Por: ALJER "CHINO" EREÚ. -
En un lugar que no era La Mancha ,y del que tampoco un día quiero acordarme. En un pueblo ciego y mudo, como el de La Ceguera de Saramago, pero sin la esposa del médico, allí estaba él: un Quijote con su estigma, vencido por el infortunio, vestido de miseria y desnudo de ventura, como anticipando el ostracismo del sueño sin sepultura, sin Dulcinea, sin Sancho, sin Rocinante y sin nada, o con más que nada y con mucho; lo mucho era el dolor de sus recuerdos de noble abolengo, lo mucho era el dolor de su amargura, y mucho el dolor de su olvido. Allí estaba él, en su lecho castigador, mortificado por la peor Lujuria, la lujuria del abandono, oyendo el eco luctuoso de Juan del Llano, que entraba por sus oídos como dueño por su casa, como entrando a su infierno los demonios.
La interrogante:
-¿Querías llorar Juancito?
La respuesta:
-Sí, quería llorar, pero mis lágrimas se asomaron al mundo y corrieron hacia adentro, a encubrirse donde había refugio seguro: en la morada apócrifa de mi alma sin corazón, porque el corazón lo dejé en mis escritos y, ya más nunca volvió a mi pecho de Cimarrón.
Allí estaba él, como el Fausto de Goethe, con sus dos seres invisibles, con el bien y el mal, con sus propias operas dramáticas, con su propia Celestina.
Allí estaba Juan Felix Michellangeli, el escritor guasdualiteño, pagando su deuda social, saldando el pago por su triunfo efímero. Ahora no estás Juan, dejaste de ser tú para ser otros, o eras esos otros antes de ser tú. A tu memoria, el verso de uno que no es tan loco:
UNO DE LOS TRES MAJADEROS
Don Quijote no era loco,
aunque tenía su Mancha.
Sus amigos eran pocos,
entre los pocos Sancho Panza,
el del burro,
y en los burros andan otros,
contra los molinos
empuñan sus lanzas.
¡Oh Dulcinea! quien te vea
que te de mi saludo,
quien escribe te quiso
pero no pudo.
Rocinante ya no es el de antes.
¿Don Miguel, donde dejaste a Cervantes?
Cervantes, diles que nos fuimos
¿para dónde?
a buscar sendas:
nuevos caminos.
ALJER.-.
Fecha: 18-05-2022
Hora: 08.05 am
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