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jueves, 11 de diciembre de 2025

CAIMANERAS EN LAS CALLES DE SAN FERNANDO DE APURE

 


EL CAMPO DE LOS SUEÑOS.

Aconteció en Barrio Central o Centro Valle.

 El jugar beisbol en las calles de San Fernando es de vieja data, por no decir antigua, desde los años 1.914 y 1.929 ya habían registros fotográficos de muchachos jugando en esa modalidad de beisbol callejero conocido como caimaneras, como son los casos la de la calle Comercio al lado de El Cañito o en la calle Bolivar, al lado de la desaparecida plaza Libertad y desaparecido Palacio Fonsequero.

Asi que podemos asegurar que desde que este deporte fue conocido en San Fernando, se han jugado centenares de partidos beisbol en sus calles de tierra o de concreto. No fue una excepción que en Barrio Central /Centro Valle o en cualquier otro sector de la ciudad se practicara esta memorable forma de jugar al béisbol.      

Imagínate una tarde de verano, donde el sol se refleja en el pavimento caluroso en una estrecha calle, y resuena el sonido del bate de palo, mezclado con las risas de los niños, junto al eco sordo de la pelota de goma, pues asi fueron las vivencias en ese corredor de travesuras infantiles que es la calle Urdaneta en el Barrio Central o Centro Valle en San Fernando de Apure

No era nada fácil batear en la estrecha calle Urdaneta, entre las calles Páez y Muñoz, convertida en un improvisado campo de béisbol. Con apenas seis metros de ancho, con casas a ambos lados de la calle, lograba albergar las tres bases, el home play y los sueños de todos estos niños. Y para completar, cuando el partido estaba en su momento más emocionante, no faltaba algún carro antojado que transitando interrumpiera el juego, obligando a suspender temporalmente el partido y a los jugadores a tomar un respiro que para nada deseaban.

Una vecina de la cuadra, que tenia su casa alli donde precisamente comenzaba el home play, frente a la casa de la familia Chifole en la intercepción de la calles Paez cruce con la Urdaneta, estaba cada vez más rabiosa y molesta, era Doña Petra, porque las pelotas que salían de foul, casi siempre caían en el techo de zinc de su casa, sonando durísimo. Asi que ella tomó la drástica e inconsulta decisión de devolver las pelotas de goma, cortadas en cuatro toletes y lanzarlas desde su patio, a la calle ahora convertida en un concurrido campo de béisbol caimanero. Fue así, como doña Petra se convirtió en la persona más "querida" del barrio. Los muchachos, con rabia contenida decían que esa doña era bruja, porque y que tenía dos zamuros, uno blanco y otro negro, que le avisaban a doña Petra, moviendo misteriosamente sus alas cuando las pelotas caían al techo y luego al patio de su casa.

Para minimizar este terrible infortunio, los equipos crearon una novedosa norma, única en los anales de la historia del beisbol, el temible y hasta ahora desconocido "Doble play por regla". Si el jugador bateaba un foul y este caía en la casa de doña Petra, al equipo bateador se le decretaban automáticamente, la penalización del "Doble play por regla" y para mas ñapa, ese equipo bateador estaba en la obligación de comprar una nueva pelota de goma, que costaba una fortuna: un real con un medio (0.50 Bs +0.25 Bs).

En aquella calle se reunían todos estos grandes ligas de Barrio Central o Centro Valle, la mayoría no pasaba de doce años. Eran verdaderos ases de las caimaneras jugadas con peloticas de goma, con palos como bates y como guantes sus manos, la mayoría jugaban en alpargatas o descalzos. Eran una verdadera pandilla que disfrutaba con creces todos los juegos de su época.

Esos muchachos eran multifacéticos; jugaban béisbol con peloticas de goma, fútbol callejero, taima, fusilado, el escondió, muchachos y bandidos, y caimán bobo cuando se bañaban en El Cañito o en las lagunas de Valle Verde detrás del Aeropuerto Las Flecheras.

Eran diestros jugadores en las competencias de gurrufios y trompos, y metras en sus modalidades: rayo y hoyito, en los estilos más versátiles: pichi rueda, uñita y los mas tramposos, usaban el temido estilo pujinche. Volaban papagayos que ellos mismos elaboraban, hacían caballitos de madera con palos de escobas, y fabricaban sus propias fondas o chinas con sus respectivas municiones hechas con bolitas de tierra grea secadas al sol o cocidas al fuego.

Pocos tenían bicicletas y quienes las poseían se convertían en los amigos más “queridos y respetados” por todos, actitud esta claramente sospechosa y evidentemente interesada.

Se subían a los techos de las casas de los vecinos del barrio, nadie sabía para qué, pero ellos decían que era para ver, panoramicamente mejor, tanto el futuro, como el mundo que los rodeaba. Moneaban los árboles de mango, guayaba y mamón hasta dejarlos sin frutos. En las noches, amparados por la oscuridad, se montaban en el árbol de mamón de la familia Melo/Falcón y tomaban "prestado" sus apetecidos gajos de mamón que esta familia cuidaba celosamente y destinaba para la venta, y que según la comunidad, eran los mejores en centenares de kilómetros a la redonda. Sin embargo evitaban a toda costa, comerse los mamones de la señora Abdona Fernández, la madre de Horacio y Santiaguito Fernandez, quien también era vecina del barrio, porque según ellos, eran tan ácidos aquellos mamones que los pájaros torditos lagrimeaban, cuando para su propia desgracia picaban alguno de ellos.

Su lugar preferido para jugar era sin duda El Cañito. En invierno, para pescar con largas varitas de palo de guasimo, nailon y anzuelo, a especies como: caribes, arencas, chorroscos y palometas, o bañarse zumbao en los puertos de El Guasimito, La Pastora, Puerto Arturo y Coronel Mora. Y en verano, para jugar en el lecho seco de su cauce, donde se formaban hermosos medanales, que la corriente generosa del rio Apure, dejaba al entrar por unas de sus bocas, en especial la ubicada frente al Puerto de escalinatas de Coronel Mora, adyacente donde hoy esta el Palacio Legislativo. Allí jugaban béisbol, fútbol, muchachos y bandidos, y a veces incursionaban en los sembradíos de tomates, patillas y melones en las vegas que se formaban en la Isla Humboldt o La Playa, tomando furtivamente esos frutos, eso sí en calidad de “fiaos”, préstamos que hasta el dia de hoy no han pagado al dueño de esas siembras, al con razón, molesto y obstinado don Agapito.

Patinaban hasta el cansancio en la plaza Libertad y la plaza Bolívar, haciendo trencitos de hasta diez muchachos en fila india. Cuando el tren daba una curva cerrada, la fuerza centrifuga mandaba muchachos volando por todos los lados de la plaza. Muchos se golpeaban y raspaban, pero sobandose el porrazo y antes de que nadie los viera, rapidito y de un salto se levantaban como lo hacian sus héroes del cine de la lucha libre mexicana: “El Santo” y “Huracán Ramírez”, y asi continuaban patinando como si nada hubiera ocurrido.

Los domingos Iban a las funciones de matinés de los cines Royal y Libertador, compraban el tick de patio, el más barato, y no el tick de preferencia, para que de un bolivar les sobrara un real (0.50 Bs), y a la salida de la funcion del cine, se compraban un comodoro o un raspado de colita o tamarindo, o un pan de horno, o dos tabletas de coco o de leche, o dos suplementos ya usados de las historietas de sus héroes favoritos, o una chicha con generosa ñapa incluida, que vendian en la calle Bolivar cruce con la calle Fonseca, en la esquina de la ya desaparecida zapateria San Fernando, aquellos memorables chicheros; los hermanos; el negro Corona y el gordo Corona.

Nombrarlos a todos estos muchachos, sin olvidar ninguno es casi una odisea, pero aun asi tomaremos el riesgo, aun sabiendo que fracasaremos. Algunos de estos tantos granujas pertenecientes a estas patotas fueron: César Rivas, José Rafael Rodríguez, Felipe Falcón y su hermano El Negro ambos importados directamente de la urbe de Arichuna, José Medina, Eliezer Bravo, Nerio Arias, Gustavo Colmenares, Aureliano y Enrique Correa, Bate y Viche Cardoza.

Pablito, Ignacio Colmenares, Ramón León, Algimiro Guerrero, César Augusto Ibarra, Irbin Bermúdez, Edmundo Barbosa, Lalo, Guerrino y Jani Chifole, Iván Darío Pérez, Cuauhtémoc y Pedrito Laprea Ventura, Gustavo Laprea, José Lavado, Beto Urbano, Chichito y Willian Zárate, los chunguitos Heriberto y Eberto, Luis y Tirso Pinate y otros muchos, además del protagonista central de nuestro próximo relato: Asdrúbal Hernández.

Enamorados sí eran y con sobradas razones, pues en aquella exclusiva comarca había abundantes “flores en ciernes” como las princesitas: Rosita Decanio, Cosita Rodríguez Mayol, Magaly Loreto y Marisela Zárate, quienes conducían bicicletas con sus rueditas laterales en un estilo muy pin pirinai. Las hermanitas Correa: Omairita, Zoraida y las mayores: María Elena y Maritza Valentina. Las hermanas de Iván Darío Pérez, las hermanas de Viche y Bate Cardoza, las hermanas: Alba y Miriam Márquez, las hermanas Elvia y la Negra Arias, las hermanas Diosven y la Negra Hurtado, Mabel Bravo, Milagros Lavado, Vilma López, Filomena Barbosa, Zoraya Gerle y Marisol Matute.

En los limites de esta comarca, se destacaban por su belleza Chabela Bermúdez, la Nena Urbano, Blanca y Miriam Sifonte, Moraima Delmoral y las hermanas Gallardo, en fin aquello era un verdadero jardín florido en esas lejanas tierras de Barrio Central o Centro Valle.

La conexión de estos granujas con el mundo de los héroes fue el cine mexicano y las novelas de la radio. Todos, sin excepción, inclusive Asdrúbal Hernández, quien será el protagonista de nuestro próximo relato, sintonizaban, a la una en punto del mediodía, por Radio Continente, la serie El Gavilán Colorado, el defensor de los pobres y desamparados, héroe de aquella novela radial escrita por Alberto López Ruiz “El escritor que habla al corazón de las mujeres”.

Aquella trulla de muchachos oían emocionados el momento en que este invencible enmascarado aparecía cuando Asuzena González, la hija de don Benito, se encontraba amenazada y en peligro de caer en las garras del malhechor Julio César Santo, La Bestia. Y de repente, se escuchaba en la radio la música de la canción inédita de Ignacio “Indio” Figueroa: “El Gavilán”, que anunciaba la aparición sorpresiva y oportuna del héroe. Después de cruentas batallas contra su archienemigo, La Bestia: Julio César Santo, terminaba El Gavilán venciéndolo y salvando a su amada Asuzena González.

Los recuerdos de aquellos días dorados permanecen en la memoria de quienes vivieron y crecieron en aquel bullicioso e idílico sector de las calles Bolivar, Comercio, Coto Paul, Urdaneta, Sucre, Páez y Muñoz en Barrio Central o Centro Valle de San Fernando de Apure.

Sus infancias, marcadas por la imaginación, la camaradería, las pequeñas victorias y derrotas en ese campo de béisbol improvisado y en los otros múltiples lugares donde jugaban, siguen presentes en la memoria de sus protagonistas y de los muchos testigos que vieron en vivo y directo sus pequeñas, increíbles e irrepetibles hazañas.

Si este relato ha tenido algún valor para ti, déjanos tus comentarios, dale un Me gusta y compártelo.

(*) Créditos Fotografias: Edgar Decanio.

(**) Creditos: Informacion y datos: Omaira Correa. Eliezer Bravo (Capu).

(***) Un relato de Vinos Des Fruit. Edición de imágenes, color, montaje y texto fotográfico Vinos Des Fruit.

domingo, 30 de noviembre de 2025

LA TRAMPA" EN EL VIEJO CARAMACATE


 Autor Miguel Barrios M. 

"Tiempos que se van no vuelven" este dicho en algunas ocasiones en nuestras vida los hemos oido, vivido y hasta lo hemos pronunciado.

En el viejo, y ya ni recordado Caramacate del ayer habían tantos movimientos, costumbres, mitos y creencias que jamás volverán.

El caramacateño en busca de proteinas construían objetos para la casería de animales, aves y peces en la década de los cuarenta. Para la caza y pesca fabricaban "La Trampa", "El Yurú", "El Alza Pie", y "El bohio". 

"La Trampa" construida por ellos con varas delgadas (madera) y amarrada con naylon. Era como una especie de jaula en forma de piramide. El objeto en mención fue usada por algunos pobladores del Caramacate del ayer para cazar palomas, gallinetas, guacharacas y otras aves propias de la selva. También fue utilizada por los campesinos agricultores para minimizar las aves tóxicas que atacaban las semillas una vez sembradas.

 Habían grupos de hermanos indígenas procedentes de Guachara, Río Caribe, Capanaparo y otras zona indigenas acampados en La Haciendita que fabricaban "Las Trampas" con fines de cazar aves del monte para la alimentación. Además los campesinos Fernando "Resorte" Muñoz Ramos (+), Domingo "Manito" Farfan (+), Luis "Jupo" Barrios, Juan "Gallito" González (+), Miguel "El Mono" Rattia, entre otros.

Las nuevas generaciones en lo poco que queda del viejo y fascinante Caramacate no conocen el objeto en referencia pero tampoco existen las aves en mención.

Foto: ISSO todo el derecho de autor.

LAS FIESTAS DE LOS PLUMÍFEROS EN EL VIEJO CARAMACATE


 Autor Miguel Barrios M. 

En aquella época del viejo vecindario "El Barbasco" constituían un espectáculo de singular belleza con su contraste de excepcional colorido dentro de la monotonía de las sabanas y lagunas del Caramacate. 

Las ferias de los "plumíferos" se establecían en el verano sobre las lagunas de El Jebal, Veladero, La Narcicera, y Los Pájaros. Los protagonistas eran la matraca, 

 el gabán pionío, el garzón soldado y el gabán huesito, las garzas blancas, paleta, real, azul y reznera, y las corocoras rojas, rosadas, negras y blancas invitados por los peces laguneros y el período de sequía.

Contaba Don Juan Adarmes (+) y otros pobladores que "El Barbasco" se iniciaba en el mes de Febrero y finalizaba en el mes de mayo. Los cazadores del vecindario preparaban los bohíos a orillas de las citadas lagunas para la caceria de las suculentas aves para la alimentación de las familias caramacateñas entre ellos Tito Martínez (+), Rafael "Kino" Barrios (+), Domingo "Manito" Farfán (+), Fernando "Resorte" Ramos (+), entre otros.

Narraban los cazadores que ellos llegaba a los bohíos que previamente construían a orilla de las lagunas encantadas del viejo Caramacate con el "Sol de Los Venados", y se casaban con las noches sabaneras hasta el amanecer de "Cantar de Gallos" para la cacería de los plumíferos.

Los instrumentos usados para la época se mencionaban una linterna "cuatro tacos", vestuario oscuro, y una "mazeta" de madera verde. Las citadas aves de "El Barbasco" eran "encandiladas" por los cazadores natos para facilitar la cacería. Además llevaban un "por si acaso" repleto de dulce, queso, hallaquitas, y una "tapara" de agua sacada del jagüey sabanero.

Con la llegada de la civilización, y los urbanismos desaparecieron tanto el viejo Caramacate como las ferias de Los plumíferos. Quedan las anécdotas, cuentos y recuerdos. Que tiempos aquellos!!!

Foto referencial todos los créditos para su autor.

LOS BUÑUELOS EN EL VIEJO CARAMACATE


 Autor Miguel Barrios M

En el viejo vecindario de los recuerdos y nostalgias las damas hogareñas preparaban los exquisitos buñuelos de yuca con papelón, y consistía en una especie de bollo de yuca frito y bañado en caramelo de papelón. Algunos preparaban este postre agregándoles queso llanero rayado. 

Algunas abuelas de la época usaban además huevos, y harina de trigo dentro de la masa de yuca para hacer el citado postre, y en la mesa se acompañaba de café con leche o una taza de chocolate.

Los buñuelos de yuca se hacían en los hogares caramacateños de la época durante todo el año, y especialmente eran típicos en cada "Semana Santa" en el viejo Caramacate.

Algunos caramacateños se dedicaron a la comercialización de buñuelos en algunas zonas, y puertos de la ciudad de San Fdo de Apure. Cuenta Benito Enciso (primer albañil del vecindario) que compraba los buñuelos de yuca por docenas para su novia con quien hoy tiene más de sesenta años de casado.

Foto referencial todo el crédito para el autor.

GALLOS Y GALLEROS EN EL VIEJO CARAMACATE


 Autor Miguel Barrios M.

Las peleas o riñas de gallos se trataba de una costumbre de gran arraigo en el viejo Caramacate, y se efectuaba en una "barrera" de ladrillos, barro o de lata. Se daban citas en aquellas "galleras" los propietarios de gallos, entrenadores de los plumiferos, apostadores, mirones y público en general de diferentes localidades.

Durante la semana era anunciado en el programa "Fiesta Llanera" de la Radio Emisora La Voz de Apure 1220 AM " Atención mucha atención Riñas de gallos este fin de Semana en La Gallera.... en Caramacate.. se invitan a las cuerdas de Cochino Frito, Boca de Turumba.... Invitados especiales Manuel Tovar, Domingo Noriega, ... y para todo el que quiera asistir. Habrá premio de un cochino para el gallo que gane en el menor tiempo. Carne asada, y las frias. Quedan cordialmente invitados ".

Habían gallos marañones, faisán, canagüays, pintos, jabaos, blancos, colorados, zambo amarillo, negro, giro, gallino, ponchos, gallo calica, y cenizos. Los gallos campeones de la época fueron El Mocho, Robertico, Pajarote, Calabozo, Bebe, Dinamita, y pluma mala de Fernando "Resorte" Ramos (+). Las Galleras en el viejo Caramacate fueron Gallera "Pata de Cochino", Gallera "Santa Isabel", Gallera "Los Mangos", Gallera "Valentina Viña", Gallera "La Colinera" y aún existe Gallera "La Trinidad". 

" Las cuerdas gallística" de la época eran Caramacate, Las Moporas, Boca de Turumba, Costa Apure, Diamantico, Boquerones, El Recreo, El Tocal, Payara, Arichuna, Arichunita, Las Cachamas, Camaguan, Biruaquita, La yuca, Los Arrieros, El Muertico, Barranca Amarilla, El Terrón, y Capote. 

 Existía un juez para sentenciar la victoria, la derrota y "la tabla o empate" de los gallos competidores. Los galleros del viejo vecindario apostaban dinero, morocotas, cosechas, caballos, burros, vacas, y hasta el sombrero. Pronunciaban durante la contienda frases como "Voy 12", "Mil a Cien", "Doy doce", "Pago a bolívar a que no pierde", "Doy Catorce", "pago", "ese tiene casta".

Los plumiferos derrotados en el combate eran calificados por los aficionados de "chongo", "pataruco", y " culeco". La “baja” (gallo muerto) era entregado a su dueño quien decidía que hacer con el animal. El cuidado de las aves de "casta" era regido y los alimentaban con maíz amarillo, vegetales, arroz cocido, y frutas. Los bañaban con aguardiente "caña", lavado bucal con limón y recibían vacunas de vitaminas.

Los galleros en el viejo Caramacate fueron Pablo Castillo (+), José Luis Noriega (+), Mein Castillo, Luis Jupo Barrios, Miguel Barrios Briceño (+), Lucio Cedeño (+), Carlos Rebolledo, Asdrubal Aguirre (El zurdo), Carlos Silva, Braulio Noriega (+), Jesús Noriega, Joseito Carrasquel, Juan "Cachamo", Isidoro Franco, Nelly Garcia (+), y el juez "gallístico" caramacateño Ignacio Castillo. Algunos galleros perdedores trataban de justificar la derrota de su gallo alegando "Maíz envenenado", " me enpastillaron el gallo", "ese gallo nació en cuero de zorro".

Foto todos los créditos para su autor.

EL ESPANTO DE LA COLINERA EN EL VIEJO CARAMACATE


Autor Miguel Barrios M. 

Los pobladores del viejo vecindario de aquella época dorada consideraban como una de la creencias más conocidas del viejo Caramacate; el espanto de La Colinera. Narraban la vida de un hombre que fue el más poderoso de la zona después de la guerra de la Independencia, amo y señor de las tierras, ganado, caballos y predios. 

Se decía en el viejo Caramacate, que fue un señor que hizo un pacto con satanás de los infiernos en el cual le entregó su mujer e hijos, a cambio de mucho dinero, ganado y tierras.

Contaban los antiguos lugareños cuando no existia la luz eléctrica y habían caminos, picas y terraplenes que el espanto salía vestido de blanco, era de gran estatura, pelambrera larga y con dientes exagerados. 

Expresaba el maporeño Isaias Loreto (+), que El Espanto de "La Colinera" aparecía vomitando fuego en horas nocturnas frente al fundo del ganadero Don Pedro Colina (+), asustando y atormentando a quienes pasaban por el lugar, haciendo estremecer al más "pintado" o valiente.

Relataba José Modesto Márquez (+) ganadero de la época que muchos pobladores, parranderos y llaneros "a caballo" propios y extraños fueron sorprendidos por el espanto caramacateño, y cada narracion del desagradable encuentro coincidían, y algunos contaban hasta sus necesidades fisiológicas obligadas e impostergables.

En las últimas décadas tanto el viejo Caramacate como la temible leyenda del espanto desaparecieron sin retorno. Tiempos aquellos!!!

Foto referencial todos los créditos para su autor.

LA RADIO EN EL VIEJO CARAMACATE


Autor Miguel Barrios M. 

 El 1 de Enero de 1.948 nace la radio emisora La Voz de Apure en onda corta en la ciudad de San Fdo de Apure, pero fue en las décadas de los años Sesenta y Setenta que comienzan los caramacateños a adquirir los primeros radios receptores para sintonizar el novedoso medio educativo, artístico, informativo, cultural y de entretenimiento del momento.

Los aparatos receptores eran "alimentados" con "pilas" y plantas eléctricas "a gasoil" para generar electricidad siendo la primera adquirida por Ricardo Barrios Silva (+) ganadero y propietario de los fundos "El Medano" y "La Haciendita".

Don Pedro Colina (+) un morador de la época en su imaginación no podía entender que desde lo interno de un radio tan pequeño podían hablar tanta gente.

Los viejos caramacateños en los predios o fundos se reunían como "engambres de abejas" en horarios despertinos, nocturno y días domingos para escuchar la programación radial de la Voz de Apure, especialmente los de corte de música llanera por los avisos, mensajes sociales de felicitaciones para los cumpleañeros, bodas, día de las madres, día del padre, nacimiento de bebes, acuerdos de duelos, avisos radiales, riñas de gallos, anuncios comerciales, anuncios de campañas cristianas, entre otros.

Así mismo los caramacateños de la época sintonizaban los programas de Noticias, De Domingo a Domingo con Don Felix Marchena (+), Fiesta Llanera, El programa infantil "Los Potoquitos", Por los caminos de Apure con Isabelita Aparicio, y para los que amaban la historia y temas políticos escuchaban a Don Julio César Sánchez Olivo (+), siendo el programa favorito Amanecer Llanero en el horario de 6 am-8 am. Cada mañana era sintonizado por los moradores mientras ordeñaban, procesaban la elaboración del queso, durante las faenas de las moliendas de caña, y faenas domésticas. 

Los primeros radios receptores adquiridos por los lugareños eran de la marca Telefunken, Vintage Vitrola, Philips, General Electric, Zenith Royal 760, Futaba (dos canales), Grundig, entre otros. En aquella época esta vía de comunicación se expandió de manera masiva que cada caramacateño tenía un radio receptor pegado a la silla del caballo, en la parrilla de la bicicleta, y hasta los canaoneros del caño de Caramacate para sintonizar la programación de la Radio emisora La Voz de Apure 1220 AM.

Los radios escuchas consecuentes y fanáticos a la programación de la única estación radial de la época fueron Teófilo Hernández (+), Isabel Barrios, Cecilio Abreu (+), Fernando "Resorte" Ramos (+), Roso "Coqueto" Velásquez (+), Rafaela Márquez (+), Antonio Cruces (+), Angela Segovia (+), Yolanda Requena (+), María Sofía García (+), y Carlos "Paton" Villazana (+). Humildemente soy el primer Locutor caramacateño con certificado y labore como tal en la desaparecida La Voz de Apure 1220 AM. Tiempos aquellos fama!!

Foto referencial todos los créditos para su autor.

ROMANCE EN EL VIEJO CARAMACATE


 Autor Miguel Barrios 

En aquel ambiente del viejo vecindario de sabanas, picas, caños, lagunas y caminos en las decadas de paz, valores e inocencia las damas se casaban a los treinta años de edad y los caballeros eran sometidos a "berracas" pruebas de faenas de llano por los padres de la novia para demostrar sus cualidades de "hombre completo".

Contaba Roso "Coqueto" personaje caramacateño que "Chepina" era una princesa campesina, con su belleza celestial hacía botar hasta las alpargatas corazones. "Era tan hermosa como la misma naturaleza".

Aquella encantadora doncella sabanera en las noches veraneras sin luna con su amor de magia lograba movilizar en burros, mulas, y caballos a un sin número de jovenes visitantes en busca de su amor sin esperanza alguna.

Entre mormullos de la manada de jóvenes en la visita nocturna, pasaban la noche sin mirar a "Chepina". Parecía un barbasco de

 gabanes en la laguna de Veladero a media noche. 

Vestían de pantalones cortos, camisas manga larga, correas de cuero de ganado, descalzos y sombrero cinco x. En el "Por si acaso" una panela, un pedazo de queso, y una tapara de agua sacada del jagüey. Además cada uno con una carta de amor en el bolsillo para la joven que ni ellos mismos entendían.

Muchos veranos pasaron y ninguno de la manada pudo lograr el amor de la frondosa flor sabanera. Era de costumbre que el novio visitante debía hablar con la novia en presencia de los padres.

"Chepina" contrajo matrimonio con Ramonote en la ciudad de Barinas en la década de los cincuenta; luego de 10 años de noviazgo y la manada de jovenes quedaron viendo la luna.

Foto referencial todo los créditos para el autor.

LA TOTUMA EN EL VIEJO CARAMACATE


por Miguel Barrios M.

Aquellos tiempos no volverán!!!. Recuerdos y nostalgia quedan del viejo vecindario de las sabanas encantadas y del mágico caño navegable, y rico en peces de diferentes formas y colores.

La totuma era parte de la artesania del legendario llanero caramacateño y siempre estaba presente en cada hogar del vecindario como instrumento complementario en la cocina. La misma tenía multiples usos y era muy útil en la rutina diaria.

La totuna se usaba como plato, para la faena de ordeño, tomar leche, agua, jugo de caña y "guarapo de fondo", guardar alimentos, guardar los huevos de gallina, como coladora y "cuchara", para recolectar cosechas, para preparar el quesero la "chucuta" y hasta para bañar el llanero su caballo. También era de uso permanente en el baño de cada hogar de la época. 

La totuma eran de diferentes formas y tamaños dependiendo del uso en el hogar y faenas llaneras.

La totuma era una vasija de origen vegetal procesada de manera artesanal del fruto (denominada tapara) del TAPARO o TOTUMO era un árbol muy abundante en el viejo Caramacate. 

Foto referencial todo el crédito para sus autores.

LA CASA NOTABLE EN EL VIEJO CARAMACATE

 

 

Autor Miguel Barrios M. 

Era realmente una casa notable en el Caramacate de la época. Hoy es un fantasma, una casa muerta, pero llena de nostalgia, anécdotas y recuerdos.

La residencia de la década de los cuarenta era familiar pero se hacían reuniones políticas, velorios de santos, parrandas llaneras, bailes de joropos y celebraciones de matrimonios y bautizos de la época. Contaba con un ambiente adecuado para tal fin. Además había una vieja planta eléctrica a gasoil y un viejo pero potente "Tocadisco". 

De igual manera se realizaban reuniones políticas, de ganaderos y de llanerias. En uno de los corredores anexos reposaba en silencio un baúl repleto de documentos, discos, whisky, monedas de platas, morocotas, armamentos y prendas de oro, y plata. La mansión de la época fue construida de ladrillos, estructura de madera, techo de zinc, puerta externas de hierro y puertas de maderas en los cuartos. Entre los constructores Juan "Gallito" González (+) y Benito Enciso. 

La morada pertenecía hasta su fallecimiento al político, ganadero y agricultor Don Manuel Ricardo Barrios Silva propietario del fundo El Medano y La Haciendita.

La residencia en referencia fue visitada por personalidades, funcionario del gobierno de Marcos Pérez Jimenez, y diversos politicos del partido COPEI.

En la actualidad esta en completo abandono, y rodeada de misterios. Que tiempos aquellos!!! 

Foto: M. Barrios M.

 
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