MAYOR DE VÍVERES LA MASCOTA
Autor: Hugo Arana Páez
Continuando con los ensayos publicados en la serie
HISTORIA AMENA, en esta ocasión me referiré a las actividades comerciales que
se hacían en San Fernando de Apure a principios del siglo veinte, vistas a
través de otra importante casa comercial como fue el MAYOR DE VÍVERES LA
MASCOTA, domiciliada a orillas del Apure, en el ángulo sureste de la
intersección de las calles 19 de abril y Queseras del Medio (al final) del
desparecido Barrio El Mamón (actual Sector Centro Valle). En ese sentido, se
hará una aproximación a la evolución de ese emblemático almacén y su entorno,
es decir, lo que los geógrafos han convenido en nombrar Hinterland; asimismo,
se hará una semblanza de la vida y obra de su fundador, el comerciante
guayabalense don Ignacio Rodríguez Márquez.
Nuevamente les doy las gracias a los artistas
plásticos, quienes con sus obras facilitan la reconstrucción histórica de la
capital del llano venezolano. En este caso, agradezco al artista José Zapata,
quien en el año 1985, plasmó para la posteridad en un lienzo a color, la
hermosa estampa de la magnífica edificación conocida otrora como LA MASCOTA.
Asimismo, a los fotógrafos profesionales o aficionados a ese arte, quienes con
sus bonitas y coloridas imágenes contribuyen a facilitar la comprensión de estos
trabajos. En este caso, felicito a quien garrapatea estos garabatos, por
cuanto, fue quien un día, sin que se le enfriara el guarapo se fajó a hacer las
tomas que hoy ilustran esta narrativa…ja, ja, ja.
1. ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DEL MAYOR DE VÍVERES LA MASCOTA
Hallándome de visita en la residencia de mis amigos
Homero Silva y su esposa Nelly Padrón de Silva, observé con alegría que colgado
de la pared de la sala se hallaba engalanando ese espacio un bonito cuadro,
donde destacaba un hermoso, armónico y funcional conjunto arquitectónico,
representado por dos regias viviendas del San Fernando de principios del siglo
XX; una que miraba hacia el río y a la calle Comercio, situada a mitad de
cuadra y donde estuvo domiciliada durante muchos años la Farmacia San Fernando,
y otra en la esquina, que desde el año 1936 alojó al MAYOR DE VÍVERES LA
MASCOTA y de la que me voy a referir en este trabajo. Por cierto, el techo era
de dos aguas, de zinc galvanizado y acanalado, al puro estilo antillano. Las
paredes y piso de la Planta Alta, de fina y reluciente madera, donde había un
baño y cuatro amplias habitaciones protegidas por cuatro hermosos portones de
resistente madera que daban acceso a un bonito balcón que miraba al majestuoso
brazo del Apure, conocido como EL CAÑITO. Asimismo, por la Calle Queseras del
medio, la Planta Alta exhibía dos bonitas ventanas de hierro que permitían la
entrada de luz y garantizaban la ventilación y seguridad de sus moradores.
En la Planta Baja las paredes estaban constituidas de
ladrillo entramado y el piso de cemento, y en armonía con el conjunto, se
hallaban cuatro enormes y resistentes portones de madera que miraban hacia El
Cañito y daban acceso al negocio, donde estaba un vistoso, reluciente y largo
mostrador de madera, detrás del cual estaba don Ignacio al frente de sus
empleados, Antonio Mota, quien preparaba los pedidos, Alberto Pérez Luna,
Guzmán Domingo Pérez (hermano mayor de mi informante Juan Pérez (a) Coquito),
quien además de atender a los clientes, también descargaba las mercancías que
arribaban al negocio. Por cierto, el horario de atención al público era de
lunes a sábado. Por cierto, en el invierno había mayor afluencia de clientes y
por lo tanto, los diligentes trabajadores debían pegarse al corte sin descanso;
tal vez por aquello de FULANO NO PUEDE VER BURRO COGIENDO SOMBRA… ja, ja, ja.
Al fondo, se hallaban adosadas a la pared, las enormes
y bonitas estanterías de madera atestadas de mercancías. Por la Calle Queseras
del Medio había un portón de servicios y una ventana que iluminaba las oficinas
del local. Asimismo, se hallaban en esa planta los módulos de servicio (cocina,
lavandero, baños y comedor).
Seguramente don Ignacio, era muy aficionado al beisbol
(Desde principios de la centuria pasada, San Fernando fue pionero en la
práctica de este deporte en Venezuela), por cuanto, acertadamente nombró a su
negocio LA MASCOTA (un guante diseñado especialmente para atrapar la pelota
Wilson que a cada rato le lanzaba el pitcher de turno al ansioso y avezado
cátcher). Inspirado en ese deporte, el zamarro llanero se le ocurrió que su
mayor de víveres sería LA MASCOTA y él su CÁTCHER… ja, ja, ja, quien muy
diligente, con los ojos y los dientes bien pelaos, agarraría sin ton ni son,
para nunca más soltarlos, a los clientes de San Fernando y a los que venían
allende los pueblitos más recónditos de la extensa geografía apureña... ja, ja,
ja.
Fue su fundador, don Ignacio Rodríguez Márquez, un
agricultor guayabalense quien en su fundo de Guayabal conocido como CORRALITO
tenía sembradas treinta hectáreas de caña y varios trapiches; además de
agricultor, don Ignacio destacaría entre sus numerosos hermanos (*) como un
experimentado comerciante, quien un buen día del año 1936, en tiempos de López
Contreras y cuando Venezuela se encaminaba por senderos democráticos, cuando el
viejo labriego se vio tentado a probar suerte a las orillas de un brazo del
Apure conocido como EL CAÑITO, que de oeste a este, aguas abajo, bordeaba y
adornaba al bucólico San Fernando de entonces. Fue ese año de 1936, cuando don
Ignacio les solicita a los hermanos Palazzi le arrienden la hermosa casona de
dos niveles para instalarse allí con su familia y su negocio de víveres LA
MASCOTA. Después de vivir alquilado durante trece años, decide en el año 1949,
comprarle la vivienda a sus propietarios; transacción que se concreta el 27 de
abril de ese mismo año, según consta en documento protocolizado en el Registro
Subalterno de San Fernando de Apure. Documento 21, Folios 34 al 36, Tomo
Primero, Segundo Trimestre del año 1949. En ese título se lee que el señor
Pedro Palazzi, en calidad de representante de la firma PALAZZI HERMANOS
LIQUIDACIÓN, declara cerrada la operación de COMPRAVENTA de la vivienda que
cobijaba al mayor de víveres LA MASCOTA.
… “Yo Pedro Palazzi, comerciante y de este domicilio
en mi carácter de liquidador de la firma PALAZZI HERMANOS LIQUIDACIÓN, declaro
que he dado en venta pura y simple al señor Ignacio Rodríguez Márquez,
comerciante, mayor de edad y de este domicilio en San Fernando de Apure, una
casa de construcción de mampostería con traba de hierro y malecón en la ribera
sur del río Apure, techada de tejas, con su entrada principal en la calle
Queseras del Medio distinguida con el número uno y comprendida al Norte río
Apure. Este: Casa sucesión de Ernesto Padula, Oeste: Casa de Noriso Pérez
Acosta y calle de por medio, con la construcción escuela República de
Guatemala. El precio de la venta es la cantidad de Bs. 30.000,00 que declaro
haber recibido del comprador en efectivo […] Con el otorgamiento de esta
escritura hago al comprador la tradición del inmueble y obligo a la firma
PALAZZI HERMANOS EN LIQUIDACIÓN al saneamiento en los términos legales y yo,
Ignacio Rodríguez Márquez, declaro que acepto la venta que en mi favor se hace
en los términos a que se contrae el presente documento. Ciudad Bolívar 18 de
febrero de 1919. Pedro Palazzi Juzgado de Primera Instancia en lo civil y
mercantil del Estado Bolívar. Ciudad Bolívar 13 de febrero de 1919. Con la
audiencia habilitada de hoy en presencia de los testigos hábiles que suscribe
el tribunal declaro autenticado el documento por lo que respecta a la firma de
su otorgante Pedro Palazzi; de este documento, queda anotado bajo el número
cinco a los folios 5 al 6. Juez Cesar Bello. El otorgante Pedro Palazzi. Testigo
C. Morado E., Héctor Rojas. El Secretario Julio Gómez Ruiz (Firmados). Oficina
de Registro Subalterno de San Fernando.
San Fernando de Apure, 27 de abril de 1949 139 y 91.
Facultado para su registro por el ciudadano Pedro
Cesar Esté Comerciante y de este domicilio. Autenticado ante el Juez de Primera
Instancia en lo civil y mercantil del Estado Bolívar por lo que respecta a la
firma de su otorgante ciudadano Palazzi quien obra como liquidador de la firma
PALAZZI HERMANOS EN LIQUIDACIÓN se ha dado cumplimiento a los artículos 90 y
91. Firmado. El presentante original y respectivas protocolos en mi presencia y
la de los ciudadanos Santiago Bravo y Ramón Silva R. Testigos instrumentales y
vecinos que dan fe de conocerle”... (1)
Desde el año 1936, don Ignacio había acomodado a su
familia en la Planta Alta y en la Planta Baja instalaría su negocio de
compraventa de víveres al mayor y al detal, donde, entre otros rubros, se
dedicaría a la comercialización de plumas de garza, cueros de res, de caimán,
tabaco, algodón, frijoles, maíz, cargas de panelas de dulce, quesos y
mercancías secas como chinchorros, linternas, pilas para las mismas,
alpargatas, mosquiteros, tabaco en rama, sombreros pelo e´ guama, cuchillos
punta e´ lanza, ropa y hasta cualquier otra jodía ja, ja, ja.
2. EL MAYOR DE VÍVERES LA MASCOTA Y SU HINTERLAND
Como la mayoría de las principales empresas
comerciales de principios de la centuria pasada en San Fernando, LA MASCOTA
también se había domiciliado en la estratégica zona de la calle 19 de abril,
por cuanto, representaba una envidiable posición geográfica ya que estaba
situada a orillas de El Cañito, aledaña a los más importantes puertos de la
ciudad como eran EL TAMARINDO, HENRIQUE LIGERÓN y el PUERTO DE LOS HERMANOS
BARBARITO o BARBARITERO.
LA MASCOTA ocupaba toda la cuadra de la Calle Queseras
del Medio, comprendida entre las calles Comercio y 19 de abril. Al norte miraba
hacía el majestuoso Cañito donde en invierno arribaban los vapores (excelentes
embarcaciones que con sus vistosas chapaletas y enormes chorros de humo
navegaban a caldera alimentadas por leña), barcos y chalanas a gasoil, las
piraguas con sus infladas velas, las canoas, los bongos a palanca y espadilla y
por supuesto, los comerciantes en bongos, conocidos coloquialmente como
CHICHARRONEROS (**) quienes acudían a hacer sus operaciones de compra-venta en
LA MASCOTA.
En cuanto al Hinterland, se puede decir que desde ese
negocio se observaba al oeste el Puerto El Tamarindo, con su grandioso
espectáculo, representado por la enorme torre del telégrafo, que cual
formidable Torre Eiffel llanera engalanaba al bucólico pueblo de principios del
siglo veinte; asimismo daba gusto mirar el frondoso árbol de tamarindo que
cobijaba al botiquincito EL REGIONAL, propiedad de Dámaso Vielma y que
precisamente le daba nombre a ese fondeadero; asimismo, se veían a los
sudorosos caleteros embarcando productos de la región en los vistosos vapores a
chapaleta y en los barcos a gasoil o descargando de esas naves, víveres,
mercancías, máquinas, herramientas para el agricultor, aperos para el peón de
sabana, exquisiteces y sacos de sal en grano que diligentes apilaban en el
edificio LA SALINA, donde actualmente funciona el CDI de la 19 de abril. Por
cierto, la sal no era yodada ni fluorada (debido a esa deficiencia,
proliferaban en Apure las caries dentales y el Bocio endémico), no obstante,
las amas de casa sanfernandinas la adquirían en las pulperías para utilizarla
en sus hogares; por supuesto, previamente debían fajarse a moler los terrores
en unas enormes piedras que las abnegadas mujeres conservaban en la cocina… ja,
ja, ja. Fundamentalmente la sal se empleaba en Apure para elaborar quesos,
salar la carne de res, de pescados, de babos y los conocidos, solicitados y
apetecidos salones de chigüire y hasta para poner en salmuera a algún pícaro
que anduviera por ahí haciendo rubieras… ja, ja, ja.
Frente a La Mascota, en el ángulo suroeste de la
intersección de las calles 19 de abril y Queseras del Medio, también a orillas
de El Cañito, estaba el mayor de víveres LA CASA ARICHUNA propiedad de Don
Leopoldo Estévez y al lado de ésta (por la misma Calle 19 de abril), el mayor
de víveres del Coronel Ángel R. Moral que precisamente se llamaba MAYOR DE
VÍVERES ÁNGEL R. MORA. En la Esquina El Carmen (ángulo sureste del cruce de las
calles 19 de abril y El Encuentro) había una bonita vivienda de dos plantas
frente a la Salina (actual CDI de la calle 19 de abril) la cual arrendó un
comerciante -padre de dos jóvenes maestras- para instalar allí un restaurant al
que precisamente bautizó Restaurant El Carmen. Años más tarde el posadero
cerraría esa fonda e instalaría una tienda de ropa para damas, caballeros y
niños.
En la misma Calle 19 de abril, entre las calles 24 de
julio y Miranda, frente al edificio de la desaparecida empresa HENRIQUE LIGERÓN
estaba el Restaurante Obrero, propiedad de don Balbino Aular y donde la jefa de
cocina era su esposa, la señora Aurora de Aular y al lado de ese parador estaba
la tienda de ropa LA GUARIQUEÑA, propiedad de don Rafael Chaparro y al lado de
ese negocio (ángulo suroeste de la intersección de las calles 19 de abril y
Miranda) el mayor de víveres propiedad de los comerciantes Juan Igarza y Vegas,
quienes años más tarde cesarían sus operaciones y en su lugar se estableció el
comerciante Ismael Armada. Frente al negocio de Armada, se instaló con su mayor
de víveres, un musiú conocido como Fru-Fru, quien había comprado el edificio
donde estuvo la firma importadora-exportadora HENRIQUE LIGERÓN, empresa que le
dio nombre al importante PUERTO LIGERÓN. Por cierto, años más tarde se
estableció en uno de los locales de esa hermosa casona un barbero llamado
Rafael Hernández, un simpático gordito apodado Barriguita, quien era hermano
del también Fígaro, Oscar Hernández (conocido como el Hombre de la cachama ja,
ja, ja). Por cierto, en la planta alta estuvo residenciado con su familia don
Alejandro Urbano Taylor y su Bomba ESSO, la cual exhibía hacia EL CAÑITO el
emblemático y conocido ovalo de la petrolera de John Davidson Rockefeller, la
STÁNDAR OIL OF NEW JERSEY ESSO (empresa dedicada a la producción y
comercialización de lubricantes y combustibles en todo el globo terráqueo). Por
cierto, en el verano cuando bajaban las aguas de EL CAÑITO se observaban
apilados en el lecho de ese brazo del Apure los tambores llenos de gasolina,
kerosene y gasoil. En la planta baja de esa edificación estuvo el Restaurant
Hollywood, cuyos propietarios eran unos italianos de apellido Morotti, quienes
enseñaron a los apureños a comer buena pasta en sus exquisitas variedades, como
los Vermichellis, los Linguini, los Fetuchinis, los Raviolis, el Pasticho y La
Carbonara ja, ja, ja. También funcionó en esa hermosa casona un botiquín
propiedad de un simpático cantinero llamado Miguel Michelangelli, a quien sus
clientes socarronamente apodaban MICHEL… ja, ja, ja. Por cierto, en la Planta
Baja estuvo el mayor de víveres de un comerciante de apellido Beroes, quien
vivía preocupado por su velorio, ya que en esa época no había en San Fernando
empresas de pompas fúnebres y el robusto y precavido tendero, para evitar que
su familia pasara las de Caín cuando él falleciera ja, ja, ja, había mandado a
hacer con uno de los carpinteros de San Fernando su sarcófago a la medida, el
cual, conservaba encima de la estantería y que muy orondo lo exhibía como una
de sus más preciadas posesiones. Lo triste o paradójico del asunto es que
cuando al previsivo hombre se lo llevó LA PELONA, su familia paso más crujías
que un borracho en un barrial, por cuanto, pocos días antes de pelar el diente,
el buen hombre lo había prestado a uno que se le había puesto adelante, por lo
que su familia se las vio negra para hacerle el acto velatorio; lo peor del
caso, es que sus familiares no sabían a quien se la había facilitado ja, ja,
ja. En la misma calle 19 de abril, entre las calles La Puerta (ahora El
Encuentro) y Miranda, al lado de La Salina se hallaba el primer mercado
municipal de la ciudad (un largo pasaje que comunicaba a las calles 19 de abril
con la Comercio y a ambos lados de ese pasadizo estaban los puestos); más
adelante al lado del mercado se hallaba la primera emisora de radio de Apure,
la recién inaugurada VOZ DE APURE (1 de enero de 1948) y en la esquina, la
tienda de ropa LA GUARIQUEÑA, propiedad del comerciante guariqueño (Mangas
Coberas) Julián Silva Fajardo.
Los días 10 y 16 de diciembre del año 2019 entrevisté
en su casa de familia, situada en la Avenida 5 de julio de la Parroquia El
Recreo, a mi amigo Juan Pérez, mejor conocido como COQUITO, un guayabalense de
ochenta y cuatro años de edad, quien en esas dos entrevistas, entre sorbos de
café, trocitos de queso blanco de cincho, pedazos de casabe La Negra y sabrosos
chistes, se espepitó a echarme el cuento de la familia Rodríguez -a quien lo
unían lazos familiares- y del mayor de víveres LA MASCOTA… ja, ja, ja.
Me contaba el entrevistado que él fue adoptado por la
guayabalense doña Evarista Rodríguez, hermana de don Ignacio Rodríguez; quien
siendo muy niño lo llevó a su casa donde fungía como muchacho de mandado y en
esas lides, le tocaba ir al Mercado de Barrio Número Uno, situado en la Calle
Sucre, entre calles Coto Paul y Santa Ana al lado de la Esquina El Remolino,
donde había una casa de vecindad en la cual vivía la familia León (allí
transcurrió parte de su infancia el futuro ingeniero Totoño León); hasta allá
iba el muchachito a hacer sus diligencias matutinas y luego de cumplir ese
encargo, COQUITO agarraba sus macundales y como si nada, se iba a asistir a
clases en el colegio de educación primaria el GRUPO ESCOLAR REPUBLICA DE GUATEMALA
(actual sede del Vicerrectorado de la UNELLEZ). En ese trajinar estuvo el
inquieto muchachito, hasta que el año 1952, la buena de doña Evarista se fue a
vivir a Caracas y con ella se llevó a nuestro diminuto personaje ja, ja, ja. En
la capital, Juan comenzaría a estudiar bachillerato hasta el año 1953, cuando
de nuevo, la doña retornó a San Fernando y se instaló con Coquito (no lo
aflojaba para nada… ja, ja, ja) en la casa de su hermano, Don Pablo Rodríguez,
situada en la esquina del cruce de las calles 19 de abril y 24 de julio
(diagonal al edificio de los Hermanos Barbarito) donde tenía su panificadora,
conocida como LA PANADERÍA MODERNA (funcionaba donde ahora está la sede del
Banco Provincial), siendo atendida por su hijo Pablito, porque don Pablo fue a
residenciarse en Caracas. Pablito era un afable hombre de unos cuarenta años de
edad quien mantuvo activo el negocio hasta el año 1959 y estaba casado con la
señora Elba González, hija de don Pedro Molleja. Por cierto, antes había estado
en esa casona la pulpería La Colmena, propiedad del comerciante Don Chicho
García, la cual le dio nombre a la Esquina La Colmena. Lamentablemente, por
avatares del destino, el viejo pulpero cerraría su negocito y se dedicaría a
ser un quincallero ambulante (literalmente La Colmena, de la noche a la mañana,
se convirtió en una empresa de maletín ja, ja, ja). Más tarde, se establecería
allí la imprenta LA POPULAR, propiedad del tipógrafo Leonte León y en el año
1952, el boticario Pedro Segundo Salas, inauguraría en el cruce de las calles
Comercio y 24 de julio LA BOTICA CENTRAL, donde una vez estuvo el Hotel Danelo
(una posada del italiano José Danelo, donde se dice, se alojaba Pancha Vásquez,
cuando venía a San Fernando a arreglá unos asunticos con su abogado, un tal doctorcito
de apellido Blanco… ja, ja, ja).
Siguiendo con la descripción del entorno de LA MASCOTA
por la Calle Comercio al final, al lado de la Farmacia San Fernando estaba la
fábrica de hielo ERSON propiedad de Don Emilio Rodríguez Saintón (posiblemente
las siglas ERSON se originarían de EMILIO RODRÍGUEZ & SONS; es decir,
Emilio Rodríguez e Hijos). Al lado de esa empresa estaba la fábrica de pastas
marca LA FAVORITA, propiedad de un italiano de apellido Morotti y en la esquina
la Heladería La Tropical y diagonal el Botiquín El Guasimito, propiedad del
italiano Anselmo Rugiere. Por cierto, antes había funcionado allí un restaurant
conocido como Restaurant El Guasimito. Por cierto, ese lugar era conocido como
Puerto El Guasimito y anteriormente Puerto Panza, por cuanto, allí vivió con su
familia el italiano Ángel Panza, padre del mecánico automotriz de apellido
Seijas conocido como El Viejo Seijas. Después llegó a vivir una familia húngara
de apellido Moris, entre ellos estaban los hermanos Juan, Eusebio y dos hermanas
menores, quienes junto a sus padres instalaron un taller de reparación de armas
de fuego conocido como TALLER PANONIA (Una región de la Europa Central
correspondiente a Hungría, limitada al norte por el célebre Danubio, el río de
los famosos valses de Johan Strauss…ja, ja, ja).
Don Ignacio Rodríguez vendía a crédito a los
mayoristas de los estados Guárico, Barinas y Apure establecidos en Las Mangas
Coberas, Camaguán, Guayabal, Cazorla, La Unión de Barinas, San Jaime, San Juan
de Payara, Cunaviche, Arichuna, Biruaca, Achaguas, Guasimal, y San Rafael de
Atamaica, como Don Rafael Mayoudón, entre otros y también compraba a crédito a
los mayoristas del centro del país con letras de cambio (los populares giros)
con vencimiento a noventa y ciento veinte días.
Los clientes arribaban en bongos o en chalanas
atestados de productos de esas regiones y regresaban a sus lugares de origen
con las embarcaciones atapuzadas de víveres y mercancías. Por supuesto, no
faltaban los CHICHARRONEROS quienes atracaban frente a LA MASCOTA con sus
bongos cargados de quesos, cueros de res, de caimán, sebo para el alumbrado y
para engrasar los ejes de las carretas, frijoles, algodón, panes de queso de
cincho, cargas de panela dulce, carne seca de pescado, salones de chigüire,
tasajo y finalmente zarpaban bien surtidos del popular negocio.
3. ¿POR QUÉ CERRÓ SUS PUERTAS LA MASCOTA…?
La tradición de LA MASCOTA data del año 1936, cuando
don Ignacio se estableció con su familia y su negocio en calidad de inquilino
en la hermosa casona de dos plantas, la cual compraría a los hermanos Palazzi
en abril del año 1949. Tres años más tarde, don Ignacio se iría a vivir a la
ciudad de Caracas, en la urbanización El Conde a escasos metros del Nuevo
Circo, dejando de administrador a Pedro Cesar Esté y subgerente a su sobrino
Rodolfo Rodríguez (hijo de su hermana Isabel Rodríguez). Inicialmente el
contador-administrador era Pedro César Esté, después le sucedió Bonafides
Jiménez, conocido como el Bachiller Bonafides. La Mascota se mantuvo activa
hasta el año 1970, a pesar de que el año 1959, a la edad de noventa años,
fallece en Caracas don Ignacio a quien le sobrevivieron sus hijos: Ramón
Ignacio (Farmacéutico), Raül (un parapléjico que vivía entre Caracas y San
Fernando), Antonio, apodado El Negro y Carmen María; también su esposa, doña
María González de Rodríguez, hija de don Pedro Moullenga (Pedro Molleja),
propietario de muchas viviendas en San Fernando, quien también era el padre del
pulpero Juan Molleja; de Pedro Molleja (hijo); de la esposa de Don Julio Aray,
la señora Sofía Molleja de Aray; de la madre del músico Fernando Farfán (a)
Tocino; de Doña Juanita Herrera y de Elba González, la bonita esposa de Pablo
Rodríguez (a) Pablito, hijo de Don Pablo Rodríguez, propietario de la PANADERÍA
MODERNA.
A pesar del fallecimiento del avezado emprendedor, LA
MASCOTA se mantuvo activa en el giro de sus operaciones hasta el año 1970,
cuando mediante decreto emanado de la Gobernación del Estado Apure, se puso el
ejecútese al rellenó de EL CAÑITO, quedando EL MAYOR DE VÍVERES LA MASCOTA
desconectado de sus habituales clientes invernales y de ñapa, La Ciudad de la
Esperanza, perdió su más importante patrimonio natural como fue ese hermoso
brazo del Apure, quien, cual impetuoso enamorado, la acariciaba con sus melosas
carantoñas y pegajosos arrumacos que con sus suaves olas de límpidas aguas a
cada rato la besaba, desde la Boca de El Picacho de San Pedro (donde ahora está
la sede de la emisora de radio FUTURO) hasta la desaparecida y hermosa vivienda
de dos plantas conocida como LA AURORA -es decir, que el atrevido Cañito, la
mimaba desde los cachos hasta el rabo… ja, ja, ja- Por cierto, LA AURORA era
una señorial casona (también desaparecida) situada allá en el lejano Barrio
Mangoverde, exactamente donde ahora se halla la sede de la Guardia Nacional en
la Avenida Táchira y se llamaba así, por cuanto, era la primera vivienda del
pueblo en darle la bienvenida a los matutinos rayos del sol…ja, ja, ja.
A raíz del cierre definitivo del otrora próspero MAYOR
DE VÍVERES LA MASCOTA, la sucesión decidió darla en arriendo al médico
veterinario Walter Silva; a la tienda de insumos eléctricos Electrolux; a una
hermana de la señora Nelly Padrón de Silva (propietaria del cuadro que me
inspiró escribir este ensayo); a los artistas plásticos Luciani y José de Jesús
Quiroga; asimismo, sucesivamente a músicos, cantores y hasta una lavandería,
regentada por chinos se instaló en la señorial vivienda y últimamente desde el
año 1985 la habitó el artista plástico Juan Peña, quien se había instalado allí
con su taller de marquetería, de pintura y una modesta galería de arte nombrada
LA CASONA. Por cierto, en entrevista que hice a Juan el 21 de agosto del año
2019, refería que esa vivienda se había edificado en los cimientos de otra
valiosa construcción que posiblemente sería la más antigua de la ciudad, por
cuanto, en una ocasión unos obreros, hicieron unas excavaciones en el piso de
La Mascota y hallaron restos de bases, muros y cañerías, pruebas fehacientes de
la existencia de una valiosa predecesora vivienda.
CONCLUSIÓN:
… “Una casa muerta, entre mil casas muertas,
mascullando el mensaje desesperado de una época desaparecida”… Miguel Otero
Epígrafe del prólogo de la novela Casas muertas.
Así comienza la célebre novela que narra el
acabamiento, del deterioro penoso, gradual e irremediable de Ortiz, un pueblo
llanero de pasado ilustre y floreciente que para fines de los años veinte
agonizaba como sus habitantes a consecuencia de la miseria, la enfermedad y el
abandono estatal. Como las casas de Ortiz, son las casas de San Fernando; así a
cada rato, vemos viviendas decrepitas, ruinosas, abandonadas como cadáveres
truncos, víctimas de la desidia y la terrofagia urbana que van reduciendo la
vida del pueblo a un triste y exiguo sobrevivir. La tristeza del pueblo por el
éxodo de muchos de sus hijos, marcharse con rumbo incierto a cualquier otro
paraje donde brille alguna esperanza de mejor calidad de vida…En el caso de
Ortiz que en un pasado era LA ROSA DE LOS LLANOS… y capital del Estado Guárico
en dos ocasiones… se convirtió en la década de los años veinte de la centuria
pasada en el pueblo del AMARGO PRESENTE… un bonito pueblito llanero que
languidecía junto a los estertores de los años finales de la férrea dictadura
del tirano de La Mulera, Juan Vicente Gómez (a) El Bagre…
Me he referido a las casas muertas de Ortiz, porque
ese es el caso de La ciudad de la esperanza, donde en cada cuadra se mira una
vivienda derruida, un muro, un desvencijado portón carcomido, un floreciente
pajonal donde en otra época había una regia casona… indicadores del declive de
la Venezuela presente, donde por doquier, se miran pueblos con sus solitarias
calles atestadas de fantasmas, de muertos, de aparecidos, de espectros y
leyendas tenebrosas…esos fantasmas del país rural son los que ahora se ven a
cada ratico en LA MASCOTA, otrora un próspero mayor de víveres…y ojalá, que
nuestro valioso patrimonio cultural edificado no siga derrumbándose y que a
alguien se le ocurra escribir una novela titulada CASAS MUERTAS SEGUNDA PARTE…y
que para entender ese drama tengamos que leerla desde los cachos hasta el rabo…
CITAS:
(1) Documento Compra-venta de la vivienda que sería la
sede de La Mascota, vendida a Don Ignacio Rodríguez por la firma liquidadora
PALAZZI HERMANOS LIQUIDACIÓN. Según consta en documento protocolizado en el
Registro Subalterno de San Fernando de Apure. Documento 21, Folios 34 al 36,
Tomo Primero, Segundo Trimestre del año 1949. Esta venta se hizo por un monto
de TREINTA MIL BOLÍVARES (Bs. 30.000,00).
NOTAS:
(*) Don Ignacio Rodríguez tuvo muchos hermanos, entra
los que destacaban Don Nicomedes Rodríguez, casado con Doña Carmela Díaz, de
cuya unión nació la docente Violeta Rodríguez, quien fuera esposa del aviador,
capitán Adrián Urbano Acosta, hijo de Don Alejando Urbano Taylor; asimismo era
hermano de Doña Petra Rodríguez de Graterol, quien fue esposa del comerciante y
chalanero Don Emeterio Graterol, quien atracaba su chalana DELYOARIS (Delia,
Yolanda y Aristóteles, sus tres hijos) en Puerto Arturo (intersección de las
calles Bolívar y Santa Ana (al final), donde tenía su residencia familiar.
Don Nicomedes Rodríguez, el General Ildefonso
Rodríguez (padre de Pompo Rodríguez y Ramoncito Rodríguez), Pablo Wenceslao
Rodríguez Márquez, Valentina Rodríguez Márquez, Dina Isabel Rodríguez Márquez,
Soledad Rodríguez Márquez, Ventura Rodríguez Márquez (madre de las docentes
Doña René de Ramos y Neyer Márquez) y Evarista Rodríguez Márquez, quien crio a
Juan Pérez, COQUITO (hijo natural, por lo tanto el Pérez le viene de su madre).
Doña Evarista Rodríguez Márquez lo adoptó en el año 1948. Juan Pérez había
nacido en Guayabal en el año 1938, tenía un hermano mayor llamado Guzmán
Domingo Pérez, quien a los dieciocho años de edad trabajaba con Don Ignacio en
LA MASCOTA y después continuaría laborando en la PANADERÍA MODERNA de Don Pablo
Rodríguez (donde ahora se halla la sede del Banco Provincial, frente a la Plaza
Atanasio Girardot, hoy llamada coloquialmente Plaza de los Yutong). Años más
tarde, Doña Evarista se mudaría con su hijo adoptivo -Juan Pérez (a) Coquito- a
la vivienda de su hermano, Don Pablo Rodríguez, propietario de la PANADERÍA
MODERNA.
(**) CHICHARRONEROS: Así llamaba el vulgo,
coloquialmente en Apure hasta finales de la década de los años cincuenta de la
centuria pasada a los comerciantes que en invierno se desplazaban por los ríos,
caños y sabanas apureñas en bongos a canalete, palanca y espadilla practicando
el trueque. Por cierto, estuvieron activos hasta finales de la década de los
años cincuenta del siglo XX. Entonces a los principales puertos de San Fernando
no solo arribaban los vapores y barcos de la CAVN y las chalanas; sino también
los enormes bongos de los Chicharroneros. Siendo esas embarcaciones, las que
por ser de menor calado realizaban durante todo el año (invierno y verano) el
comercio y la navegación en Apure. Por supuesto, en verano navegaban únicamente
por los ríos y caños; mientras que en el invierno además de navegar por esos
torrentes, lo hacían echando travesías por las sabanas, por cuanto, éstas se
anegaban a consecuencia de las copiosas lluvias y del desbordamiento de los
caños y ríos. Entonces, eran esos mercaderes itinerantes quienes satisfacían
las necesidades de relacionamiento (económico, social y cultural) de las
recónditas e incomunicadas poblaciones apureñas (pueblos, caseríos,
vecindarios, fundaciones, hatos, fundos y hasta el más humilde ranchito). Esos
AVENTUREROS eran quienes les abastecían de: Medicinas, mercancías, vestimentas,
víveres, herramientas agrícolas, utensilios para el peón de sabana y lo más
importante, valiosa información, por cuanto, amén del chisme local, nacional e
internacional, también cual HERALDOS les llevaban libros, periódicos y revistas
viejas, pero que los aislados pobladores, ávidos de información las consumían
(leían) ávidamente desde los cachos hasta el rabo ja, ja, ja. Por cierto, LOS
CHICHARRONEROS, en algunos casos, eran propietarios de uno, dos y hasta de
cuatro embarcaciones o sino las fletaban. Por cierto, ellos tenían a flor de
labios un simpático refrán que decía A PUERTO CERCA NO HAY MARINERO CANSAO… ja,
ja, ja, porque la verdad sea dicha, esos marineros de agua dulce al acercarse
al lugar de destino echaban el resto con la palanca o el canalete y con la
lengua afuera, al fin arribaban a la ansiada meta… ja, ja, ja.
FUENTES:
Bibliográficas:
ARANA PÁEZ, Hugo Borraduras de ciudad. Fundación
Editorial El Perro y la Rana. Colección El Apure de siempre, Serie Roja,
Crónica. Red Nacional de Escritores de Venezuela. San Fernando. 2011. Págs.
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CONAC, Págs. Fundación Cultural Ítalo Decanio D´ Amico, Consejo Nacional de la
Cultura, CONAC, Editorial Lithobinder. Caracas, 2005, Págs. 349.
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Andes, Bogotá, 1973. Págs. 315.
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regional. Consejo Nacional de la Cultura. Revista Historia para todos, Número
3. Págs. 40.
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Monte Ávila Editores, C.A. Cromotip. Caracas, 1988. Págs. 283.
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Valencia, 2006, Págs. 267
RAMOS, César Humberto. Remontando el Apure viejo 1931-
1952, Págs.151, 1988
----------------------------------- Mi llanto por la
llanura 1900- 1940, Colección historia, Fundación Editorial El Perro y la Rana,
Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Caracas, 2008, Págs. 81.
ROSENBLAT, Ángel. Buenas y malas palabras, Editorial
Edime, Pag.158, Tomo II, Caracas, 1969, Págs. 254
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Una selección, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Biblioteca Básica de
autores venezolanos, Caracas, 2004, Págs. 313.
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Tomo IV, Págs. 151 Editorial Edime, Barcelona, 1969. Págs. 356.
SÁNCHEZ OLIVO, Julio César. Crónicas de Apure,
Academia Nacional de la Historia, El Libro menor 125, Talleres Italgráfica SRL,
Caracas, 1988, Págs. 211.
Documentales:
Registro Subalterno de San Fernando. Documento Compra-venta
de la vivienda que sería la sede de La Mascota, vendida a Don Ignacio Rodríguez
por la firma liquidadora PALAZZI HERMANOS LIQUIDACIÓN. Documento 21, Folios 34
al 36, Tomo Primero, Segundo Trimestre del año 1949.
Orales:
PEÑA, JUAN
PÉREZ, Juan (a) Coquito
ANEXOS:
Anexo uno: Documento compra-venta vivienda que sería
la sede de la firma LA MASCOTA.
Registro Subalterno de San Fernando de Apure
Otorgantes Ignacio Rodríguez. Documento 21, Folios 34 al 36, Tomo Primero,
Segundo Trimestre del año 1949. Registrador Silvia Nancy Zarate.
Quien suscribe, Registrador Inmobiliario del Municipio
San Fernando certifica que bajo el número 21, Folios 34 al 36, Protocolo
Primero. Segundo Trimestre del año 1949. Documento dice así. Yo Pedro Palazzi,
comerciante y de este domicilio en mi carácter de liquidador de la firma
PALAZZI HERMANOS LIQUIDACIÓN, declaro que he dado en venta pura y simple al
señor Ignacio Rodríguez Márquez, comerciante, mayor de edad y de este domicilio
en San Fernando de Apure, una casa de construcción de mampostería con traba de
hierro y malecón en la ribera sur del río Apure, techada de tejas, con su
entrada principal en la calle Queseras del Medio distinguida con el número uno
y comprendida al Norte río Apure. Este: Casa sucesión de Ernesto Padula, Oeste:
Casa de Noriso Pérez Acosta y calle de por medio, con la construcción escuela
República de Guatemala. El precio de la venta es la cantidad de Bs. 30.000,00
que declaro haber recibido del comprador en efectivo.
La finca descrita pertenece a la firma que representa
por cesión y traspaso que de ella le hizo el señor Domingo Hernández Clemente,
según consta en documento protocolizado en la oficina subalterna de Registro
del Distrito San Fernando con fecha 15 de marzo de 1919 bajo el número 41 de
protocolo primero del segundo trimestre del dicho año 1919 y se encuentra libre
de todo gravamen.
Con el otorgamiento de esta escritura hago al
comprador la tradición del inmueble y obligo a la firma PALAZZI HERMANOS EN
LIQUIDACIÓN al saneamiento en los términos legales y yo, Ignacio Rodríguez
Márquez, declaro que acepto la venta que en mi favor se hace en los términos a
que se contrae el presente documento. Ciudad Bolívar 18 de febrero de 1919.
Pedro Palazzi Juzgado de Primera Instancia en lo civil y mercantil del Estado
Bolívar. Ciudad Bolívar 13 de febrero de 1919. Con la audiencia habilitada de
hoy en presencia de los testigos hábiles que suscribe el tribunal declaro
autenticado el documento por lo que respecta a la firma de su otorgante Pedro
Palazzi; de este documento, queda anotado bajo el número cinco a los folios 5
al 6. Juez Cesar Bello. El otorgante Pedro Palazzi. Testigo C. Morado E.,
Héctor Rojas. El Secretario Julio Gómez Ruiz (Firmados). Oficina de Registro
Subalterno de San Fernando.
San Fernando de Apure, 27 de abril de 1949 139 y 91.
Facultado para su registro por el ciudadano Pedro
Cesar Esté Comerciante y de este domicilio. Autenticado ante el Juez de Primera
Instancia en lo civil y mercantil del Estado Bolívar por lo que respecta a la
firma de su otorgante ciudadano Palazzi quien obra como liquidador de la firma
PALAZZI HERMANOS EN LIQUIDACIÓN se ha dado cumplimiento a los artículos 90 y
91. Firmado. El presentante original y respectivas protocolos en mi presencia y
la de los ciudadanos Santiago Bravo y Ramón Silva R. Testigos instrumentales y
vecinos que dan fe de conocerle.
Agréguese gastos de comprobantes bajo el número 18.
Solvencia por derechos municipales, según planilla número 97 series 894
Registro 6,00 1 nota 4% 1,20 es del abogado Sr. E. Villegas. El registrador
firmado Jorge Gracia Los testigos firmados.
La registradora que suscribe certifica que la presente
copia certificada ha sido hecha en esta oficina de Registro por el ciudadano.
Francisco, titular de la cedula de identidad 17.394.910 persona autorizada por
mí para hacer y quien junto conmigo suscriben la presente certificación. San
Fernando 20 de noviembre de 2017.
Francisco Córdoba Francisca Acosta de Menéndez
Persona autorizada Registrador inmobiliario Acc.
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