LOS PRIMEROS SIMULADORES DE VUELO Y MANEJO EN LOS LLANOS APUREÑOS.
Dedicatoria:
“A los niños que fueron: Lucianito Correa y Elías Castro Correa.
A todos los niños y niñas que nacieron y aun nacen del linaje luminoso de Valentina Correa, a todos sus hijos e hijas de crianza y sus descendendientes, a todos sus ahijados y ahijadas y a sus descendencias”
En los vastos llanos del Arauca apureño, donde el horizonte se funde con el cielo en un abrazo eterno, el año 1948 marcó el inicio de una era de sueños y fantasías para un linaje de niños que comenzarían con Lucianito Correa.
A sus cuatro años de edad, su mundo estaba a punto de expandirse más allá de las frondosas ceibas, mazaguaro y madroños que adornaban la Mata de Jerrera, un banco alto y redondo que se alzaba orgulloso en los terrenos del fundo Santa Marta, en la jurisdicción del Yagual en Apure, allí estaba ubicada su casa de techo de paja y paredes de bajareque, pequeña y confortable, pero sobre todo fresca y olorosa a los frutos del madroño que maduraban en cada temporada.
Luciano Silva el viejo, padre de Lucianito, era un hombre de pocas palabras, pero de acciones resonantes, llego en su flamante Jepp Willy, no solo trayendo consigo la promesa de su compañía sino también una gran caja de madera, que cuando la abrió dejo ver un tesoro que brillaba bajo el sol vespertino.
Era una máquina de coser DOVER una encarnación de futuro; un artefacto de última generación que prometía revolucionar la vida cotidiana de María Correa.
La alegría inundó la casa, cuando Luciano Silva anunció su regalo con voz ronca y pausada. María gritó de júbilo al contemplar la máquina de coser de sus sueños, mientras que Lucianito Correa su hijo, saltaba de alegría porque veía algo más allá de un artefacto doméstico, para él era un avión, con volante, pedal y alas listo para surcar los cielos imaginarios del llano.
La primera fotografía, hoy bastante borrosa, de esta legendaria máquina capturó a María cosiendo con dedicación y a Lucianito acariciando el momento en la que podría abordar aquel sofisticado aparato volador. Para ella era una herramienta invaluable del hogar; para el niño, una puerta hacia aventuras aéreas sin límites.
Paralelamente a 28 kilómetros, aguas abajo, a las orillas del rio Arauca, en el Hato Mata de Agua, en Guafita, otro niño, Elías Castro Correa, lleno de imaginación y de apenas tres años, menor un año que Lucianito, pero que era su tío, descubría un mundo similar en la máquina de coser de su mama Valentina Correa, quien también era la madre de María Correa y abuela de Lucianito. Elías también soñaba con volar y visitar con este sofisticado aparato volador a las lejanas fundaciones del hato Mata de Agua: La Pastora, El Tigre, La Puerta, El Manguito, El Trompillo y La Ramonera.
Y así fue como nacieron los dos primeros niños pilotos con sus correspondientes “simuladores de vuelo” en los llanos del Arauca apureño.
Ambos pilotearon estos versátiles aparatos voladores hasta que se hicieron grandecitos y se vieron obligados a abandonarlas porque ya no cabían en la “cabina del piloto”. Los años pasaron y los niños crecieron y se hicieron hombres, pero las máquinas siguieron siendo poderosos aviones en sus corazones.
Cuando María Correa se mudó desde el fundo Santa Marta a San Fernando de Apure, su máquina de coser viajó con ella y encontró un nuevo hogar en la Quinta Mata de Agua, fue ubicada allí en un largo pasillo en la planta baja de la quinta que se convirtió en una pista de aterrizaje y vía terrestre de conducción para las nuevas generaciones que continuaron aquel legado imaginario.
Cuando aquel aparato pasó a mano de las nuevas generaciones de los niños de la familia, la máquina ya no sólo era un avión, había evolucionado hasta convertirse en una máquina híbrida; mitad avión y mitad vehículo terrestre. La tecnología de punta imaginaria, evolucionaba con cada niño que entraba en su cabina y tomaba control de su volante y pedal.
Como si fuera un presagio transmitido a través del tiempo y la sangre, todos aquellos niños se convirtieron en hombres con destinos marcados por aquellos primeros vuelos y manejos imaginarios. Pilotos y conductores surgieron abundantemente de entre ellos.
Luciano Correa y Elías Castro Correa, los dos primeros niños de la familia que jugaron a ser pilotos en estas máquinas de coser a la sombra de mazaguaros y merecures, ya hombres, se convirtieron en verdaderos maestros del aire, piloteando, Lucianito aviones comerciales de todo tipo, entre ellos los jets Dc-9 Douglas y Elías aviones Cessnas de uno y dos motores de su propiedad. En su tiempo sus nombres resonaron en los anales de la aviación comercial y privada de Venezuela, llevando consigo los legados; de la Mata de Jerrera y del hato Mata de Agua a cada rincón del cielo.
Elías Manuel Castro Delgado, Gustavo González Correa y Aurelio José y José Manuel Di Lorenzo Castro, niños de la familia y de una generación posterior, siguieron sus pasos y se hicieron también pilotos, surcando las nubes con la misma pasión que una vez sintieron Elías y Luciano cuando imaginaban que volaban sobre los bajíos y lagunas de su tierra natal.
Muchos fueron los niños que manejaron esa máquina de coser y en su imaginación la transformaron en naves de distintos tipos: aviones, bicicletas, motos, carros sedan, camionetas, camiones y hasta maquinarias pesadas. Y los que no lo hicieron son dignos de reconocer por sus ejemplos de vida.
Los Di Lorenzo-Castro: Aurelio José y José Manuel; Los Castro-Delgado: Elías Manuel y Fernando; Correa-Saldeño: Jesús Luciano; Los Correa: Aureliano y Enrique.
Los González-Correa: Gustavo y Eduardo; Los Puerta-Correa: Holman y Paul Enrique; Los Mora-Correa: Euro y Chano; Los Correa/Vázquez: Santiago y Marco.
Los Correa-Ruiz/Orozco: José Rafael, Aurelio, Jonathan y Gabriel; Los Correa Marchena/Chía: Carlos Enrique, Alberto, Eduardo y Víctor.
Fue así como las máquinas de coser de María Correa y Valentina Correa, no solo cosieron telas; tejieron futuros. Y así como el madroño y el merecure ofrecen sus frutos en cada temporada, estas máquinas dieron alas y ruedas a generaciones enteras. En cada puntada de las máquinas, se escondía un sueño, en cada pedalazo, un manejo o un vuelo, con el fin de conquistar en la vida destinos que parecían imposibles de alcanzar.
Aquellas máquinas que una vez fueron aviones y carros en las manos y en la imaginación de estos niños curiosos, dieron paso a una estirpe de hombres cuyas vidas tomaron rumbos extraordinarios.
Esos niños ya adultos, se convirtieron en: pilotos, conductores, gobernantes, legisladores, militares, ganaderos, empresarios, ingenieros, médicos, trabajadores ejemplares y profesionales de distintas ramas. Con sus manos firmes y miradas al horizonte dominaron cielos, caminos y conquistaron distancias, con la misma destreza con la que sus antepasados domaron las tierras del Arauca.
Y pensar que todo comenzó, con dos antiguas máquinas de coser. Nadie creería, lo que hacen las cosas sobre las personas, y como las personas transformando las cosas construyen destinos admirables. Así es la vida en el llano, cada objeto cuenta una historia y cada historia inspira un camino.
Hoy, una de esas dos máquinas de coser aún se conserva en la quinta Mata de Agua, bajo la mirada vigilante de sus custodios presentes: Luciano, Maritza, Zoraida y Enrique.
Y mientras el rio Arauca continúa fluyendo sereno bajo el sol ardiente, las historias de estas familias emparentadas se siguen escribiendo, con hilos invisibles que unen pasado presente y futuro como en un tapiz tan vasto como los llanos mismos.
Y así fue como comenzó y se tejió esta historia, sobre alas y ruedas en los llanos de Apure, que inició con dos máquinas de coser y dos niños; Lucianito y Elías que con sus ojos llenos de fantasías y sueños se encumbraron por encima de las circunstancias para conquistar nubes y cielos.
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La quinta Mata de Agua ahora está en venta, las personas interesadas pueden llamar a estos teléfonos de contacto para recibir mayor información: 0424-3033897, 0414-4789505, 0414-0928666
(*) Créditos: Fotografías facilitadas por Zoraida, Omaira y Enrique Correa
(**) Un relato de Vinos Des Fruit. Edición, color, montaje y texto fotográfico de Vinos Des Fruit. Imágenes de Vinos Des Fruit.