
había levantado y con el índice advirtió al padre.
-¡Papaíto! ¿Tú buscabas las llaves de la casa?
-¡Si hijo, pasamos toda la noche en eso y nada que aparecieron!
-¡Papaíto pero por qué las andabas buscando si las cargas en las manos!
Con sorna Dominga le espetó a El Taita.
-¡Hay que ver José Antonio!
-¿Hay que ver qué?
-¡Gua que usted por estar pendiente de sus amigos Los Mormones ha perdido la
chaveta y hasta los libros ja, ja, ja!
-¡Mira Dominga tú sabes cómo es la vaina!
-¿Qué vaina?
-¡Juéguese con el santo pero con la limosna no; quiero decirle que con MIS
AMIGOS LOS MORMONES no se meta y por cierto, te ruego me vayas respetando!
-¡Hay que ve José Antonio!
-¿Qué hay qué ve?
-¡Gua que tú no aguantas mamaderas de gallo! Por favor no vayas a ponerte bravo
y anda a guindá las llaves en el clavito de la cocina y vamos a prepararnos.
-¿A prepararnos a dormir?
-¡Que dormir del carajo! ¿Acaso no quedaste con tus amigos los musiúes que hoy
bien tempranito íbamos a congregarnos en su templo LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE
LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS?
-¡Coño es verdad! ¡Bueno! ¿Y qué haces parada ahí? ¡Vaya a vestir los niños que
yo me voy a emperifollar para llegar tempranito al templo mormón como les
ofrecí a MIS AMIGOS LOS MORMONES!
-Ja, ja, ja, José Antonio ¿Qué mosca te picó?
-A mí no me ha picado ninguna mosca ni nada que se le parezca, sino que hay que
estar agradecido a Dios ¿Acaso no te has dado cuenta que lo que hicieron MIS
AMIGOS LOS MORMONES ha sido un milagro de Dios?
-¿Ahora si son tus amigos? ¡YO SOY VIRGEN! Ja, ja, ja!
-¡Déjese de estar tirando puntas y hablando pendejadas Dominga y apúrese que
vamos a llegar tarde al templo!
Ese día, los desvelados José Antonio Páez y Dominga Ortiz de Páez , seguidos de
sus pequeños hijos andaban apresurados y sudorosos por las bucólicas calles de
San Fernando rumbo a LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS
DÍAS, donde a las puertas de esa casa de oración los esperaban muertos e´ la
risa con los dientes bien pelaos, tres catiritos, vestidos con camisa blanca
manga corta, bonita corbata negra, pantalón de casimir azul marino y maletín de
fino y pulido cuero en la diestra ja, ja, ja.
2. LA IGLESIA DE JESUSCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS
El Movimiento de los Santos de los Últimos Días, también conocido como
MORMONÍSMO es una ideología religiosa conformada por un grupo de iglesias
cristianas. Fue fundada en Estados Unidos por Joseph Smith el año 1830. Las
principales denominaciones del movimiento son la Iglesia de Jesucristo de los
Santos de los Últimos Días (también conocida como iglesia mormona o iglesia
SUD). Se caracterizan por practicar la poligamia y el matrimonio eterno.
La base de su doctrina la constituyen la Biblia y el libro de mormón. Al
movimiento se le conoce como mormonismo y a sus miembros como mormones.
Inicialmente usado de forma despectiva por sus detractores, por lo que sus
seguidores han adoptado el término, Miembros de la Iglesia de Jesucristo de los
Santos de los Últimos Días.
Los orígenes del mormonismo se remontan al 6 de abril de 1830 en la región
occidental del estado de Nueva York, donde Joseph Smith fundó la Iglesia de
Cristo, con el objetivo inicial de crear una Nueva Jerusalén en Nueva York, a
la que llamaría Sion.
Según Smith el año 1820 en la localidad de Palmira aledaña a la ciudad de Nueva
York, Dios y Jesucristo se le aparecieron para ordenarle que desaprobara y
considerara como falsos todos los credos de las iglesias existentes hasta
entonces. A ese supuesto encuentro se le conoce como Primera Visión. Smith
también dijo que el 21 de septiembre de 1823 recibió una segunda visión, esta
vez de un ángel llamado Moroni, el cual le indicó que sobre una colina cercana
a Palmira encontraría enterrados unos manuscritos en planchas de oro, los
cuales serían un compendio de profecías pertenecientes a la América antigua.
Tales escritos, fueron supuestamente traducidos por Smith, que hoy se conocen
como el LIBRO MORMÓN que se publicó el año 1886 y que hoy constituye uno de los
textos canónicos del movimiento; según ese libro, Jesucristo habría visitado
América después de su resurrección.
El año 1831 Smith y sus primeros fieles se mudaron a Ohio donde establecieron
un asentamiento en el Condado de Jackson, Misuri, donde se instauraron hasta el
año 1833 cuando los habitantes de ese condado los expulsaron violentamente. El
año 1838 Smith reagrupó al resto de sus seguidores en otro asentamiento
denominado Far West, en Misuri, donde las tensiones con los antiguos colonos
escalaron hasta llegar a conflictos violentos. En 1839 los mormones se
instalaron en la ribera del río Misisipi, donde fundaron la ciudad de Nauvoo,
la cual comenzó a crecer rápidamente gracias al asentamiento de nuevos
conversos traídos por los misioneros mormones. En el año 1839, Joseph Smith
introdujo la poligamia entre sus más allegados y a establecer nuevas ceremonias
que supuestamente permitían a los justos convertirse en dioses.
El 27 de junio del año 1844, Joseph Smith y su hermano Hyrum fueron asesinados
mientras se encontraban detenidos en una cárcel de Illinois. Debido a que Hyrum
era el sucesor designado de Smith, se desató una crisis de sucesión que provocó
varios cismas en la iglesia, de la que surgiría Brigham Young, primero radicado
en Nebraska y desde 1847 en Utah, de donde surgirían otras ramas del movimiento
originario.
La doctrina de la poligamia impulsada por Smith se formalizó públicamente el
año 1852. Diez años después se comenzaron a promulgar en Estados Unidos
diversas leyes en contra de esa práctica hasta que el año 1890, el Tribunal
Supremo de los Estados Unidos la prohibió. De este modo, los mormones perdieron
su derecho al voto, pero no el derecho a tener muchas esposas ja, ja, ja.
CONCLUSIÓN:
De este ensayo se puede inferir que el Estado Apure, ha sido tierra fértil o
tierra permeable al mestizaje (encuentro biológico y cultural entre etnias
diferentes). En lo cultural, ha sido permeado por las manifestaciones
ideológicas de control social, entre las que se cuenta la religión católica.
Entre los fundadores de la capital del llano venezolano destacaba Fernando
Miyares González (*), primer Gobernador del Estado Apure y Gobernador de la
Provincia de Barinas a la que pertenecía la Otra Banda del Apure, como se
conocía entonces al actual Estado Apure; el Capitán de Justicia Mayor, Juan
Antonio Rodríguez quien sería su primer prefecto o primera autoridad civil y el
fraile Buenaventura de Benaocaz, quien sería el primer sacerdote de la ciudad.
Esos tres señores serían los encargados de erigir la primera casa de oración en
la ciudad.
Por supuesto, el mestizaje (Biológico y cultural) no se quedó en la Conquista o
en La Colonia, sino que en La República sigue vivito y coleando. Por cierto,
hoy se ven muchos vegueritos con los ojos rayados o vegueritas catiritas ja,
ja, ja. (Como prueba de lo que aquí escribo, los invito a escuchar el jocoso
pasaje interpretado por nuestro Dámaso Figueredo, LA HIJA CATIRA o la TONADA
DEL TORMENTO de nuestro Simón Díaz, ja, ja, ja).
Producto del mestizaje, en lo cultural, concretamente en los asuntos
religiosos, hoy tenemos numerosos patrimonios edificados dedicados a difundir
la fe, entre los que destacan la iglesia catedral de San Fernando, las
numerosas iglesias evangélicas, adventistas, Testigos de Jehová y por supuesto
LA IGLESIA DE JESUSCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS.
Como corolario de lo que se ha dicho en este ensayo, cabe hacer la pertinente
pregunta ¿DÓNDE HA QUEDADO LA FE DE NUESTROS ABORIGENES APUREÑOS? De nuestros
indígenas podemos decir que se les ve con su miserable vida, viviendo
arrochelados al aire libre en una desguarnecida y cochambrosa vivienda aledaña
al terminal de pasajeros Humberto Hernández o recogiendo de la basura restos de
alimentos en el mercado municipal o mendigando por las calles del pueblo para
luego con lo que le ha brindado la mano generosa, emborracharse hasta quedar
largo a largo tendidos en el piso.
En cuanto a la fe de nuestros indígenas apureños, podemos concluir que
precisamente a raíz del incesante mestizaje cultural, debieron someterse por las
buenas o por las malas (la cruz o la espada) a los intereses del conquistador o
del esclavista quienes le borraron su cosmogonía. Finalmente, quiero recalcar
que gracias a una perversa y bien pensada política de ACULTURACIÓN su herencia
cultural fue dada de baja para siempre.
(*) Fernando Miyares
González fue el fundador de la Villa de San Fernando del Paso Real de Apure (28
de febrero del año 1788); asimismo gobernador de la recién creada Provincia de
Barinas (febrero 1786) y desde el 19 de abril del año 1810 le correspondía
suceder en la Capitanía General de Venezuela, al depuesto Vicente D´ Emparan;
pero el capitán de la marina real, el canario Domingo de Monteverde, venido de
Puerto Rico se interpuso, impidiéndole asumir el cargo. Estos hechos y el terremoto
del 26 de marzo del año 1812, fueron las circunstancias que hicieron que los
patriotas perdieran el apoyo popular, haciendo que el 30 de julio del año 1812,
el atrabiliario Monteverde y Miranda firmaran en San Mateo el vergonzoso y
tristemente conocido armisticio mediante el cual se selló la pérdida de la
PRIMERA REPÚBLICA.
Por cierto, la esposa de Fernando Miyares, Doña Inés Mancebo de Miyares, fue la
primera nodriza del Libertador, por cuanto, Doña María Concepción, estaba
imposibilitada de dar el pecho al niño y hubo de acudir a su amiga y vecina
Doña Inés, para que la auxiliara en ese trance. Por cierto, en aquella época
amamantar a un recién nacido se le nombraba HACER LAS ENTRAÑAS AL NIÑO.
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