BAR EL POZÓN
¿Qué paso
con el pueblito?
hoy te
pregunté conejo,
pueblito que
se marchó lejos
dejando al recuerdo proscrito.
¿Qué paso con el pueblito?
el tiempo secó a El Pozón,
la nostalgia en devoción
se pregunta por La Manga
donde el llanero en remanga
tiró ganado a montón.
BREVISIMO EXODIO.-
Fue pasando el tiempo, y fueron maquillando al pueblo con retoques de
alquitrán, como cubriendo la sensible epidermis de la vieja Periquera,
coloquialmente llamada así por la gran variedad de volátiles bulliciosas del
orden de los psictaciformes, nombre vulgar: pericos, loros, papagayos,
cotorras, provenientes de otros continentes, que en vuelo migratorio y por
instinto adoptaron el hábitat del sur occidente del estado Apure para sus
anidadas naturales. Acá las encontró el indio Calaimi, jirara aventurero en su
travesía desde el piedemonte de Tame hasta el otro lado del Arauca
(Guasdualito), y acá las encontraría don José Ignacio del Pumar Traspuesto, El
Marqués del Boconó y de Masparro, en su periplo fundacional. Desde su
constitución pasarían ciento treinta años de historia entre calamidades,
guerras independentistas y civiles para que asomara el siglo veinte para
Guasdualito con un promisor porvenir, sin embargo, los deletéreos de las
revueltas anti gomecistas durante las dos primeras décadas del siglo pasado
mantendrían en desasosiego a sus candorosos habitantes que se negaron abandonar
el enclave ribereño.
EL POZÓN.-
Un río ha estado y estará hasta el final de la historia rozando en forma
enérgica con su oleaje turbio las estremecidas barrancas de ambas orillas que,
intimidadas van cediendo su carnosidad riparia y vegetativa a los compases del
orfeón riberino de las aves acuáticas; y aquí estará siempre un pueblo a la
espera de su castigo y bendición natural, como una simbiosis perenne. A esa
sinergia se adaptó el llanero alto apureño. Y esos centauros míticos con dorsos
humanos y cuerpos de caballos, protagonistas de su tiempo y mundologías deben
extrañar del Guasdualito de otrora: el paso de ganado por La Manga del Río y el
tiraje de novillos por El Pozón, llamado así este último sitio por ser una
formación invernal del caño Periquera que desafiaba con sus profundidades a los
más expertos nadadores de aquella época, formación rial que fue adquiriendo
fama y renombre entre los llaneros y dueños de hatos debido al cruce in situ y
obligatorio que debía de hacerse para luego encaminar el ganado a la Montaña de
San Camilo.
Por este itinerario acuático llegaron a pasar anualmente (1948) más de
treinta y seis mil (36.150) reses que se comercializaban en la plaza
tachirense. Frente a La Manga y El Pozón llegaban las caravanas ganaderas que
la noche anterior habían pernoctado en los potreros de La Estación padillera,
en el fundo El Dinámo propiedad del sonado Goyo Ortiz, en los potreros de
Cabanerio o de Clariso Farías. Aquella reciedumbre de hombres, herederos de la
estirpe ancestral de los centauros llaneros desafiaron al Sarare y a sus hijos
acuáticos durante más de cincuenta años. Con la contemporaneidad nuevas vías y
rellenos concibieron nuevas formas urbanas, ya no sería conocido el lugar como
El Pozón por el tiraje de novillos, durante las décadas sucesivas el renombre
sería por el funcionamiento de la cantina-bar de Pedro Ramírez, con
calificativo alusivo al paso. Hoy día ya solo quedan los recuerdos de la
odisea, y el testimonio vegetal del merecure centenario, frondoso ser viviente
natural con sus raíces embrionarias ancladas en los vientres húmedos que
bordean la Mesopotamia de Caño Periquera, resistiendo sus ramas los embates del
viento o rememorando con el viento los tiempos idos y a expertos nadadores como
Burro Chingo, Pata de Tungo y tantos más que ya partieron. Allí está y segurirà
El Pozón a la espera de sus aguas, como aguardando al pueblito de los arrieros,
que por San Camilo cruzaron y jamás tuvieron miedo.
POR ALJER “CHINO” EREÙ.-.
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