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martes, 16 de febrero de 2021

LOS SITIOS TURISTICOS Y PINTORESCOS DE SAN FERNANDO (DESDE 1931 HASTA 1952)

 






LOS SITIOS TURISTICOS Y PINTORESCOS DE SAN FERNANDO (DESDE 1931 HASTA 1952)

Para  la  época que  nos ocupa, los apureños solíamos distraer el cuerpo y el espíritu, asistiendo los fines de semana o en los· períodos de vacaciones, a diferentes lugares aledaños de San Fernando   donde  indistintamente   íbamos a descansar, a nadar, a  pescar, a tomar, a bailar, a comer  o a estudiar. Por la cantidad  de sitios a donde se podía ir, San Fernando, en este aspecto   era una capital  privilegiada. Cualquiera que fuera .la actividad  a  desarrollar, generalmente  culminaba con baile de joropo, un sancocho  o una ternera. Las familias se les arreglaban  para liar sus bártulos y, ya fuera en jeep, bongo, canoa, fuera de borda o caminando, emprendían camino  o viaje para disfrutar de su asueto turístico.

Toma ndo sol en El Plan . A rr iba;

Tomando sol en El Plan . Arriba;

Samuel  Cadenas. Abajo;  izquierda

 a  derecha: Elías Rincones, 

William Rincones y Teresa Rincones

Así teníamos que al norte de la ciudad estaba El Cañito, donde en invierno practicábamos la natación y la pesca. Muy cerca del río  como a 300 metros de la bodeguita de Pelusa, había un balneario natural   un sitio bautizado como Palo de Agua, donde había un trampolín, natural también, como lo era cualquier rama de este árbol. En el Cañito también se practicaba la pesca deportiva, por ociosidad o por hobby, de especies menores de peces tales como sardinas, palometas, corronchos, bagrecitos, algunas veces "ajilaban" caribes y cachamas; también se practicaba la pesca de curbinatas desde una canoa en movimiento.

Hacia la parte  noroeste de San Fernando, todos disfrutábamos de los baños, también en el comienzo de El Cañito, por los alrededores de la defensa y El Picacho de San Pedro, por donde el agua entraba en invierno con tanta velocidad, que iba socavando los barrancos del río. Por el oeste franco, los desplazamientos más corrientes eran paseos en bongo o canoa, para Biruaca o Caramacate. En este caso, después de pasar por la Casa de Zinc, las embarcaciones salían de Samán Llorón, sitio hasta donde en invierno normales, llegaba el agua de los caños desparramados. De .allí había tres opciones a elegir. Primero, muy cerca de allí, había dos balnearios naturales que eran La Horqueta y La Hidalguía. En ambos sitios, el caño tenía la corriente bastante fuerte y en ambos lugares, también había casas donde vendían lo necesario para atender   a  los  consuetudinarios  visitantes  en   el  invierno.

Siguiendo el oeste franco, se llegaba a Biruaca, que también era escenario obligado para los paseos dominicales. El balneario natural del Caño Biruaca, fue muy famoso y era mu y frecuentado, porque después del fuerte ejercicio de natación, había el otro aliciente complementario de asistir a otros lugares para descansar, jugar dominó, bailar y comer a la sombra de enormes y frondosas matas de   mango. En el verano, Biruaca era - igualmente uno de los sitios turísticos más importantes para la comunidad sanfernandina y para los visitantes de otras ciudades de la  República.

 Hacia  el  sur , ya  saliendo  por  Samán  Llorón,  a  los pocos metros  a la izquierda, Se entraba  por  el  Caño Caramacate, a  los sitios  de  Las Mercecles, de Panchito  Tovar  y  doña  Mercedes  de Tovar; La Trinidad, el hato de don Rafael Acosta y doña Amalia de Acosta; y hasta El Negro, que estaba mucho más al sur. Cada uno de estos sitios también constituía balnearios naturales muy visitados. A ellos se llegaba igualmente en invierno atravesando en canoa, las sabanas que estaban detrás de El Cuartel, tomando  rumbo  suroeste. Todos estos paseos, como dije anteriormente, concluía n en un sancocho de cachama o comiendo cachapas con marrano y  queso de mano.

En el sur franco, mientras tanto, y en ambos lados frente al cuartel, en el verano se formaban diferentes partidas de beisbol. En  el  campo  de  la  izquierda  dábamos  nuestros  primeros pasos peloteriles Emilito Rodríguez, Coporito y Ronald Jaua, Berdez, El  Cabezón y  El ·Tuerto  Rivas,  El Mono Porras, Maracana, Quitimba y sus hermanos Evencio y Elio García Barrios, punguita y Totoño Ortiz,  Juan Rebolledo (Garrapata) y Oscar Álvarez Beria {E! Loco Pifia), etc.

En el campo de  la derecha jugaban los Oficiales, Sub- Oficiales y la tropa del cuartel; ambos grupos éramos aupados y estimulados por la acción colaboradora del Mayor Hinojosa, Comandante del Cuartel.

Más cerca, al  sur, estaba el sitio de Los Robles, donde la gente  de  la  barriada   se distraía  jugando   bolas  criollas  y  bolón. Al  noreste de  San  Fernando, la gente se deleitaba viendo llegar  los barcos, los bongos con  mercancías agropecuarias o jugando dominó en el Bar El Tamarindo, al lado de una de las dos torres  que había por este lugar del malecón del río. Un tanto más al  este, se encontraba  el Bar  Guasimito, en cuyo lado exterior, había  dos bancos de cemento, donde una que otra vez, nos colocaban mesas ya para tomar o para jugar al dominó.

Después  de pasar  Puerto  Arturo  y el 4711, antes de llegar a Mango  Verde,  nos esperaba  la placita O' Leary, donde en pleno invierno  nos regocijábamos  nadando o pescando.  Un buen día alguien  lanzó  una  piedra  con  tal  puntería, que  le "esconchó" la nariz al prócer  por  lo que desde ese día se le llamó la placita del "chingo" O'  Leary.  Sitio donde también  se  inspiraban  el  poeta  Antonio J. Paiva, el apreciado periodista Rafael Calderón y donde Miguel Siso escribía algunas de sus chucuteces . 

Por el Oeste franco, después de pasar el aeropuerto de Las FIecheras, y en rumbo hacia Arichuna, los apureños encontrábamos excelente placidez  en El Recreo, La Palmita y  La Guamita, don elI  ambiente fresco  y  sombreado por  numerosos samanes, se complementaba  con  el disfrute de todos los ambientes que los redeaban.

Toda una época de oro turística que todos los apureños añoramos, porque la tristeza que hoy nos embarga por su recuerdo, fue la alegría inenarrable de aquellos sitios del ayer, con la perpetuidad cambiante de sus paisajes, inspirando a pintores, escritores y poetas, que llenaron páginas y lienzos con emocionante regocijo, ante la majestuosidad del Apure, la belleza imponderable de  los garceros, los espejismos de la sabana y el hermoso colorido contrastante del sol de los venados y que también fueron para nosotros fuentes de distracción y de sublimes pensamientos.

 

Fuente: Remontando el Apure Viejo de Cesar Humberto Ramos

Gracias al amigo Juan Peña por facilitarnos el libro para dar a conocer la historia del Apure

 

 


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