DON MANUEL FUENTES Y LA GATA DEL CEDRAL
Por: Aljer.-.
INTROITO
Tierra pletórica de historias, relatos y anécdotas es
el Alto Apure. Su portentosa dilatación geográfica que comprende el deslinde
del piedomonte andino y la explanada de los llanos altos se manifiesta como un
barroco y heterogéneo lienzo de matizados paisajes que guardan y conservan en
su entropía y dialéctica natural concepciones históricas, folklóricas y
culturales que han perdurados por décadas. En vinculo, adentrarse en el llano
alto apureño es sumergirse en ese mundo de verdad e imaginación, en donde los
elementos individuales y grupales de cada poblado conciben su propia
historiografía cosmogónica, alimentada la misma con narraciones populares y
entelequias propias de los escribientes, lo que llamaría Parménides de Elea
(filósofo griego, nacido entre el 530 a.C.y el 515 a. C) la vía de la verdad y
la vía de las opiniones de los mortales. Esas opiniones mortales van
construyendo en los pueblos narrativas y reláficas que evolucionan de generación
en generación, muchas de ellas tienen la fortuna de ser oídas y ser escritas,
otras en cambio sucumben ante el egoísmo del olvido, desapareciendo en la
conciencia límbica profusa, por ello, es necesario rescatarlas para la
conservación de la identidad y pertenencia local, por tal razòn se rescata y
resume la vida de Manuel Fuentes.
Cuando don Manuel Fuentes
era un hombre respetado,
hábil y muy sagaz
en cuestiones de ganado.
Cuando el llano alto apureño
fue el más rico del estado.
Cuando la leyenda de un hombre
se escuchaba en todos lados.
En el llano apureño un refrán es bien conocido: Fulano
esta como la gata del cedral, ¿y cómo? -pregunta perencejo- siendo la
contestación inmediata: “viajes y viajes y amontones”. Este aforismo popular
proviene supuestamente de la creencia sobre la prieta centinela felina que
tenía el pudiente terrateniente Manuel Fuentes. En referencia al personaje, la
fontana oral es muy amplia, se abarcaría un buen espacio para apretujar tantos
relatos y anécdotas sobre su vida. Entre folklorismos y realidades ha perdurado
la leyenda de un hombre que con esfuerzo, trabajo y eficiente administración,
aportó mucho en el desarrollo pecuario extensivo del estado Apure. Conocido es
que el ganado fuentero llegó a ser exportado (con documentación probatoria
vista por el autor de esta publicación) a Panamá y al continente europeo,
debido a la calidad genética, motivo también de especulación popular que
rumoraba que el ganado de sus hatos era más grande y fuerte que el de sus
vecinos, esto por agraciamiento distintivo del dios de las tienieblas: Lucifer.
Alejado de lo pintoresco, lo cierto fue que este ostententoso latifundista
gerenció eficientemente como un exitoso empresario agrícola sus inmensas
propiedades.
Fuentes, nacido en San Francisco Javier de Lezama
(Guárico), y casado con María Gilly Lavado, se iniciaría como minorista de
insumos alimenticios, ya residenciado en Guasdualito en la segunda década del
siglo acaecido, su sagacidad lo llevaría a ser dueño de catorce grandes hatos
en Colombia y diecisiete en Venezuela, por referir solo algunos (en nuestro
país): Platanal, Las Delicias, El Cedral (vendido en 1971 a la compañía Anónima
Río Yaracuy) Mata Negra, Mata de Tranquero, Chiricoa, Caucagua, Campo Alegre,
El Torreño, La Venganza, San Pedro, La Miel (cambiada pelo a pelo años más
tarde a Francisco Padilla) convirtiéndose en su tiempo en el hombre más rico
del llano colombo-venezolano, bien pudiera decirse que estas extensiones
llegaban a donde alcanzaba la vista y más allá. Sus hijos: Heriberto
(veterinario progresista muerto en un accidente aéreo), Manuel, Josefina y
Delfina, heredarían a la muerte del prospero ganadero una inmensa fortuna que
perduraría con el tiempo.
Según algunas reláficas que han viajado en los
bártulos arcanos del cronos, refieren que don Manuel, a pesar de su inmensa
fortuna era un hombre de vida sencilla y austera, no dado a lujos, en extremo
desconfiado, también cuentan que en muchas ocasiones se unía a sus peones y
caporales en las faenas llaneras, y que de noche en lomos de su mula blanca
salía a la sabana a rondar sus predios, lo que algunos deducían era realmente a
encontrarse con su socio del más allá. Y ese socio no era otro que el jefe de
las tenebrosidades, quien como parte del contrato establecido para aumentar sus
riquezas le había asignado y puesto a sus órdenes guardianes espirituales
encarnados en formas de grandes gatos brunos, y de mayor tamaño una gata
prieta, la cual según la superstición salía puntualmente a media noche a
recorrer las fundaciones. Para la alimentación de esta comparsa maléfica don
Manuel ordenaba sacrificar diariamente una res oronda para tal fin, esto para
la zafia peonada era una muestra contundente del convenio pactado.
Otras especulaciones sobre el profuso hombre refieren
que las paredes de sus casas tenían incrustadas morocotas y crucifijos, y que
en cada esquina de ellas estaba enterrado un familiar, en alusión a grandes
toros cachilapos escogidos minuciosamente para la noche del convenio. Uno de
sus feudos: el hato Campo Alegre, ubicado en la parroquia Elorza, municipio
Rómulo Gallegos, fue un próspero e importantísimo centro de explotación animal
vacuno, donde en su mejor época llegaron a pastar más de 35.000 reses, sin
incluir chifles ni cachilapos. En cuanto a la guardiana felina, su trayecto
principal e inequivoco era desde esta posesión hasta el Hato El Cedral y
viceversa. Para trabajadores y pobladores aledaños se hizo muy común observarla
realizar el recorrido, siendo orden expresa de don Manuel no molestarla en lo
absoluto, aunque conociendo lo sofismo y agorero del llanero apureño lo de
molestar era bien difícil de hacer, quizás más por miedo que a la sujeción
expresa del patrón. La leyenda nació y empezó a parlarse por el llano en la
boca de cantadores de corríos la perícopa criolla de don Manuel Fuente y su
socio, no tan alejada de otras leyendas llaneras como la de Juan Machete, La
Rubiera y El Espanto de la Sabana. Quien escribe estas líneas, hace unos
cuantos años tendría la oportunidad de visitar al hato en labores de proyecto
agricola y, con sus propios ojos admirar la descendencia de la gatuna
misteriosa. Parte de esta nigromancía popular se recoge en los versos
siguientes:
EL CORRÍO FUENTERO
*
Pa` cantar este corrió
con mi garganta clarita
hoy me encomiendo al creador
y a Jesucristo bendito.
Sucedió en el Alto Apure
más allá de Guasdualito,
cuando Fuentes era el señor
de todo el llano infinito.
Hizo pacto con aquel
para que lo hiciera rico,
fundó el hato Campo Alegre
en una noche oscurita.
Mandó a ensillar su remonta
que era una mula blanquita,
se llevó indios y peones
con barretones y picas.
Al caporal encargó:
un toro e` punta finita,
llegaron a un tremedal
allí canto la mabita.
Mando hacer un hueco grande
empezó a sopla una brisa,
metieron al animal
con esfuerzo y con pericia.
Luego ordenó al caporal
me los entierra a toditos,
entonces se arrodilló
y hablaba muy bajitíco.
La historia no se termina
voy a tomá un descansito.
**
Cobíjame con tu manto
te ruego mi Dios bendito,
para seguir relatando
lo que mis ojos no han visto.
Esa noche Fuentes vió
y se puso asustadito:
al jefe de las tinieblas
en un caballo rojito.
Con candela alrededor
con unos gatos negritos,
este le dijo señor
ya su destino está escrito.
Lo hare rico y millonario
como muy pocos se han visto,
pero tendrá que cumplir
su parte en el compromiso.
El contrato se tranzó
su alma seria del maligno,
igual toda su familia
los grandes y los chiquitos.
De repente apareció
ganado de todo tipo,
el rebaño prosperó
eran treinta mil y pico.
El hombre se arrepintió
se quería pasar de listo,
mando hacer una capilla
con cruces y con santicos.
Esto nada le valió
porque olvidó a Jesucristo,
Fuentes desapareció
aquí todo esta clarito,
el afán por la riqueza
llevó al hombre a un laberinto.
Al desaparecer Manuel Fuentes se inicia la progresiva
decadencia de sus grandes hatos, pues si en él ya no serían lo mismo, ni el
llano alto apureño tampoco.
AUTOR: ALJER CHINO EREÚ
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