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sábado, 6 de febrero de 2021

ROSITA ABUNASSAR

 



Aquellos recuerdos de Guasdualito y Arauca de doña Rosita Abunassar

Por Juan Carlos Zapata. ¿Quién no conocía en Guasdualito a doña Rosita Abunassar? Doña Rosita, a secas. ¿Quién no la recuerda al frente de su negocio? Ahí, en la casona de paredes blancas y puertas azules ubicada en la esquina de la calle Sucre, a una cuadra de la Plaza Bolívar. Ahí sigue el aviso, Comercial Amín-Jota. Unos la vieron con el pelo negro y otros la recordamos con el pelo blanco. Eso sí, unos y otros, la vimos siempre plena de energía, y de optimismo. Esta entrevista se la hice en 2003. Doña Rosita murió a finales de 2020. Y es momento de recordar algunas de sus vivencias. Nació en Arauca, estudió en Bogotá, se casó en Arauca y terminó viviendo por más de medio siglo en Guasdualito. Pero que sea ella quien hable. Sin interrupciones.

Mi origen más que todo es árabe. Mi padre era del Líbano, se llamaba Antonio Bestene y mi madre sí era venezolana, de San Cristóbal, Victoria Matta de Bestene. También árabe con doble t. Yo soy árabe por todos lados. Me casé también con un árabe de Palestina, de Nazaret, Emilio Abunassar. Él decía que era paisano de los dos hombres más grandes del mundo, Jesucristo y Simón Bolívar. Yo fui a Nazaret, viajé por Tierra Santa. Mi marido era un hombre optimista y tenía un dicho: “Dios proveerá”. Eso viene de La Biblia. Optimista y le gustaba jugar a la lotería. Afirmaba que había que dejarle una puerta abierta a la suerte, porque si pasaba y la encontraba cerrada no podía entrar.

Yo nací en Arauca porque a mi madre la llevaron muy pequeña de San Cristóbal para Arauca, ahí conoció a mi papá, se casaron. Mi papá había venido en la Primera Guerra Mundial. No sé cómo fue a dar a Arauca. Tal vez por la cuestión del ganado, a él le gustaba mucho la ganadería y en esa época el ganado lo llevaban para San Cristóbal por la montaña de San Camilo. No habían caminos, los caminos se hacían caminando. Parece que él tenía unos familiares en San Cristóbal y entonces lo entusiasmaron, se fueron para Arauca. Y también, estaban las plumas de garza. El también compraba plumas de garza junto con mi cuñado Amín Abunassar. Mi cuñado iba todos los años a París a llevar todas esas plumas. Las vendía en París, tú sabes, para los sombreros, los penachos, los vestidos de las mujeres, las bailarinas. Todo eso oía yo que decía mi cuñado. A pesar de la distancia siempre oí hablar de París. Y yo disfruté de muchas cosas de París. Mi cuñado nos traía cosas de París. En esa época no era mi cuñado, porque yo estaba pequeña, y yo nunca me imaginé que me iba a casar con su hermano menor.

Mi papá compró una buena casa en Arauca y entonces se dedicó al comercio. En esa época el comercio se hacía con Venezuela, llevaban la mercancía en barco, todos los vendedores iban a Arauca en barco. Y uno de los viajeros, al que le decíamos tío, porque estábamos con la ilusión de que él llegara ya que mi papá nos encargaba muñecas, muñecas bellísimas, era don Furyala Raidi, el papá del periodista Abelardo Raidi. Furyala era padrino de uno de mis hermanos. Y llegaba a mi casa y nosotros le decíamos tío y con la ilusión de las muñecas que nos iba a llevar. Mi papá le hacía los pedidos. Llegaban los pedidos dos veces por año. Mi cuñado era el que llevaba todo el kerosén para Arauca, salían unas latas que las llamaban azul. Luego la gente compraba esas latas para echar la manteca. Las compraban y las lavaban bien. Mi cuñado era quien traía esos barcos cargados de kerosén para Arauca.

Yo me casé en 1943 en Arauca pero mi marido vivía en Guasdualito. Mis padres se fueron a vivir a Bogotá. Yo me casé y me vine para Guasdualito, ya Emilio, mi marido, tenía su gran comercio ahí. Yo conocí a mi marido cuando tenía como 10 años. Me llevaba 20 años. Después me fui a estudiar a Bogotá y cuando regresé, bueno tú sabes, yo era una quinceañera y él entonces empezó a enamorarme. Me casé a los 20 años. En esa época ya había aviones. Me casé en Arauca y la luna de miel fue en Caracas, en Macuto. Todavía conservo el vestido de novia.

En esa época no existían las carreteras, entonces el transporte era por avión o traían los víveres en mula, de una ciudad que se llamaba Chita. Yo me acuerdo porque en Arauca decían: “Llegaron los chitanos” y llegaban ellos con esos arreos de mula, cargados de papa. La relación con Guasdualito era permanente. En esa época no había que si Guardia Nacional, ni cédula ni nada. De Guasdualito iban a estudiar a Arauca, porque allá había un buen colegio que todavía existe, Las Vicentinas, era el mejor colegio, entonces todas las muchachas de Guasdualito estudiaban en ese colegio.

Yo conocía a Guadualito desde antes de casarme. Venía a parrandear, venía a los bailes. Si hacían una fiesta en Guasdualito invitaban a los de Arauca, y si hacían una fiesta en Arauca, invitaban a los de Guasdualito o a los del Amparo. Había una relación muy bonita.

Estamos en 2003, así que llevó 50 y pico de años en Guasdualito. Me considero guasdualiteña. Soy venezolana por mi madre y porque mi marido también se nacionalizó y mis hijos todos nacieron todos en Venezuela.

Las calles del Guasdualito de aquella época eran tierra, había entre las familias mucha cordialidad pues éramos todos conocidos. Este era un pueblo pequeño, no existía la carretera. Todo se conseguía barato. El primer negocio de mi marido era de mercancía y de licores, era el mejor negocio de mercancía y licores. Era mayorista, le vendía a los ricos y últimamente importaba directamente de Francia, traía coñac. Era el mejor negocio. Primero estuvo en esa casa de dos pisos que queda frente a la bomba de Pinilla. Ahí nacieron todos mis hijos a excepción del ultimo, Ricardo, que nació donde vivimos, en la esquina. Emilio compró la casa de la esquina que queda frente a la prefectura. Ahí también estuvo mucho tiempo don Lorenzo Roca y todo el mundo creía que esa casa era de don Lorenzo, pero no, esa casa primero era de los Guarino, y los Guarino se la vendieron al señor Evaristo Sánchez y don Evaristo Sánchez se la vendió a mi marido.

Una vez don Daniel García, quien era el ganadero más rico, le ofreció a mi marido que le comprara el hato La Victoria, y yo me quedé abismada cuando le dijo que le vendía cada cabeza de ganado a 20 bolívares, y mi marido le dijo: “No, don Daniel, yo no soy hombre de campo, yo no sirvo para eso”.

En 1943 fue la primera inundación que yo veía en mi vida. El almacén de mi marido tenía una puerta que daba hacia el caño, entonces entraban las canoas directamente al almacén. Con todo y canoa entraban a comprar. Figúrate como sería eso. Yo me la pasaba metida en la calle, primera vez en mi vida que veía una cosa de esas. La argolla de matrimonio se me cayó y después que se secó la calle, en el mismo punto, pasando tanta gente y bañándose tanta gente, en el mismo punto donde se me cayó, la encontré. Ese anillo lo habíamos comprado en Caracas. Por cierto, la luna de miel se extendió por un mes ya que mi marido aprovechó para hacer compras para el negocio. Era tan conocido, y mi cuñado Amín era conocidísimo, era amigo de Rómulo Betancourt, de Raúl Leoni, de todos ellos, porque cuando ellos estuvieron en el exilio en Colombia, en Barranquilla, mi cuñado los ayudaba.

Leoni en campaña vino a Guasdualito, estuvo en mi casa y preguntaba por el viejo Amín. Rómulo Betancourt quiso darle una embajada en Alemania porque Amín hablaba alemán, francés, inglés, árabe y español; y mi marido hablaba francés, inglés, árabe, español e italiano. Cuando llegaron los primeros ingleses a Guasdualito (porque se decía que había petróleo) buscaron a una persona que hablara inglés, entonces buscaron a mi marido que era el único que hablaba inglés. Rómulo Gallegos también estuvo en mi casa con su esposa, doña Teotiste. Pegado a mi casa vivía don Francisco Filardo, ellos eran muy adecos. Mientas estaba don Rómulo Gallegos por ahí visitando, y caminando, estuvo la señora en mi casa un buen rato.

El negocio fue fundado más o menos en 1932. Saca la cuenta. Pero yo salí de ese negocio hace como 15 años, se lo dejé a Irma de Gómez, pero ya eso se acabó, no es como antes, ese era uno de los mejores negocios que había, y fíjate que la gente está tan acostumbrada que dicen: “Vaya para donde doña Rosita”, algunos creen que Irma es doña Rosita. Yo a veces estoy sentada allí y veo a la gente llamándola doña Rosita, pero es Irma.

Cuando mi marido se enfermó era uno de los mejores momentos del negocio, porque era el negocio que surtía a todo Guasdualito. Tenía mucha mercancía, ya nos habíamos metido a vender víveres y ferretería también, tenía un depósito lleno de licores importados y nacionales, pero se enfermó mi esposo y todo me tocó a mí. Murió en 1967, era diabético, dos años atrás le habían amputado una pierna, sin embargo andaba en silla de ruedas, en muletas, y no desatendía su negocio ni un minuto. Hacia las cuentas y las facturas.

Utimamente mi marido traía la mercancía en avión, en aviones de carga, menos los tubos y esas cosas. Mucha mercancía llegaba en avión, ya después estaba la carretera. Había un señor, Dilcio Algarra que traía mucha mercancía en camión, en verano, y entonces mi marido procuraba en verano surtirse de todo lo que pudiera. El señor Dilcio dice que el primer viaje a Guasdualito fue para traerle una carga a mi marido, y que duraron de Barquisimeto a Guasdualito como una semana. Y lo que traían de Caracas, eso lo mandaban por carretera a San Fernando y de San Fernando lo embarcaban a Guasdualito. Había un señor en San Fernando que tenía camiones, que ya murió, que se llamaba José Luis Herrera, cuñado de Lisandro Latuff, que fue ministro. Donato Estela también hacía viajes en un Jeep, pero en verano.

Te voy a contar una cosa que me acordé ahorita. Yo hice el viaje en el primer carro que va de Guasdualito a Bogotá. Salimos de Aaruca y llegamos a Guasdualito, de ahí nos fuimos a Palmarito, de Palmarito salimos hasta Pedraza embarcados en una chalana metidos en el carro, de ahí llegamos a San Cristóbal, y después pasamos a Cúcuta y Bogotá.

Mi mamá fue la primera mujer que manejó en Arauca y después venía para Guasdualito en su carro. Las monjas la llamaron para amonestarla: ¡Que como era posible, que eso era de hombres! Fíjate mi mamá en esa época, tantos años atrás y mamá tenía ideas como modernas y la primera mujer con pantalones. Ella era media revolucionaria, ponía la bandera de Venezuela como si fuera una embajada o un consulado y ayudaba a toda la gente de Venezuela, a todos esos asilados que se iban en la época de Juan Vicente Gómez, y que llegaban a Arauca.

 

Tomado de la página de Facebook de Juan Carlos zapata


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