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jueves, 23 de febrero de 2023

VELORIO CARAMACATEÑO

 



Autor: Miguel Barrios 

Fulano... "Patió la rosa" era la frase pronunciada entre los pobladores de la vecindad del viejo Caramacate cuando fallecía persona alguna. Otros afirmaban "hay que tomarle el café". 


No faltaba los ocurrentes que al mirar el difundo afirmaban "Quedó igualito" y completaba la torta diciendo "Dejó a la viuda solita". Los difuntos en su mayoría eran velados en un ataúd improvisado por un carpintero; recortando una vieja canoa o de tablas de madera de "arrinconadas" mesas donadas por los ganaderos y agricultores caramacateños de la época.


Los asistentes al velorio llegaban "más serio que burros embarcados". Los caballeros vestían con partó y corbata. Otros de liquiliqui, alpargatas y sombrero. La damas usaban vestidos de color negro muy largos y un "trapo" cubriendo sus largos cabellos.


En el sitio o domicilio del acto velatorio siempre habían muchos caballos, burros y mulas con sus aperos; amarrados en los estantes de la cerca perimetral cuyos dueños eran los asistentes al velorio. Entre los "gallos pelones" se escuchaban coplas, poesías y refranes y bajo efecto de la "caña blanca". Ademas realizaban entre ellos juegos inherentes a las barajas o "cartas". Nunca faltaban el "Indio" Morales, Joseito Carrasquel y Fernando "resorte" Ramos.


 Durante los actos funebres los pobladores católicos, apostólicos y romanos realizaban rezos por el eterno descanso del alma del difunto atropellado por la muerte. También sobre el improvisado "cajón fúnebre" los religiosos lanzaban "agua bendita", flores sabaneras y hojas de alelies. 


Era una norma moral que los ganaderos donarán una ternera para alimentar a todos los asistentes al velorio con carne asada en el día y al amanecer sopas, picadillo y frijoles con carne.


 Los ocurrentes comentaban en el vecindario entre ellos " esta noche vamos al velorio del muerto ta muy nombrao", "allá esta el compa Maracano y que llegó primero que el difunto y carga un demesano de ron".


Las "ovejas negras" o "gallos pelones" como los denominaban los pobladores del vecindario de la época eran los encargados bajo el efecto del licor de cavar la fosa para la sepultura del difunto con pico, pala y una "chicura" en el único cementerio que aún existe junto a los recuerdos del viejo Caramacate.

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