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domingo, 15 de mayo de 2022

IGNACIO INDIO FIGUEREDO

 


IGNACIO “EL INDIO FIGUEREDO”

 Por Juvenal  Rodríguez Tavares

José Ignacio Figueredo “El Indio Figueredo” con el  mismo humor y característica que es en su imaginación cordial, abierto, viril, tierno, juguetón y picaresco, gracioso y vivo, ágil y deslumbrante, tímido y atrevido, rotundo y poderosamente popular en su más entrañable vigencia, es el músico que le ha dado a Venezuela las más fecundas e imborrables con sabor maduro y limpio, con olor a paradero y mastranto lo más grande del folklore llanero, una música criolla que en el argot popular decimos “Esto es Venezuela”. El indio hacedor de músicos, cantantes y leyendas, remontando un bongo agua arriba y agua abajo, atravesando El Arauca, El Meta, El Portuguesa, El Santo Domingo, El Yurubí y otros tantos ríos y sabanas que se unen al Apure, besando barrancas  y jugando con las arenas de sus cauces, hasta llegar al Yagual donde bajo su apreciado instrumento e entrañable compañera “el arpa” realenga y sonora, donde las olas del viento, de los compases capachos vuelan los sonidos de las primas cantarinas y el relinchar de los bordones junto con la imaginación creativa del indio se unen para darle a Venezuela aquellas notas que más tarde pasan a la inmortalidad, me refiero cuando el Indio Figueredo vio por primera vez a “María Dolores Laya Mediana” (La India María Laya). Esta hermosa mujer de tez  morena y de labios de color de corocoras, nació en Guacharas Estado Apure en el año 1906 en el mes de abril, hija de Juan Marcelino Laya y Rosalía Medina de Laya, la India María Laya desde muy joven se traslado al Yagual de allí paso a vivir en la ciudad de Maracay con su hermana Candida que aún vive en esa ciudad, la preocupación de la india fue el trabajo doméstico y su diversión las fiestas y el baile de joropo, valses y pasodobles, dice ella en sus propias palabras que cuando llegaba a los bailes arrinconaba a todas las parejas.

 

María Laya recuerda totalmente todos los detalles y en esta oportunidad personalmente dijo que ella fue una mujer normalmente como todas las muchachas de la época le gustaba el baile, las parrandas y los toros coleados pero jamás fue querida y amante de nadie, la India María Laya en sus últimos años residió en San Juan de Payara y manifestó que su mayor esperanza estaba su gran fe en Dios y en su palabras ya que ella profesaba la religión evangélica. A continuación la obra inmortal del Indio Figueredo inspirado en la India María Laya: “Salí para el bajo Apure, hay bajo Apure en una potranca valla, tan solo por conocer, ay conocer a la India María Laya, me han dicho que es bonita, que es muy bonita, que es linda y muy hermosa, yo quisiera conocerla, ay conocerla, ay conocerla para ver si la hago mi esposa si María Laya supiera, ay supiera lo lindo que es el amor, ya yo le hubiera entregado alma, vida y corazón”.

Ignacio Ventura Figueredo había nacido en “Algarrobo”, ejidos de Cunaviche, el 31 de julio de 1899, hijo del bandolinista Francisco “Pucho” López y María Luisa Figueredo, mujer ésta que le dio acceso a la música al comprar para él un arpa sin cuerdas con las cuales el muchacho de 11 años, después de encordarla con tripas de puercoespín, pudo aprender el instrumento que dominó durante más de 80 años, hasta cuando una hemiplejía le impidió tomar primas, bordones, tiples y tenoretes;  pero sin embargo, sacando fuerzas y espíritu, el 31 de julio cuando celebraba sus 96 años, su hijo Marcelo, arpista como él, le ayudo a saborear la música llanera a la cual dedicó tantos años de su vida.

 

El “Indio” Figueredo recibió ese cognomento desde 1948, cuando lo consiguieron en Achaguas, tocando un baile, un grupo de personas que fue a Apure a buscar un buen arpista para la celebración del I Festival Folklórico realizado para la toma de posesión del Presidente Rómulo Gallegos. Entre estas personas se encontraban: German Fleitas Beroes, Fredy Reina, Reinaldo Espinoza Hernández,  y Antonio Estévez, gente conocedora de música y del llano. Así comenzó la leyenda. Ignacio Ventura Figueredo se  caracterizó por una diestra digitación en el arpa que asombraba a todos. Fue el mejor arpista llanero de todos los tiempos. Afortunadamente pudo asimilar su modo de tocar el arpa, su hijo Marcelo.

No fue fácil la vida del “Indio” Figueredo. Fue peón de hato, binguero, ordeñador, “peón recio desde  pequeño, de canales y machete” como de él dijo su compadre el poeta Julio César Sánchez Olivo. En los primeros años de la década del cincuenta comenzó a grabar discos y no paró hasta la década del ochenta cuando los últimos discos salieron de sus diestras manos; tocó para destacados artistas como Ángel Loyola, Cristóbal Jiménez, José Romero, José “Catire” Carpio, Marcelo Quinto, Antonio Barcey y tantos otros. También su hijo Elix, a quien apodaron “El Indiecito”. No menos de 250 composiciones en letra y música dejó el maestro Figueredo, entre ellas la música de “María Laya” y “Los Caujaritos” con letra de Mariano Hurtado Rondón; Plan de Arauca, Flor de Cotayo, El Gabán, Amores Escondidos, Menoreño, De Montiel a Los Cocuyos y otros. El 02 de septiembre de 1995, muere en San Fernando de Apure, la última leyenda llanera como lo describió el cronista de Maracay y de Villa de Cura, el periodista e historiador Lic. Oldman Botello, el “Indio Figueredo”, el viejo roble cunavichero quien sucumbió a los 96 años de edad y con él se fue un pedazo de la historia musical de Apure.

 


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