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domingo, 10 de diciembre de 2023

SAN FERNANDO: LAS FIESTAS DECEMBRINAS A MEDIADOS DEL SIGLO VEINTE…


 

 INTRODUCCIÓN:

Continuando con los ensayos publicados en la serie HISTORIA AMENA, en esta ocasión voy a dedicárselo a la fe que los llaneros y llaneras han profesado al nacimiento del niño Dios y que en el bucólico San Fernando de mediados del siglo veinte se celebraban con mucha fe y entusiasmo; siendo conocidas estas festividades como FIESTAS DECEMBRINAS, las cuales se iniciaban a partir del 15 de diciembre con las llamadas MISAS DE GALLO o MISAS DE AGUINALDOS, las cuales finalizaban el 24 de diciembre o NOCHEBUENA. Pasado el fervor de la Navidad o Natividad se continuaban con las fiestas espontáneas y populares del 28 de diciembre, conocidas como el DÍA DE LOS INOCENTES donde se veían por las calles las comparsas conocidas como LOCAINAS o DÍA DE LOS LOCOS; luego el 31 de diciembre se celebraba la llegada del AÑO NUEVO, otra importante fecha festiva que invitaba al recogimiento en familia para darle la bienvenida al nuevo año o fiesta de AÑO NUEVO. Finalmente estas festividades cerraban el 6 de enero, conocido como el DÍA DE REYES o el DÍA DE LA BAJADA DE REYES.

Una vez más doy las gracias a los fotógrafos profesionales o aficionados a ese arte, a los artistas plásticos y a los diseñadores de artes gráficas, quienes con sus hermosos lienzos y sus atractivas viñetas engalanan y facilitan la comprensión de estos ensayos.  


1. EL NACIMIENTO DEL NIÑO DIOS LAS MISAS DE GALLO Y LOS AGUINALDOS. En diciembre se celebra el nacimiento de Jesucristo, el hijo de María y el carpintero José; una figura histórica, que nació en Belén, hace 2020 años. Este hombre cambió la historia de la humanidad a tal extremo que la cronología por la que nos regimos comienza desde el momento de su llegada al mundo. Cristo es trascripción literal del griego “Kristos”, que a su vez es la traducción del hebreo “Mashia” (Mesías), que significa “El Ungido”.

La Santa Misa, un conjunto de lecturas, plegarías, instrucciones y cánticos que evocan el sacrificio de Cristo en la cruz y cuyo punto culminante lo constituyen la Eucaristía y la Comunión. Los alimentos eucarísticos el pan y el vino, son la encarnación de Dios, como lo relata Mateo en el libro XXVI, 26 al 29, “Tomad y comed, este es mi cuerpo”. La personalidad magnética del hijo del carpintero, así como sus ideas y obras conmovieron a sus contemporáneos y se proyectaron hacia el mundo entero; donde desde hace más de veinte siglos se le ama y celebra su nacimiento. En ese sentido las Misas de Gallo o de aguinaldo en Apure son la expresión del amor de los sanfernandinos al hijo de Dios.  

1.2. ¿Qué y cómo eran las misas de aguinaldos o de gallos en San Fernando a principios de la década de los años cincuenta? En diciembre el acontecimiento más alegre y popular en San Fernando, eran las misas de aguinaldo, patrocinadas por las instituciones oficiales, gremios de artesanos, profesionales, comerciantes, chóferes y estudiantes. Tenían un característico olor a pólvora, ruido de cohetes y sabor a pueblo; era olor a pólvora de fiesta y a pueblo que las celebraba con su fervoroso entusiasmo. En la década de los años cincuenta, desde el 16 de diciembre y hasta la madrugada del 25 del mismo mes, se celebraban las llamadas Misas de Gallo (llamadas así porque según la tradición, cuando nació Jesús, un gallo con su canto anunció este acontecimiento) o de aguinaldos; se hacían muy temprano (cuatro a cinco de la mañana); las mismas se efectuaban en la desparecida antigua iglesia parroquial de la ciudad, ubicada en el cruce de las calles Bolívar y Madariaga. En esa esquina se concentraba desde la madrugada, una gran cantidad de fieles y otros no tan fieles; por supuesto, la inseguridad en San Fernando era desconocida, por lo que esas personas acudían masivamente a disfrutar esas tradicionales misas sin ningún temor. Era costumbre en San Fernando, amanecer en una Misa de Aguinaldo. Esos eventos reunían a familiares, amigos y algunos enamorados en la iglesia y en la Plaza Bolívar. El clérigo que oficiaba esas ceremonias era el Padre Miguel Ángel Colorado; cada madrugada conmemoraba devotamente estas celebraciones, las cuales estaban acompañadas de coros de aguinaldos que aludían al tema cristiano. Coínta Colorado (hermana del padre Colorado), tocaba el órgano y dirigía el coro de muchachas que cantaban los villancicos (en aquella época no se conocían la gaitas); las muchachas que entonces entonaban esos bellos cantos, eran entre otras, las hermanas Bolívar, las Felice, las Leguizamón, las Rodríguez y las Mirabal; quienes asistían al templo muy erizadas por el frío madrugador; venían adornadas con su velo y de una vez comulgaban. Cuando subían al lugar destinado para el coro, (en la parte superior y a la entrada del templo); se encontraban al pie de las escalinatas al Poeta Ochoa, quien era un pertinaz enamorado solo; éste popular personaje se colocaba allí para admirar a las jóvenes y lanzarles uno de sus versos a modo de piropo mañanero. Aquellas misas eran aprovechadas por los sanfernandinos para buscar un poco de esperanza ante una Venezuela atrasada, rural, palúdica, desnutrida y reprimida; en ellas creían encontrar un poco de alivio a sus males. En ese sentido la mayoría de los aguinaldos expresaban alabanzas a Dios, así se escuchaba en las frías madrugadas: ¡Cantemos, cantemos / Gloria al Salvador / Feliz Nochebuena / (bis) / Tenga el niño Dios /. Esas misas, constituían una manifestación popular que movilizaban a la sociedad entera; a ellas asistían los estudiantes (no se pelaban una), empresarios, chóferes, comerciantes, banqueros, trabajadores, las autoridades civiles y militares y a los Tedeum oficiales del 24 y 31 de diciembre asistía todo el tren ejecutivo, acompañados de las autoridades municipales, judiciales y militares. Al culminar la misa se acentuaba en la plaza, el humo, el olor a pólvora y el ruido ensordecedor de los cohetes, triquitraques, tumbarranchos, matasuegras y saltapericos; quedando felices y comprometidos los asistentes para asistir nuevamente a la siguiente misa.

2. LOS AGUINALDOS O VILLANCICOS EN SAN FERNANDO Ancestral expresión musical navideña que se cantaba en toda Venezuela, originado en el villancico español, que llegó a nuestro país el siglo XVI. Generalmente las letras están estructuradas en versos hexasílabos acompañados de cuatro, pandereta, furruco, maracas y charrasca y en algunos casos alguna sinfonía (armónica). 

En diciembre llegaba a San Fernando una brisita que los viejos llamaban “el Barinés”; era un viento suave y muy fresco, que venía del piedemonte andino y que hacía que en ese mes el agradable clima animaba a los serenateros y aguinalderos a pregonar en las calles y hasta la madrugada sus cantos trasnochados desvelando a más de una damisela y a un obstinado vecino que inútilmente se empeñaba en conciliar el sueño ja, ja, ja.

2.1. Los otros aguinaldos o “Presentes” La palabra aguinaldo significa el regalo que se da a otra persona en épocas de Navidad (24 de diciembre) o el Día de Reyes (6 de enero); en esos días, los padres aconsejaban a sus pequeños hijos a acostarse tempranito para que el Niño Jesús les trajera su ansiado regalo de Navidad. En San Fernando era el niño Jesús el encargado de traer esos presente a los niños que durante el año se habían portado bien. Por cierto, el 25 de diciembre los niños se levantaban muy tempranito para dirigirse ansiosos al Nacimiento a buscar el anhelado regalo que le había traído el niño Jesús. También, los Reyes Magos el seis de enero de cada año venían cargados de presentes; los hijos de los “Pesados” en San Fernando recibían regalos por partida doble, por cuanto, el 24 de diciembre y el 6 de enero (Día de Reyes); los más pobres (la mayoría) se conformaban únicamente con el del Niño Jesús. Esa costumbre de darle aguinaldos a los niños en diciembre, se proyectó hacia los adultos; así la Ley Orgánica del Trabajo consagraba legalmente esa tradición, al considerar, que aquellas empresas que tuvieron un pésimo ejercicio fiscal y por supuesto no produjo utilidades en el Ejercicio Fiscal considerado, se conviene entregarle a sus trabajadores una bonificación especial de fin de año de quince días de salario. 

Asimismo, en el mes de diciembre en San Fernando, era habitual entre los expendedores y prestadores de servicios, incrementar las tarifas de los pasajes (con o sin autorización oficial y que para el aguinaldo); pero la cosa es que dichos incrementos se quedaban así por el resto del próximo año. Pero también esta costumbre (ya es tradición) se ha extendido a los expendedores de zapatos, restaurantes, cafetines, areperas, polleras, tiendas, telefonistas, secretarias, peluqueros, sastres, barberos, costureras, mecánicos, restaurantes, panaderías, el quiosquero, el buhonero, el vendedor de periódicos y hasta el limpiabotas etc., etc.; todos ellos en el mes de diciembre se arman de un enorme y robusto cochino de plástico, el cual colocaban en un sitio muy visible y seguro (a algunos les ataban una cadena al cuello); cuando el parroquiano acudía a comprar algo o a utilizar cualquier servicio e incluso hasta en un destartalado autobús, lo primero que observaba bamboleándose muy jaquetón, al antipático y burlón cochino. Ahí se le miraba, sentado en su trono, cual soberano rey del negocio. El infeliz usuario o cliente, al solicitar la atención del dependiente, éste con su cara muy sonriente (o muy lavada) se le acercaba preguntando ¿No hay nada pa´ el cochinito? Por cierto que no era un cochinito, sino un enorme marranote, bien grandote y robusto, que nos observa con sus enormes ojos y luciendo sus gruesas orejotas y su antipática trompota muerto e´ la risa, como burlándose del infeliz cliente que osó entrar a su reino. Ese es el otro aguinaldo que se había arraigado ancestralmente en el pueblo.

3. Las Misas de Gallo y las fritangas de madrugada frente a la iglesia catedral de San Fernando. Era Doña Genoveva Parra (entre otras), quien desde la madrugada del 16 de diciembre y hasta el 25 en la madrugada, alegraba y le daba sabor a las misas de gallos con sus deliciosas fritangas. Esta abnegada mujer hacía de las suyas en su tarantín al aire libre Se instalaba en el cruce de las calles Madariaga con Bolívar, frente a la entrada principal del templo; cobraba Doña Genoveva una locha (doce céntimos y medio de bolívar) por cada arepita con queso rallado, lo mismo costaba una orejita (arepita endulzada con panela rallada y aliñada con anís). En tanto las empanadas y las tostadas (arepas rellenas con guiso y rebosadas en huevo batido) costaban medio (veinticinco céntimos de bolívar). Otras señoras se instalaban en ese mismo lugar a vender cigarrillos, café negro, guayoyo o con leche y hasta chocolate.  

4. Las Patinatas en San Fernando Eran parte de la celebración de las fiestas decembrinas; se efectuaban en la Plaza Libertad y en la Plaza Bolívar en las madrugadas, con motivo de la festividad de las Misas de Gallo o de Aguinaldo; generalmente se hacían más en la plaza Bolívar adonde acudían muchachas y muchachos del pueblo; algunos a pie y otros en bicicletas a quienes coloquialmente el pueblo denominaba “Bicicleteros”, allí en gran número se lucían ejecutando sus piruetas en dos ruedas. Mientras que los Patinadores se lucían con sus audaces malabarismos sobre sus patines (más de uno terminaba con soberano raspón o con una pata enyesada en Acosta Ortiz ja, ja, ja.). En la Plaza Bolívar patinaban los niños, los jóvenes y algunos no tan jóvenes; los cuales circulaban por sus avenidas graciosamente al compás de la música. Es que las patinatas junto a las fritangas, los aguinaldos, el ruido de los cohetes, el humo y el olor a pólvora, constituían un ambiente donde reinaba el sano esparcimiento. Casi todo el pueblo se volcaba a celebrar las Misas de Gallo; unos asistían a saborear las orejitas; otros la cañandonga, algunos a lanzar fuegos artificiales, los más jóvenes a patinar y los más devotos a presenciar la misa en la iglesia; entonces era rutina observar la presencia de familias enteras en esos actos. Los patines entonces eran de metal, de cuatro ruedas (no existían los patines en línea); las marcas preferidas eran el Winchester “Bombita” fabricados en los Estados Unidos y el canadiense marca “Unión”, costaban cinco bolívares el par (un realero). Lamentablemente las patinatas y las misas de gallo se han venido a menos (casi hasta desaparecer), por cuanto, el hampa descontrolada ha decretado un Toque de Queda de estricto cumplimiento.

Autor: Hugo Arana 

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