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domingo, 5 de julio de 2020

LA INUNDACION DEL 27 DE MAYO DE 1943







LA INUNDACION DEL 27 DE MAYO DE 1943

Por: Aljer Chino Ereú

Dijo Filadelfio Briceño,
en mayo del cuarenta y tres:
parece que el río otra vez
viene a meterse en el pueblo
las aves en extraño vuelo
anuncian subida este mes.

Históricamente la población de Guasdualito, capital de municipio Páez, ha sido afectada en la temporada de invierno por las crecidas y embestidas del río Sarare, vertiente nacida en el Páramo El Alto del Almorzadero, ubicado este hábitat andino en el departamento colombiano de Santander (Colombia). Esta importante localidad apureña ubicada a 125 m/snm, desde su fundación en 1771 por Don José Ignacio del Pumar, Marqués del Pumar y Vizconde de las Riberas de Boconó, ha presentado la problemática natural motivado en parte, primero: a su ubicación geográfica, y segundo: a su origen fundacional. Referente al último aspecto, el historiador Botello, O. refiere:
“El sitio era palúdico, enfermizo, en medio de fangales y caños que dejaban las lluvias, pero era imprescindible la formación de un poblado de este lado, porque del otro surgiría al poco tiempo la nombrada villa de Santa Bárbara de Arauca. El criterio del señor del Pumar fue certero, Actuó con visión de futuro (Botello, 1998: 31). (Fin de cita).

De lo señalado por el autor se deduce que: con el devenir de los siglos el hecho de haberse establecido el poblado (Guasdualito) al margen del enclave ribereño y por debajo de la cota fluvial pasaría sus facturas gravosas; espacios pertenecientes a la vertiente natural fueron desplazados por calles, urbanismos, plazas, parques y asentamientos improvisados, de allí que en temporada de lluvias el lioso y portentoso Sarare reclame con poderío su antiguo cauce, tal y como en efecto ha ocurrido, ocasionando desde pérdidas humanas , materiales y económicas hasta quebrantos morales, en un ciclo regular de desbordes, desviaciones, escurrimientos y capturas con mucha facilidad.

LA INUNDACIÒN DEL 27 DE MAYO DE 1943
El historial de inundaciones de Guasdualito registra la ocurrida el 27 de mayo de 1943, algunos datos y aspectos de la misma se encuentran en los archivos históricos del diario El Universal, quien para la fecha en su cartel principal intitulaba lo siguiente: “Debido a las lluvias, la población de Guasdualito, específicamente el barrio El Gamero, sufrió inundaciones. Varias viviendas se inundaron, al igual que la oficina del telégrafo, la cual tuvo que ser mudada al Cuartel Nacional. El Universal. Fecha: 27-05-1943, Pág. Nº 3.

En ese mismo orden de ideas, otra fuente bibliográfica existente que recopila lo acontecido, y de obligada referencia para conocer el suceso es el artículo escrito por el doctor José María Bengoa, para ese entonces (1943) Comisionado Especial del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social en las regiones del Alto Apure en los azarosos días del aluvión. Dicho artículo fue enviado en estricta atención al R. P. Andrés Mesanza, de la Residencia de PP. Dominicos de esta ciudad, por el R. P. Juan de J. Rojas, Misionero de la misma Orden en las afligidas confinas del Alto Apure, siendo publicado en el periódico católico “La Religión” en noviembre del mismo año. El mismo se cita textualmente y refleja el papel protagónico de los misioneros del apostolado de Santo Domingo Guzmán:
LA INUNDACION:
Y llegó la inundación con agorero de catástrofe. Más de dos mil personas quedaron sin vivienda, sin alimentación y casi sin vestidos. Por la casa misional iban pasando como espectros enloquecidos por el hambre y la angustia: niños, mujeres, hombres, no en plan de dádiva sino de petición. Para todos tenía el Padre Rojas un consuelo y una ayuda material, bien en alimentos, bien en ropa, bien en medicinas. En la casa de la Misión se congregaba diariamente toda la muchedumbre desamparada. Más que una casa religiosa aquello parecía un hospital, un orfelinato, un comedor colectivo, un almacén de víveres y de ropa, y todo a la vez y al mismo tiempo. Al Padre Rojas se le nombró Presidente de la Junta de Socorro, y todos los días vestido de civil y completamente descalzo a fin de navegar más fácil y rápidamente por las calles, recorría las zonas más afectadas por la inundación y visitaba los campamentos y demás lugares de refugio llevando (a los que no podían venir a pedir) alimentos, ropa y paca. La Misión de Guasdualito ha sufrido también con las crecientes de los ríos en meses atrás. Los PP. Dominicos no han dejado por eso su puesto de avanzadas.
SE ANIEGA LA CASA MISIONAL
La casa misional también se anegó y hubo necesidad de abandonarla por el grave peligro que corría de desplomarse por ser de adobe y allí el golpe de las aguas era más fuerte. En otra casa de palma se levantaron trojas altas de madera y guasduas para proteger los pocos muebles y albergar algunas familias. El Padre Rojas dormía en un soberado con el sacristán que lo acompañaba. En la iglesia se instaló un rustico dispensario de trojas, donde concurrían multitudes de enfermos; en las torres se refugió la Guardia Nacional de fronteras que vino del Amparo; en el presbiterio, que por ser muy alto, fue el único sitio de la iglesia que no se anegó, se depositaban los víveres que iban llegando para repartir.

CESA LA INUNDACIÓN
La inundación duró tres meses. Cuando las aguas bajaron todavía la gente acudía a la casa de los Padres en busca de ayuda; pues sin inundación, a esta casa afluye diariamente gran número de pobres y enfermos en demanda de socorro. El Padre Rojas con telegramas suplicantes y cartas hacía el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces. Del Gobierno Nacional, del Gobierno Estadal, de Caracas, de San Fernando, de San Cristóbal, de Arauca, de Barinas y de otros lugares iban llegando víveres y mercancías para auxiliar a los damnificados. El pueblo de Guasdualito y toda la región del Alto Apure tienen en los Padres Dominicos no solamente el amparo espiritual, sino también el amparo material de toda, clase. Así es como el apostolado hace florecer el fuego de la gracia.

JOSE MARIA BENGOA.
Guasdualito, 28 de octubre de 1943. (Sic)
Lo anterior refleja las desventuras suscitadas por el reclamo del rio Sarare en la cuarta década del siglo pasado. Es cuestión de imaginarse las penurias de aquellas personas en la entonces casi desértica geografía alto apureña, para entender y comprender un problema natural que ha evolucionado y mostrado uniformidad con el tiempo. Pese a la tragedia, los habitantes del viejo Guasdualito, siguieron en pie. Cinco años más tarde ocurriría el desolador incendio de 1948. Vinieron algunos intentos por reubicar al poblado, sin embargo, la mayoría de los habitantes pese a los riesgos y calamidades optaron por quedarse en las costas ribereñas, y de allí se inicia la expansión urbana hasta el día de hoy.


AUTOR: ALJER CHINO EREÙ.-.


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