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sábado, 1 de agosto de 2020

IGLESIA NUESTRA SEÑORA DEL PILAR







IGLESIA NUESTRA SEÑORA DEL PILAR
Y FRAY JUAN DE JESUS ROJAS


Por: ALJER
Ciudad de arraigada fe católica es Guasdualito, capital del municipio Páez del estado Apure. Puede afirmarse que el origen de este acicate sacristíco-litúrgico sin duda alguna se debe al influjo hispano en sus demonimias culturales y religiosas. Iniciada la refundación del poblado en 1771 por don José Ignacio del Pumar (Marqués del Pumar y Vizconde de las Riberas de Boconó), las prioridades encomendadas por la corona española al precursor barines, y llevadas a cabo con gran asiduidad y determinación, eran la pacificación y evangelización de los habitantes de los nuevos e inhóspitos territorios, lo que implicaba la conversión al cristianismo, la educación y profesión de la fe al Santo del Monte Carmelo. Don José Ignacio a lo largo de su fructuosa vida sería un fiel devoto mariano, de allí se supone el porqué de sus cincos descendientes con su prima consanguínea doña Micaela del Callejo Pumar, cuatro serian cristianados con el nombre de María.
Referente a la Iglesia Nuestra Señora del Pilar, ubicada en la calle principal del Barrio Los Corrales, sus orígenes se remontan a la cuarta década del siglo pasado (XX). El profesor Exer Fulco, en su texto Cuartel Viejo de Guadualito, reseña lo siguiente: “Esta capilla fue construida en la década de los años 40, por iniciativa del sacerdote Fray Juan de Jesús Rojas (…) su estructura era de techo de zinc y paredes de bahareques, poseía una torre de madera bastante alta y espaciosa”. (2013:63). (Fin de cita).
Es de conjeturar que esta iniciativa tendría gran acogida en los devotos cristianos del añejo barrio, quienes verían en la neo manumisa el Domus Dei, Porta Caeli. Con su originaria infraestructura se mantendría en los años 50, con remodelaciones menores en las subsiguientes décadas. A finales de los abriles 60 prosapias del sector como los Ramírez, Cespedes y Galipolis acordarían ampliar el terreno, donando cada una de ellas lo necesario para una mejor escolanía. Seria en 1970 cuando se inaugura bajo la bendición del presbítero José María Rodríguez: la Iglesia Nuestra Señora del Pilar. Este sería un acto transcendental en el aún apacible y bucólico Guasdualito, que daba paso a los primeros vestigios de desarrollo. Don Francisco Miguel Padilla y su señora esposa Carmen Hurtado de Padilla, en la apoteosis de su connubio dorado, y en agradecimiento al pueblo que los albergó, costearían sin miramientos ni mezquindades el costo total de la obra, en la que su hijo Manuel Padilla (guasdualiteño) experto ingeniero estuvo a cargo de la inspección y fiscalización de la representativa construcción evocativa a la madre de Cristo. Hoy día la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar es un orgullo para Guasdualito y el municipio Páez, erigida firmemente en la dimensión tiempo como punto de referencia espiritual, auspiciada y apoyada en el encargo cristiano, mantenimiento y administración por La Legión de María. Algunos de sus miembros actuales: Clara Ramírez, Chepa Padilla, Nilka Zurita, Rosa Moreno y Luis Pinzón, velan con celo para que este importante santuario continúe siendo punto de encuentro para las familias corraleñas y de otras partes de la promisoria mediana ciudad.
FRAY JOSE DE JESUS ROJAS.-
En ese orden, es necesario es hacer mención a la meritoria y digna labor del clérigo dominico Fray Juan de Jesús Rojas (predecesor de Fray Heraclio Aragón). Su nombre de pila se desconoce (al menos para quien escribe estas líneas), siendo definido por quienes lo conocieron como un religioso lleno de bondad, humanismo y candor. Es deducción propia que, este fructífero abate en respeto y admiración haya tomado prestado el nomine del franciscano y místico devoto español Fray Juan de Jesús Hernández y Delgado (nacido en Tenerife el 20 de diciembre de 1615 y fallecido el 6 de febrero de 1687, en San Cristóbal de La Laguna, Tenerife).
Para la época (años 40) en medio de las dificultades y óbices que representaba el medio rural, y aún más en la parte suroccidental del estado Apure, Fray Juan de Jesús Rojas tenía a cargo la ciclópea distensión de la zona comprendida entre los ríos Arauca por el sur y Sarare y Apure por el norte. En su diario Fray de Jesús registraría las vicisitudes que junto a otros dominicos padecería en la labor evangelizadora en el Alto Apure. Se cita textualmente parte del mismo:

“Días de viaje ininterrumpidos, unas veces en canoa, otras en bestias, a veces a pie, son necesarios para recorrer esta dilatada pampa. Desde Elorza hasta la Victoria se gastan, 12, 14 y más días en bongo. De la Victoria a Guasdualito cuatro días por el Arauca y uno a caballo o bien cuatro por la sabana. De La Trinidad a Elorza, de Elorza a Mantecal y a Palmarito las distancias vienen a ser parecidas. Allí estamos los Padres Misioneros, dejando al paso una estela de sana alegría y pacificación espiritual (sic).(Fin de cita).
Durante la inundación de Guasdualito el 27 de mayo de1943, el rol tomado por Fray Juan de Jesús Rojas, ante el desasosiego y desamparo de más de dos mil habitantes afectados por la tragedia, sería mucho más que el de un sacerdote de reprensión. Extendiendo sus posibilidades proporcionaría ayuda a todos aquellos que acudían a la casa misional en busca de resguardo y alimentación por haber perdido sus viviendas y enseres. Hombres, mujeres y niños, llegaban suplicantes a las puertas de la morada religiosa en busca no solo de pan, sino de ropa, medicinas y palabras de conforte. En su reláfica habitual manifestaba lo alarmante de aquella tragedia natural:

En la casa de la Misión se congregaba diariamente toda la muchedumbre desamparada. Más que una casa religiosa aquello parecía un hospital, un orfelinato, un comedor colectivo, un almacén de víveres y de ropa, y todo a la vez y al mismo tiempo. Todos los días vestido de civil y completamente descalzo a fin de navegar más fácil y rápidamente por las calles, recorría las zonas más afectadas por la inundación y visitaba los campamentos y demás lugares de refugio llevando (a los que no podían venir a pedir) alimentos, ropa y paca (Sic).
Este desbordamiento fluvial duraría tres meses, tiempo en el cual la demanda de enfermos y necesitados se mantendría constante. El padre Rojas no cesaría en el envío de telegramas suplicantes y cartas hacía poblaciones cercanas, haciendo en parte y guardando distancias: el prodigio por fe de la multiplicación de los panes y de los peces hecho por Jesús a las orillas del mar de Galilea. De la capital del país, San Fernando (Apu), San Cristóbal (Tac), Arauca (Col), de Barinas y de otros lugares llegarían gradualmente víveres y mercancías para auxiliar a los damnificados. En los años posteriores continuaría con su labor evangelizadora, llegaría a fundar la escuela graduada para niños y jóvenes, de muy grata recordatoria.

Esa fue en resumida forma: la labor social y humanitaria de Fray Juan de Jesús Rojas en su estadía en el Guasdualito fementino de los años 40; allí quedó su piedra angular: la Iglesia Nuestra Señora del Pilar. Como homenaje y agradecimiento del pueblo a quien sirvió con ahínco, su nombre sirvió de epónimo para la Biblioteca Municipal que funcionó en un tiempo al lado de la prefectura ubicada por la calle Sucre, la primera bibliotecaria sería la señora Carmen Roballo.
ALJER “CHINO” EREÚ.-.

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