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lunes, 26 de octubre de 2020

GABRIEL ELIECER PINTO

 






GABRIEL ELIECER PINTO

EL LICEO LIBERTADOR Y EL TEATRO SARARÌ

BREVISIMO EXORDIO.-.

En conversación reciente con el poeta guasdualiteño Marcos Eduardo Hernández, para bien le expresaba mi constante inquietud, de al menos grafiar en unos párrafos el aporte educativo, cultural y social del rememorado educador neogranadino Gabriel Eliecer Pinto, por cuanto es un ser humano que arribó a la dársena del Guasdualito provinciano, viniendo de horizontes lejanos para perpetuar vestigios notorios en nuestro pueblo, asi como entre sus condiscípulos, dicentes y amigos. Por tal fin presento en una breve runa lo más conocido y resaltante sobre su permanencia local, esperando que entre todos podamos recopilar más información, documental, oral y fotográfica sobre el personaje, para posteriormente incluir su epítome vital en el nuevo proyecto “Guasdualito y su contemporaneidad”. De ante mano el agradecimiento por sus comentarios.

EL LICEO LIBERTADOR

Llegaría Pinto a nuestro pueblo no como el judío errante Catarfilo, el anhelante de la Parusía, sino como el amigo Manso (Máximo) personaje principal de la novela con el mismo nombre, escrita por el dramaturgo canario Benito Pérez Galdós, salida a la oftálmica lectora en 1882; es este Manso un profesor de dialectos y filosofía, idealista destacado por su sapiencia y ética, que dejaría huella en un Madrid naturalista; y es Gabriel Eliecer Pinto un excepcional educador colombiano que llegaría en 1960 al pulverulento Guasdualito de la época, trayendo en su intelectual y analítico pensamiento ideas civilizatorias, siendo la primera de sus iniciativas fundar un liceo público en donde se impartiera la oferta de educación secundaria con criterios de vocación y excelencia. Desde un primer momento la propuesta logra buena aceptación, se dan varias reuniones y se suman al proyecto personalidades como: Eugenio Vidal Carabia, Toco Toco Padilla, el bachiller Rafael Hurtado, Manuel Arroyo, Silva Gallardo, el doctor Darío Barreto Paz, Rodolfo Pozsonyi, Antonio Tortolero, el padre Heraclio Aragón, Lázaro Hernández, entre otros guasdualietños de avanzada, que creyeron en el ideal de Pinto.

Llega el año 1961, y en el segundo mes del calendario gregoriano inicia funciones el Liceo Libertador en el Edificio García, ubicado casi al final de la avenida Miranda, a pocos metros de la iglesia Nuestra Señora del Monte Carmelo. El registro inicial fue de 61 alumnos, seccionados en 33 hembras y 28 varones. Meses más tardes en el segundo periodo escolar se incorporan a la formación pedagógica los galenos Neftalí Quintero y Egidio Guevara, como también los preceptores, Adrian Tesch, Ramón Colmenares y Aníbal Ostos. Para esos años la cámara municipal representada por Carlos Padilla Hurtado y el estimable Ezequías Arroyo, en sus condiciones de representantes del ayuntamiento municipal brindaron el superlativo apoyo económico a la obra educativa, que redundaría en la formación integral de varias generaciones de guasdualiteños. Algunos de los alumnos precursores del Liceo Libertador son: Leoncinio Urrutia, Oliva Murci, Ali Macías, Clara Ramírez, el poeta Rafael Gallardo, Edgar Maiorana, Narcisa López, Mapi Hurtado, entre otros abnegados educandos que fueron iluminados por el faro alejandrino Libertador.

Personalidad institucional contemplativa, fue la del aquel glorioso grupo profesoral desde sus empieces, movidos por la querencia a su tierra y a su gente, apostaron por sembrar saberes en aquellos discípulos que se espigarían en un corto y mediano plazo, como hombres y mujeres estimables y fructíferos. Ad honoren y en desprendimiento fueron sus bien recibidas enseñanzas. El impacto positivo de la iniciativa y la creciente impetración estudiantil hace que los directivos decidan mudar el paraninfo a la antigua casa de los Grieco Laporta, al final de la avenida Miranda, antes de la entrada al barrio El Gamero. Ese mismo año por sugerencia y ordenanza de la Cámara Municipal pasa a designarse como Liceo Municipal Libertador, luego el mismo ente legislativo asignaría una partida presupuestaria para cubrir los gastos más apremiantes. En la sede de tablones funcionaría hasta 1964. Para el periodo lectivo 1965-1966 se estrena la nueva instalación en la intersección de las avenidas Miranda-El Marqués del Pumar. Aún en la sede ubicada en el barrio Las Carpas, la huella de Gabriel Pinto estaría impresa, en las aulas del Fernando Calzdilla Valdès tuvimos el privilegio de ser sus alumnos en la asignatura del idioma anglosajón, su imponente presencia, su vocación, su entrega y fácil trasmisión del saber nos hace conmemorarlo de forma amena y en gratitud.

EL TEATRO SARARÌ.-

Se había comentado en el segundo párrafo de este apartado, que sería en 1960 la llegada del profesor Eliezer Pinto a Guasdualito, un desconocido en un pueblo que iniciaba su senda progresista y quien lo recibió con los brazos abiertos, adoptándolo como hijo entrañable. En Guasdualito el emérito se conquistaría el respeto, la estima y el sincero aprecio de todos los que pudieron conocerlo. Otra de sus iniciativas fue la de poner en funcionamiento una moderna sala de cine, Pinto de alta intelectualidad y universalidad, entendería bien la importancia de la cinematografía como elemento culturizador para la sociedad de nuestro pueblo, por ello en sociedad con el farmaceuta Toco Toco Padilla y el doctor Márquez (primo del nobel colombiano) principian la sala de cine con el nombre de Teatro Sararì, por la añeja calle Cedeño, exactamente en donde hoy funciona la oficina de la línea de Expresos Los Llanos, para la época su ambientación quizás fue la más acorde para este tipo de recinto, contaba con una moderada sala pero dotada de muy buena acústica. Su piso era de madera y techo de cielo raso, en cuanto a su capacidad, era aproximadamente de ciento cincuenta butacas. Se proyectaban dos películas diariamente, así como los matiné de los fines de semanas, en la pantalla del cine Sararì se proyectaron en cinemacop y pantalla panorámica (conceptos de Pinto) las películas del momento, aquella generación asistió casi religiosamente a las proyecciones disfrutando del séptimo arte en el aùn apacible Guasdualito, ya iniciando los 70 y con la aparición de los primeros televisores en blanco y negro decaería la antecámara, lo que llevaría a su cierre definitivo. Otro aspecto por mencionar y ya para concluir la publicación, fue su papel de organizador de las fiestas de Arauca, en donde además llevó a cabo emprendimientos exitosos. Por mencionar en el contexto, en los desfiles inaugurales su disciplinada y peculiar forma de montar era admirada, habilidades que adquirió durante su juventud en la escuela de equitación del ejército colombiano. Debido a la necesidad de emprender en otros lares, fija su radio de acción entre la población colombiana y Valencia, alejándose con los años del pueblo que lo albergó con agrado y en donde le recuerdan de la mejor manera. En complemento, es Gabriel Eliezer Pinto un ser humano con virtudes preclaras para ser considerado en los tiempos históricos como: UN HIJO ILUSTRE DE GUASDUALITO, allí están sus hechos, honra a quien honra merece.

POR: ALJER “CHINO” EREÙ.-.


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