EL COLEO EN
GUASDUALITO
Abren la
puerta del coso
y los coleadores aprestos,
Ramón Ceballos que es diestro
seguro que saldrá airoso.
Vicente Crespo un coloso
en lomos de un rucio moro,
peleando la cola del toro
se empecha Samuel Quintero
Porfirio y Fedor Agüero,
todos coleadores de oro.
En referencia al coleo en Guasdualito es difícil
precisar con exactitud sus inicios, pero teniendo en cuenta los antecedentes de
esta práctica en el vasto llano venezolano, no es errado afirmar que siendo una
población fundada con fines ganaderos la práctica del coleo en esta población
venga desde los mismos tiempos coloniales. Una vez establecidos los primeros
hatos ganaderos la ganadería en el pintoresco poblado se desarrollaría con gran
auge. En referencia a lo afirmado, Botello, O. (1998: 39) en su publicación
Guasdualito navegación por su historia, señala:
“La misma relación del gobernador Fernando Miyares
Pérez da cuenta de la presencia de 9 hatos y 8 trapiches de cañas de azúcar; en
los hatos se contaron 15.502 cabezas de ganado vacuno, 2.561 de ganado caballar
y 65 mular para un total de 18.128 cabezas de ganado”. (Sic). (Fin de cita).
Lo anterior citado refleja el inicio exitoso de la
incipiente ganadería desde los años fundacionales, y con la actividad: la
práctica de tumbar reses y morlacos se mantendría generacionalmente. Ya en las
primicias del siglo XX la destreza del coleo en la población e Guasdualito se
convertiría en un entretenimiento popular, consolidándose a mediados del lapso
en referencia con la participación de coleadores y toreadores en mangas que se
improvisaban por la Vieja Calle Real (hoy avenida Miranda) y años después
teniendo como manga alterna la calle Sucre. La afluencia del público y la
participación de curiosos daban un colorido y alborozo único a los toros
coleados añejos, aun recordados por muchos guasdualiteños que tuvieron la
oportunidad de vivir y presenciar una época única que se fue suprimiendo a
medida que la parafernalia de un supuesto progreso aniquilaba los vestigios del
Guasdualito bucólico.
Para las festividades de Nuestra Señora del Monte
Carmelo referida comúnmente como Virgen del Carmen, realizada tradicionalmente
el 16 de julio, algunos hacendados y dueños de hatos cedían sus toros para que
sirvieran de atractivos en el espectáculo llanero. Ganaderos como Daniel
García, Alfonso Grieco, Serapio Medina, Julián Urbina, Francisco Padilla,
Lorenzo y Jesús Zapata, Evaristo y Juan Sánchez, Elías Hurtado, Pedro Arias,
Pedro Guedez, Manuel Rondón, Luis Carvallo, Tom Heredia, Manuel Orozco, por
mencionar algunos, fueron consecuentes con esta festividad que adquirió mucho
auge, pues en ella participaba todo el pueblo acompañado por conjuntos
musicales, premiados los sobresalientes tumbadores con monedas que arrojaban
desde las puertas de las casas los más acaudalados y con las flores y cintas
entregadas por hermosas muchachas ubicadas en el balcón ferial circunstancial.
Sin duda alguna un notorio y colorido espectáculo popular.
Entre los coleadores de todos los tiempos que se
recuerdan, cuya agilidad y destreza para tumbar los toros eran compensadas con
los vítores y aplausos de los asistentes deben mencionarse por obligatoriedad y
tributo a: Mercedes Ramón Ceballos, de contextura delgada moldeada con las
faenas del llano, en un cebruno frontino muy difícil que no tumbara un cacho y
muela; Samuel Quintero, otro coleador de coleada segura; Vicente Crespo,
considerado por conocedores de la materia como el mejor coleador local, un
espectáculo en las mangas particulares y foráneas, cuyo retiro fue debido a una
lesión de su muñeca derecha en plena coleada, lamentablemente recién fallecido;
Domingo González, campeón binacional de coleo; Ramón Porfirio Ceballos; Fedor
Agüero; Omar Yánez; Pedro Alberto Aguilera; Ismael Roa Ramírez (corraleño),
además de buen coleador un audaz toreador, muy notorio cuando brincaba la
talanquera y empezaba a trastear el toro con su manta llanera, realizando unas
faenas llamativas. En esa constelación elitista se incluyen a: Manuel Centella,
Juan Arecio Guzmán, Luis Zapata, Tocoto y Carlitos Padilla, Tomas Guillen,
Luciano Ramírez, El Sute Tapia. Espectáculo aparte era el caballo Medallita que
don Cipriano Cabanerios en la manga hacia bailar; Boanerge Navas, de hercúlea
fuerza; Iván Zapata; El Popular Pelón; El Negro Cheo Echenique, difícil con una
coleada nula; Rodrigo Centella el poeta coleador, quien llegò a laurearse un
sub-campeonato nacional, dedicado luego a la canción llanera. Como recordado
amarrador de La Manga Bravos de Apure la referencia a citar es Leobardo Jiménez
(a) Pata e’ Tarea. Entre los animadores se recuerdan a El Guate Presente,
Martin Garabato, Charles Guillen (ojo e´ garza capitán de manga) y Leandro
Duran (se vino, se vino el toro) y otros.
Hoy día a pesar de las dificultades el coleo en
Guasdualito mantiene vigencia, diversas asociaciones y empresarios como los
hermanos Rangel (Ranzan), José “Bola” Contreras, se han encargado de que la
llama del deporte nacional no se extinga en el olvido ante la indiferencia
cultural que lentamente degrada nuestro gentilicio e idiosincrasia. Lo
comentado en los párrafos nteriores es parte de nuestra identidad
socio-cultural, parte de nuestra historia contemporánea la que día a día se
escribe con diferentes grafías y tintes, y en la cual cada uno de nosotros
somos los escribientes.
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