RAMON PADILLA

 

RAMON PADILLA

 Por Juan Carlos Zapata.-Este es Ramón Padilla y su esposa Teodora Bello. (Es la foto que me aparece en el archivo. Si alguien me lo puede confirmar, por favor). En 1997, cuando lo entrevisté, iba para 83 años. Es de Elorza. Hijo de Gregorio Diamond y Josefa Padilla. ¿Diamond? Le pregunté a Padilla sobre ese apellido que apareció en el corazón del llano. “Mi papá vino jovencito. Del centro. Era obrero. Acompañaba a esa gente rica. Después se acostumbró aquí, a los llanos de Apure y se quedó con una viejita que era mi mamá”. Y entonces nació Ramón Padilla. De doña Josefa no guarda recuerdos.

El padre se hizo quesero. Experto quesero, que en el llano antes esto era un oficio de verdad. Y en cuanto experto, lo contrataban en fincas en las sabanas de Apure y de Arauca. Iba de un lado a otro. Y el niño Ramón haciéndole compañía, hasta los 12 años, que fue cuando falleció. “Me quería mucho”.

Recuerda que un tal Valentín Rodríguez, de Ojo de Agua, Colombia, cerca de Caño Limón, había montado una quesera y hasta allá recalaron. Terminado el contrato, regresan, con la desdicha de que Diamond muere en El Amparo. ¿Y de qué murió? “No puedo decirle, porque no lo sé”.

Ahora Ramón es huérfano de madre y padre y apenas ha cumplido 12 años. Pero acostumbrado al trabajo, no le faltó quien le abriera campo en un hato. “Tenía unos conocidos. Los viejos aquellos que me conocían. En lo que me vieron pues, me apreciaron. Entonces había unos de esos hombres que eran caporales, que eran encargados de esos grandes hatos, y tenían muchachos allí. Cinco o seis muchachos que los manejaban ellos, que los viejos siempre les entregaban esos muchachos a esa gente. Buenos llaneros, buenos caporales, hombres de responsabilidad. Entonces ahí entré yo. Allí trabajé el llano”.

Trabajó en El Cedral de Manuel Fuentes. Trabajó en Mata Larga. Y trabajó en La Balsera con los Calzadilla. Y con estos vivió la experiencia de las travesías por la selva de San Casimiro. ¿Y saben quién fue su jefe? Casimiro Delgado. El hombre que calculaba. El cabrestero Casimiro. “Era contador, contaba el ganado”, reconoce Ramón Padilla.

Conoció al legendario Francisco García Camacho. Quien compraba el ganado que conducían hasta San Cristóbal. El hombre que pagaba con morocotas y no con bonos devaluados de la casa Blohm. Recuerda Ramón Padilla:

-Viajaba hasta la boca del monte. El dinero lo cargaba en mula. No había ni un banco, ni esto, ni nada. Se pagaba en la puerta de los corrales. Le llevaban el ganado y él pagaba. Por eso es que dicen que hay mucho dinero enterrado por ahí porque no había banco, no había nada de eso. Y a mí me gustó entonces el asunto, lo que llamaban la villa del Táchira, San Cristóbal. Yo venía a pie de San Camilo. No a caballo, sino a pie.

En la actividad del llano y con el ganado estuvo Ramón Padilla hasta que las carreteras acabaron con las travesías de San Camilo. Hace memoria y allí está el negocio, (en el mismo punto donde queda La Aurora), del italiano Juan Laporta en el que compraba los sombreros pelos de guama. Allá los botiquines. El de José Miguel, en la misma esquina donde hoy se levanta la casa de Egidio Guevara, el primer alcalde de Guasdualito. Y el botiquín de Juana Lara en Morrones. Con música, bebida y buena compañía.

La memoria de Ramón Padilla avanza y ahora es pescador de río. Ahora ya no es el caballo. No es el ganado. No es el llano y el horizonte. Es el río. Los ríos. Estos ríos. El Sarare, el Apure, el Arauca, el Uribante. Los caños. Y es la canoa. El bongo. Es la palanca y el canalete. Y la noche. “Me dedique a la pesca de río, en canoa y arpón”.

¿𝗤𝘂é 𝗽𝗲𝘀𝗰𝗮𝗯𝗮𝗻 𝗲𝗻 𝗮𝗾𝘂𝗲𝗹 𝘁𝗶𝗲𝗺𝗽𝗼?

Padilla: Se pescaba jurel, tumaco, valentón, doncella, se pecaba el dorado, el bagre.

¿𝗣𝗲𝗿𝗼 𝗮𝗵𝗼𝗿𝗮 𝗻𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝗱𝗼𝗿𝗮𝗱𝗼 𝗽𝗼𝗿 𝗮𝗾𝘂í?

Padilla: Muy poco porque ya se terminaron.

-¿𝐘 𝐞𝐥 𝐯𝐚𝐥𝐞𝐧𝐭ó𝐧 𝐭𝐚𝐦𝐩𝐨𝐜𝐨?

Padilla: Se terminó.

-¿𝐘 𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐬𝐞 𝐯𝐞í𝐚 𝐦𝐚𝐧𝐚𝐭í?

-En los caños de río viejo.

-¿𝐔𝐬𝐭𝐞𝐝 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐚𝐫𝐩𝐨𝐧𝐞ó 𝐮𝐧 𝐦𝐚𝐧𝐚𝐭í?

Padilla: No lo arponeé, pero vi que lo sacaron.

-¿𝐘 𝐜𝐚𝐢𝐦𝐚𝐧𝐞𝐬 𝐯𝐢𝐨?

Padilla: Caimán sí.

-¿𝐇𝐚𝐛í𝐚 𝐜𝐚𝐢𝐦𝐚𝐧𝐞𝐬 𝐠𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐚 é𝐩𝐨𝐜𝐚?

Padilla: Había caimanes como el mariposa que era el más grande.

-¿𝐔𝐬𝐭𝐞𝐝 𝐥𝐨𝐬 𝐯𝐢𝐨?

Padilla: Sí, yo los iba a pescar, a arponear también

-¿𝐐𝐮é 𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐭𝐞𝐧í𝐚 𝐮𝐬𝐭𝐞𝐝?

Padilla: 31 años.

-𝐄𝐬𝐭𝐚𝐛𝐚 𝐣𝐨𝐯𝐞𝐧𝐜𝐢𝐭𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐚𝐯í𝐚. ¿𝐘𝐚 𝐬𝐞 𝐡𝐚𝐛í𝐚 𝐜𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨?

Padilla: No, yo conocí eso antes de casarme.

-¿𝐘 𝐜ó𝐦𝐨 𝐟𝐮𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐞𝐬𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐞 𝐜𝐚𝐢𝐦á𝐧?

Padilla: Eso se pescaba con un arpón.

-¿𝐂𝐮á𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐬𝐚𝐥í𝐚𝐧 𝐞𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐚𝐧𝐨𝐚?

Padilla: Dos, el patrón y el piloto con el arpón.

-¿𝐒𝐨𝐥𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐨𝐬?

Padilla: Dos. Se cargaba un hacho de caña brava y entonces se prendía con una vara, y la vara prendía. A los caimanes se les veían los ojos amarillitos. Si se veían blancos, ese no era el caimán. Los buscábamos de noche con la linterna.

-¿𝐘 𝐮𝐬𝐭𝐞𝐝𝐞𝐬 𝐛𝐮𝐬𝐜𝐚𝐛𝐚𝐧 𝐞𝐫𝐚 𝐚 𝐞𝐬𝐞 𝐜𝐚𝐢𝐦á𝐧 𝐦𝐚𝐫𝐢𝐩𝐨𝐬𝐚?

Padilla: Bueno, se buscaba porque…

-𝐄𝐫𝐚 𝐞𝐥 𝐦á𝐬 𝐟eroz.

Padilla: No, el más grande y era el que valía más.

-¿𝐂𝐮á𝐧𝐭𝐨 𝐦𝐞𝐝í𝐚 𝐮𝐧 𝐜𝐚𝐢𝐦á𝐧 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐨𝐬?

Padilla: Había caimanes que medían ocho varas.

-¿𝐎𝐜𝐡𝐨 𝐯𝐚𝐫𝐚𝐬 𝐜𝐮á𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐦𝐞𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐬𝐨𝐧?

Padilla: La vara tiene 80 centímetros.

-¿𝐔𝐬𝐭𝐞𝐝 𝐯𝐢𝐨 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐪𝐮𝐞 𝐮𝐧 𝐜𝐚𝐢𝐦á𝐧 𝐬𝐞 𝐥𝐥𝐞𝐯𝐚𝐫𝐚 𝐚 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧?

Padilla: No.

-𝐍𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐯𝐢𝐨 𝐞𝐬𝐨. ¿𝐘 𝐜𝐮á𝐧𝐭𝐨 𝐩𝐚𝐠𝐚𝐛𝐚𝐧 𝐩𝐨𝐫 𝐮𝐧 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐨𝐬?

Padilla: Barato porque en aquel tiempo las cosas valían barato.

-¿𝐏𝐞𝐫𝐨, 𝟏𝟎𝟎 𝐛𝐨𝐥í𝐯𝐚𝐫𝐞𝐬?.

Padilla: Noooo...

-¿𝐘 𝐪𝐮𝐢é𝐧 𝐥𝐨 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐫𝐚𝐛𝐚 𝐚𝐪𝐮í?

Padilla: Bueno, los señores compradores que venían del centro, venían comprando la piel del caimán, después la del babo, la del perro de agua, la del cunaguaro y la de tigre.

-¿𝐔𝐬𝐭𝐞𝐝 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢é𝐧 𝐬𝐚𝐜𝐚𝐛𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐠𝐮𝐚?

Padilla: No, no...

-¿𝐒𝐞 𝐚𝐜𝐚𝐛ó 𝐞𝐥 𝐩𝐞𝐫𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐠𝐮𝐚?

Padilla: Era una piel muy bonita, era de pelo.

-¿𝐘 𝐥𝐚𝐬 𝐭𝐨𝐧𝐢𝐧𝐚𝐬?

Padilla: Las toninas quedan. Pero poco. No se sacaban en ese tiempo porque decían que las toninas corrían al caimán, peleaban con el caimán y nadie se favorecía. Si uno encontraba a una tonina varada en cualquier playa la empujaba para el agua para que no se muriera.

-¿𝐋𝐚 𝐭𝐨𝐧𝐢𝐧𝐚 𝐧𝐨 𝐲 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫? ¿𝐔𝐧𝐚 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐛𝐚ñó 𝐞𝐧 𝐒𝐞𝐦𝐚𝐧𝐚 𝐒𝐚𝐧𝐭𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐫í𝐨 𝐲 𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐯𝐢𝐫𝐭𝐢ó 𝐞𝐧 𝐭𝐨𝐧𝐢𝐧𝐚?

Padilla: Ja, ja, esos son cuentos. Yo sacaba la tonina en chinchorro.

-𝐘 𝐥𝐚 𝐯𝐨𝐥𝐯í𝐚𝐧 𝐚 𝐭𝐢𝐫𝐚𝐫 𝐚𝐥 𝐚𝐠𝐮𝐚.

Padilla: Sí, claro. Porque usted sabe que como decían esas cosas…

-𝐐𝐮𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐭𝐨𝐧𝐢𝐧𝐚𝐬 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐢𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐞𝐬��𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥.

Padilla: Sí, pero el ojo de la tonina es un ojo chiquitico, negrito.

-¿𝐘 𝐞𝐥 "𝐩𝐢𝐜𝐨" 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐥𝐨 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞?

Padilla: El pico es delgado, con una dentadura que es puro diente, no tiene muelas.

-¿𝐂𝐨𝐦𝐨 𝐮𝐧 𝐝𝐞𝐥𝐟í𝐧 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐫?

Padilla: ¡Ah, ese no lo conozco yo!

-¿𝐘 𝐮𝐬𝐭𝐞𝐝 𝐚𝐧𝐝𝐚𝐛𝐚 𝐞𝐧 𝐩𝐮𝐫𝐚 𝐜𝐚𝐧𝐨𝐚 𝐨 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢é𝐧 𝐞𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐛𝐨𝐧𝐠𝐨𝐬 𝐡𝐚𝐜í𝐚 𝐞𝐬𝐨𝐬 𝐯𝐢𝐚𝐣𝐞𝐬?

Padilla: En los bongos también, y en el de palanca también, fui marinero de bongo.

-¿𝐂𝐮á𝐧𝐭𝐨 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐛𝐚 𝐮𝐧 𝐦𝐚𝐫𝐢𝐧𝐞𝐫𝐨 𝐛𝐨𝐧𝐠𝐨?

Padilla: Eso le pagaban a unos tres bolívares por día.

-𝐍𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐥𝐞 𝐟𝐚𝐥𝐭𝐚𝐛𝐚 𝐞𝐥 𝐩𝐞𝐬𝐜𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐞𝐫.

Padilla: Eso sí que no.

-𝐃í𝐠𝐚𝐦𝐞 𝐚𝐥𝐠𝐨, ¿𝐘 𝐞𝐬𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐞𝐧𝐜𝐚𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐞𝐬 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝?

Padilla: ¿Los encantos? No te puedo decir porque yo no he visto ningún encanto.

-𝐏𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐞 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐚𝐛𝐚 𝐞𝐧 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨.

Padilla: Se hablaba sí, del encanto, de los espantos.

-𝐃𝐞𝐥 𝐞𝐧𝐜𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐝��𝐜í𝐚𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐚𝐧 𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐫í𝐨 𝐲 𝐬𝐞 𝐝𝐞𝐜í𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐮𝐛𝐨 𝐠𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐚 𝐥𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐥𝐚 𝐥𝐥𝐞𝐯ó 𝐮𝐧 𝐞𝐧𝐜𝐚𝐧𝐭𝐨. ¿𝐂ó𝐦𝐨 𝐞𝐫𝐚 𝐥𝐚 𝐜𝐮𝐞𝐬𝐭𝐢ó𝐧 𝐞𝐬𝐚?

Padilla: Los asuntos del encanto es lo que decían rabo de remolino, que hacía una cosa en el agua.

-𝐘 𝐚𝐡í 𝐬𝐞 𝐩𝐞𝐫𝐝í𝐚 𝐥𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚 𝐲 𝐧𝐨 𝐚𝐩𝐚𝐫𝐞𝐜í𝐚 𝐦á𝐬 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚, 𝐞𝐧𝐭𝐨𝐧𝐜𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐜í𝐚𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚𝐛í𝐚 𝐮𝐧 𝐞𝐧𝐜𝐚𝐧𝐭𝐨. 𝐘 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐞𝐧𝐜𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐫𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐝𝐞 𝐨𝐫𝐨 𝐲 𝐜𝐢𝐮𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨.

Padilla: Eso si no puedo yo decirte. Decían sí: Y que esos remolinos eran un encanto y hacían esa ola y a la canoa, al bongo, a lo que fuera lo agarraba, y le daba vuelta y pa’ bajo.

-¿𝐇𝐮𝐛𝐨 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐮𝐧 𝐜𝐚𝐢𝐦á𝐧 𝐜𝐞𝐛𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐆𝐚𝐦𝐞𝐫𝐨?

Padilla: Tampoco puedo decir si eso es así...

-¿𝐔𝐬𝐭𝐞𝐝 𝐬𝐮𝐩𝐨 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐫í𝐨 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐜𝐚𝐢𝐦á𝐧 𝐜𝐞𝐛𝐚𝐝𝐨?

Padilla: En La Miel, aquí abajo por el río.

-𝐑í𝐨 𝐚𝐛𝐚��𝐨.

Padilla: Había un caimán que decía que tenía una vaina... ¿Cómo es que se llama? Una bola, caimán de bola, que era una bola de pelo que tenía. Eso decían. En el estómago. Ese caimán duraba un buen rato metiendo la cabeza. Una cabeza aplanada. Ese era el caimán que decían había en el remolino de La Miel.

-¿𝐘 𝐮𝐬𝐭𝐞𝐝 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐞𝐬𝐭𝐮𝐯𝐨 𝐩𝐞𝐬𝐜𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐫í𝐨 𝐀𝐫𝐚𝐮𝐜𝐚?

Padilla: Por el Arauca sí.

-¿𝐘 𝐞𝐥 𝐀𝐫𝐚𝐮𝐜𝐚 𝐞𝐬 𝐦á𝐬 𝐩𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐀𝐩𝐮𝐫𝐞?

Padilla: Sí, porque tiene más corriente y es más ligera el agua.

-𝐘 𝐡𝐚𝐲 𝐦á𝐬 𝐜𝐚𝐢𝐦𝐚𝐧𝐞𝐬.

Padilla: Y había más caimanes.

-𝐘 𝐩𝐨𝐫 𝐚𝐡í 𝐧𝐨 𝐯𝐢𝐨 𝐚𝐥 𝐜𝐚𝐢𝐦á𝐧 𝐝𝐞 𝐁𝐨𝐜𝐚 𝐁𝐫𝐚𝐯𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐚 𝐦𝐮𝐲 𝐟𝐚𝐦𝐨𝐬𝐨.

Padilla: No se me ha dado.

-¿𝐄𝐧 𝐪𝐮é 𝐟𝐞𝐜𝐡𝐚 𝐝𝐞𝐣ó 𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐩𝐞𝐬𝐜𝐚𝐝𝐨𝐫, 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝟒𝟎 𝐚ñ𝐨𝐬?

Padilla: Cuando dejé la pesca fue cuando comencé como fiscal de ejidos municipales aquí en Guasdualito.

-𝐄𝐧 𝐞𝐬𝐞 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐚 𝐜𝐫𝐞𝐜𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐥 𝐩𝐮𝐞𝐛𝐥𝐨. ¿𝐘 𝐮𝐬𝐭𝐞𝐝 𝐬𝐞 𝐜𝐚𝐬ó 𝐜𝐨𝐧 𝐝𝐨ñ𝐚 𝐓𝐞𝐨𝐝𝐨𝐫𝐚 𝐁𝐞𝐥𝐥𝐨? ¿𝐔𝐬𝐭𝐞𝐝 𝐧𝐚𝐜𝐢ó 𝐚𝐪𝐮í 𝐝𝐨ñ𝐚 𝐓𝐞𝐨𝐝𝐨𝐫𝐚?

Teodora: No, yo nací en Zamora, Barinas. ¿Conoce por Totumito? Hacia Barinas. Yo venía por aquí cuando mi papá se vino, tendría yo como unos cinco o seis años.

-¿𝐂𝐮á𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐡𝐢𝐣𝐨𝐬 𝐭𝐮𝐯𝐢𝐞𝐫𝐨𝐧?

Teodora: 12.

-¡𝟏𝟐!

Padilla: 12 pero vivos, que están vivos. Ahora los muertos…

Teodora: Bueno, fueron 16 por todo, entre abortos y muertos.

Padilla: Pero vivos hay 12

-¿𝐃𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐜𝐮á𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐬𝐭á𝐧 𝐣𝐮𝐧𝐭𝐨𝐬?

Padilla: Desde 1942, antes que nos casáramos, saque cuenta de cuántos años van.

-𝐘 𝐭𝐨𝐝𝐚𝐯í𝐚 𝐬𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞𝐧.

Padilla: Andamos de compañeritos, de compañeritos y aquí estamos y este ranchito es de nosotros.

-¿𝐀 𝐮𝐬𝐭𝐞𝐝 𝐧𝐨 𝐥𝐞 𝐬𝐚𝐥𝐢𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐨𝐬? ¿𝐍𝐢 𝐥𝐚 𝐋𝐥𝐨𝐫𝐨𝐧𝐚, 𝐧𝐢 𝐥𝐚 𝐒𝐚𝐲𝐨𝐧𝐚, 𝐧𝐢 𝐞𝐥 𝐒𝐢𝐥𝐛ó𝐧?

Padilla: No hombre.

-𝐍𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐯𝐢𝐨 𝐧𝐚𝐝𝐚.

Padilla: No. Oigo las historias, pero no.

-¿𝐎𝐲ó 𝐥𝐚𝐬 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐧𝐨 𝐯𝐢𝐨 𝐧𝐚𝐝𝐚?

Padilla: No. Se escuchaban cosas, pero no, no vi nada. Lo que escucho ahora de noche es la radio.

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