LA GRIPE ESPAÑOLA DE 1918 EN GUASDUALITO
Por: Aljer Chino Ereú
Para 1918, Venezuela
estaba gobernada por el general andino Juan Vicente Gómez, quien implantaría en
el país una forma de regencia que, se asemejaba en no poco al manejo de sus
haciendas y fincas. Es bajo su mandato cuando formalmente se inicia la
explotación de los yacimientos del llamado oro negro, esta actividad
supuestamente impulsaría el desarrollo nacional; no obstante, el hecho de ser
otorgadas las principales concesiones a grandes trasnacionales como la Royal
Dutch-Shell y la Pan American, conllevaría a que un considerable porcentaje de
los recursos petroleros terminaran depositados en cuentas personales y
compañías testaférreas, descuidándose en mucho las precarias condiciones de los
habitantes de las provincias, cuyas características comunes reflejaban nulos o
deficientes servicios sanitarios, altísimos índices de analfabetismo,
salubridad en deplorable situación y propagación alarmante de enfermedades como
sarampión, paludismo, tifoidea, tétano, viruela, neumonía, disentería y
tuberculosis, que afectaban sin contemplación alguna a una huérfana población
civil.
El anterior escenario
sería propicio para que lo clasificado por la historia médica mundial como
Pandemia de 1918 o Gripe Española, causara estragos a lo largo y ancho de la
geografía nacional, sin encontrar resistencia inmunológica que frenara su
transmisión, al menos al inicio de la misma. Antes de entrar al país dicha
epidemia traía como antecedentes alrededor de unas 40 millones de defunciones
en todo el mundo, siendo España, Portugal, Italia y Grecia los países más
afectados.
En el contexto, el eminente galeno caraqueño Luis Razetti creador de la Junta de Socorro del Distrito Federal (organización dedicada a combatir la enfermedad) referiría en sus notas médicas:
“El primer registro de la gripe española en Venezuela se presentó el 16 de octubre en el puerto de La Guaira, cuando se contabilizaron más de 40 soldados venezolanos infectados con este virus. Al día siguiente, el Gobierno Nacional había totalizado más de 500 casos tan sólo en el estado Vargas. La gripe rápidamente llegó a Caracas, tal vez viajando por el ferrocarril Caracas-La Guaira. Los primeros casos se manifestaron en la parroquia La Candelaria y luego se extendieron a lo largo de la ciudad”. (34:1918).
En el contexto, el eminente galeno caraqueño Luis Razetti creador de la Junta de Socorro del Distrito Federal (organización dedicada a combatir la enfermedad) referiría en sus notas médicas:
“El primer registro de la gripe española en Venezuela se presentó el 16 de octubre en el puerto de La Guaira, cuando se contabilizaron más de 40 soldados venezolanos infectados con este virus. Al día siguiente, el Gobierno Nacional había totalizado más de 500 casos tan sólo en el estado Vargas. La gripe rápidamente llegó a Caracas, tal vez viajando por el ferrocarril Caracas-La Guaira. Los primeros casos se manifestaron en la parroquia La Candelaria y luego se extendieron a lo largo de la ciudad”. (34:1918).
La entrada de la
peste mortal en el estado Apure seria el 21 de octubre de 1918, para una mayor
comprensión de lo que significó la gripe española o peste negra en este estado
llanero se trae a referencia el texto de Ramón Díaz Sánchez:
“San Fernando no dejó de ser vulnerable a la pandemia de gripe más terrible y pavorosa que haya azotado a la humanidad a lo largo del tiempo. Se considera que fue este el flagelo causante del mayor número de muertes en el siglo veinte, y el que más espanto causó, no solo por sus efectos mortíferos, sino por la forma dolorosa y singularmente sucia de destruir a quienes atacaba. Aquel padecimiento se propago desde Mantecal a todas las poblaciones de esa provincia, con tal furia que familias enteras desaparecieron y casi no hubo en el llano una vivienda sin víctimas.” (43: 1939).
“San Fernando no dejó de ser vulnerable a la pandemia de gripe más terrible y pavorosa que haya azotado a la humanidad a lo largo del tiempo. Se considera que fue este el flagelo causante del mayor número de muertes en el siglo veinte, y el que más espanto causó, no solo por sus efectos mortíferos, sino por la forma dolorosa y singularmente sucia de destruir a quienes atacaba. Aquel padecimiento se propago desde Mantecal a todas las poblaciones de esa provincia, con tal furia que familias enteras desaparecieron y casi no hubo en el llano una vivienda sin víctimas.” (43: 1939).
Investigador sobre lo
tratado es el profesor y premio nacional de historia Oldman Botello, en
consulta nos refiere: En comparación como en otros estados, en Apure no hubo
exceso de muertes. El presidente del estado general Vicencio Pérez Soto
contrató al Dr. Aaron Benchetrit, judío criado en Caracas, autor del libro La
Pandemia del año 1918, quien gracias a sus investigaciones había descubierto
una medicina contra el mal. Se utilizó el aceite de tártago como medicina. En
Apure la epidemia fue mínima, solo el 1% o menos se calculó la mortalidad. El
general Pérez Soto puso la estación de cuarentena en Puerto Miranda, y el
engripado no pasaba para el otro lado. El 1° de octubre de 1918 se comenzaron a
tomar medidas, hubo una junta principal y juntas subalternas en barrios y
pueblos lo que freno la propagación en la capital del estado llanero (Fin de la
referencia).
Pero la realidad del
alto con el bajo Apure contrastaba significativamente. En lo que respecta a
Guasdualito un segundo informe del Concejo Municipal del Distrito Alto Apure,
reflejaba para 1918 las precarias condiciones de vida de los habitantes de esa
geografía apureña, en donde la ausencia de médicos y de un centro sanitario era
cubierta por el boticario Silverio Agüero, quien se ocupaba de atender a
domicilio los casos más apremiantes. Unos 4900 habitantes conformaban la
totalidad de la jurisdicción, de los cuales 2010 habitaban en la nueva
población, mudada años anteriores desde el sector conocido como Pueblo Viejo a
las costas ribereñas del turbio Sarare. Este contexto seria propicio para el
azote inescrupuloso de la pandemia.
Las noticias que
recibían los pobladores por los transitantes de los caminos de recuas sobre la
peste de Apure alarmo a la mayoría, unos optaron por emigrar ante la llegada
inminente de la peste apocalíptica. No faltó quienes recordaran los vaticinios
desesperanzadores del profeta Enoc, hombre de mundo o supuesto predicador de la
teología cristiana cuyo nombre real era Laureano Ojeda, quien años atrás
vestido con batola blanca pasaría por el pueblo profetizando entre otras
desgracias la llegada de una pestilencia negra, en alusión a la gripe española.
Los primeros casos de
gripe española en Guasdualito aparecerían con la llegada de un grupo de
vendedores de ganado provenientes de La Concordia (Táchira). El 03 de noviembre
el jefe civil Victorino Rivero enviaría una comisión a la intendencia del
Arauca, con la finalidad de dirigir un telegrama (para la fecha aún en
Guasdualito no funcionaba el telégrafo) directo al gobernador Pérez Soto,
informándolo sobre un extraño virus caracterizado por la brusca aparición de
fiebre, malestar general, dolor de cabeza y dolencias en el cuerpo; el mismo ya
aquejaba a unas 50 personas, con 3 defunciones recientes. Conociendo las
implicaciones del caso, la máxima autoridad del estado mediante decreto dispuso
de 50 mil bolívares para atender y mitigar la enfermedad en el Alto Apure.
El 10 de noviembre
saldría del Puerto de Los Barbaritos (San Fernando) el steam boat Arauca con
una cargamento de medicinas, y una comisión médica integrada por Francisco José
Machado, hijo de otro médico con el mismo nombre, con amplia trayectoria en las
luchas contra las epidemias febriles, y que llegaría hacer jefe de la Comisión
Sanitaria Nacional; Vicente de Milita, galeno de origen italiano que optaría
por quedarse en la enfermiza zona alto apureña. Arribada la comisión, el
diagnóstico y la evaluación clínica recomendarían además de la cuarentena y el
lenitivo de aceite de tártago, jarabe de ipecacuana y las infusiones de tilo
con cebada diluida en agua. No obstante, la desconfianza de los pobladores, la
renuencia a la prescripción científica y el arraigo a los remedios caseros con
rezanderos incluidos, triplicaría en poco tiempo la cantidad de decesos. Se
improvisaron fosas y zanjas para la sepultura de los fallecidos. Los
sobrevivientes en su mayoría desalentados por la tragedia y las constantes
refriegas guerreristas optarían por nuevos horizontes. Pasarían cinco largos
meses para que la parte médica erradicara por completo la pandemia en
Guasdualito. A nivel nacional el registro oficial reflejaría más de 20.000
muertos, incluyendo a Alí Gómez, hijo del general y presidente de la república
Juan Vicente Gómez.
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