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martes, 31 de agosto de 2021

RAFAEL IGNACIO ESPAÑA PADRÓN

 

RAFAEL IGNACIO ESPAÑA PADRÓN.

 

Por Alexis Machado y publicado en la página de Facebook Amigos del bosquejo

 

Don Rafael Ignacio España Padrón, mejor conocido en los predios del llano apureño como el Poeta Rafael Ignacio España Padrón a través de su libro de lírica costumbrista: “TIERRA DE MI QUERER”. Este destacado representante y fiel defensor de la copla criolla nació en Cunaviche el treinta y uno de Julio de 1.915: hijo primogénito del matrimonio de Don Brígido Antonio España y Doña Rafaela Indalecia Padrón de España; producto de la descendencia de dos hijos únicos conformada con su hermano Don Severo de Jesús España Padrón, actor fundamental de la presente obra escrita.

En sus años de niñez, Rafael Ignacio compartió con su hermano Severo esa crianza modelo de la época sustentada en sanos Principios y arraigados Valores que imperaba en el seno de la familia campesina de la primera mitad del siglo veinte; aferrados al buen proceder y respeto de las normas de la coexistencia comunitaria en equilibrada armonía social, cooperación mutua y la inmutable adhesión al trabajo productivo y pertinaz para generar riqueza que se tradujera en bienestar dentro de la moldura de la estabilidad duradera.

Las primeras lecciones de escuela las recibió en compañía de su hermano Severo y otro grupo de condiscípulos entre los que se encontraban sus paisanos cunavicheros: Pedro María Velásquez, Rafael Enrique Aracas, Ramón Rattia, Rafael “Fucho” Nieves, entre otros; aleccionamiento formativo de parte de su insigne maestro Don Cosme López Hurtado a quien le agradece infinitamente por sus enseñanzas y consejos para superar la oscuridad del analfabetismo; transponiendo las puertas que le dieron acceso al dominio cabal de la lectura y la escritura que le permitirían desarrollar su talento como escritor de poemas a su llanura.

En homenaje a la memoria de su preceptor, el poeta Rafael I. España P. Le dedica su elocuente poesía con esa rima asonante, sencilla y genuina del Poeta provinciano, publicada en su libro “Tierra de mi Querer” (1.995 Págs. 13 y 14. Ibídem); la cual enunciamos textualmente:

VENERANDO A MI MAESTRO.

¡Ah pueblo de Cunaviche!

en tiempos que ya pasaron

con sus treinta y ocho casas

y de arenales rodeado.

no había escuela, Dispensario,

luz eléctrica, Mercado,

no se hallaba una bodega

donde comprar pan salado.

no se limpiaban las calles,

porque no tenía situado

la gente era analfabeta

muy pocos los estudiados.

Quien tuvo la iniciativa

fue Cosme López Hurtado,

fundando el primer plantel,

sin que le hubieran pagado.

él pensaba en el futuro

ver frutos aprovechados

enseñó y tuvo paciencia

trató al pobre con cuidado.

Dio poca importancia al lujo

fue puntual y organizado,

el alumno de alpargata

y pantalón remendado.

Brindaba de su bolsillo

a los más necesitados,

haciendo labor de patria

su cerebro fue un Dictado.

Que Dios lo tenga en la Gloria

y esté de gozo colmado,

mientras dure mi existencia

por mí no será olvidado.

En mi memoria despierta,

su recuerdo está grabado,

en mi cerebro yo llevo

la enseñanza que me ha dado,

como mi segundo padre,

de alma y corazón sagrado.

A finales de los años treinta, Rafael Ignacio contrae nupcias con Filomena Cedeño de España con quien procreó sus hijos: Elio Rafael, Hortensia, Carmen Dionisia, Ana Isabel, José Ignacio “Nacho”, Rosa Agustina y Mercedes España Cedeño. Después de abandonar el fundo “La Esmeralda” del lado de su padre, constituye su primer hogar de hombre casado en 1.943, en el vecindario “Queseras Viejas” en el médano de “Manuel”, más arriba de “Hoyito” a orilla de la laguna de “Merecurito”; fundándose luego en el sitio que estaba ubicado entre el Hato “Burón” y “San Vicente” en terrenos de su suegro Don Fausto Cedeño.

En 1.945 vuelve a “Queseras Viejas” con su familia en el mismo año de la salida de Colmenares Pacheco de la administración del Hato “La Candelaria”; encontrándose Rafael Ignacio como siempre dedicado fervorosamente al duro trabajo de las actividades agropecuarias; sin amilanarse en ningún instante por las condiciones climáticas rigurosas e inhóspitas que presentaba el Medio en aquellos tiempos y la proliferación de plagas y enfermedades bovinas, desconocidas por los lugareños en aquellos predios lejanos de los centros poblados.

En 1.949 se muda con su familia nuevamente, en esta oportunidad para el sector de “La Providencia”, comprando el derecho de tierra de los terrenos del Hato “Burón” que le correspondía al Señor Ramón Figueira.

En 1.950 adquiere en compra un lote de terreno en el Sector de “Gómez”, Capanaparo que constaba de media legua de sabana con la finalidad de utilizarlo para el invernadero del ganado.

Rafael Ignacio, Igualmente que su hermano Severo, le preocupaba también la educación de sus hijos; tomando la fundamental decisión de comprar una residencia para la familia en la población de Cunaviche a fin de garantizarle a sus descendientes el acceso al proceso educativo; logrando adquirir en 1.958 una amplia construcción que constituiría su casa de familia, ubicada a la entrada de dicho poblado.

En 1.959 se traslada desde “La Providencia” con su ganado a las cercanías del pueblo de Cunaviche; fundando una hermosa finca productiva, la cual denominó: “Morenero” por estar muy cerca de las márgenes del caño con ese mismo nombre, defendido su cauce por frondosos chigales y tupida vegetación, que constituía la fuente principal de agua para sus animales y al mismo tiempo refrescaba los pastos en las inmediaciones de sus potreros; quedando ubicada dicha fundación específicamente a unos tres kilómetros de la población cunavichera.

En la medida que sus hijos fueron culminando la Educación primaria en Cunaviche, Rafael Ignacio como padre preocupado con una visión futurista fue enviando paulatinamente a sus hijos para que continuaran sus estudios en San Fernando de Apure; aprovechando la circunstancia de que desde 1.960, su hermano Severo ya se había residenciado con su familia en esa ciudad, hasta que a finales de los años sesenta adquiere una casa-quinta propia en la Avenida “Miranda” de la capital del Estado para reubicar a su familia; quedándose él en su fundo “Morenero” al frente de sus labores agropecuarias.

Hasta 1.970 permaneció el poeta Rafael Ignacio España Padrón en su tierra natal Cunaviche, cuando conjuntamente con su hermano Severo deciden marcharse a las tierras de Barinas, al otro lado del pueblo del Samán de Apure; en búsqueda de mejores condiciones climáticas que le garantizaran abundancia de pastos frescos y fuentes naturales de aguas propicias para el fomento de sus respectivas ganaderías.

Rafael Ignacio mantuvo siempre con su hermano Severo ese vínculo de estrecha relación de hermandad verdadera de admirable armonía familiar, cooperándose mutuamente y en consulta permanente en la realización de cada uno de sus negocios y de sus actividades productivas que dejan por sentado un gran paradigma a seguir por sus hijos; probablemente fundamentado en ese sabio pensamiento de nuestro Libertador Simón Bolívar; el cual reza, que: “En la Unión está la fuerza”.

En las tierras barinesas, Rafael Ignacio adquirió un lote de terreno en la parte noreste de la Finca “El Setenta” de su hermano Severo, para fundar su finca particular “El Espejo”. Este terreno fue comprado por Rafael Ignacio al Instituto Agrario Nacional; allí continúa (Hasta el presente de la primera Edición de este libro) donde desarrollaba sus labores como siempre, compartiendo con la peonada los quehaceres cotidianos del llanero en su propio medio, recorriendo la sabana montado en su caballo ensimismado en el recuerdo de sus hazañas de las vaquerías añoradas de antaño; Demostrando sus destrezas llaneras que todavía ejecutaba con eficacia experimentada, irrumpiendo en el silencio de los palmares con su copla improvisada, trajinando por caminos sabaneros bajo el cándido reflejo crepuscular de una tarde que sucumbe entre canto de pajarillos y aves de la llanura y sus galimatias vespertinas, bañados de candor y poesía, de arrebol y de nostalgia; Musa inspiradora del poeta vernáculo para continuar plasmando en el escurridizo lienzo del viento la genuina esencia de las costumbres de ese llano de tiempos lejanos cuando todo era mejor; según su propia percepción reminiscente y convicción arraigada que posee el llanero criollo. HONOR A QUIEN HONOR MERECE Y DIGNO RECONOCIMIENTO A ESTE POETA CUNAVICHERO GENUINO, ORGULLO DE NUESTRA TIERRA.

 


LAS PULPERIAS EN GUASDUALITO

 











LAS PULPERIAS EN GUASDUALITO

BREVE PROEMIO.-

En el presuroso andar de nuestro pueblo van quedando a sus espaldas años ostentosos, cuya carga nostálgica se afincan al frusleril presente, doblegando el dorso de lo vivido con una cuantía de buenos recuerdos que, como sarmientos desprendidos se levantan con la favonia invernal exhalada del oeste al poniente, desnudando añoranzas que anhelan replegarse en el tiempo para vestirse del pueblo apacible y campero que un día fue Guasdualito, poblado aquel tan extrañado y afirmado por las clarividencias generacionales, tan deseado por las actuales y tan inconcebibles para las venideras, obligándonos con apremio a cifrar sin decaimiento alguno aspectos importantes de nuestro pasado lejano y cercano, no escribiendo mis manos sino el mismo pueblo, los hijos de mi tierra encarnados en ellas, no siendo mis oídos los que escuchan sus historias sino los membranas oidoras de lo que no desea ser olvidado, por eso seguimos en esta ocupación, porque también escribiendo se quiere, porque la musa dorada Talía renace día a día y en benedictus pastoriles nos sigue musitando:

“Escribe, escribe

de aquellos tiempos,

porque si te vas lejos

tu pueblo irá contigo

por dentro. Porque

si te vas lejos lo recordaras

en los agónicos bermejos

del mental reencuentro.

1.-LAS PULPERIAS

1.1-Origen, concepto y evolución

Para la buena comprensión del contenido se hace necesaria una aproximación a la definición del concepto de la palabra pulpería que nos permita un abordaje claro y raso sobre lo abordado, para evitar confusiones en lo tratado. En este sentido, en cuanto a lo etimológico surgen varias teorías al respecto, siendo la primera que el término es de origen griego, derivado del vocablo “polipus” (πολύπου) estructurado a su vez de “polis” (πολύς) cuyo significado viene a ser: muchos, agregando el sufijo “pus” señalado como pie, siendo así, la traducción popular entonces viene a ser : “muchos pies” resultando esta definición la más acertada, teniendo en cuenta que el génesis todas las lingüistas hispánicas-amerindias se remontan a la rama originaria en la antigua Grecia y romana. Otro de los posibles orígenes del nombre pero inclinado al folklorismo, refiere en que el origen de la locución pulpería está vinculado a cierta bebida afrodisiaca conocida como pulque, preparada en tierra azteca con extractos de maguey, dicha aseveración fue formulada por el jurista español Juan de Solórzano Pereira (1575-1655) en el intermedio del siglo XVII en su texto Política Indiana, perdiendo la asignación “qu” con el transcurso del tiempo, siendo sustituida por facilidad en el lenguaje por la letra “p”. Otra hipótesis más osada es la del escritor, historiador y poeta toledano (Esp) Garcilaso de la Vega (1508-1536) quien llegó a afirmar que los vendedores de pocos recursos se conocían con el nombre de pulperos quienes vendían pulpos entres sus diferentes productos, otros autores dicen que era porque se vendía pulpo a la gallega o pulpa de frutas. Por último, hay quienes asocian la idea de los muchos tentáculos del pulpo con la constante actividad de los dependientes, que debían actuar con mucha agilidad para satisfacer a todos sus clientes, como si tuvieran muchos brazos. Teorías para todos los gustos y escogencias, para un solo concepto que se fue definiendo como un establecimiento comercial de venta al menudeo de artículos de todo tipo (entre ellos, comestibles, bebidas, herramientas, ropa, etc.,) ubicado en el campo o en la ciudad y en general montado con un capital reservado. Al comerciante que la poseía o regentaba se lo designaba pulpero.


Bodega de Elías Galvis,
cortesía Armida Gutierrez

En referencia a su evolución, las pulperías florecerían en el nuevo mundo al compás de la formación y fundación de los nuevos ayuntamientos coloniales, diseminándose por todo el territorio hispanoamericano. Puede afirmarse sin riesgos a equivocaciones que, las pulperías nacieron en el siglo XVI, siendo desde sus inicios las expenderías más frecuentadas hasta buena parte del siglo XX, estas formas comerciales llegaron a encontrarse con mucha frecuencia en todos países de habla hispana, tanto en Centro América como en la América del Sur. Señala Rafael Ramón Castellanos, pensador, historiador, y autor del libro "Historia de la Pulpería en Venezuela" que en nuestro país los primeros pulperos fueron los venidos del archipiélago español conocido como Islas Canarias, radicados mayormente en zonas céntricas caraqueñas muy conocidas como La Candelaria, San Martin, Las Delicias, El Recreo y Sabana Grande, estos diestros despachadores manejaron el almud (antigua medida de capacidad) y la fanega (medida para el grano) para medir y pesar, mientras que los pulperos del interior del país empleaban la totuma para medir, y el armar trojas para el almacenamiento de alimentos. En cuanto al final de las pulperías, estas comenzaron a desaparecer en los años 60 del siglo XX, cuando en Venezuela se acentúa la industria petrolera, la cual introdujo la modernidad y cambios importantes en la forma de vivir del venezolano, fue entonces cuando los pequeños comercios empezaron a llamarse bodegas, los de mediano tamaño, abastos y los grandes, supermercados.

2.-LAS PULPERIAS EN GUASDUALITO

Escribo sobre las pulperías

de una época dorada,

época nunca olvidada

por ser de oro sus días.

Mágica y de policromías

era aquella Periquera,

con gente noble y sincera

todos de buen corazón

que anhelan con emoción:

¡si aquel pueblito volviera!

Si bien es cierto que el pujante y floreciente comercio del Guasdualito de las primeras décadas del siglo pasado estuvo dominado por importantes casas comerciales, cuyos dueños con ascendencia italiana y árabe, además de originarios barineses y andinos, llegaron a consolidar sus empresas gracias al intercambio del comercio fluvial favorecido por la flota de la Compañía Anónima Venezolana de Navegación (CAVN) igualmente incuestionable es el aporte económico y el bienestar social de las llamadas pulperías durante las décadas del 50 y 60 de la centuria en referencia, lapso de tiempo en que estos establecimientos comerciales acapararon las preferencias de aquellos compradores guasdualiteños, contando en sus estantes y anaqueles con todo lo necesario para el buen desarrollo de la cotidianeidad pueblerina, ofertando desde productos alimenticios hasta remedios, así como bebidas, velas, materia prima para la costura, carbón, papelón, manteca, maíz, caramelos, café, velas, leche, jabón azul, kerosene, queso picado, leña, carbón y muchos otros insumos, convirtiéndose en perfectas células económicas activas que a su vez también se instituían como puntos de encuentro, ya que eran sitios ideales para mantenerse al tanto de las novedades del entorno, fue muy común ver en sus espacios congregaciones de personas de diferentes estratos y lugares, quienes daban rienda libre a sus conversas sobre cualquier asunto, fuera importante o de menor apreciación

Época de oro fue la de las pulperías en Periquera, años aquellos cuando por la prolongación de la calle Sucre hacia el tradicional barrio Morrones se dirigían los niños y jóvenes al establecimiento de don Ángel Ignacio Medina a comprar lo requerido en sus hogares,sin dejar de entretenerse en el trayecto con cualquier eventualidad pero sin olvidar la misión familiar. De esa misma época viene a la escenografía mental la pulpería de don Víctor Ortiz, ubicada la misma en la esquina de la Calle Real (Av.Miranda) con Calle Sucre, entre el almacén de Emilio Abunassar y el negocio de don Elio García, donde llegó a funcionar la única trilladora de maíz y arroz que venía de las vegas gamereñas o de los fundos cercanos, allí fueron muchas las veces en las que un niño llamado Ciro Abelardo Méndez se dirigía con su estropeada carretilla a buscar el afrecho (nepe) que servía de alimento para los cerdos caseros, comprado el saco a un módico precio de 0,25 Bs., esta pulpería bodega se haría célebre por aquel eslogan: “Sencilla la locha” frase expresada por un grupo de alumnos de la escuela Aramendi quienes en las tardes cresespuculares luego de salir de sus clases disponían pasar frente al particular punto expendedor; imponente y de respeto era la presencia del pulpero Ortiz, sentado en su silleta de cuero curtido bajo la sombra de un frondoso mamòn, cuando ya casi rendido por Morfeo, dios del sueño, le llegaban uno por uno aquellos traviesos muchachos tocando con la moneda el mostrador con sus pedidos: ¡don Víctor un cubito! Ya despachado el solicitante, el expendedor se disponía a tratar de cerrar los ojos por unos minutos, cuando se aparecía el otro mozalbete: ¡don Víctor una chupeta! Y así en continuidad el resto de los vivarachos, apoyados económicamente por algunos adultos ocultos en una esquina, quienes disfrutaban la sana broma y el oír a cada rato: “sencilla la locha”.

Hermosos años cuando una niña de cabello de oro y ojos de mar llamada Elubia Escobar contaba sus pasos desde la añosa calle Vázquez hasta la pulpería de Pedro Silveira localizada entre calle Cedeño y carrera Páez a cumplir con el mandado requerido por su buena madre Amelia Fulco, lo siguiente: ¡don Pedro, un kilo de café y otro de queso! Y de inmediato, casi corriendo el delgado y activo pulpero procuraba el despacho, tanto Elubia como los niños, jóvenes y adultos ponían su ojos en La Ñapa (propina) que obsequiaba don Pedro y su esposa doña Agueda, noble mujer de baja estatura y cuerpo vigoroso, para atraer clientes, esta pareja de comerciantes medianos se esmeraron toda su vida en brindar una buena atención a los candorosos habitantes del Guasdualito post mancondiano, llegada la hora del cierre formal las solicitudes de compras eran por el ventanal que daba con la calle Cedeño, también implementaron el sistema de La Pipa, que radicaba en que por cada compra efectuada era colocado en un frasco grande un grano de maíz, caraota, frijol, etc., a los cuales se le asignaba un valor, cuando el frasco se llenaba el beneficiario lo cambiaba por golosinas u otra menudencia, razón por la cual ser mandadero tenía su premio, y de aquellas ñapas muchos guasdualiteños de aquellas épocas guardan sus buenos recuerdos.

Sigamos con nuestro viaje al pasado cercano para conocer más de aquellos establecimientos comerciales. Por la llamada calle nueva diagonal a la plaza Bolívar se encontraba la pulpería del coronel Yépez, conjuntamente atendida por su consorte María. En la otra esquina la amplia y surtida pulpería de Matute, el ateo, el mismo que respondía a la bendición: yo lo bendigo, su pulpería fue de aceptable actividad, de ella nacería el adagio popular: “Más vieja que la correa de Matute". Sobre la misma dirección, exactamente en la esquina del antiguo hospital funcionó la pulpería de Samuel García y el chácaro Román (pregonereño) donde desde tempranas horas y en todo el año era costumbre observar sobre el mostrador productos cultivados (frijol, plátano, yuca) por los conuqueros de las costas del río Sarare, al igual que mercancía salada como chiguiere, carne seca y venados, trasladadas por los campesinos. Siguiendo con el recorrido, por la calle Vázquez casi al frente de la casa de Josefa Fajardo laboró en su mercería el guate Cándido Ordùz, laborioso comerciante colombiano venido de Sogamoso que hasta inicios de los años 80 se esforzó con su pulpería, retirándose del oficio en el 1983 al sorprenderle en pie lo inevitable para todo ser humano. En ese orden, por la antigua Calle Real (hoy Av. Miranda) diagonal al negocio de Elías Galvis, frente a la logia de los masones existió una pequeña pulpería propiedad del turro Nicasio Ruiz, andino de baja estatura y con voz ronca y pausada, quien laboraría hasta mediados de los 60 cuando fallece por un ACV atendiendo su despensa. Por la calle Sucre frente a la plaza principal se encontraba el establecimiento de don Cornelio Aponte con amplio surtido de ofertas, por allí pasaban de regreso a sus casas otros vivarachos educandos del paraninfo Aramendi, con el coro: “El araguato de don Aponte come panela y tira pa` el monte".

Pulpería de Nicasio Ruiz, por la avenida Miranda, cortesía Armida Gutiérrez.

Otras pulperías muy visitadas que competían cotidianamente por la captación de clientes fueron: el expendio de Pancho Herrera en el sector Los Cocos, colindante con el fundo del José Martí, siendo una parada obligada para aquellos transitantes en jeeps y camiones como para aquellos en tracción animal y humana, esta pulpería anclada en el medio del campo, se erigió como un lugar atractivo donde acudir, en el sitio se podía encontrar desde bebidas alcohólicas hasta guarapo de papelón, con un buen surtido de víveres y, en donde además se realizaban peleas de gallos ocasionales, en su frontal se encontraba una vara sostenida por estantillos en donde se aseguraban las bestias y mulas. También en La Estación de los Padilla Hurtado llegó a funcionar un próspero negocio de mercancía seca para suministrar en lo necesario a los dueños de hatos y fundos, con los ingresos de este trabajo don Francisco y doña Carmen mantenían a su prole y familiares cercanos que se levantarían dentro de sus tutelas. En la misma índole, en la isla de El Gamero estuvieron pulperías amplias como la de don Benicio González, El Maniadero del Sr. Noe Valbuena, la de Juan Camacho y Ovidio Izquierdo, mientras que en el conocido y populoso barrio Los Corrales las abaceras de Alfonso Roa y Santiago Padrón, ubicadas por la calle principal, siendo las encargadas de proveer lo necesario a los habitantes del sector y, a quienes venían o salían del pueblo para las zonas campestres, un expendio gratamente recordado fue el surtido de Toribio Sandoval, quien disponía de una variedad de víveres y bebidas espirituosas. Por el barrio Las Carpas tuvieron vida comercial las pulperías de Jacinto Maldonado, Rafael Moronta y Gladis Montoya. Volviendo al centro del pueblo, al inicio de la calle Bolívar se desempeñaron en funciones de pulperos don Casimiro Delgado, arreador de ganador y baquiano de mil travesías, igualmente el longevo Chacón y don Ramòn Castillo, trilogía muy recordada por ser fundadores del pueblo nuevo y sencillos emprendedores de la época. Igual para traer del recuerdo es la pulpería de Vicente Guevara por la calle Cedeño interceptada con la carrera Urdaneta, en continuidad la expendeduría El Chicote de Reinaldo Molina, y la de Cipriano Cabanerio. De data más reciente fue la pulpería de Norberto Cermeño, quien ante la ausencia de los grandes negocios por la corredera, dotaba sus anaqueles de lo necesario para la venta, se privilegiaron nuestros días de infancia en hacer los mandados donde Cermeño, ya casi en el ocaso de su despacho.

Las pulperías anteriormente mencionada como otras que sé que nos escapan al recuerdo, fueron establecimientos con personalidad propia que reflejaron el espíritu cotidiano del Guasdualito de los años 50 y 60, que a pesar de ser emprendimientos levantados con modestos capitales eran más que simples comercios al por menor, pues cumplían una plaza social, en aquel poblado de cuatro calles en forma de retícula la iglesia, la pesa y las pulperías se instituyeron prácticamente en los únicos centros de reunión que existían en el ámbito provinciano. Mención aparte pero en vinculo al tema del comercio local, es hacer referencia de manera expedita a los grandes comercios que dominaron a sus anchas la compra venta por mayor durante varias décadas, anterior a las pulperías funcionaron los almacenes y comercios de Juan Trejo, honesto mayorista venido del estado Bolívar con mercancía y víveres importados de Europa, vía fluvial por los barcos de chapaletas; los negocios del desprendido bohemio Ernesto Angulo, el de Daniel García, diestro para la actividad comercial, de iniciar con un botiquín lograría ser distribuidor al mayor de los grandes hatos, convertido luego en rico ganadero dueño del hato La Victoria y El Torreño, de auge fue el gran almacén del libanes José Braidi en la confluencia de la Calle Real y calle nueva (Av.Miranda), los comercios de José Antonio Bocaranda, de amplio discernimiento comercial, cuya visión de vender más a menor precio le granjeó simpatía y preferencia; por esa misma Calle Real se ubicaban la librería de don Valeriano Moreno, ubicada en la pròspera cuadra de Eloy Filardo y Juan Laporta, por allí mismo se ubicaban los comercios de don Lorenzo Roca, el almacén de Alfonso Padilla frente a la placita Páez, la bodega de Elías Galvis, ubicada en la intersección con la calle Vásquez, en cuyo amplio almacén se podía conseguir desde una simple aguja hasta el licor más exquisito proveniente del viejo continente, incluyendo comidas, bebidas, velas, carbón, remedios y telas, entre otros productos. Otras paradas obligadas para la clientelas fueron: los negocios de Ernesto Gómez, mientras que por la activa calle Sucre se encontraba el boyante almacén de Emilio Abunassar, el centro de venta de don Isaac Ontiveros, frente al negocio de don Elio García se ubicaba el local de don Emilio Campin, estimable comerciante quien vestía siempre de blanco, distribuidor de bicicletas, ventiladores, radios, cocinas, etc, y en ese orden vial frente a la Plaza Bolívar se encontraba La Royal Curazao C.A del visionario Samuel García Contreras, llegando a ser uno de los comercios más prósperos en casi una década.

Con la llegada y explotación del oro negro vino un supuesto progreso, maquillaron las viejas calles de tierra con capas asfálticas como soterrando los años buenos, empezó a cambiar el pueblo, y el agonizante ocaso de las célebres pulperías y grandes comercios llegaba a su fin, caminó el tiempo con pasos diligentes llevándose en sus alforjas una época dorada, ocultando en el manto penumbroso al Guasdualito de ayer, ya quedarían solo para el recuerdo aquellas órdenes expresas de aquellos progenitores y mayores: Ciro, Elubia, Josefa, Armida, Marcos, Rafael, vayan a donde Pedro, a donde el turro Nicasio o a donde Elías, y compren lo siguiente (…) Marcharon sin regreso aquellos bien recordados establecimientos, emigraron al reino de la nostalgia, cedidos en añoranzas de blanco y negro a unas la generaciones de oro guasdualiteñas, para ellos y para quienes sienten y aman a su pueblo en el corazón fue grafiada esta amena y espontanea reseña. Hasta otra oportunidad.

POR ALJER “CHINO” EREÙ.-.

 


DIXON DURAN


Dixon Durán.

Aunque Dixon Durán en 1981 ya era miembro y promotor artístico de Cachilapo, no sería sino hasta mediados de 1982 en que se materializaría su primera producción discográfica para el sello. Éste coplero Apureño nació en Arichuna, y desde la segunda década de su vida manifestaba su vocación musical en las diversas parrandas llaneras que se efectuaban en la región. En 1975 realizó su primera grabación para el sello Divensa y a comienzos de los 80 estaba radicado en la ciudad de Maracay actuando en varios de los establecimientos que presentaban música criolla a talento vivo. Jacinto Orozco Martínez lo conoce en " La Cabaña de Calicanto" y allí inician una gran amistad que generaría el interés de realizar una producción discográfica, como también confiarle parte de la promoción artística del sello a nivel nacional así como en Colombia. Dixon Durán recorrió gran parte del territorio nacional promocionando a las figuras de Cachilapo a nivel radial y en las discotiendas que existían en ese momento conformando junto a otras personas un magnífico equipo de trabajo. Su primer disco para el sello se denominó: " El Palmar de tus recuerdos" ( LPC- 116) donde figurarían nueve pasajes y un joropo todos de su autoría acompañados por las arpas de Remigio García y Eladio Romero y sus conjuntos. De este Long Play sonaron los temas : " El palmar de tus recuerdos", "

Mi único amor", "Mi mejor amiga el arpa", " Mi canción de serenata", " La canoa de tus recuerdos", Romance en Guasdualito" y " Bajo el cielo de Arichuna".

Nueve años más tarde ( 1991) aparecería su segunda producción en Cachilapo la cual solo salió en Cassette titulada: " Los grandes del coleo" ( CTTE-300-12178) una leyenda dedicada a destacados coleadores compartida con el coplero Julio Bruces y el acompañamiento musical del maestro Joseíto González y su conjunto. De esta producción aparte de la leyenda se destacaron los números también de su autoría : " Lirio de amor", " Enamorado y parrandero", " Perdónalo", " Centauro de mi llano", y " Mensaje de amor". En la actualidad este cantautor reside en Maracay y prepara una leyenda dedicada a la vida y obra de Jacinto Orozco Martínez la cual esperamos promocionar en esta misma casa. Dixon Durán también estuvo muy ligado a la artista Ilva de Apure quien también grabó para Cachilapo y próximamente en el justo momento tendrá su debida reseña.

( Texto y fotos: Adel Solórzano).


SOR ESTELA MANUITT

 

SOR ESTELA MANUITT

Breve introito.-

Son tantos los hombres y mujeres venidos de otros lares que han hecho de nuestro pueblo su pueblo, contribuyendo de una forma u otra a su avance en los diferentes aspectos y dimensiones, dejando con sus pasos terrenales huellas tangibles que vienen a ser testimonios de sus filosofías de vida, por tal razón, es justo para con el gentilicio guasdualiteño y sus memorias: recordarlos con gratitud, con sus virtudes que les ganaron el sincero aprecio de aquellos que tuvieron la conformidad de conocerlos y corroborar sus méritos y probidades.

RECORDANDO A SOR ESTELLA.-

¿Recordara mi pueblo

a sor Estela Manuitt?

¿recordara mi pueblo

lo que ella hizo aquí?

¿Recordarán sus dirigidos

sus orientaciones para el futuro?

claro que las recordamos,

eso se los aseguro.

Es en febrero de 1976 cuando sor Estela Manuitt pasa a encargarse de la dirección del Colegio Santa Rosa de Lima, institución vinculada a la orden dominica (Moniales Ordinis Predcatorum) fundada la misma por el presbítero ibérico Domingo de Guzmán, proveniente del sur occidente del estado Guárico. Esta distintiva religiosa sustituiría en funciones a sor María Bellido, su antecesora pondría gran empeño para con el respaldo del ingeniero Jesús Mena director del Ministerio de Obras Publica sección Táchira, y la experta mano del maestro lusitano Fernado Da` Costa culminar satisfactoriamente en 1970 el primer edificio con el anexo del Teatro San Martin, iniciándose un mes más tarde las enseñanzas en el centro con una matrícula de cuarenta y siete alumnos, Manuitt impartiría previo a su nombramiento, sus conocimientos en diversas áreas en la antigua sede del Santa Rosa, ubicada por la avenida Miranda a un costado de la Iglesia Nuestra Señora del Monte Carmelo.

De controversial personalidad, la nueva directora le impondría de inmediato un regio distintivo al paraninfo, que ya se erigía como el núcleo rector educativo de la localidad. Entre las catedráticas y catedráticos que la acompañaron en su rectoría se mencionan a: sor Numidia, sor Dolores, sor Severiana, Blanca Puerta, Marisol y Betty Oropeza, Rosa y Marlene Soto, Petra Godoy, Marcos Padrón, Marvelis Macías, María Ontiveros, Iraida Gonzales, entre otros dignos mentores, sin dejar de mencionar al negro Pantoja (obrero) y al potenzano Cheraza, icónico bedel itálico quien fungía de jardinero y vigilante, llegado al país huyendo del régimen de Benito Mussolini. Entre sus logros más importantes hay destacar que gracias a su férrea voluntad se adquiere otro lote de terreno ubicado por la nueva calle Marques del Pumar, luego, con el apoyo del recordado Ezequiel Barrios, quien para el tiempo era uno de los responsables de la construcción de la carretera Guasdualito-Guacas inicia y culmina el relleno del predio, al poco tiempo logra el financiamiento total con una importante constructora para la cimentación del nuevo edificio que comprendía salas educativas, taller de formación para el trabajo y la cancha deportiva, el mismo Barrios donaría en un gesto de visión altruista puertas, ventanas, estantes y otros equipos para un mejor funcionamiento de la nueva infraestructura.

No puede escribirse sobre los méritos de sor Estela Manuitt sin consultar a quienes tuvieron el privilegio de ser sus dirigidos y conocerla en amplitud, en este sentido, se presentan las declaraciones de dos de ellos, refiriendo el veterinario Gregorio Barrios al consultarle: “para mi poeta, sor Estela fue el pilar fundamental en la dirección nuestra, que contribuyó con empeño en nuestra visión, en nuestra formación moral, intelectual y educativa, tenemos una deuda pendiente con esta digna mujer”. Otra consultada por quien esto escribe fue Estrella Barrios, quien expresó: “definitivamente fue la artesana y figura principal de nuestro emblemático colegio, y emblemática como ella, responsable, con carácter, te hacía llorar viéndote a la cara cuando te aconsejaba, siempre nos decía que no podíamos ser estudiados y ser groseros con nuestros semejantes, ni irrespetuosos, había que tener solidaridad, sencillez y el empuje siempre hacia la excelencia, cuando se trataba de nosotros, sus hijos putativos, nos decía que dónde fuéramos dejáramos nuestros principios, valores y enseñanzas por todo lo alto, que fuéramos diligentes y atentos sin discriminación alguna, nos enseñó a buscar de Dios todas las mañanas, entrábamos a clases a las 6:45 am, para estar en comunicación con Dios diariamente”.

Por decisión propia renuncia a su congregación en el año 1988, y marcha a la ciudad de La Cordialidad, en donde se radica para emprender nuevos proyectos personales y profesionales, brindando hogar y abrigo al fiel potenzano Cheraza. Estela Manuitt Fúnez regresa a su segundo pueblo en el año 1989, siendo homenajeada como madrina de la primera promoción de bachilleres, siendo este gesto un premio simbólico a su entrega tanto a la institución como a la tierra guasdualiteña; allí estaban con ella sus orientados, su colegio, sus áreas naturales, una emotiva madrina observaba con satisfacción sus logros tomada de las manos con aquellos promisorios graduandos, quienes llevarían en sus mentes y corazones sus buenas enseñanzas y orientaciones. Parte del mundo terrenal en la capital del Táchira, dejando un hondo pesar en quienes de verdad la apreciaron en su tránsito de vida, honor a sus frutos, honor a su memoria.

ALJER.-.


miércoles, 18 de agosto de 2021

JOSE GREGORIO VILLAFAÑE

 



JOSE GREGORIO VILLAFAÑE

Nació en Guasdualito, el 08 de Marzo de 1814. Abogado, diplomático y político. Hijo de José Domingo Villafañe Méndez -hacendado de Barinas- y de Josefa Antonia Ramírez de Arellano y Briceño, aquel rico propietario del Alto Apure, y está vinculada por cercanos nexos de sangre  gentes del Táchira de antaño, de notable figuración en el proceso emancipador como Doña María del Carmen Ramírez.

La Guerra de Independencia que arrasó la región ocasionó la muerte de su padre. Viajó a Londres (1821), donde permaneció 16 años, realizando estudios de derecho, ciencias sociales y naturales, físicas y matemáticas. Terminada su educación, regresó en 1837 al seno de su familia, y poco tiempo después, elegido Diputado al Congreso por la Provincia de Barinas, se trasladó a la Capital de la Republica en cumplimiento de su mandato.

La buena acogida que tuvo en el seno de la sociedad caraqueña, y los nuevos horizontes que vio abrirse en su rumbo, al porvenir, lo decidieron a encargar a su hermano Domingo de la casa paterna y de los cuantiosos bienes de la familia, para de este modo corresponder a la exigencia que le hizo el General Páez, de servir al Gobierno Nacional en el ramo de las Relaciones Exteriores. Luego, nombrado Representante de Venezuela en Nueva Granada, se trasladó a Bogotá, y allí contrajo matrimonio con Margarita Quevedo, natural de Bogotá, de cuyo matrimonio nacieron Josefina, José Gregorio, Domingo, Margarita, Luis Fernando, Nicolás, Antonio, Concepción y María.  


Terminada la misión, regresó a Caracas, y en la Capital sirvió diferentes empleos, entre otros, la cátedra del idioma inglés en la Universidad. Profesor de lengua inglesa en la Universidad Central. 

El 28 de enero de 1852, fue comisionado para entablar negociaciones en Bogotá sobre los límites entre Venezuela y la Nueva Granada. El pliego de instrucciones es del 28 de abril. Y el 27 de mayo siguiente, se encargó de la Legación venezolana como ministro plenipotenciario ante el Gobierno de la Nueva Granada; este a su vez, nombró como su plenipotenciario a José Manuel Restrepo. La proposición de Villafañe contemplaba el trazado de la frontera en la Guajira, desde las alturas de los Montes de Oca, hasta el cabo de Chichivacoa -según y como se había acordado en el tratado de 1833- y exigía a la Nueva Granada la devolución de la zona de San Faustino. Venezuela convenía en ceder a la Nueva Granada la porción de la zona del Zulia-Catatumbo, según lo acordado en 1833. Además, solicitaba la cesión por parte de la Nueva Granada de la zona que iba desde las crestas de Pamplona, hasta alguno de los ríos: Lipa, Ele o Casanare, a cambio de la frontera Orinoco-Atabapo-Guainía-río Negro. En San Faustino, hubo incluso manifestaciones en favor de su anexión a Venezuela. En lo relativo a la Guajira, la cuestión limítrofe fue resuelta de acuerdo con lo solicitado por Venezuela, pero las conversaciones quedaron interrumpidas a causa de la exigencia granadina de obtener a perpetuidad lo relativo a la libertad de tránsito y comercio a través de Venezuela. En 1856, las gestiones de Villafañe y Carlos Luis Castelli obtuvieron la anulación de lo expuesto en la Gaceta Oficial de Colombia del 28 de febrero de ese año, según lo cual, los islotes Los Monjes aparecían como pertenecientes a la Nueva Granada. Esta hizo público en la Gaceta Oficial del 3 de marzo siguiente que tal afirmación se debía a un error de imprenta: Los Monjes por Los Mangles. En 1863, después del triunfo de la Federación, el Táchira se convirtió en estado federal y Villafañe presidió el gobierno provisorio que se formó en esa oportunidad.


 En 1868 fue nombrado, por parte de Venezuela y en sustitución del Señor Francisco Conde, en calidad de suplente en la comisión mixta que decidió sobre reclamaciones del gobierno norteamericano y al mismo tiempo ejercía como secretario de Antonio Leocadio Guzmán. Luego fue nombrado Gobernador de La Provincia de Mérida y organizador de las aduanas de Venezuela bajo el régimen de los Monagas. Para esta época era también secretario privado del Señor Antonio Leocadio Guzmán, a quien acompañó  en asuntos de límites, hasta 1870, cuando regresó al Táchira, residenciándose en San Cristóbal.

Las evoluciones de la política y la necesidad de reposo para su agitada existencia, lo llevaron al Táchira, que lo recibió como huésped distinguido, y al cual el correspondió, fijando allí su residencia definitiva. Más de treinta años vivió en esa su segunda tierra, donde dio los más altos ejemplos de una vida consagrada toda a rendir culto ferviente al trabajo, a la honradez y el bien.

Deseando que los pueblos de Táchira estuviesen en comunicación inmediata con el Lago de Maracaibo, pensó en la construcción de una vida férrea entre Puerto Villamar y San Carlos del Zulia, en 1876 y el mismo, con su infatigable actividad, trabajando como ingeniero y como menestral, estuvo en esas montañas vírgenes, donde el tigre y la serpiente aún no habían oído el ruido del hacha, ni siquiera el disparo del fusil. Diversos viaje hizo a la Capital de la Republica para obtener del Gobierno Nacional la realización de aquella vía; pero al fin sus trabajos fueron infructuosos, y desencantado y triste, abandonó aquella empresa que lo habían llenado por algún tiempo de doradas ilusiones y lisonjeras esperanzas.

En 1874 publicó en la Opinión Nacional, una serie de estudios sobre el Táchira, dedicados a su amigo íntimo Doctor Arístides Rojas, y los cuales revelan el talento observador y los conocimientos múltiples que adornaban al Señor Villafañe. Dichos estudios fueron editados en volumen con el nombre de “Apuntes Estadísticos del Estado Táchira”`, por orden del General Guzmán Blanco en 1877.

En el contexto histórico de finales del siglo XIX, había una escasa visión integral del espacio y de los procesos históricos, lo que provocaba no sólo el desconocimiento de las particularidades locales, sino también “los patrones culturales, las especificidades socioeconómicas y la autonomía política con la cual se condujeron ciudades, provincias y estados”4 , por ello la necesidad de apreciar los recursos de que disponía el país para consolidar el Proyecto Nacional entre 1870 y 1890. Esto impulsó la política de levantamiento estadístico, y en el caso del Estado Táchira, correspondió a José Gregorio Villafañe, uno de los hombres más notables de la época construir dicha revisión histórica, pues pese a no ser oriundo de la región, tenía conocimientos e interés respecto de sus riquezas naturales y ventajas geográficas, además detentaba allí amistades y nexos de todo orden, fue uno de los fundadores del periódico Ecos del Torbes de San Cristóbal en 1845, en 1849 desde enero a diciembre ocupó el cargo de gobernador de la Provincia de Mérida, presidió en 1863 el gobierno provisorio del Táchira, trabajó con Antonio Leocadio Guzmán en asuntos de límites, y desde 1870 se residenció en San Cristóbal.5 En su estudio aborda al Táchira desde su fundación hasta 1877, cuando es una región aún desconocida y aislada del resto del país. Sus Apuntes estadísticos del Táchira6 , constituyen la primera visión de conjunto, elaborada a manera de informe estadístico, en la cual el autor intenta señalar las particularidades de carácter geográfico, económico, social; y por medio de datos sobre economía, historia y demografía, obtenidos de distintos documentos y otras fuentes que consultó, que como es de entenderse para la época, aún no existe en el país una metodología adecuada para ser referenciados, y aún más, someterlos a la crítica. Aborda la creación del Estado, su división territorial en departamentos y distritos, los paisajes tachirenses, las vías de comunicación, la educación y las actividades económicas; presenta además algunos cuadros de censos poblacionales pertenecientes a las principales ciudades, sin detallar de forma precisa la fuente utilizada para obtener dichos cuadros, expresando además sus apreciaciones acerca del porvenir y la realidad de la vida tachirense en los últimos años del siglo XIX. La estructura y principal objetivo de su estudio es ofrecer un conocimiento general de la región y los recursos de que esta dispone para su desarrollo económico, y debido a esto algunos temas son abordados en forma breve, de ciertos períodos sólo se presentan datos muy puntuales. El aspecto histórico se incluye en el área de estadística social donde se expone la información sobre fundación de pueblos, y junto referencias sobre cultura y geografía se mencionan de manera efímera algunos hechos del pasado, pero sin sistematicidad, de manera que resulta difícil que se pudiese transmitir idea clara del devenir local. Sin embargo, su trabajo marca el inicio de una tradición historiográfica construida por una intelectualidad regional preocupada por hitos considerados relevantes y con los que se podía ubicar al tachirense en el devenir nacional. En 1883, con motivo de la conmemoración del centenario del Libertador, se elaboran a nivel nacional distintos apuntes históricos sobre las regiones que conforman el país a fin de emprender nuevamente el conocimiento histórico y geográfico regional; estos fueron presentados como Ofrenda Literaria al Libertador, y con respecto al Táchira, Villafañe escribe, una breve reseña histórica, que afirma, fue difícil realizar debido a los inconvenientes para localizar los documentos necesarios, por la inexistencia de archivos públicos, los cuales fueron destruidos durante la guerra de independencia, y la pérdida en el tiempo de otros documentos. En este trabajo, José Gregorio Villafañe delimita el territorio, para el momento formaba la Sección Táchira del Gran Estado Los Andes, menciona los nombres de las tribus existentes a la llegada de los españoles, hace una descripción de los siete distritos que componían la Sección y sus poblaciones. Se preocupa por detallar el aspecto físico y la agricultura, exaltando las características del suelo y el clima, señalando además los principales rubros cultivados, así como también las condiciones para su comercialización desde el período colonial, difiere de la obra de Baralt y Díaz en sus apreciaciones sobre la introducción del cultivo del añil en Táchira, hace una mención breve de los minerales, aguas termales, madera, flora, fauna regional, para finalmente reseñar los terremotos desde los tiempos de la Colonia. Villafañe también señala la obtención de datos históricos para la descripción de lo ocurrido en algunos episodios de la vida tachirense y las dificultades para la revisión de otras fuentes, que le impidieron reseñar otros aspectos, mas no precisa los repositorios consultados.


Pronunciado por la Reina Regente de España el Laudo arbitral en nuestra cuestión de límites con Colombia, el Señor Villafañe lo comentó en un folleto, con tal lucidez jurídica y conocimientos prácticos de la materia, que es lo mejor que se escribió sobre aquella celebre sentencia que dio motivo para tantos juicios y opiniones encontradas. Fue el primero que demostró con pruebas irrefutables, lo injusto de aquel fallo y la necesidad de negarse a su cumplimiento por adolecer de nulidad, ya que el árbitro se había excedido decidiendo puntos que las partes no lo sometieron a su jurisdicción.

 

El Señor Villafañe murió en San Cristóbal (Edo. Táchira) el 14 de Diciembre de 1894. Tenía 80 años, dignamente empleados en una vida adornadas por las más bellas virtudes públicas y privadas. Se había hecho acreedor a las más altas consideraciones públicas, y la sociedad tachirense supo manifestárselo así, con la pompa que desplegó en sus exequias fúnebres y las manifestaciones de duelo que le tributó a la prensa en general.


FUENTES CONSULTADAS:

 

-books.google.co.ve

-ebvillafane.blogspot.com

-Surgimiento de la preocupación historiográfica sobre la región tachirense (1877-1905) María Lourdes Contreras Moreno Universidad de Los Andes Mérida-Venezuela

-apureinfo

- Alvaro García Castro. Bibliografía directa: Villafañe, José Gregorio. Apuntes estadísticos del Táchira. Caracas: Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, 1960;--. Juicio crítico sobre el laudo en la cuestión límites entre Venezuela y Colombia. Mérida: Tipografía de Briceño Hermanos, 1891;--. Ofrenda literaria del Táchira: apuntes históricos sobre la sección Táchira. Caracas: Imprenta Bolívar, 1883.

 

 


ILVA FARFAN

 



ILVA FARFAN

La Apureña Ilva Farfán mejor conocida como " Ilva de Apure, debuta en Cachilapo en Febrero de 1983 momento en que se hace el lanzamiento de su producción " Una mujer sin igual" ( LPC-129) bajo la dirección artística de su esposo el cantautor y promotor de ventas de Cachilapo Dixon Durán.

Ilva nació en Palmarito en el alto Apure y en el año 1978 resultó ganadora en un festival de voz recia efectuado en Santa Bárbara de Arauca en Colombia iniciando así su carrera profesional. En 1979 graba su primer trabajo discográfico para " Suramericana del disco" con el maestro Omar Moreno hecho que le permitió darse a conocer en la región llanera y de este modo diseminar su talento en las distintas veladas que se llevaban a cabo en la época. El trabajo de Cachilapo sería su segunda producción discográfica la cual estaba compuesta por diez surcos entre los cuales hay seis pasajes y cuatro Joropos siendo dos de estos contrapunteos con Dixon Durán. 

El Joropo promocional " Una mujer sin igual" de la autoría de la misma Ilva de Apure sería el tema más sonado del disco al igual que el contrapunteo " Arreglemos cuentas viejas" que al año siguiente fue añadido al acople " Puros contrapunteos vol.2" y aún se deja oír en algunas emisoras radiales. El acompañamiento instrumental en este trabajo fue logrado gracias a los maestros Joseíto Romero y Joseíto González en las arpas, respaldados por Víctor Brizuela, Jesús Rodríguez y Abraham Marrero. Ilva de Apure fue la primera artista que produjo el catálogo Cachilapo en el 83 ofreciéndonos un disco alternado entre pasajes y Joropos interpretados por su recia voz femenina. Actualmente vive en Barinas un poco retirada de la actividad artística.

( texto y fotos: Adel Solórzano).


ALIRIO GARRIDO EL CAPA TIGRE

 


Alirio Garrido " El capa tigre".

En la década de los 90, Cachilapo se mostraría más inclinado en la producción y promoción de nuevos artistas que proliferaban de manera vertiginosa. A diferencia de las décadas anteriores en que los valores de la música llanera, los establecimientos destinados a su proyección y los sellos disqueros al servicio de su promoción eran limitados ya para esta última década del siglo veinte habían ganado bastante terreno y seguían siendo día a día mayores en número. En 1991 se presentó un vocalista Apureño nacido en San Juan de Payara que gustó mucho al productor Orozco Martínez quien siempre estaba al corriente de los últimos sucesos musicales de la región. 

Alirio Garrido diseminaba su talento en los escenarios existentes y ya se hacía merecedor de varios primeros lugares en algunos festivales en los que había participado. Su cantar recio a flor de labios y su profunda admiración por Francisco Montoya y José Alí Nieves forjaron en él a un extraordinario artista. Una vez seleccionado el repertorio y debidamente ensayado se dirigiría el equipo de Cachilapo a los estudios Requena en la ciudad de Caracas para grabar el álbum " El capa tigre" (LPC-102 12172) con el cual se daría a conocer el joven coplero. La producción contiene diez piezas musicales compuestas por un variado conjunto de destacados compositores como lo son : Alcides Pérez, Edgar Benain Rivas, Ruperto Córdova Colina, Angel Corona, Francisco Montoya y el colombiano Cachi Ortegón. El tema más destacado fue la Periquera " El capa tigre" de la autoría de Alcides Pérez cuya popularidad le permitiría acreditarse tal seudónimo. También fueron reconocidos los temas de Francisco Montoya " San Miguel de Cunaviche", " No olvides al negro tuyo" y " San Rafaelito" así como " Mi soga" de Cachi Ortegón", " El gabán de mi tía Pancha" de Benain Rivas y el golpe " El profeta de Merecure" de Ruperto Córdova. El marco musical estuvo a cargo de Urbino Ruiz y su conjunto agrupación exclusiva de discos Cachilapo. Una vez realizado el lanzamiento del disco,Alirio Garrido se perfilaría como uno de los destacados artistas de la región realizando otras producciones para otro sello y luego de manera independiente. En la actualidad se domicilia en Puerto Ordaz estado Bolívar desde donde da continuidad a su carrera artística.

( Texto y fotos: Adel Solórzano).


JOSE ALFREDO PARRA

 



JOSE ALFREDO PARRA

 José Alfredo Parra, es un llanero de pura cepa, que por su condición de poeta es capaz de percibir el canto del riachuelo escondido entre las piedras; de entender el lenguaje de las flores que viaja en los aromas del viento, y de arrancarle los secretos a las aves que en algarabía revolotean cada mañana cuando el cabestrero ha cumplido su jornada.

Es un Cantautor Elorzano-Apureño, nació en el Caserío Las Vacas, Jurisdicción del Municipio Rómulo Gallegos del Estado Apure, cursó sus estudios de Primaria en el Grupo Escolar Simón García Rosales y Secundaria en el Liceo Ignacio Rodríguez de Mayol en Elorza, Estado Apure, posteriormente se graduó de Abogado en la Universidad Católica del Táchira, su inquietud por el Canto y la Escritura data desde la edad de 12 años, comenzó su Carrera Artística como Coplero en Bailes, Velorios de Santos, y Jolgorios Sabaneros, y escribió sus primeros versos en forma de humor para bromear con sus compañeros de estudio.

Cuando tenía 14 años, Alfredo Parra participó en el festival “Doña Bárbara de oro”, realizado en el estado Apure, ocupando el primer lugar con el tema de su inspiración “El adiós del cabestrero”; a partir de esta gran experiencia decide presentarse en los diferentes festivales celebrados en los llanos de Venezuela y Colombia.

Su primera canción la escribió a la edad de 15 años, la cual se llamó "A una playa del Arauca".

A los 17 años creó un conjunto de arpa, cuatro y maracas, llamado Los Mensajeros del Llano, donde tocaron como arpistas renombrados artistas como Juan 14, Neptalí Villanueva y José Archila, revolucionando la esfera musical del estado Táchira, llevando los primeros cantos llaneros, haciendo interpretaciones en programas radiales, cervecerías, festivales universitarios, liceístas y feriales.


Alfredo Parra ha revolucionado el mundo de la música llanera con sus producciones, destacándose: "Llanero soy" del año 1990, "La búsqueda" en 1994, "Un canto hermano" en 1997, "El numero Uno" en el año 2000, "Almas gemelas" de 2004, "Mi soga cachilapera" en 2007 y "Con el tiempo" en 2009.

Alfredo Parra lanzó al mercado discográfico en 2012 su octavo trabajo titulado “La pimienta de mi cantar”.

Es un abogado de profesión entregado a su entorno, al que ha convertido en canciones plasmadas en seis producciones discográficas, las que hay que escucharlas con los «oídos del alma” para captar esa sensibilidad propia de su inspiración, con la que ha contribuido al éxito de muchos intérpretes de la música llanera; tales como: Luis Silva, con el tema «Llamarada”; Teo Galíndez, con «El adiós de cabrestero”. Cristóbal Jiménez con «Negrita María Aguilera”. Carlos Guevara con «Te quiero, te amo”. José Gregorio Rávalo con «Contigo no vuelvo”. Mayra Tovar, con «Te quiero a morir”. Orlando «El Cholo” Valderrama, con «Campesinita”, y Víctor Véliz con «Quinientos años”; entre otros.

El doctor Alfredo Parra actualmente reside en Guasdualito estado Apure donde su extraordinaria pluma plasma con fecundidad los versos más hermosos que fluyen por sus cuitas como las aguas del río Arauca en invierno.

FUENTE:

-musicallanera.co

-buenamusica.com

 -Adel Solórzano


 
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