DON CARMELO
Y EL CAIMAN
José del
Carmen (Carmelo) Fulco Lara, hijo de don José, nacido su ascendiente en
Maratea, paraje sureño en Potenza (Italia), a la costa de Tirreno. Hijo de doña
Julia Lara (guasdualiteña). En matrimonio con Josefa del Carmen Taquiva
formarìa a: Exer Armando, Yuli del Carmen y Carmen Yubi Fulco Taquiva. Fue don
Carmelo un privativo y estimado personaje conocido por varias generaciones de
coterráneos guasdualiteños, quien lo haya conocido lo recordara como un hombre
probo y servicial, magmático epígonista telúrico, además de folklórico y mélico
popular, siempre con una poesía opalescente a flor de labio para las damiselas
del pueblo, y con mil y una ocurrencia para cada momento, conjugándose en este
buen ser humano la reciedumbre, la candidez y entelequia, condiciones tan
características del hombre de nuestra tierra.
Y en nuestra
tierra en una mañana agustina celada por el astro rey nos atropellaron los
recuerdos al contemplar desde las barrancas gamereñas las ondas turbias del Sarare,
ondulando tiempos, llevadas las aguas por el cauce del nunca volver, así como
nunca vuelven los tiempos que fueron presentes ahora convertidos en pasados. Y
de nuestro retrospectivo recordamos a don Carmelo en su recordado Jeep Willis
de color azul, buscando a tempranas horas de la alborada al grupo de maestros
rurales que impartían catedráticas enseñanzas en la escuela concentrada de
Pueblo Viejo (Periquera), tocando cornetas frente a sus casas, con un verso
jocoso para cada uno de sus ocupantes, entre ellos la digna Rosa Taquiva, Pedro
Madrid y mi padre, maestros de generaciones, maestros por vocación y hálito. Ya
rumbo al plantel, un mocito de unos cinco o seis años con su cuaderno bajo el
brazo prestaba atención a las palabras llenas de sapiencia popular de aquel
longevo chofer, así como oyendo de su jarano y proverbial intelecto sus
extremadas narrativas tan llenas de imaginación, cuya consecuencia eran las
algazaras de los ocupantes del rustico, pero también el pasmo del aquel niño
que guardó en el arca cerebral el cuento de don Carmelo y El Caimán,
convirtiéndose esa fantasiosa narrativa en una de mis primeras letrillas
escritas en mis pliegos mentales, muy espontánea y sin capitales poéticos al
momento, al iniciar mi adolescencia retocada la historia sin mancillar la
pureza descrita por la percepción de un niño pueblerino, imaginando una
realidad que nunca fue.Contaba don Carmelo:
/
En esos días bien sabrosos
entre la barranca y el río
estando yo entretenío
pescando por el Sarare.
Sin pensar que me asombraren
sentí un templón de sorpresa,
caramba con tanta fuerza
que pude en un desparpajo
manearme de un estropajo
con habililidad y con destreza.
En esos días bien sabrosos
entre la barranca y el río
estando yo entretenío
pescando por el Sarare.
Sin pensar que me asombraren
sentí un templón de sorpresa,
caramba con tanta fuerza
que pude en un desparpajo
manearme de un estropajo
con habililidad y con destreza.
/
Yo luche con
mucho brío
sin embargo al agua fui,
yo pensaba me morí
que pasara con mis hijos.
¡Virgen del Carmen me aflijo!
Dios mío resguarda mi vida
no permitas mi caída
en el buche del reptil
al salir a flote vi
al leviatán de la biblia.
sin embargo al agua fui,
yo pensaba me morí
que pasara con mis hijos.
¡Virgen del Carmen me aflijo!
Dios mío resguarda mi vida
no permitas mi caída
en el buche del reptil
al salir a flote vi
al leviatán de la biblia.
/
Caramba que
cosas veo
un caimán descomunal
con dimensión de un samán
si no miro no lo creo.
un caimán descomunal
con dimensión de un samán
si no miro no lo creo.
Palabras de
don Carmelo
palabras más, palabras menos:
palabras más, palabras menos:
No creí
sobrevivir
me tragaron enterito
eso fue tan rapidito
que yo ni cuenta me di.
En la bolsa del reptil
encontré una hamaca vieja
de nada valió mi queja
pues me dispuse a dormi.
me tragaron enterito
eso fue tan rapidito
que yo ni cuenta me di.
En la bolsa del reptil
encontré una hamaca vieja
de nada valió mi queja
pues me dispuse a dormi.
/
Que más
podía hacer yo ahí
sino dormí en cantidad,
lo digo con honestidad
fui a colgar de las costillas.
Me dormí sin las pastillas
y desperté de madrugá,
crean maestros que es verdad,
no les quepa la menor duda,
esta historia es muy aguda
conocen mi sinceridad.
sino dormí en cantidad,
lo digo con honestidad
fui a colgar de las costillas.
Me dormí sin las pastillas
y desperté de madrugá,
crean maestros que es verdad,
no les quepa la menor duda,
esta historia es muy aguda
conocen mi sinceridad.

El impacto
del relato anterior en la mente de un imberbe fue pasmoso, me creí la historia
totalmente y, en mi inocente pero absorbente percepción escenificaba a cada
rato la épica lucha entre don Carmelo y el descomunal saurio, pensando aquel
niño: si existen los dragones que echan fuego por la boca, qué de raro habrá
que un monstruoso caimán habite en las profundidades del Sarare. En los días
posteriores contaba a cada momento a mis amigos más cercanos tan heroica y
desigual batalla, agregándole también una pequeña dosis de imaginación trivial.
Con los años al regresar a Guasdualito me encontraría a don Carmelo en la
celebración del día del padre en un centro de atención social, rígido todavía,
le recordé la epopeya y le pregunte: ¿Don Carmelo, que pasó de verdad con el
caimán? Respondiendo:
¿Carajito,y
no me ves?
yo no soy un viejo de cuentos
soy un hombre bien resuelto
pregúntele a su papá
que me conoce hace tiempo,
yo superé ese tormento,
ya no me pregunte más.
yo no soy un viejo de cuentos
soy un hombre bien resuelto
pregúntele a su papá
que me conoce hace tiempo,
yo superé ese tormento,
ya no me pregunte más.
AUTOR: ALJER EL CHINO EREÚ.
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