JUAN PEÑA GARCÍA
En “La Casona”, casa
centenaria de principios de siglo, ubicada en la calle comercio, cruce con
queseras del medio, diagonal al vicerrectorado de la UNELLEZ, tenía su taller
de pintura un hombre delgado, alto, indiado y de pausado hablar, que ha
dedicado toda su vida a cultivar distintas facetas culturales, su nombre Juan
Bautista Peña García.
Hijo de Doña Petra Simona
García y Don Pablo Ramón Peña, nace en el hospital Pablo Acosta Ortiz, el 29 de
Agosto de 1953, rodeado de hermanos, 20 aproximadamente. Su niñez transcurre en
la calle Plaza, Barrio “Las Delicias”, y un fundo que su viejo tenía en Puerto
Miranda. La primaria la realiza en el grupo escolar “Vuelvan Caras” e
inmediatamente ingresa al Liceo “Francisco Lazo Martí”, donde despierta en el
la pasión por las artes. Comienza hacer teatro y se inscribe en la Escuela de
Artes Plásticas, dando sus primeros pasos en la pintura. En 1969 funda el grupo
teatral “Humo y Tabaco” junto a sus amigos Omar Torres, Víctor Loreto, Wilfredo
Rivero “Yaro”, y Humberto Rondón “Catan”. En el la dirección era colectiva,
dedicándose además a efectuar publicaciones, literatura, poesía, concursos de
pintura, infantil, entre muchas actividades. Las obras las presentaban en el Auditórium
del “centro de Profesionales” única sala para la época, en 1970 participaron en
un festival de Teatro Nacional en Cabimas, con la puesta en escena de “La
Inercia”. “En ella actuábamos 23 personas y con iluminadores, técnicos y
decoradores llegábamos a 40. Fuimos por nuestros propios medios, pues la
Asamblea Legislativa colaboró con 100 bolívares. Eran Actores además “Canchito”
Cerpa, Ernesto Bravo “ratón” de iglesia y Zoraida Correa. Era muy difícil
conseguir muchachas para el teatro, ya que esta actividad era muy criticada por
aquellos años”. La sede del grupo era frente al Banco de Venezuela y tenía
escenario para obras y conferencias, salas de lectura y música. “Poco tiempo
más tarde en esta casa fundamos el MAS. El programa socialista la adaptábamos
al ámbito social y cultural y lo llevábamos a los barrios. Era una cuestión más
espiritual que material”.
Desaparecido “Humo y Tabaco” forma filas en 1971 del grupo de Omar Torres y comienza un curso de dirección de teatro en la Universidad de Carabobo, todo ello paralelo a sus estudios de bachillerato, que culminan en 1972. Con Torres montaron muchas obras “Los Fusiles de la Madre Carrar”, “recitativos épicos sobre el 26 de Julio”, “A mí me lo contaron”, “El Voto es un derecho y un Deber”, “La Muerte del Pícher de New York”, entre otras. Asistieron a muchos festivales nacionales y fueron invitados a Colombia, Francia y Alemania, pero la falta de presupuesto siempre les impidió salir de Venezuela. Hizo radio en “La voz de Apure”, en el programa “Buscamos Estrellas”, de Freddy Ibáñez donde hacía una parodia junto a Humberto Rondón llamada “Catan y Catin”, una especie de “Julián Chuchin”.
En busca de nuevos
horizontes se va a Valencia a hacer teatro pasando luego a San Juan de los
Morros donde trabaja con el grupo de la Universidad Rómulo Gallegos,
participando en la función del teatro universitario de la ciudad en 1979. Todo
esto muere por carencia de recursos económicos y Peña recoge sus maletas
asilándose en Aragua de Barcelona. Labora en la Casa de la Cultura, montando
obras por su cuenta con estudiantes, además de hacer títeres. En 1981 llega a
Valle de la Pascua, pero la escasez cultural de la zona lo regresa a Apure en
1984 donde toma la desición drástica de dejar las tablas y dirigir. “El Teatro
es un trabajo colectivo, donde todos deben colaborar. Me canse de la
irresponsabilidad de la gente con los ensayos y las obras. Pero todos los días
leo teatro”.
Llega a vivir en casa de su
amigo Ramón Ignacio Rodríguez y se dedica por completo a la pintura y otras
artes manuales. Como la Casa de la Cultura de San Fernando estaba en pésimo
estado, su inquietud cultural lo lleva a iniciar actividades en la Sociedad
Bolivariana de Apure, junto a Argenis Mendez Echenique, Gregorio Gonzalez, “El
Chino” Camejo, Soledad Moreno y Pepina Alvarado, quienes inician en 1985 un
movimiento pro rescate del recinto cultural del Estado. A los pocos meses de
estar en San Fernando le alquila a Rodriguez “La Casona”, por 500 Bolivares
mensuales. “Esta casa era mi coco, me enamore de ella pensando que podría
servir para reunir personas que hacían vida cultural en el Estado”. “La Casona”
es una galería permanente donde el publico puede ir a cualquier hora y admirar
el trabajo de Juan Peña. Se dictan talleres de pinturas y manualidades a niños y
jóvenes. Ha trabajado por muchos años en la confección de carrozas, por lo
espacioso del lugar. Además funcionaba una escuela de música para quienes
deseaban ingresar a la Banda musical del Estado y la Orquesta Juvenil.
Peña pinta por inspiración y
encargo, llegando a vender su cuadro más caro en 500.000 bolivares. Dicta
talleres de pintura en Universidades, Liceos y Escuelas. Colecciona objetos
antiguos, los cuales restaura. Además colabora con todo artista que requiera su
ayuda. “Cuando el político LUZ fue contratado por el gobierno para pintar
murales por todo el territorio apureño, “La Casona” le abrió las puertas y lo
ayude en la tarea. Esta casa nunca ha cerrado y la idea es que cuando yo no
pueda atenderla alguien se ocupe de mantenerla como taller o centro de
divulgación cultural. “He participado en pocas exposiciones colectivas porque
me gusta mostrar mi arte aquí, que la actividad se desarrolle en la casa de mis
sueños, ya que es un disfrute lo que hago”.
Restaurando el busto de Juan Vicente Torres del Valle |
Tiene un hijo llamado Juan
Pablo, inspiración de su vida y mantiene excelente relación con sus vecinos,
los estudiantes y profesores de la UNELLEZ, participando activamente con esa
comunidad. “No soy un hombre solitario. Me encantan mis momentos de soleda,
pero disfruto compartir con los demás: Soy muy sociable. En una oportunidad
abrí una cuevita en la misma casa, donde vendía cerveza. Venían personas por
cantidades, más a hablar conmigo que por tomarse las frías. A veces me
molestaba porque no me dejaban pintar y cuando les reclamaba me decían que ellos
estaban allí para cotorrear conmigo. Incluso mi amigo Ramón Mota llego a
comentarme que yo era la fichera del negocio, en pocas palabras el iman. Como
este cotorreo me quitaba mucho tiempo elimine ese centro de tertulia”.
En la actualidad Juan sigue
apoyando el trabajo cultural, atiende un pequeño negocio en el mercado
municipal vendiendo leña.
FUENTE: Edgar Decanio. Fundación Cultural Dr. Italo Decanio
Fotos: Juan Peña
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