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lunes, 31 de mayo de 2021

LA MATANZA: ANCESTRAL MATADERO DE SAN FERNANDO

 

LA MATANZA: ANCESTRAL MATADERO DE SAN FERNANDO

POR: Hugo Arana Páez

Me referiré a otra magnifica edificación construida por el Presidente del Estado Apure, el sanrafaeleño Raimundo Fonseca (*) a finales del siglo XIX y que hoy sería un valioso patrimonio cultural edificado de La Ciudad de la Esperanza. En honor a esa vetusta construcción he nombrado este trabajo LA MATANZA: ANCESTRAL MATADERO DE SAN FERNANDO; asimismo se hará una aproximación a la vida y obra del matarife del pueblo RAFAEL BENITEZ, mejor conocido como EL CATIRE BENITEZ… ¡Ah! Se me había olvidado decirles que también les entregaré una ñapa, como es el cuento fantasmal llanero de mi autoría, titulado precisamente EL JINETE DE LA MATANZA…

Nuevamente les doy las gracias a los artistas plásticos y a los fotógrafos profesionales o aficionados a ese arte, quienes con sus hermosos lienzos y sus bonitas y coloridas imágenes engalanan y contribuyen a facilitar la comprensión de estos trabajos.

1. LAS MARÍAS Y EL MATADERO DE SAN FERNANDO A PRINCIPIOS DEL SIGLO VEINTE

Referían viejos sanfernandinos que a principios de la centuria pasada, pasaba detrás del viejo cementerio de La Chimborazo el Camino Real que conducía al lejano Paso Apure (actual cruce de la Perimetral norte y la Calle Independencia). Entonces, esa vía era muy transitada por las puntas de ganado que los sudorosos cabestreros con el silbo y la tonada conducían rumbo al centro del país; pero también contaban que a cada rato se miraba, en ambos sentidos, el trajinar de los viajeros a caballo, mula, burro o en carretas rumbo al centro del bucólico San Fernando. Mientras que al oeste de esa vía, en medio del tierrero y desde la casa del hato, conocida como QUINTA LAS MARÍAS (actual Liceo Francisco Lazo Martí) se miraba gozoso a su propietario, el hatero Manuel Mendible, gozando un puyero y observando el interminable ajetreo de hombres, bestias y reses en continuo peregrinar.

LAS MARÍAS contaba con enormes potreros de pasto alparà. Entonces a principios del siglo veinte, había pocos automóviles en Apure por lo que los viajeros debían movilizarse a lomo e´ caballo, mula, burro o carretas. Por cierto, había una ordenanza en San Fernando que en resguardo del ornato del pueblo prohibía el tránsito de jinetes en caballos, mulas o burros y por lo tanto estaban obligados a dejar sus animales en los potreros que se hallaban a la entrada de la ciudad; solamente se permitía el acceso a aquellos cuadrúpedos que traían cargas (arreos de burros) o que tiraran de carretas. En ese sentido, el negocio de los potreros en La Ciudad de la Esperanza era muy rentable, por cuanto, se cobraba un bolívar por día con su noche y así ocurría en LAS MARÍAS, donde los viajeros dejaban sus animales pastando allí; asimismo los cabestreros venidos de los hatos del Medio y Bajo Apure arreando rebaños de hasta trescientas reses, cuando llegaban de tardecita a San Fernando y como ya no podían lanzarlas a las torrentosas aguas del Apure, se veían en la necesidad de empotrerarlas hasta el amanecer. En ese bucólico y aldeano paisaje frente a la Quinta Las Marías (Camino Real de por medio, lo que ahora es la Avenida Miranda) se hallaba el Matadero Municipal, llamado coloquialmente LA MATANZA siendo el matarife oficial EL CATIRE BENITEZ.

El Camino Real era un ancho callejón de tierra que entonces separaba al matadero y al Cementerio de LA QUINTA LAS MARÍAS; por cierto, esa vía pasaba por la Casa de Zinc (un caserón propiedad del libanés Chara Latuff y que antes había pertenecido al General Francisco Antonio Arnao; por cierto, esa rara edificación le dio nombre al actual sector CASA DE ZINC) y su extremo norte empalmaba con El Cañito, por ahí los cabestreros conducían los rebaños de ganado procedentes del Medio y Bajo Apure rumbo al centro del país. LA QUINTA LAS MARÍAS le dio el nombre a la popular barriada LAS MARÍAS donde laboró y vivió durante muchos años el matarife del pueblo apodado EL CATIRE BENITEZ. Seguramente que las reses que iban a beneficiar en LA MATANZA, mientras les llegaba su turno de ser sacrificadas las empotrarían días antes en los corrales de LAS MARÍAS.

2. ¿QUIÉN FUE EL CATIRE RAFAEL BENITEZ?

El matarife de San Fernando era un llanero bragao quien sin ton ni son, donde llegaba se presentaba con su grito sabanero y altanero…

-…“Aquí está El Catire Benítez, carajo”…

Vino de Tinaquillo, Estado Cojedes a principios del siglo veinte, llegó a La Ciudad de la Esperanza a construir sus sueños, se vino por la ruta de El Baúl atravesando montes y haciendo zigzags en los meandros del río Portuguesa, hasta que al fin llegó al río Apure. Desde entonces, El Catire Benítez se convirtió en el Matarife oficial de San Fernando allá en la vieja matanza de la ciudad, situada en la Calle Sucre frente al viejo cementerio municipal de la Calle Chimborazo. En la década de los años veinte, cuando la demanda era mucha se beneficiaban en San Fernando hasta veinte reses diarias. En el desuello de los animales, Benítez tenía como ayudantes a sus hijos mayores para el proceso de voltear las reses y el desprese. En San Fernando contrajo nupcias en dos ocasiones, procreando en ambos matrimonios una numerosa prole que con mucha responsabilidad y cariño formó en su vetusta vivienda de JOBALITO ARRIBA. Cuando era la época de pasar ganado por el Apure rumbo hacia Puerto Miranda, no faltaba el Catire montado en su bien adiestrado caballo EL TUSÓN, una bestia de color negro tinto, un rucio potrón al cual había enseñado MAÑAS y cuando los muchachos del pueblo lo veían, lo esperaban para decirle.

-Catire espántale los mosquitos al caballo.

Inmediatamente Benítez espoleaba al noble bruto y lo amenazaba con la rienda y el caballo tiraba un par de patadas en el aire, demostrando su buen entrenamiento al que lo había sometido su propietario a quien jamás lo hizo quedar mal parado. En esa época al Matarife se le pagaba cinco bolívares (un fuerte) por el desuello de cada res y veinte bolívares por ayudar a tirar el lote de ganado candelariero y cachalero (mañoso) para el otro lado del río. Supongo que El Catire Benítez competiría de tú a tú con el cabestrero Ángel María Nieves, en las riesgosas faenas de tirarse junto a las reses a las caimanosas y torrentosas aguas del Apure.

Se dice que una vez cumplidas las faenas y después de haber recibido la paga, el Catire hacía dos montoncitos con las monedas recibidas y después de apiladas, sonriente exclamaba en voz alta, como para que todos los presentes lo oyeran.

-Este montoncito de aquí es para la vieja y mis sutes, que algún día me lo agradecerán y éste otro.....y se quedaba callado un rato, para que los curiosos le preguntaran…

- ¿Y el otro montón Catire…?

-¡Gua! El otro es pa´ echame un palo e´ berro, guásima o ponsigué por el pueblo.

Y dicho esto, le echaba la pierna al TUSÓN y con los ojos bien pelaos que hacían juego con su rubia piel y la rojiza pelambre que caía sobre sus musculosos hombros, hacían pensar en el Catire Páez en Mucuritas, en Las Queseras o en El Yagual; así se veía a Benítez, envalentonado como un furioso centauro llanero galopando por las solitarias y polvorientas calles del pueblo. De igual manera, cuando El Catire iba en su caballo El Tusón, se dejaba escuchar su tonada y su verso a flor de labios con una voz nasal y ya bien conocida de los parroquianos. En los barrios populares se corría la voz…

-Ya se rascó el Catire Benítez a guardar los muchachos porque ya el rucio va a estar espantando mosquitos en las pulperías...

Y en efecto así era. En ese tejemaneje se le veía al Catire presentándose con su erguida figura en su caballo, cual CENTAURO LLANERO tocando el marco de las puertas con su chaparro en la mano, mientras que con una cuarteta en octosílabo solicitaba al cantinero o al pulpero le sirviera un trago preparado a base de aguardiente y ponsigué, guásimo o berro o qué sé yo con qué otra vaina lo preparaban ja, ja, ja.

Écheme un berro bien fuerte,

que tengo el cuerpo mojao,

démelo por el lado tuerto

que ese no se me ha anegado

De un solo sorbo ingería la infusión fuerte y amarga. Enseguida halaba la rienda hacia atrás y ya la noble bestia sabía que se iba a otro lado con hombre y tonada por las calles. Pero El Catire pensaba siempre en su vieja y los sutes como cariñosamente él los nombraba. En ese sentido, compró a un lado de LA MATANZA un terreno para construirle una vivienda a su familia; las escrituras fueron redactadas por el escribano Don Rafael Pérez Flores, quien vio un pingüe negocio en un terreno en los extramuros de la ciudad (esa propiedad estaba situada en La Calle Sucre, frente al lejano cementerio de La Chimborazo y que hoy por el crecimiento del pueblo ahora se halla en el centro de la ciudad ja, ja, ja).

En una ocasión en que andaba en el rucio por la Calle Comercio cruce con Calle El Encuentro (antes La Puerta), se introdujo en la pulpería de Don Manuel Márquez y a petición de uno de los clientes, quien le pidió que EL TUSÓN espantara los mosquitos, enseguida el hombre espoleó al caballo para que largara el par de patadas, pero con la mala suerte que la puntería del bruto no fue tan certera en patear a la imaginaria mosca en el aire, en cambio la coz la dio de lleno al portón de madera del negocio, abriéndolo en dos piezas. Don Manuel hombre también de pueblo y experiencia, observó cuidadosamente los daños que causó el impacto del animal, sin inmutarse comento.

-Catire, registra el caballo a ver si se te ha malogrado.

Por buena suerte, el noble animal no sufrió ningún daño. Por supuesto, el apenado catire quiso salir dando disculpas a Don Manuel e irse a echar el guamazo en otro negocio, pero el bondadoso y sonriente pulpero lo contuvo.

-No sea pendejo Catire, usted no vino aquí a pedir disculpas sino a echarse un pepazo, sepa que mi aguardiente no me la desprecia nadie y menos El Catire Benítez, que es mi amigo y para que veas, hoy no te lo voy a cobrar.

Inmediatamente los presentes celebraron el evento echándose cada uno un palo de Padre y Señor mío ja, ja, ja. Esas expresiones de afecto de Don Manuel, fueron celebradas con carcajadas por los parroquianos quienes vieron un poco amoscado al catire y entre bromas le preguntaron socarronamente....

- Catire ¿Cuándo vuelves por aquí?

Y éste muy respetuoso, les respondió.

-Dejen la broma, que Don Manuel es un hombre muy decente.

Asi era de sencillo todo en el pueblo, que observaba como algo natural ver al Catire cuando muy rascado se apeaba del caballo y se amaraba la rienda a la pierna y echaba un sueñito donde mejor le parecía. Los viandantes al mirarlo en esas condiciones, solo comentaban.

-A vaina se rindió por fin el hombre.

Asi fue la vida de este simpático cojedeño quien se sembró en esta tierra para siempre. Hoy El Catire Benítez reposa en el antiguo cementerio municipal de La Chimborazo frente a su casa de familia. Ya por las calles de San Fernando no se oye el grito altanero de EL CATIRE BENITEZ comprando con su célebre cuarteta en las desaparecidas pulperías un pepazo, un guamazo o un tarrayazo…

Écheme un berro bien fuerte,

que tengo el cuerpo mojao,

démelo por el lado tuerto

que ese no se me ha anegado

Tampoco se escucha el relincho del simpático y bien entrenado TUSÓN espantando a patadas imaginarias moscas en el aire… Tampoco está la emblemática edificación LA MATANZA situada exactamente donde ahora funciona el Centro de Diagnóstico Integral CDI que se halla en la Plaza Miranda, frente a la Avenida Miranda, la Escuela Avelina Duarte y el Liceo Francisco Lazo Martí.

3. EL JINETE DE LA MATANZA

Género: Cuento fantasmal llanero

Autor: Hugo Arana Páez HARPA

En la calle Sucre, entre las actuales Avenidas Chimborazo y Francisco de Miranda, frente a la fachada norte del viejo cementerio de la Chimborazo, contaban los vecinos de principios del siglo veinte, que muy cerca del matadero de la ciudad, mejor conocido como LA MATANZA que a medianoche veían a un extraño jinete, quien montado sobre un enorme caballo negro a todo galope y a lo largo de la Chimborazo se desplazaba y al llegar a la esquina El Embarcadero (ángulo noroeste de la intersección de las calles Sucre y Chimborazo), doblaba por la calle Sucre rumbo a Las Marías (antiguo hato de la familia Mendible donde ahora se halla la sede del Liceo Francisco Lazo Martí) para detenerse bruscamente frente al portón de una de las antiguas viviendas aledañas al matadero del pueblo. Parado frente a la vivienda, el misterioso jinete a quien no se le veía la cara, trajeado de sombrero alón de pelo e’ guama negro y envuelto en una cobija de pelo negro ordenaba a la bien entrenada bestia destrozara a patadas el portón de la vetusta casona. Estando en esa afanosa tarea el zaino negro parado en dos patas y profiriendo fuertes relinchos, llenaba el ambiente de terror y de polvo... Después de producir un gran alboroto, jinete y montura, desaparecían misteriosamente ante la vista de los audaces curiosos, quienes por un postigo de las desvencijadas ventanas de madera se habían atrevido a mirar a aquel extraño jinete.

Los viejos sanfernandinos contaban que ese caballo era El Tusón que pertenecía al matarife del pueblo El Catire Benítez, quien durante muchos años vivió al lado de La Matanza, donde además trabajó hasta su retiro. También referían otros viejos sanfernandinos que en vida veían a medianoche a EL CATIRE BENITEZ pavoneándose sobre su caballo y alardeando por las polvorientas calles del pueblo de ser un excelente jinete y de poseer un bien entrenado y magnifico caballo. Otros aseguraban que de madrugada miraban al Catire Benítez sentado en la acera del cementerio sujetando a su caballo Tusón y que al voltear notaban que misteriosamente había desaparecido y solo alcanzaban a escuchar el relincho de la bestia. Por lo que algunos decían.

¡Ah vaina! el ánima del Catire Benítez, todavía anda penando...

También, otros vecinos referían que hacía muchos años, cerca de ese matadero fue asesinado por motivos pasionales un parroquiano, quien en vida siempre andaba sobre un hermoso y brioso corcel negro retinto enamorando mozuelas y aseguran que quien lo mató era un vecino del lugar y que por eso a medianoche el jinete, cual alma en pena, venía a perturbar el sueño de su asesino. Esta versión es aceptable, por cuanto, se decía que el presunto criminal, tal vez atormentado por la molesta y terrorífica visión, puso fin a su existencia, ahorcándose de las ramas de una mata de mamón que se hallaba en el patio de su casa. Por cierto, desde que el tercio se las puso, que peló el diente o que dejó el pelero ja, ja, ja, más nunca los vecinos escucharon los relinchos del caballo zaino, ni tampoco volvieron a ver a medianoche al desconocido jinete espantando a los vecinos de LA MATANZA.

Y Colorín Colado…este cuento…no ha acabado porque por ahí hay mucho muerto botando basura… aunque los vecinos de LA MATANZA, desde que el criminal se ahorcó duermen a pierna suelta hasta que Dios amanece… ja, ja, ja.

(*) RAIMUNDO FONSECA. Fue un militar y político nacido en San Rafael de Atamaica, Estado Apure el 15 de marzo de 1844 y fallecido en Caracas el 28 de julio de 1921. Ingresa en la carrera de las armas el año 1858 al lado de su padre, quien se encuentra al mando de las caballerías del Bajo Apure. Combate en la Guerra Federal, bajo las órdenes del General Pedro Manuel Rojas (1862). Ascendido a Capitán, en las campañas de Barinas, Apure y Portuguesa, distinguiéndose en el combate de Ospino (15-2-1863) y en las tomas de Guanare y San Fernando de Apure (abril 1863). Retirado a la vida privada después de la firma del Tratado de Coche. Toma nuevamente las armas bajo las órdenes de los generales Pedro Manuel Rojas y Manuel Ezequiel Bruzual, en defensa del gobierno del presidente Juan Crisóstomo Falcón contra la Revolución Azul (1868). Como comandante de las caballerías del Bajo Apure se une a la Revolución del General Antonio Guzmán Blanco (1870), distinguiéndose luego en la Campaña de Apure contra el General Adolfo Antonio Olivo, El Chingo (1871), durante la cual es nombrado jefe de operaciones del Bajo Apure y es ascendido al grado de General de División. Posteriormente es designado Presidente del Estado Apure (lapso 1873-1877) donde se dedica a construir numerosas obras públicas en San Fernando (Iglesia Catedral, Palacio de Gobierno conocido coloquialmente como El Fonsequero, el Cementerio Municipal de la Calle Chimborazo, la Logia Candor 27, La Plaza Libertad y el matadero, conocido popularmente como LA MATANZA). En el lapso 1877-1878 es electo Senador por Apure. En 1879 organiza el ejército del Estado Apure a favor de la revolución (1879). Presidente encargado del Estado Apure. En 1886-1887 es propuesto como candidato a la presidencia de la República en los comicios de 1887. Ministro de Guerra y Marina (1888). Vuelve a figurar como delegado por el Estado Guárico y primer vicepresidente en la Asamblea Plebiscitaria de La Victoria a favor del regreso a la presidencia de Cipriano Castro (1906) y como delegado por San Fernando de Apure en el Congreso de Municipalidades celebrado en Caracas en 1911.

FUENTES:

Hemerográficas:

LAPREA SIFONTES, Pedro El Catire Benítez, El Llanero, San Fernando 27-6-1985, Año X Nro. 465


BANDA DE MUSICA BOLIVAR DE SAN FERNANDO DE APURE

 



La música, ese arte de combinar los sonidos y hacerlos agradables al oído, ha llevado a hombres y mujeres a deleitar a los apureños por 150 años con las célebres retretas, constituyendo lo que hoy se conoce como la "Banda de Música Bolívar". Demos un paseo por la historia de esta agrupación. El 24 de Octubre de 1871 el general Adolfo Antonio Olivo toma por asalto a San Fernando, adueñándose del poder regional.

 Inicia la organización del mismo y trae una banda musical para los actos protocolares, a manera de estar a la altura de las ciudades del centro del país, donde empezaban a proliferar estos conjuntos marciales al estilo europeo. Desde Ciudad Bolívar llegan doce músicos y el director Quirico Caballero. Es bautizada con el nombre "Banda de Música Piar". El 02 de marzo del siguiente año el general Ignacio Avendaño, presidente provisional del estado, ordena reestructurarla y la llaman "Banda Avendaño", bajo la batuta del mismo director, quien funda una escuela de música. 


El 17 de agosto de 1874, por decreto de la Asamblea Legislativa regional, sufre nuevas modificaciones y desde entonces se le conoce como "Banda Apure". El 02 de enero de 1906, Ovidio Pérez Bustamante, presidente del estado Guárico, entidad a la que pertenecía parte de la región apureña, decreta la creación en San Fernando de la "Escuela de Música Gómez", que formaba al personal para integrar la "Banda Gómez", dirigida por César Ramírez Gómez, oriundo de Colombia. Este maestro da un gran impulso a la escuela, capacitando a todos los profesionales competentes del gremio de músicos. A partir de ahí todos los alumnos de Gómez eran jóvenes locales, destacando entre ellos José Ángel Zurita. El 20 de octubre de 1916 el general Vicencio Pérez Soto, presidente del estado, nombra al eminente educador y violinista Miguel Ángel Granados director encargado de la banda y el 18 de marzo de 1919 la asume Juan Vicente Gutiérrez, ejecutante del segundo clarinete en la "Banda Marcial

 El Dr. Hernán Febres Cordero, en su carácter de presidente de Apure, dispone ordenar esta organización, colocando al frente de la misma al profesor José Ángel Zurita, quien permanece en el cargo hasta 1945, y asesora por 25 años más, cuando se despide de este mundo en 1970.

Don Julio César Sánchez Olivo, encargado de la presidencia estatal, mediante dos decretos del 11 de diciembre de 1945, da a conocer la nómina de la banda y su nuevo nombre, "Banda de Música Bolívar". Los integrantes, José Ángel Zurita (director, cornetín principal y copista), Lorenzo Rojas (subdirector y primer clarinete), José Vicente García (primer cornetín), Ramón Esteban Mendoza (bombardino), Olimpo Rondón (bajo mi bemol), Luis Bacalao (segundo clarinete), Carmelo Alvarado (segundo clarinete), Jorge Manuel Pulido (segundo genis), Ricardo Mendoza (primer trombón de armonía), Antonio Montes (redoblante), Blas Antonio Martínez (bombo y platillo), César Bermúdez (requinto y clarinete), Ramón Rodríguez (requinto), Héctor Moncada (primer genis), José Rafael Medina (segundo trombón de armonía), Carmelo Aracas (tercer clarinete y archivero), José Rojas (segundo genis y atrilero), Víctor Silva (primer genis), Luis Carrera (flautín) y Asdrubal Rivas (flautín).


Los directores de la banda desde su creación, Quirico Caballero (1871-1901), César Ramírez Gómez (1901-1916), Miguel Ángel Granados (1916-1919), Juan Vicente Gutiérrez (1919-1922), José Ángel Zurita (1922-1945), José Ángel Zurita, hijo (1945-1947), Ramón Esteban Mendoza (1947), Napoleón Baltodano (1947-1949), Víctor Ramón Silva (1949-1958), Napoleón Baltodano (1959-1960), César Bermúdez (1960-1961), Asdrubal Rivas (1961-1965), Víctor Ramón Silva (1965-1970), Ricardo Solís (1970), Fernando Farfán (1970), Luis Eduardo Yáñez (1970-1975), Fernando Farfán (1975-1984), Nelson Hernández (1984-1985), José David Pulido (1985-1986), Luis Alfonzo Gómez (1986-2000) y Luis Ignacio Fernández (2000-a la fecha). Grandes hombres dedicados al cultivo de ese género.  

                                                  





Guzmán Blanco". Al caer el último mandato de este gobernante, el pueblo derriba su estatua y pasa a llamarse "Plaza Libertad", conservando la sede de presentaciones de la banda local. Ahí se mantiene por décadas hasta la demolición del centro de distracción para dar paso al bulevar. La retreta se muda los jueves a la "Plaza Bolívar" y los domingos al "Monumento a la Bandera". Cuando una "mente brillante" tranca el tránsito automotor alrededor del coso vecino a la catedral, muere la vida nocturna del recinto y el son se traslada al bulevar.
"En la década de los setenta, siendo director Fernando Farfán, los muchachos de la agrupación se uniformaban de guerrera y gorra. Un buen día se echaban los tragos en el bar "El Coporo" y llega una redada de la Guardia Nacional. Los músicos ya estaban pasaditos de licor y el teniente que comanda la unidad, recién llegado al pueblo, al verlos uniformados pregunta a cuál cuerpo pertenecen. El maestro Farfán, que ya no podía hablar por la alta ingesta le manifiesta, pertenecemos a estos cuerpitos malogrados por el aguardiente. Esto enfurece al militar, pero al enterarse quienes eran, no tuvo más remedio que sonreír".


En los tiempos de director del profesor Luis Eduardo Yáñez, "Existía en San Fernando un músico muy famoso conocido como el saxofón mágico y actuaba en las cervecerías más prestigiosas de la ciudad. Este señor tocaba por oído, pero no leía una papa de música. Un día se presenta en la sede de la banda solicitando un cargo en ella. Yáñez que ya conocía el cuento, le coloca la partitura del himno nacional y le dice que interprete el vals "Juliana", que era lo que supuestamente tenía al frente. El saxofón mágico cae en la trampa y empieza a tocar el vals. Yáñez con una sonrisa pícara le expresa que su futuro está en los clubes nocturnos y no en la Bolívar ".

 A pesar de estar jubilado, el profesor Luis Ignacio Fernández, natural de Puerto Ayacucho, aún dirige la banda musical. Debuta en 1971 como copista archivero y hoy siente el orgullo de haberle dedicado 50 años de su vida a la música y docencia en el estado que lo acogió como hijo. Ha impartido clases en varias instituciones educativas y recibido múltiples condecoraciones por su labor. 

Con el corazón en la mano expresa, "obtuve el cargo de director por ascenso. Aunque parezca mentira, en más de cien años de la banda al más antiguo siempre le corresponde dirigirla". Tienen cientos de canciones en el repertorio para llevar alegría a los paisanos y visitantes. Aunque la situación país también los ha alcanzado, y ello se refleja en uniformes, instrumentos y atriles, ponen todo el esfuerzo para que la música haga olvidar los malos momentos y llenar de esperanzas el futuro por venir.

A pesar de varios años sin retretas, la "Banda de Música Bolívar" está sembrada en cuerpo y alma de los apureños. Siglo y medio de excelentes melodías no se olvidan jamás. Por ello, es una Vivencia de mi Pueblo, y sus músicos Personajes de la historia bonita.


Edición y Montaje, Lic. Wladimir José Hidalgo Benítez. 

La mayor parte de este texto es producto de conversaciones con el profesor Luis Ignacio Fernández en el año 2001. Agradecimiento para él. También vaya nuestra gratitud a Orlando Nieves, Iván Darío Pérez, Eduardo Hernández Bolívar, Chabela Bermúdez, Chicho Bermúdez, Romel Rodríguez Mayol y Oswaldo Santana por el respaldo fotográfico.



sábado, 29 de mayo de 2021

ABEL HORTENCIO CARDOZA CEDEÑO

 





Abel Hortencio Cardoza Cedeño
 

 Abel Hortencio Cardoza Cedeño (Nacido en Cunaviche, municipio Pedro Camejo del Estado Apure, el 11-01-1963. Escritor, poeta sabanero, soñador, pensador, compositor, creador de más de cuatrocientas (400) composiciones entre poemas, prosas y narrativas populares. De profesión Ingeniero. Llanero de verbo y trato sencillo, humilde, criollo y provinciano, cronista incógnito de su terruño amado, portador y dueño de un flamante anecdotario y de una singular destreza en el arte de la escritura por haber nacido con ella. Estas son algunas de las valiosas virtudes demostradas por este insigne Apureño y Cojedeño adoptivo y re bautizado en esas pampas centros occidentales por haber llegado en buena hora y de cuyo afecto fue abrigado.

Poseedor de una rica y extensa creación literaria, de la cual, y alrededor de doscientas piezas poéticas están insertas en sus tres libros escritos y titulados: “Poesías y Costumbres de mi Tierra”, “Cojedes Es Poesía” y "Olor a Mango Madurito". Demostrando con hechos su gallardía y valentía por incursionar y trajinar en este difícil mundo competitivo de las poesías que por tradición ha sido exclusivo para los “llamados intelectuales” por el simple hecho de ser personas de estrato social selecto y de alta alcurnia.

Sin embargo y sin ánimo de ponderar juicio de valor para este paladín amante del verso y tutor de la cultura popular pero siempre crítico, inconforme y orientador en su rol de gladiador del género poético con matices sabaneros por impregnarle a sus trabajos literarios esa fragancia a pasto tierno, a incienso de tacamajaca, a toro de paradero y a becerro de quesera por ser condiciones de su erudición, pasión y sentimiento.

A lo largo de más de cincuenta (50) años que su musa romancera y andariega ha cabalgado por los infinitos horizontes, caminos y lejanías que simbolizan a esos predios inhóspitos, exaltando con su modesta pluma a los gentilicios y valores más genuinos de las llanuras colombiana y venezolana. Y aún más allá de esas fronteras, ya que sus cantos también son leídos en la república de México e inclusive en Estados Unidos de Norte América.

Su hoja de vida en el plano cultural trasciende y es muy amplia y productiva. En lo personal, es un destacado amigo, bondadoso de todo aquel que requiera de su apacible apoyo, es un destacado profesional de la ingeniería prestado al campo civil, en donde muchas carreteras e inclusive puentes alcantarillados asentados en los Estados Portuguesa, Delta Amacuro y Bolívar, son testigos de su huella imborrable en sus condiciones de ejecutor o simplemente inspector dejando muy en alto sus conocimientos y responsabilidades, cuyas obras se mantienen en vigencia cumpliendo su función social y vida útil para las cuales fueron creadas. Por su propia disciplina ha dejado su profesión en un plano de bajo perfil destacándose en el mundo de las letras por ser su pasión y arraigo.

Abel H. Cardoza Cedeño; era hijo de doña Ana Lucía Cedeño de Cardoza y de don Rafael Luciano Cardoza (ambos difuntos), y fue criado desde sus cinco (5) años de vida por su tío paterno Juan Javier Cardoza Rodríguez, este último en San Fernando de Apure, capital del Estado Apure.

Casado con su compañera de siempre, con su adorada y linda señora Vilma Amarilys Blanco de Cardoza, tal como él, la ha dibujado en sus versos y narrativas desde siempre. Con la cual procreó dos (2) retoños: Leibniz Abel y Lendys Marielvis.

No obstante, para redescubrir un tanto el contenido de su legado y acercarnos un poco al periplo extensivo de su misiva creativa de este significante escritor, revisamos a “vuelo de pájaro” algunos aspectos relevantes de su vida y obra, reseñados magistralmente por otros dos (2) talentosos de la cultura popular venezolana, conocedores del transitar familiar, poético y profesional de Abel Hortencio Cardoza Cedeño. Ellos son: Su primo y hermano de crianza, el Apureño y licenciado Wirmer Aléxis Viamonte Rodríguez y su compadre de sacramento, el ingeniero Teobaldo Pérez Figueredo, compañero de andanzas desde su llegada al Estado Cojedes.

Ambos personajes, fueron artífices en sus condiciones de redactores y firmantes de los prólogos de cada uno de los libros de este destacado escritor.

Con la anuencia de los antes nombrados y, tomando prestada su prolífera pluma, podemos dibujar de manera sucinta, un “flash” del perfil y trayectoria de Abel Hortencio Cardoza Cedeño. Ambos prologuistas coincidieron y subrayaron por separados, las consideraciones siguientes:

“Los padres de Abel Hortencio Cardoza Cedeño, eran llaneros de pura cepa y autodidactas”.

 El Lic. Wirmer Aléxis Viamonte Rodríguez, escribió:

//“Mi tío Luciano, casado con mi tía Lucía, ambos vivieron en su fundo Morichito allá en el vecindario Cunavichito. Mi tío Luciano, por consiguiente, era nacido en esa zona y se crío junto a sus otros hermanos. Para la época era un ambiente templado, de constante peligro, por la existencia en las montañas de tigres y leones, de toros cimarrones, caballo, soga y llano abierto por ser sabanas extensas sin limitancia alguna por no existir potreros. Los “Cedeño Hernández”, fue un grupo familiar dedicados en menor cuantía a las jornadas rutinarias del ordeño y de la fabricación del queso llanero, además criaban cerdos y escasamente se dedicaban a la agricultura en forma de conucos. Sus casas estaban asentadas en las franjas aledañas al río Cunavichito. En cambio; los “Cardoza Rodríguez”, fueron representados por mi tío Juan Cardoza Viejo, hermanito de mi madre Rafaela Rodríguez de Viamonte. Además, fue el dueño del Hato La Esperanza y por consiguiente se hizo amo de toda una vasta llanura de Cunavichito Arriba y Afuera, hasta llegar a las cercanías del Capanaparo"//.

 En esta misma tónica, el cantante Cojedeño e ingeniero Teobaldo Pérez Figueredo, esgrimió en el prólogo del libro “Cojedes Es Poesía”, lo siguiente:

//“Conocí personalmente al padre de mi compadre Abel y se llamaba Luciano Cardoza; era un hombre de carácter fuerte y de mirada profunda, tenía sus dos (2) buenos oídos para oír el mínimo ruido y acertar en sus percepciones, eso sí como todo buen llanero, muy respetuoso y amable. Por lo general, el señor Luciano siempre andaba descalzo y enguayucado, con su cuchillo en la cintura y su sombrero terciado”//.

//“Don Luciano fue una leyenda viviente, llanero de a caballo y con tabaco en su vejiga, de buena soga y certera, labrada y curtida por el mismo, muy difícil que le cayera un lazo al suelo. Diestro y fino enlazador en cachilaperas y cimarroneras. Supo transmitir a sus hijos ese amor profundo por la llanura, sus costumbres, tradiciones y vivencias. No había trabajo de llano, que él no anduviese y ejerciendo su rol de puntero en el arreo de ganado”//.

 //“Mi compadre Abel, conoce muy bien a mi Estado Cojedes. Lo ha recorrido de palmo a palmo. Su facilidad para vaciar en el papel lo que en su pensamiento le brota, le permitió escribir muy fácilmente su segunda obra “Cojedes Es Poesía”//.

Siguiendo en el deshilvanar de la vida de Abel Hortencio Cardoza Cedeño, podemos afirmar con real crudeza que sus vestigios son inquebrantables, no por la imaginación de cómo armonizar sus letanías, sino por la facilidad como traza sus versos, combinados de buena rima, consonancia y metáfora. Basta con visualizar algún contenido o fragmento de sus cantos y poesías por ser alientos que transpiran en el rezongar de su alma.

Todos los párrafos que articulan este breve historial biográfico, es un rayo de luz que emerge desde los horizontes llaneros referenciados a este bardo personaje (Abel Hortencio Cardoza Cedeño), que en su buen momento sembró de manera ferviente esa semilla y que Dios con su gratitud y bondad supo brindarle ese volcán de conocimientos y por ende su cosecha aún perdura en el tiempo por ser fructífera y acogedora. Convirtiéndose en una referencia obligatoria de consulta para quienes incursionan en este arduo peregrinar por el mundo de la cultura y más preciso en el campo de la poesía.

A pesar de su anonimato y sin apoyo gubernamental ha sabido traspasar las barreras y ha vencido cualquier cantidad de obstáculos y que por ningún motivo han impedido la trascendencia de su obra, al contrario, ha rebasado con creces las fronteras de su tierra llanera, por ser su poesía una semilla que ha sabido surcar las espaciosas geografías de Colombia y Venezuela. E inclusive su percepción continúa el rumbo por diferentes ámbitos de países de habla hispana y de origen anglosajón.

Quienes conocemos de estos menesteres; sabemos de lo intrínseco y rudo que significa apuntalar y llevar adelante un legado literario que nunca se ha quedado en veredas ni en caminos pedregosos al contrario ha traspasado senderos, palma y sol, ha navegado por caños y ríos, bajo un avivado silente pero con la audacia espontánea similar al torbellino huracanado situándose en un elevado pedestal por ser una obra de incalculable valor equidistante al oro más fino por ser arriero y un verdadero baqueano del romance sin dejarse abjurar ni influenciar por espejismos y mezquindades que por cierto hoy día sobre abunda, y que tratan de abrir nuevas modalidades inducidas por el modernismo, generalmente imprecisos y oscuros en el género poético y en el arte en general.

 

Sólo auguramos para que su obra trascienda como lámpara del Cielo y que cumpla con el resplandor de su flama, la Oración del Poeta: "Que alumbre hasta más allá del olvido y más allá del recuerdo"…

 

Poema: “Auto - Retrato”

Autor: Abel H. Cardoza Cedeño

..........

Abel Hortencio me bautizaron

en la iglesia de ese pueblo

y del llano en el registro

fue la procedencia que me dieron.

..........

Hoy rezongo con emoción,

mi linaje de pura cepa llanero,

desde la punta del talón,

a la copa de mi sombrero.

..........

Del rejo al botalón,

de la totuma al chiquero,

del corral hasta el caney,

y del relincho cerrero.

..........

Soy como el viento libre,

que fecunda los esteros,

y corre por las sabanas,

sin rumbo ni paradero.

..........

Mi canto vuela, muy similar

a como galopan los astros,

por los senderos del Cielo

por ser orgullo de nuestros suelos.

..........

Para que todos conozcan

¿Cuánto vale un poeta llanero?

que muere por sus letras

aferrado a un sentimiento certero.

..........

Criollo y provinciano,

Apureño y Cojedeño, ciento por ciento,

mi corazón es el llano,

y del llano es mi lamento.

..........

Mi bandera, es la prosa

mi escudo, la magia de mi talento

mi himno, la libertad,

que vocalizan los cuatros vientos.

..........

Y en los bordones del arpa,

resuena un joropo alegre y violento,

triples de un seis por derecho,

esencia que llevo por dentro.

..........

Soy el golpe de un pajarillo,

y en las alas trasborda mi trino ferviente,

mi seis por numeración,

es mi valentía y temperamento.

..........

De la chipola, mi coraje,

mis coplas y el verso,

 brotan como el arroyo,

del manantial de mi pecho.

..........

Soy hijo del Apure y del Cojedes,

del llano: el Declamador más auténtico,

mi inspiración son los atardeceres

alivio de mis penas por la que vivo contento.

..........

Del paisaje mi acuarela,

de la llanura, lo mejor de mi desvelo,

son mis vivencias cuando sueño,

al adiós, de mi pañuelo.

..........

Por encarnar con el pasado,

con ese grito guerrero,

audacias de Vuelvan Caras,

y de las Queseras del Medio.

..........

Abel Hortencio Cardoza Cedeño,

él de los versos señeros

Venezuela conoce mi empeño,

ya que no soy forastero.

..........

Y no hay un rincón de la Patria,

donde no hayan leído mis poesías con afecto

en frutos de admiración,

del cariño y del aprecio.

..........

Mi retrato, es Abel Hortencio:

Distinguido, leal y caballero

con mi musa y el corrío

apasionado y sincero.

..........

Soy un caballo y sus riendas,

con espuelas de acero,

y mi corazón en el alma

encendido del lado izquierdo.

..........

Mi canto con olor a mostrencos cerreros

jamás quedará en el recuerdo

ya que por mis arterias

corre la sangre de mi pueblo.

..........

Hoy grito y gritaré siempre: Abel Hortencio,

tremolando con fervor mi eco,

con ese rugido pendenciero,

en bramidos de ensoñación y de acecho.

..........

Soy Abel Hortencio Cardoza Cedeño:

La kirpa me nace con señorío y aprecio

y seré perpetuamente del llano que sueño,

el compositor y poeta más recio.

 

Poema: "Mí Negrita del Pueblo de El Amparo"

Autor: Abel H Cardoza Cedeño

::::::::::

Cantinero por favor,

sírvame otro trago

que mi corazón anda herido

y las lágrimas de mis ojos han brotado

ya que mi negrita

de mi lado se ha marchado

es una encantadora mujer

del pueblo de El Amparo.

::::::::::

Bendito Dios caramba

te suplico un milagro

haz que retorne mi muchachita

de ella estoy enamorado

reconozco que tuve la culpa

por haberla descuidado

entre nostalgia y licor

me la paso divagando y embriagado.

::::::::::

Mi negrita te juro,

no aguanto este amargo guayabo

si no vienes a mis brazos

seré un pobre desdichado

este fuerte dolor

en mi alma se ha clavado

solo me espera la muerte

por sentirme abandonado.

::::::::::

Mi rancho se palpa triste y solito

igual mi caballo

tu jardín al que siempre regabas

hoy día se ha secado

por eso te pido a que regreses

amorcito mío, estoy desesperado

como tú no hay otra

por demás, lo he comprobado.

 

Poema: "A Luis Rafael Cardoza"

Autor: Abel H Cardoza Cedeño

:::::::::::::::::

Luis Rafael Cardoza,

mi hermano querido,

cógele la delantera al Novillo,

ándale que tú eres muy diestro

en todos los sentidos.

................

Ese bicho agarró pá aquella punta e' mata,

de alcornoques, chigos y saladillos,

alcánzalo y enlázalo con tu soga,

de dieciocho brazás de cuero curtido,

se nos perdió con la algazara.

...............

Rumbo a ese caramillo,

no lo dejes ir,

ese lebruno barcino está escondido,

yo voy por la retaguardia

en mi caballo amarillo.

...............

Por favor te lo pido

no lo vayas a pelar

sólo se le oye el bramido

ese pendenciero se los juro,

lo vamos adjuntar con cuchillo.

................

De verdolagas, tapiramas y piras

estamos aburridos,

le morderemos la chocozuela,

el latigazo y el codillo,

el pecho y corozo sancochao es muy divino.

...............

Le zumbó un lazo con la zurda

el mejor que ha tenido,

ese toro en una sola carrera

se barajustó pá ese monte

lo que dejó fue el polvillo.

...............

Enyugado a un masaguaro,

un árbol muy conocido,

mi hermano lo rastreo por el trillo

ha cacho brosco resabiado

y bravo esta ese pillo.

...............

Amarradas sus cuatro patas

con nudos corridos,

desnúcalo: Primo Domingo Ramos,

usted es un buen llanero, humilde y sencillo,

jocoso y muy precavido.

...............

Apúrense con el entreverao,

siento en mi estómago, un hormiguillo,

cuando uno está “jambríao”,

delira o algo le sale torcido,

corra sobrino Gabriel.

...............

Aquí se lo digo y atino

póngale la enjalma

a ese burro mojino,

y ofrézcale carne gorda

a todos los vecinos.

...............

Ya nos vamos a meter

unos realitos en el bolsillo,

un bocado a la gente de La Esperanza,

y que hagan buen picadillo,

a los de Punto Azul, unos huesos y la panza.

...............

 

Con cantos y silbidos

nos llega el pariente Daniel España

él siempre ha pretendido

las patas y el cogote

para degustar un buen hervido.

...............

Me disculpan aquellos, que no menciono

no crean que es por olvido,

ni tampoco los tengo

sentados en el banquillo,

en mi mente siempre los llevo consigo.

...............

Es un halago del cual estaba comprometido

para mi hermano Luis Rafael,

por ser de su estirpe un caudillo,

¡…gran jinete, trabajador

honesto y muy distinguido…!



 






FUENTE: Abel Hortencio Cardoza Cedeño 

 


 
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