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martes, 6 de febrero de 2024

BARBERIA EUROPA


  LA BARBERÍA EUROPA O LA BARBERÍA DE CARMELO EN SAN FERNANDO


SU LEMA: “PASENME ESA MELENA”


San Fernando era una ciudad de contrastes, donde convivían distintas estratos sociales y estilos de vida. Las barberías eran un reflejo de esa diversidad, y cada una tenía su clientela fiel y su reputación. Habían barberías para los más humildes, como la de Mogna, que se encontraba cerca del Estadio Jobalito, lugar donde hoy se ubica el Mercado Municipal, o la de Mi Cabaña, que atendía a los pescadores y comerciantes informales. Estas barberías ofrecían cortes sencillos y económicos, sin muchos adornos ni pretensiones.


Pero también habían barberías para los más pudientes, como la del señor Caligiori, un barbero italiano muy respetado que se había establecido en San Fernando junto con su socio, también italiano, el barbero Peligra. Ambos eran maestros en el arte de la barbería, y ofrecían servicios de lujo, como afeitados con navaja, masajes, lociones y perfumes. Su barbería estaba ubicada en una de las calles más céntricas de la ciudad, la calle 24 de Julio entre las calles Bolívar y Sucre, muy cerca del Cine Royal, y era frecuentada por los hombres más distinguidos y poderosos de la ciudad: políticos, comerciantes, ganaderos, etc.


Entre estas dos opciones, había una barbería que se destacaba por su carácter y su personalidad: la Barbería Europa, o como la llamaban popularmente, la Barbería de Carmelo. Carmelo era un hombre orgulloso de su oficio y de su tradición, y se consideraba defensor de los valores del llanero: la virilidad, la honestidad, el respeto y el trabajo duro. Su barbería era un lugar de encuentro para los hombres de pelo en pecho, que iban a ponerse al día de las noticias, a compartir anécdotas y a disfrutar de un buen corte de pelo. Carmelo tenía una variedad de cortes para satisfacer los gustos de sus clientes, pero todos tenían algo en común: eran cortos y pulcros, como mandaba la tradición llanera de la época. Los más famosos eran los llamados: Corte de Hombre, Corte Alto. Corte Cuadrado y Corte de Cepillo, este último dejaba la cabeza casi rapada con un pequeño mechón en el frontal del cliente, y era el preferido por los padres para sus hijos.


Carmelo tenía su barbería en un local del prestigioso centro de negocios La Llanera, propiedad de Mezerhane y Cia. una familia de comerciantes libaneses que habían hecho fortuna en Achaguas y San Fernando. Este centro estaba situado en la calle Fonseca, frente a la plaza Libertad, y era el símbolo del progreso y la modernidad de la ciudad en los años 40. Allí, Carmelo tenía su Barbería, que lucía un cartel con las letras negras y una bandera, que él decía era la bandera europea.


Pero los tiempos cambiaron, y con ellos, las modas y las costumbres. Los años 60 y 70 trajeron consigo el rock, los Beatles, los hippies y la contracultura, que influyeron en la forma de pensar y de vestir de la juventud de San Fernando. Los varones empezaron a dejarse crecer el pelo y a cuestionar las normas establecidas. En San Fernando, esta tendencia del pelo largo se conoció como “llevar la melena”, y fue vista con recelo y rechazo por las familias más conservadores de la ciudad. 


Esta situación supuso un desafío para los barberos, que vieron riesgos para sus negocios y su tradición. Algunos optaron por adaptarse a los nuevos tiempos, como el barbero Peligra, que se separó de su socio Caligiori y abrió su propio salón, con el nombre de Corte Francés en la calle Bolívar cerca del Palacio de Gobierno, donde ofrecía cortes y peinados modernos, tanto para hombres como para mujeres. Peligra dejó de ser barbero y se convirtió en un connotado estilista, y se ganó la fama de ser el más innovador y vanguardista de la ciudad.


Otros, por el contrario se resistieron al cambio, y se aferraron a sus principios y a su estilo. Este fue el caso de Carmelo, que se convirtió en un activista contra la moda del pelo largo en los varones. Carmelo se erigió como el aliado de los padres que querían imponer su autoridad sobre sus hijos, quienes los llevaban, prácticamente a la fuerza a su barbería para que les cortaran el pelo.


Carmelo les preguntaba a los padres, con voz sorda y de verdugo en vestíbulo, cómo querían el corte para su hijo y los padres le respondían “rápidos y furiosos”, corte de cepillo o máquina cero. Entonces, Carmelo exclamaba con euforia y entusiasmo: “PASENME ESA MEEELENA”. Lo demás es historia universal. 


Así, la Barbería Europa se convirtió en el escenario de una batalla generacional, donde los padres salían triunfantes y satisfechos y los hijos llorosos, con el “coco pelao” más brillante que cocuyo en la oscuridad.


Pasado los años, cuando se construyó el boulevard, esperando tener mejores épocas, Carmelo mudo su barbería a la Avenida Miranda, pero ya nada sería igual, los únicos que le quedaban eran sus antiguos clientes, ya convertidos en unos viejitos, y los jóvenes a quienes Carmelo había destrozado sus apreciadas melenas, al pasar frente al negocio le preguntaban con aire de vengativo ¿Empale Carmelo y que paso? ¿qué pasóoo? Y él respondía resignado, sin rencor y sonriendo, “muchachos las modas pasan, pero los barberos auténticos siempre quedan”


(*) Transcurridos los años, Carmelo también cerro su barbería ubicada en el local de la avenida Miranda. El autor desconoce si Carmelo aún vive.


Un relato de Vinos Des Fruit. Edición, color y montaje fotográfico de Vinos Des Fruit

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