LOS SITIOS TURISTICOS Y PINTORESCOS DE SAN FERNANDO (DESDE 1931 HASTA 1952)
Para la época que nos ocupa, los apureños solíamos distraer el
cuerpo y el espíritu, asistiendo los fines de semana o en los· períodos de vacaciones, a diferentes lugares aledaños de San Fernando
donde indistintamente íbamos
a descansar, a nadar, a pescar, a tomar, a bailar,
a comer o a estudiar. Por la cantidad de sitios a donde se podía ir, San Fernando, en este aspecto era
una capital privilegiada. Cualquiera que fuera .la actividad a desarrollar,
generalmente culminaba con baile de joropo, un sancocho
o una ternera. Las familias se les arreglaban para liar sus bártulos y, ya fuera
en jeep, bongo,
canoa, fuera de borda o caminando, emprendían camino o viaje para disfrutar de
su asueto turístico.
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Toma ndo sol en El Playón . A rr iba;
Tomando sol en El Playón . Arriba; Samuel Cadenas. Abajo; izquierda a derecha: Elías Rincones, William Rincones y Teresa Rincones |
Así teníamos que al norte de la ciudad estaba El Cañito, donde en invierno practicábamos la natación y la pesca. Muy cerca del río como a 300 metros de la bodeguita de Pelusa, había un balneario natural un sitio bautizado como Palo de Agua, donde había un trampolín, natural también, como lo era cualquier rama de este árbol. En el Cañito también se practicaba la pesca deportiva, por ociosidad o por hobby, de especies menores de peces tales como sardinas, palometas, corronchos, bagrecitos, algunas veces "ajilaban" caribes y cachamas; también se practicaba la pesca de curbinatas desde una canoa en movimiento.
Hacia la parte noroeste de San Fernando, todos disfrutábamos de los baños, también
en el comienzo de
El Cañito, por los alrededores de la defensa y El Picacho de San Pedro, por donde el agua entraba en invierno con tanta velocidad, que iba
socavando los barrancos del río.
Por el oeste franco, los desplazamientos más corrientes eran
paseos en bongo o canoa, para Biruaca o Caramacate. En este caso, después de
pasar por la Casa de Zinc, las embarcaciones salían de Samán Llorón, sitio hasta donde en invierno normales,
llegaba el agua de los caños desparramados. De .allí había
tres
opciones a elegir. Primero,
muy cerca de allí,
había dos balnearios naturales
que eran La Horqueta y La Hidalguía. En ambos sitios, el caño tenía la corriente
bastante fuerte y en ambos lugares, también había casas donde vendían
lo necesario para atender a los consuetudinarios visitantes
en el invierno.
Siguiendo el oeste franco, se llegaba a Biruaca, que también era
escenario obligado para los paseos
dominicales. El balneario natural del Caño Biruaca,
fue muy famoso
y era mu y frecuentado, porque después del fuerte ejercicio
de natación, había el
otro aliciente complementario de asistir a otros lugares para descansar, jugar dominó, bailar y comer a la sombra de enormes y frondosas
matas de mango. En el verano, Biruaca era - igualmente
uno de los sitios turísticos más importantes para la comunidad sanfernandina y para los visitantes de otras ciudades de la República.
En el sur franco,
mientras tanto, y en
ambos lados frente al cuartel, en el verano
se formaban diferentes
partidas de beisbol. En el campo de la izquierda dábamos nuestros
primeros pasos peloteriles Emilito Rodríguez, Coporito
y Ronald Jaua, Bermúdez, El Cabezón y El ·Tuerto
Rivas, El Mono Porras,
Maracana, Quitimba y sus hermanos Evencio
y Elio García Barrios, punguita y Totoño Ortiz, Juan Rebolledo (Garrapata) y Oscar Álvarez Beria {E! Loco Pifia), etc.
En el campo de
la derecha jugaban
los Oficiales, Sub- Oficiales y la tropa del cuartel; ambos grupos éramos aupados
y estimulados por la acción
colaboradora del Mayor Hinojosa, Comandante del Cuartel.
Más
cerca, al sur, estaba el sitio de Los Robles, donde la gente de la barriada se distraía
jugando bolas criollas y bolón. Al noreste de San
Fernando, la gente se deleitaba viendo llegar
los barcos,
los bongos con mercancías agropecuarias o jugando dominó en el Bar El Tamarindo,
al lado de una de las dos torres
que había
por este lugar del malecón
del río. Un tanto
más al este, se encontraba
el Bar Guasimito, en cuyo lado exterior, había dos bancos de cemento, donde una que otra vez, nos
colocaban mesas ya para tomar o para jugar al dominó.
Después de pasar Puerto Arturo y el 4711, antes de llegar a Mango Verde, nos esperaba la placita O' Leary, donde en pleno invierno nos regocijábamos nadando o pescando. Un buen día alguien lanzó una piedra con tal puntería, que le "esconchó" la nariz al prócer por lo que desde ese día se le llamó la placita del "chingo" O' Leary. Sitio donde también se inspiraban el poeta Antonio J. Paiva, el apreciado periodista Rafael Calderón y donde Miguel Siso escribía algunas de sus chucuteces .
Por
el Oeste franco, después de pasar el aeropuerto de Las FIecheras, y en
rumbo hacia Arichuna, los apureños
encontrábamos excelente placidez en El Recreo, La Palmita y La Guamita, don elI ambiente fresco y sombreado por numerosos samanes,
se complementaba con el disfrute de todos los ambientes que los
redeaban.
Toda una época de oro turística que todos los apureños añoramos,
porque la tristeza
que hoy nos embarga por su recuerdo, fue la alegría inenarrable de aquellos sitios del ayer, con la perpetuidad cambiante de sus paisajes, inspirando a pintores, escritores y poetas,
que llenaron páginas
y lienzos con emocionante regocijo, ante la majestuosidad del Apure, la belleza imponderable de los garceros,
los espejismos de la sabana
y el hermoso colorido contrastante
del sol de los
venados y que también fueron
para nosotros fuentes de distracción y de sublimes
pensamientos.
Fuente:
Remontando el Apure Viejo de Cesar Humberto Ramos
Gracias
al amigo Juan Peña por facilitarnos el libro para dar a conocer la historia del
Apure
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