CASONA VILLA LEOCADIA: OTRO ÍCONO DEL BARRIO CASA DE ZINC DE SAN FERNANDO
Autor: Hugo Arana
Amén de resaltar la importancia arquitectónica, económica, cultural y
social que desempeñó esa vivienda en la evolución de la ciudad, se ha
considerado pertinente (para la comprensión del discurso) ubicarla en su
entorno, es decir, lo que los geógrafos han convenido en nombrar hinterland.
Una vez más agradezco a los artistas plásticos, quienes con su arte han
contribuido a la reconstrucción histórica de la capital del llano venezolano
como José Manuel Fuentes con su obra CASA DE ZINC, asimismo al pintor quien
fielmente supo plasmar en un lienzo la imagen de una solariega casona que
testaruda se resistía a los embates destructores del “BENDITO PROGRESO”, hasta
que al fin, un día del año 1988 cuando precisamente la ciudad cumplía
doscientos años de su fundación, sin ton ni son, sin que se le enfriara el
guarapo a nadie, sin que se le aguara el ojo a ningún burócrata, sin
contemplación alguna fue echada abajo…
1. VILLA LEOCADIA Y SU HINTERLAND
A principios del siglo XX el sanfernandino Martín Rujana construyó en
terrenos de su hato situado a orillas de la antigua Calle del Ganado (frente a
la Zona Educativa, actual Avenida Los Centauros, tramo vial ubicado entre el
semáforo de Casa de Zinc y la Estación de Servicios Girasol al que también se
le conoce coloquialmente como Avenida Casa de Zinc) a la salida del bucólico
San Fernando vía Biruaca, una bonita casona de campo o casa de hato como
también se le nombraba a esas típicas y emblemáticas construcciones llaneras.
Observando una bonita viñeta obsequiada por Merilio Rujana, hijo de Don
Martín Rujana y sobrino de Don Carmelo Rujana (Don Carmelo Rujana fue concejal,
pulpero y asiduo lector de la obra de Rómulo Gallegos. Seguramente atraído por
la obra galleguiana un buen día del año 1929 instalaría en su casa de familia
situada en el ángulo suroeste del cruce de las calles Comercio y Miranda, su
negocito conocido como CASA ALTAMIRA, la cual le dio nombre a otra popular
esquina de San Fernando, conocida como Esquina Casa Altamira), ambos hijos del
libanés José Rujana, destaca una hermosa vivienda que fue propiedad de Don
Martín Rujana, la cual a principios del siglo veinte se hallaba al oeste del
Barrio Casa de zinc a la salida de San Fernando rumbo a Biruaca. Se llamaba
VILLA LEOCADIA y estaba ubicada en la raya, es decir, entre los barrios Casa de
Zinc y Samán Llorón. Era una hermosa casona de techo de tejas, de anchas
paredes de adobe recubiertas de cemento, de cinco altos ventanales de
balaustres de madera, de anchuroso y alto portón de resistente madera y hermoso
y amplio corredor que miraba hacia la llamada CALLE DEL GANADO (ahora nombrada
oficialmente Avenida Los Centauros y coloquialmente Avenida Casa de zinc).
Villa Leocadia se había construido en el camino real que iba de San Fernando a
Biruaca y que entonces era conocido como Calle del Ganado (posiblemente bautizada
coloquialmente así, porque por allí se movilizaban las puntas de ganado vacuno
rumbo al Paso Apure y de allí a los centros de acopio en Villa de Cura, Cagua y
Turmero). Al frente de Villa Leocadia vivía el reconocido criador de cochinos
Ángel Flores, apodado cariñosamente Babo a pie; donde años más tarde se
instalaría un centro de diversión conocido como LOS MANGOS donde actualmente se
halla la Zona Educativa (ver imágenes). Por cierto, Don Martín Rujana, como
hijo de un comerciante libanés había instalado en la hermosa edificación una
tienda de víveres que abastecía a los cabestreros y demás viajeros, quienes a
principios del siglo veinte, venían procedentes de los pueblos del Bajo Apure a
San Fernando y seguramente para evitarse llegar hasta el centro del pueblo
entrarían a la pulpería de Rujana a hacer sus compras y a echarse un trago de
aguardiente a base de Berro, Guácimo, Ponsigué, Guama (de allí la expresión
¡Fulano se echó un guamazo de Padre y Señor mío! O ¡Perencejo se echó un
tarrayazo que le quemó el Guargüero ja, ja, ja,) o a comprar una cuarta e´
tabaco en rama y a lanzar escupitajos en el corredor de la hermosa casona o
simplemente se estacionaban allí a enfrascarse con el viejo Rujana en amenas y
largas tertulias cargadas de anécdotas, mientras contemplaban el lento tránsito
de ganado rumbo al Paso Apure.
Cabrestero de mi llano, ay de mi llano
Que vas mirando al sendero
Deja que el sol mañanero
pase sin decirte adiós
Tú y tu caballo son dos
Y tu pensamiento tres
Dale cuerda pa´ que arreen
Los alegres culateros
Tras de tí van los punteros, si los punteros
Enderezando la punta
Que con el grito y la bulla
Se entretiene el pensamiento
Cabrestero de mi llano, si de mí llano
Que vas mirando a lo lejos
Con el filo de tu pecho
Vas partiendo travesías
Y atrás la vaca paría
Con su bramar te despierta
Y hace que olvides las penas
Que hay en tu corazón
Y el relincho de un potrón
Te hace suspirar profundo
Porque tu llano es el mundo
Que adoras con gran fervor
Viejos sanfernandinos me informaron que entonces las tuberías del acueducto
de San Fernando no llegaban a Samán llorón, por cuanto, los límites de la
población terminaban en el viejo cementerio de la Calle Chimborazo (hoy Avenida
Chimborazo). En ese sentido, la antigua Villa Leocadia, como toda casa de hato,
se abastecía del vital líquido que le suministraba un generoso y hermoso aljibe
que el viejo Rujana había instalado en el patio. Pasados algunos años, Don
Martín vendió la casona y se mudó con su familia a Caracas. Años más tarde
VILLA LEOCADIA cobijaría en su seno a Don Antero Marrón Aparicio y su familia,
integrada por su esposa y sus hijas Aída, Vivina y una que se graduó de
Odontóloga y Abogada. Por cierto, cuando las muchachas eran unas adolescentes y
finalizaba el año escolar, el viejo agarraba sus corotos y se marchaba con la
familia a vacacionar en su Fundo La Esperanza y al inicio del año nuevo
escolar, retornaban a la acogedora casona para incorporarse a sus colegios
donde se prepararían para la vida...según el decir del viejo patriarca llanero.
Por cierto, en esos años de la década de los años cincuenta la alcabala del
pueblo quedaba frente a la vivienda de José Ángel Flores (a) Babo a pie,
cercana a la casa de familia de la señora Isabel Fleitas y Villa Leocadia.
Hoy ya no está ese hermoso y valioso patrimonio cultural edificado de San
Fernando como fue la casona VILLA LEOCADIA; otrora testigo de lo que fue la
vida del bucólico pueblo. Seguramente Don Martín Rujana y más tarde Don Antero
Aparicio, en los calurosos meses de verano se entretendrían mirando transitar
diariamente frente a su casa por la llamada Calle del Ganado (un polvoriento
camino de tierra) los rebaños de novillos y vacas con su característico mugido
levantando un tierrero de Padre y Señor mío. Probablemente se recrearían
escuchando al cabestrero principal entonando sus bonitos cantos de arreos…
seguido de los Punteros, Contrapunteros y los no menos importantes Culateros
arreando las rezagadas y extenuadas reses que a punta de mandador llevaban
rumbo a Las Marías o al Paso Apure (Cruce de la Calle Independencia con
Perimetral Norte), donde ansioso las esperaba Ángel María Nieves, para lanzarse
junto a ellas a esguazar las caimanosas y torrentosas aguas del Apure, donde
nadando llegarían echando el resto a Puerto Miranda y de ahí, continuar
mansamente el largo periplo, siguiendo apuraítas el trotecito, el silbo y la
tonada del incansable y afanoso puntero… en su derrotero por esos guaritotales,
chiribitales, garrapatales y rastrojales hasta llegar a los puntos de acopio en
el centro del país.
¡Fuera toro colorado!
¡Fuera novillo barcino!
¡Despídanse del corral
no se pongan a llorar
pajaritos del camino!
¡Joooooo!
¡Ganadito de mi finca,
que dolorosa es la ausencia
cambiar tanto sacrificio
por un cheque de Gerencia!
¡Joooooo!
Ajílate toro negro
por la huella é tu "cabrestero",
pon frente hacia Caracas
y olvida tu comedero
que mañana estarás muerto
en manos del carnicero
y esta noche por tu ausencia
llorarán todas las vacas
que vengan al paradero,
¡Ahílate toro viejo,
sigue por última vez
la huella e´ tu cabresteeeeeero.
Con la desaparición de esta casona se fue parte de la historia de la
bucólica CIUDAD DE LA ESPERANZA. Felizmente, gracias a una hermosa viñeta que
un artista plástico pudo plasmar en un lienzo, se ha podido reconstruir para la
posteridad parte del pasado de una de las más bonitas y emblemáticas viviendas
de los barrios CASA DE ZINC y SAMÁN LLORÓN; ahora en su lugar lo que se halla
es una despatarrada construcción en piernas, es decir, a media asta… donde los
vecinos en vez de deleitarse mirando el interminable paso de rebaños de ganado
detrás del trotecito de los cabestreros cantando bonitas cuartetas en
octosílabos. Ahora se resignan a sufrir el tormento del constante corneteo, a
ser arrollados o gaseados a cada rato con el humo de las ruidosas y estrambóticas
gandolas, busetas, automóviles y peor aún, las peligrosas motocicletas... que a
cada rato pasan por el lugar.
2. ENTREVISTA A HABITANTES DEL CALLEJÓN LAS TEJERÍAS Y LA CAUCHERA, VECINOS
DE VILLA LEOCADIA.
El 15 de enero del año 2020 entrevisté a uno de los hijos de Don Ignacio
Figueredo (a) El Indio Figueredo, el señor Ely Figueredo, de setenta y cinco
años de edad, nacido en La Chispa, un vecindario de la población de Guachara,
Municipio El Yagual del Estado Apure, quien es un reconocido cuatrísta, maraquero
y cantor y quien desde hace muchos años se avecinó en el Callejón Tejerías al
final de Casa de Zinc, cerca de Villa Leocadia; informaba que en esa casona se
domicilió desde hace más de sesenta años junto a su grupo familiar el señor
Antero Marrón Aparicio. Me refirió Ely Figueredo que el último propietario de
Villa Leocadia fue Don Antero Marrón Aparicio, quien por los lados de La
Esperanza, un caserío situado en la vía Achaguas, poseía un fundo y en San
Fernando la magnífica casona VILLA LEOCADIA, entonces esa edificación era una
casa de hato y por esa razón se hallaba a las afueras del pueblo, es decir, eso
era monte y sabana, donde detrás había muchos potreros sembrados de buen pasto.
En ese sentido, recuerda Ely Figueredo que en el enorme patio de Villa Leocadia
existía un aljibe de donde las Aparicio se surtían de agua. Entonces hace
sesenta años a las afueras de San Fernando no llegaba el agua por tuberías, por
cuanto, por hallarse en los extramuros del pueblo no poseía el servicio de
acueductos. Entonces la actual Avenida Los Centauros (Avenida Casa de Zinc) era
un camino de tierra conocido como Calle El Ganado (ver el lienzo CASA DE ZINC
del artista plástico José Manuel Fuentes) por donde desfilaban los arrieros
conduciendo rebaños de ganado procedentes de los hatos del Bajo Apure
(Achaguas, Guasimal, El Yagual, El Samán, Apurito, San Rafael de Atamaica,
Cunaviche y San Juan de Payara). Eran lotes de trescientas o quinientas reses
que iban rumbo a los potreros del Hato Las Marías, donde ahora se halla el
Barrio Las Marías y el Liceo Francisco Lazo Martí y de allí llevarlos por El
Cañito (actual Avenida Miranda) hasta la Calle Independencia para que el catire
Ángel María Nieves, en el Paso Apure, se lanzara con esos rebaños a las
embravecida, torrentosas y caimanosas aguas del Apure rumbo a Puerto Miranda y
de allí, arrearlos por las polvorientas trochas y chiribitales a los centros de
acopio en Villa de Cura, Cagua o Turmero (Donde estaba y todavía funciona el
Matadero Industrial de Turmero o para ser embarcados en el ferrocarril alemán a
los mataderos de Maracay, Valencia o al Matadero Industrial de Los Teques).
El 16 de enero del año 2020, entrevisté al señor José Francisco Sandoval,
de 87 años de edad, nacido en el caserío La Piedra, cerca de San Juan de
Payara. Don José, junto a su familia se residenció desde hace más de sesenta
años en el Callejón La Cauchera, frente a Villa Leocadia y muy cerca de la
actual Zona Educativa. Ese día, Don José me informó que al fallecer Don Antero
Marrón Aparicio, sus herederos vendieron Villa Leocadia a una empresa de pompas
fúnebres conocida como FUNERARIA LA PAZ y desde ese día la otrora casa de hato,
devino en casa de velatorios. Después de muchos años, la empresa fúnebre la
vendió al comerciante árabe Adán Sulizza, quien sin que se le enfriara el
guarapo y sin tener paz con la miseria la echó abajo y qué para iniciar la
construcción de un moderno local comercial, el cual desde hace muchos años
permanece a media asta (ver imágenes de la incipiente construcción).
Hace setenta años el entorno de Villa Leocadia era monte y la actual
Avenida Los Centauros (coloquialmente Avenida Casa de Zinc) un trajinar de
reses que los cabestreros conducían a El Paso Apure. Por cierto, donde ahora se
halla el Liceo Francisco Lazo Martí en la actual Avenida Miranda, existía la
Hacienda Las Marías, propiedad de la familia Mendible, quienes poseían varios
potreros de engorde, donde algunas veces el ganado que los cabestreros iban a
tirar al Apure, por el Paso Apure lo empotreraban esa noche en Las Marías, por
supuesto, pagándole a sus dueños un bolívar por cada res, como si se tratara de
un estacionamiento de vehículos ja, ja, ja. Asimismo, los viajeros que a
caballo llegaban a San Fernando, dejaban sus cabalgaduras en los potreros de
Las Marías.
También me informó Don José, que a finales de la década de los años setenta
él poseía un supermercado conocido como AUTOMERCADO FLOR DEL CAMPO, ubicado al
lado de la Cauchera Apure CA., en la Avenida Los Centauros el cual dejó de lado
para constituir una línea de transporte colectivo. Entonces la alcabala del
pueblo quedaba donde ahora se halla el semáforo de Casa de Zinc, luego con el
pasar de los años fue mudada frente a la vivienda de José Ángel Flores (a) Babo
a pie; posteriormente se instaló frente al Centro Social Girasol y ahora en
Santa Inés y de seguir esa mudadera, seguramente en algún momento desaparecerá
por cuanto ya Biruaca y San Fernando se habrán unido…
CONCLUSIÓN:
En este ensayo se han puesto de manifiesto dos cuestiones de mucha
relevancia. Una es el crecimiento de la ciudad, por cuanto, a principios de la
pasada centuria la alcabala (que señala los límites de la ciudad) se hallaba
ubicada exactamente donde ahora está el semáforo de la intercesión de las
avenidas Miranda, Carabobo, Revolución y Avenida Los Centauros (coloquialmente
Avenida Casa de Zinc); más tarde, a principios de la década de los años
cincuenta fue mudada frente a VILLA LEOCADIA; diez años después se instaló
frente al centro social GIRASOL y la Estación de Servicios Girasol y
últimamente fue mudada frente a la Urbanización Santa Inés y de seguir así la
MOVEDERA, la bendita alcabala desaparecerá y San Fernando y Biruaca
constituirán un solo conglomerado urbano.
La segunda
cuestión tiene que ver con la desaparición de nuestras valiosas edificaciones
que otrora fueron íconos de la capital del llano venezolano. Así miramos y nos
lamentamos, cómo en nuestras propias narices es echado abajo inmisericorde e
inmerecidamente el poquito patrimonio cultural edificado que aún nos queda en
pie. Esa acción depredadora se ha llevado y se está llevando consigo la memoria
histórica de la CIUDAD DE LA ESPERANZA, quien lamentablemente ha perdido toda
ESPERANZA de que se le respeten sus valiosas edificaciones… ja, ja, ja, me río
para no llorar ay, ay, ay… ¡Ay carajo, nojoda con tanto pícaro haciendo
negocios y de las suyas sin que nadie les pare el trotecito…!
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